sábado, 19 de noviembre de 2022

Lenguaje inclusivo y exclusivo

    Se queja el periodista griego Dimitris Politaquis de que “El sexismo lingüístico se reproduce constantemente a través del uso generalizador y omnipotente del género masculino en una lengua y una cultura donde la palabra "ciudadano" aún no tiene un género femenino oficialmente establecido.” En griego, tanto clásico como moderno, en efecto, la palabra “ciudadano” (que se dice πολίτης, polítes, derivado de πόλις, pólis, el nombre antiguo de la ciudad y del Estado) no tiene género gramatical femenino, sino solo masculino, palabra de la que nos viene nuestro helenismo "cosmopolita" o sea ciudadano del mundo. Pertenece, en efecto, a los sustantivos masculinos de la primera declinación griega como ποιητής, poietés, el poeta, δεσπότης, despótes, el amo y origen de nuestro déspota, o ἀθλητής athletés, el atleta, que se refieren a oficios y ocupaciones desempeñados habitual- y tradicionalmente por varones.

    Como muy bien añade el columnista eso no le sucede a la que seguramente es la palabra griega más abundante en la literatura clásica: ἄνθρωπος, ánthropos, el ser humano, el hombre en sentido general, la persona, que vale tanto para el varón como para la mujer. Y cosa que tampoco le sucedía en griego clásico a la palabra θεός, theós, divinidad, que podía ser masculina y femenina, antes de que se creara un femenino especial θεά, theá, para la diosa y las diosas, habida cuenta del politeísmo.

     Pero el griego dispone, además, de un género neutro, igual que el latín, que en principio estaba reservado para las cosas, pues parece que  la primera división que se establece en las lenguas indoeuropeas es entre seres animados e inanimados, antes de que los animados se dividan en masculinos y femeninos. La corrección política ha llevado a un activismo lingüístico y a una reacción radical consistente en utilizar el género neutro en griego para no caer en la distinción normativa heterosexual de “masculino” y “femenino”. Así, informa Politaquis que cada vez se utiliza más este recurso políticamente correcto en su lengua. Por ejemplo se han visto carteles llamando a la huelga general donde se decía: «όλα ενωμένα», óla enoména, es decir: "todos unidos", con la forma plural neutra «όλα» en vez de la forma masculina y femenina όλοι, que vale curiosamente para 'todos' y 'todas' en griego moderno. El uso del género neutro lo promueve un activismo lingüístico que se opone a la tradicional distinción heteronormativa "masculino-femenino". El problema, como dice el periodista, es que resulta 'profundamente problemático y monótono' porque el género neutro no puede ser inclusivo de todos los sexos y géneros y orientaciones sexuales, sino que sólo lo sería de los asexuales, y porque suena mal al oído.

    Más exitoso, al menos a nivel informal y gráfico, le parece al columnista que es el uso del 'patito' que nosotros llamamos “arroba”, nuestra vieja unidad de peso hoy en desuso, que se simbolizó alguna vez con el carácter tipográfico @. 

    Hay que tener en cuenta que este símbolo @ que empleamos en los correos electrónicos no se llama igual en las demás lenguas. Y es que a veces nos parece que lo que pasa en nuestra lengua es común a las demás, y no una peculiaridad, como comprobamos cuando comparamos con  otros idiomas. Por lo que se nos alcanza, se llama "arroba" en portugués, en español y en francés, pero no en italiano, donde se llama "chiocciola" o su diminutivo "chiocciolina", que quiere decir 'caracol', y también "a comercial" (entre los comerciantes venecianos del siglo VII, al parecer, la @ era un signo gráfico que representaba el ánfora, una medida de peso y capacidad que se utilizaba entonces, representado por la "a" minúscula manuscrita inicial de la palabra "amphora", embellecido por la escritura florentina típica). Los griegos lo denominan παπάκι, papáqui, 'patito', y en alemán se llama algo tan curioso como Klammeraffe, o sea, mono-araña. En inglés se denomina, con distintos nombres, signo "at":  "at sign", "at the rate", "at symbol", "at mark", "commercial at", y "ampersat".

     El origen del moderno símbolo @ nace en la Edad Media como unión estilizada de las letras minúsculas "a" y "d" que forman la preposición latina "ad" que significa "junto a", "en",  según una teoría, o, según otra que parece más plausible, de la primera y última letra de la preposición latina "apud", que signficia "en casa de". En la escritura cursiva la "d" se curvaría hacia la izquierda y se extendería sobre la "a" abarcándola para crear el símbolo. Este uso que a los hispanohablantes nos resulta más extraño es el que hacen los americanos en los eventos deportivos donde el signo "@" se utiliza como separador de los nombres de dos equipos contendientes para indicar que el segundo de ellos jugará en su propio campo, es decir, "en casa". Por ejemplo "LA Lakers @ Boston Celtics" indica que el partido tendrá lugar en casa de los Celtics de Boston.

 

    Ray Tomlinson, el ingeniero americano que inventó en 1971 el correo electrónico, utilizó en 1972 el símbolo "@"  como separación entre el nombre del destinatario y el servidor que hacía las funciones de oficina de correos. Por ejemplo fulanodetal@ejemplo.com, donde el usuario se llama "fulanodetal" y el dominio "ejemplo.com".

    Resulta curioso cómo el símbolo de la arroba (@) ha empezado a utilizarse en español en algunos contextos no académicos como recurso gráfico que parece integrar las vocales "a" y "o", con lo que se pretende evitar engorrosas repeticiones políticamente correctas o corteses, como diría Gracián,  tales como "los niños y las niñas, los ciudadanos y las ciudadanas", por lo que se escribe "l@s niñ@s" o "l@s ciudadan@s",  haciendo así explícita gráficamente la alusión a los dos sexos, olvidando algo tan consabido como que en castellano el género masculino es el común, genérico o no marcado, que ya incluye al femenino, mientras que el femenino es el género marcado o exclusivo; olvidando que no se pueden confundir los géneros gramaticales con los sexos (en la frase "la policía disolvió la manifestación", tanto la palabra "policía" como "manifestación" son de género femenino en español, pero no necesariamente de sexo femenino);    y olvidando que cuando decimos "el niño y la niña están contentos" no podemos escribir "content@s" porque una de dos: o tendríamos que leerlo "contentos y contentas" y sería un despropósito lingüístico;  o tendríamos que decir "contento" y "contenta" como si fueran dos palabras distintas al modo de "pozo" y "poza" o "caño" y "caña" -pero ¿qué nota semántica que no sea redundante le añade al adjetivo "contento" la forma "contenta", aparte de la concordancia gramatical de género femenino? 


     Pues bien, en griego moderno ha comenzado a usarse el 'patito', como se ha dicho que ellos lo llaman, como terminación de plural asexuado, con lo que se escribiría «όλ@ ενωμέν@» en lugar de «όλοι ενωμένοι», originado por influencia de la comunidad LGBTI+. Resulta gracioso gráficamente pero hay que decir que el “patito” no es una letra del alfabeto griego, que solo vale en todo caso para la lengua escrita, por lo que no puede leerse ni pronunciarse sino solo escribirse, lo que nos condenaría al silencio, o a comunicarnos solo con tontos emojis o emoticonos y con escritura pictográfica, como de hecho ya hacemos a través de las redes sociales y nuestro phono sapiens.

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