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domingo, 20 de noviembre de 2022

Pareceres (IX)

41.- Operación Triunfo: Lo que suele denominarse éxito personal y profesional en la vida es como la ceremonia militar del triunfo que celebraban antaño los generales romanos victoriosos, una victoria que conllevaba muchos cientos de sacrificios y cadáveres ensangrentados por encima de los que habían tenido que pasar aquellos militronches para llegar a desfilar bajo el arco triunfal y obtener el galardón de la corona de laurel. ¿No sería preferible abocarse, en nuestro caso, a la operación del más rotundo y colosal de los fracasos?

42.- El talento no quiere galardones. El verdadero genio creador no sólo no quiere aplausos, sino que los repudia. Los premios y reconocimientos oficiales se otorgan por idénticas razones, políticas y comerciales, y poco o nada tienen que ver con el mayor o me­nor mérito de la obra que se premia. Los premios se los otorgan a los que más venden, es decir, a los que más se venden, para que vendan más, para que se vendan más, para que los más vendedores por activa sean los más vendidos por pasiva. 

43.- Oyendo (o viendo) el parte: Los mayores que vivieron la guerra civil usan todavía esta expresión, para referirse a las noticias de la realidad que configuran los Medios de (In)formación de Masas. Se lo oí decir toda la vida a mi padre. La expresión es una abreviación y reminiscencia del “parte de guerra” que en aquellos años se radiaba porque no había todavía televisión. Supongo que venga de dar “parte”, y de hacer partícipe. y es que no hay que olvidar que los Medios de (In)formación de Masas dan una parte, de la realidad, no todo: son parciales. Sigue siendo válida la expresión en estos tiempos de supuesta y presunta paz para referirse a la guerra de la realidad, falsa pero real, la guerra que late, camuflada, en el seno de la paz.

44.- Las revoluciones que en el mundo han sido y son sólo sirven para que todo cambie para no variar, a fin de que pueda seguir igual. A tal fin puede decirse en latín: MVTATVR NE VARIETVR: se hace mudanza para no cambiar. Como muy bien dice el himno de la comunidad autónoma madrileña, que casi nunca se canta, pero tiene muy buena y suculenta letra: "Mire el sujeto / las vueltas que da el mundo / para estarse quieto". Pero algo dentro de nosotros, y no sé muy bien de qué estoy hablando, quiere lo contrario: que todo cambie, que nada sea igual, que todo y todos seamos diferentes: la ruptura con la monotonía de la vida cotidiana, una verdadera rotura de las normas sociales, de los roles que en cada momento de la vida debemos adoptar, una sublevación que rompa los horarios y calendarios establecidos, el tiempo cronometrado, que deja de ser una tiranía lineal, para pasar a ser un desorden de momentos vividos intensamente.

45.- Patriarcado: Vivimos en pleno apogeo de la sociedad patriarcal pese a que las mujeres van conquistando la esfera pública, entrando en profesiones que estaban tradicionalmente reservadas a los varones, triunfando en campos como la Justicia o la Medicina que les estaban vedados; pronto habrán alcanzado la igualdad también en el mundo político. Y, sin embargo, eso no conlleva el final del patriarcado, sino su máximo y más cumplido desarrollo, que se ve así ajeno a la división sexual y camuflado. El patriarcado tradicional, asociado al sexo masculino, sigue vivito y coleando en algunas sociedades tradicionales, en África y en todo el mundo árabe y musulmán. Pero el nuevo patriarcado que triunfa en las sociedades modernas occidentales es indiferente a la división en clases sexuales. Ha logrado superponerse porque tanto montan, montan tanto Isabel como Fernando y ya da igual el timbre masculino o femenino, más grave o más agudo, de la voz de mando.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Trece mensajes breves más y una glosa

El porvenir está, por definición, siempre por venir, por eso no llega nunca. Desconfiad del que diga que aún está por venir lo peor, o, da lo mismo, lo mejor.

"El respeto a las consignas salva vidas" reza un panel luminoso y mentiroso en la autovía. Respeto quiere decir ahí obediencia, y consignas lo que nos mandan

 

Recojo del filósofo francés André Comte-Sponville la siguiente perla cultivada: “Hay que acabar con el culto de la salud que hace de la medicina una religión”.

