Höllehund, o sea el Perro del Infierno en la lengua de Goethe, no es el nombre de ningún videojuego de última generación ni de ninguna película terrorífica, sino la denominación mitológica que se ha dado popularmente en Alemania a los nuevos sublinajes o subvariantes BQ.1 y BQ.1.1 de la variante Ómicron del Covid-19 o virus coronado.
Can Cérbero o Cancerbero, el tricefálico portero de la mansión de Hades.
La denominación de “Sabueso del Infierno”, hace referencia a Cérbero, el portero del inframundo o cancerbero del dios Hades, el romano Plutón, un monstruo de tres cabezas que no dejaba entrar a nadie que no hubiese muerto ni salir a las ánimas de los fallecidos.
Estas subvariantes de la variante del virus coronado ya se han detectado en cinco países europeos, incluido España, y los ¿expertos? esperan que los casos aumenten significativamente en las próximas semanas.
El prestigioso y al mismo tiempo desprestigiado Instituto Robert Koch de Berlín venía detectando un aumento significativo de casos de dichos patógenos desde finales de agosto y principios de septiembre.
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en la lengua del Imperio) advirtió recientemente de que es probable que estos patógenos continúen aumentando el número de casos en el futuro cercano. Podrían volverse dominantes a mediados de noviembre o principios de diciembre.
No se sabe, sin embargo, la gravedad de dichos casos.
Si bien todos los indicadores dicen que la pandemia, apandemia, con prefijo negativo, o pseudopandemia, se ha terminado, se acerca la ola de la campaña de otoño-invierno, y nos hallamos ante la amenaza de la triple pandemia (como si no hubiéramos tenido bastante con una, ahora nos amenazan con tres: de virus coronado persistente, gripe y resfriado común de toda la vida), triplandemia que coincide con la vacunación, y aunque lo de El Perro del Infierno no es un nombre adecuado, porque parece muy poco serio, cosa de cuentos de viejas para asustar a los niños pequeños como aquello de que viene el sacamantecas, el sacaúntos, el hombre del saco o, en definitiva, el coco, el nombre que le han puesto los científicos de BQ.1 y BQ.1.1.
tampoco es muy serio, que digamos, y resulta hasta más terrorífico que el otro, siendo su función la misma, que es la de meter miedo. Se trata de poner un nombre a lo indefinido, a lo que no lo tiene, por lo que cualquier denominación resulta ridícula.
La prueba del algodón
De momento no hay indicios de que esta variante suponga un riesgo serio más allá de un vulgar catarro o gripe o resfriado común, pero las autoridades sanitarias piden a todo aquel que aún no esté completamente vacunado contra la Covid-19 que lo haga, sin percatarse de que nunca nadie estará cabalmente 'completamente vacunado' contra un virus indefinido que muta constantemente huyendo de su propia definición.
La Ministra de Sanidad del Reino de las Españas ha informado de todo esto y ha dicho que no podemos bajar la guardia, porque hemos entrado en el otoño «y este se caracteriza por la mayor circulación de virus e infecciones respiratorias» por lo que la mascarilla, que no sirve para nada, seguirá siendo obligatoria en los transportes públicos, hospitales y farmacias... y los Centros de Salud llamarán a los mayores a recibir una doble vacunación el mismo día: una banderilla en cada brazo.
No podemos descuidarnos, porque de lo que se trata es de pre-ocuparnos, de que nos entre la pre-ocupación antes de la ocupación de cuidarnos, que tampoco debería entrarnos porque la salud, sea lo que sea, es olvidó. Y si no nos cuidamos nosotros, ya nos cuida Papá Estado, que para eso está, para que no nos descuidemos, para que estemos siempre pendientes del peligro indefinido que nos amenaza, y para que nos desvivamos y no podamos vivir ni siquiera por descuido.