martes, 1 de noviembre de 2022

Diez nuevos mensajes mínimos

Control aleatorio. ¿Por qué a mí? No es por un azar aleatorio, te ha tocado a ti, como podía haberle tocado a cualquiera, porque hay control, no por casualidad.

 Contacto cero: Como resulta duro prohibir sin más el contacto humano por ser fuente de contagio, proponen un 'contacto sin tacto' en su neopolítica lingüística.
 

Irónica y sarcástica celebración: La fiesta de Jalogüín en la capital de Corea del Sur arroja un saldo de ciento cincuentayún finados: el triunfo de la Muerte.

Noticias de la guerra: Ucrania se plantea para su futuro político la batalla que no puede ser: liberar la ciudad de Jersón sin tener para ello que destruirla.
 

Yonquis. No son ellos los adictos a la proteína de la espícula, es la proteína la adicta a ellos, la sustancia que ha provocado el virus que pretendían evitar.
 
 La próxima pandemia. Puede que no provenga de murciélagos o pangolines sino de virus congelados en glaciares que se derretirán por el calentamiento del planeta.
 
 
Miedo al otro. Un chico que va a tomar el ascensor espera educadamente a una chica que acaba de entrar para subir juntos; ella, temerosa, rehúsa ofrecimiento.
 
Servicios informativos: Telespectadores, radioyentes y adictos a la Red gozan de producciones audiovisuales en serie donde la ficción sustituye a la realidad.
 
 
 
El opio del pueblo. En el pasado era la religión, pero hoy el opio y los  opiáceos estupefacientes, incluida la Ciencia, son la religión del pueblo estupefacto.
 

Un derecho humano inalienable: el derecho a soñar. Pero si cumples tus sueños, dejas de soñarlos: los sueños, como las posibilidades, mueren si son realizados.

 

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