Es inadmisible que otorguemos a las autoridades sanitarias y a la casta médica no ya la gestión de nuestras enfermedades, sino de nuestras vidas como hacemos.

A la mierda el trabajo: Podemos obtener a cambio de la dedicación de nuestro tiempo dinero, pero nunca recuperaremos el tiempo perdido por el salario recibido.

Dostoyesqui, cita de Graeber: “La peor tortura que se puede diseñar sería obligar a alguien a efectuar a perpetuidad una tarea claramente inútil” como Sísifo.

¡A las diez en casa! Toque de queda (o "restricción de movilidad nocturna") por orden del Estado paternalista que nos considera necesitados de tutela parental.

Sospecho que lo mejor del libro no leído aún de Andreu Navarra sobre el sistema educativo español es su título “Devaluación continua”, provocativo y sugerente. 

El Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad no es una perturbación individual infantil, sino el síntoma diagnóstico y sintomático de nuestra sociedad. 
 
Me invita el diario a suscribirme con estas palabras: “Cuando la buena información se propaga, el virus se frena”. No es verdad: el virus es la información.
 


"Lo peor que le puede ocurrir a este país es que no tengamos Gobierno, es un drama" ha declarado un melodramático Revilla, presidente del Gobierno de Cantabria. 

Revilla le pide a la Virgen, como las ranas a Zeus, que haya gobierno "cuanto antes" para que acabe el daño terrible de estar sin presupuestos y sin Ejecutivo. 


La lucha contra el patriarcado y el machismo no debería llevarnos al matriarcado y al feminismo, dos caras de la misma moneda, sino a enfrentarnos al Poder. 

Glosa: Patriarcado y matriarcado son dos términos que tienen algo que los diferencia y algo que los iguala, por lo que no son tan antitéticos como parecen a primera y simple vista: difieren en la referencia a la figura masculina del padre (patri-) o a la femenina de la madre (matri-) y tienen en común la alusión al poder, -arcado, del griego ἄρχω (árcho), que es tanto "mandar" como "ser el primero". 

Es innegable que la sociedad actual es patriarcal, algo que uno puede aceptar o rechazar, pero que nadie en su sano juicio puede negar que así sea. Es un hecho incontrovertible frente al que cabe una actitud conformista o de rebeldía. El problema viene cuando los que adoptan la actitud inconformista declarando la guerra al patriarcado recaen en la trampa del dualismo que les impide superar la contradicción, como dice Vaneigem, y propugnan a cambio como remedio del problema que pretenden resolver el matriarcado, que es lo mismo que el patriarcado pero ejercido por la mujer. Truecan la figura del patriarca por la de la matriarca, lo que, lejos de debilitar el segundo elemento del palabro, lo refuerza. Es decir, luchan contra el patriarcado, pero no contra la jerarquía en sí del poder. 

Oponerse efectivamente al patriarcado no consiste en instaurar el matriarcado, sino en negar el principio democrático mismo que a ambos sustenta fomentando el acrático. La emancipación femenina no consiste en que las mujeres rompan el techo de cristal como dicen los feministas y puedan llegar a ser ministras, jefas de Estado, policías, ejecutivas igual que los  varones. 

Tampoco consiste como pretenden algunos feministas monárquicos en que la infanta Leonor sea declarada reina de España el día de mañana, sino en que no haya reyes ni reinas, o que, dicho de otra manera, todos y no sólo la familia real de los borbones en España podamos, por poner un ejemplo, ser reyes y reinas. No se trata de empoderar a la mujer, sino de desempoderar al varón.

Si las mujeres acceden a aquellos puestos ejecutivos que volvieron despreciable al varón (el poder, la autoridad, la jerarquía militar o religiosa, etcétera), esos mismos puestos volverán despreciables a las féminas, porque los que mandan sea cual sea su sexo biológico son los más mandados. No se trata en definitiva de que las mujeres ejerzan el poder igual que los hombres, sino de que ni unos ni otras lo ostenten, porque la lucha no es entre hombres y mujeres sino de unos y otras contra el  Dominio en cualquiera de sus múltiples aspectos.