41.- Operación Triunfo: Lo que suele denominarse éxito personal y profesional en la vida es como la ceremonia militar del triunfo que celebraban antaño los generales romanos victoriosos, una victoria que conllevaba muchos cientos de sacrificios y cadáveres ensangrentados por encima de los que habían tenido que pasar aquellos militronches para llegar a desfilar bajo el arco triunfal y obtener el galardón de la corona de laurel. ¿No sería preferible abocarse, en nuestro caso, a la operación del más rotundo y colosal de los fracasos?
42.- El talento no quiere galardones. El verdadero genio creador no sólo no quiere aplausos, sino que los repudia. Los premios y reconocimientos oficiales se otorgan por idénticas razones, políticas y comerciales, y poco o nada tienen que ver con el mayor o menor mérito de la obra que se premia. Los premios se los otorgan a los que más venden, es decir, a los que más se venden, para que vendan más, para que se vendan más, para que los más vendedores por activa sean los más vendidos por pasiva.
43.- Oyendo (o viendo) el parte: Los mayores que vivieron la guerra civil usan todavía esta expresión, para referirse a las noticias de la realidad que configuran los Medios de (In)formación de Masas. Se lo oí decir toda la vida a mi padre. La expresión es una abreviación y reminiscencia del “parte de guerra” que en aquellos años se radiaba porque no había todavía televisión. Supongo que venga de dar “parte”, y de hacer partícipe. y es que no hay que olvidar que los Medios de (In)formación de Masas dan una parte, de la realidad, no todo: son parciales. Sigue siendo válida la expresión en estos tiempos de supuesta y presunta paz para referirse a la guerra de la realidad, falsa pero real, la guerra que late, camuflada, en el seno de la paz.
44.- Las revoluciones que en el mundo han sido y son sólo sirven para que todo cambie para no variar, a fin de que pueda seguir igual. A tal fin puede decirse en latín: MVTATVR NE VARIETVR: se hace mudanza para no cambiar. Como muy bien dice el himno de la comunidad autónoma madrileña, que casi nunca se canta, pero tiene muy buena y suculenta letra: "Mire el sujeto / las vueltas que da el mundo / para estarse quieto". Pero algo dentro de nosotros, y no sé muy bien de qué estoy hablando, quiere lo contrario: que todo cambie, que nada sea igual, que todo y todos seamos diferentes: la ruptura con la monotonía de la vida cotidiana, una verdadera rotura de las normas sociales, de los roles que en cada momento de la vida debemos adoptar, una sublevación que rompa los horarios y calendarios establecidos, el tiempo cronometrado, que deja de ser una tiranía lineal, para pasar a ser un desorden de momentos vividos intensamente.
45.- Patriarcado: Vivimos en pleno apogeo de la
sociedad patriarcal pese a que las mujeres van conquistando la esfera
pública, entrando en profesiones que estaban tradicionalmente
reservadas a los varones, triunfando en campos como la Justicia o la
Medicina que les estaban vedados; pronto habrán alcanzado la igualdad también en el mundo
político. Y, sin embargo, eso no conlleva el final del
patriarcado, sino su máximo y más cumplido desarrollo, que se ve así ajeno a la
división sexual y camuflado. El patriarcado tradicional, asociado al sexo
masculino, sigue vivito y coleando en algunas sociedades tradicionales, en
África y en todo el mundo árabe y musulmán. Pero el nuevo
patriarcado que triunfa en las sociedades modernas occidentales es
indiferente a la división en clases sexuales. Ha logrado superponerse porque tanto montan, montan tanto Isabel como Fernando y ya da igual el timbre masculino o femenino, más grave o más agudo, de la voz de mando.
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