
lunes, 7 de noviembre de 2022
Predicando con el ejemplo

domingo, 6 de noviembre de 2022
Mensajería breve contra El Periódico Global
En los países dizque modernos, dizque educados, dizque progresistas como el nuestro padecemos de hace tiempo un fenómeno de gravísima intoxicación informativa.
El corredor de la muerte, aunque abolida la pena capital por la mayoría de las constituciones estatales, constituye sin embargo la verdadera esencia del Estado.
El Estado tiene el monopolio de la violencia y de las armas. ¿Para qué sirven las armas? Para matar. El Estado, por lo tanto, tiene el monopolio de la muerte.
La consigna que se viene inculcando a la gente es que el calentamiento global del planeta es lo que nos está matando, distrayéndonos de los verdaderos asesinos.
Sentencia
la ONU: “El cambio climático nos está matando”. A quien lo
ponga en duda le etiquetan con el comodín de “negacionista del
cambio climático” enseguida.
No harán caso a Casandra, la loca, ni a Laocoonte, que se opusieron a la entrada en Troya del funesto caballo de madera, dádiva de los griegos y máquina fatal.
El óvulo, desgarrado por un espermatozoide, se quedó embarazado, y al cabo de nueve meses de preñez concibió una idea de sí mismo, un concepto falaz pero real.
New Wave: Dicen que se avecina una nueva ola no sabemos si octava o novena ni de qué, que nos trastornará; hemos perdido la cuenta y hasta las ganas de contar.
No han desaparecido los sacrificios humanos de la faz de la Tierra, sino que cada vez son más y más cruentos que nunca, aunque no se vea la sangre derramada.
Vita ante mortem? Aunque pueda parecer una cuestión absurda, no lo es en absoluto. Tenemos todo el derecho del mundo a plantearla: ¿Hay vida antes de la muerte?
El Gobierno “más progresista de la historia de España” cumple la promesa que les hizo a los aliados atlánticos aumentando la partida destinada al gasto militar.
El filósofo de moda alaba la costumbre española de la siesta. Ignora que la hora a la que imparte su conferencia es justamente la sacrosanta hora de la siesta.
El apretón de manos, que genera enseguida confianza, fue prohibido en Occidente por la pandemia, que ha erosionado así tremendamente la confianza en los demás.
El filósofo considera a sus colegas rivales que pueden hacerle sombra víctimas de sus propias ideas, como si él no fuera prisionero de sus propios pensamientos.
Es angustioso que la gente no hable, porque de todos es sabido que “hablando se entiende la gente”, por lo que si dejamos de hablar, dejaremos de entendernos.
sábado, 5 de noviembre de 2022
Giornalista terrorista!
Informaba el jueves pasado 3 de noviembre el rotativo italiano La Repubblica, uno de los más leídos en ese país, que los médicos italianos que habían sido suspendidos de empleo y sueldo por no haberse inoculado -me resisto a decir 'vacunado' como si se tratara de una vacuna consabida- contra el síndrome del virus coronado, -decía que de un total de cuatrocientos cincuenta mil habían sido menos de cuatro mil las batas blancas no inoculadas, que parece poco: podía haber dicho más de tres mil, y parecería algo más- se reincorporaban ahora al trabajo, y les preguntaba a sus lectores si se fiaban de ellos, sembrando con la misma pregunta cuando menos la desconfianza. Afirmaba que muchos colegas médicos no se fiaban de ellos y que los acusaban “di comportamento antiscientifico”, con lo que de paso el propio periódico dejaba recaer sobre ellos, como el que no quiere la cosa pero es lo que pretende, un idéntico reproche.
La pregunta que les formulaba exactamente a sus lectores era: ¿Os fiaríais si vuestro médico no estuviese “vax”, ridículo anglicismo por “vacunado”?

El periódico se esconde detrás de la palabra “ciencia” dando a entender que la segregación ha sido una medida "científica" y tachan de “anticientíficos” y excomulgan de la Iglesia de la Ciencia a los no inoculados poniéndolos en la picota. Se hace un mal uso de las palabras “ciencia” y “vacuna” cuando se dice que las inoculaciones son “vacunas” definidas por la “ciencia” como seguras y eficaces más allá de toda duda razonable, cuando es esa supuesta razón lo que hay que poner en duda y cuando es palpable no que sea una mentira lo de “safe and effective” sino que son dos mentiras, cada cual más gorda.
El periódico les cuelga el sambenito de “no-vax” como si fueran apestados por no haberse sometido cual cobayas de laboratorio a una inoculación sin fin -ya van por la cuarta dosis que es la que sigue a la tercera y precede a la quinta- que, además de innecesaria, ha resultado contraproducente y está resultando perjudicial habida cuenta de sus cada vez más numerosos efectos adversos.
La reflexión que se impone es que sin periodistas/terroristas cómplices que siguen metiendo miedo a sus lectores a través de una propaganda machacona contra unos profesionales que son presentados como herejes de la Ciencia, como médicos de serie B de los que hay que, al menos, desconfiar, sin ellos, así como sin políticos de uno y otro signo vendidos a la codicia insaciable de la industria farmacéutica, nunca habría sido posible esto.
Yo me fiaría personalmente más de un médico que no se hubiera prestado al experimento, y muy poco o casi nada de uno que hubiera aconsejado a sus pacientes someterse a la inoculación. Y muchísimo menos de uno que opina que es un deber deontológico y que debería ser obligatorio “por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar” como dijo un caudillo autonómico muy conocido por estos pagos.

viernes, 4 de noviembre de 2022
Re-negaciones.
No al confinamiento, en realidad arresto domiciliario, que duró 99 días y 99 noches.
No a las cuarentenas.
No al Estado en general y al de Alarma en particular, declarado anticonstitucional.
No al cierre de los espacios públicos.
No a la intoxicación informativa.
No al metro y medio de distancia de seguridad con el prójimo, -el próximo cada vez más lejano.
No al toque de queda, ridículamente denominado entre nosotros para que no nos resonara a la guerra civil “restricción de movilidad nocturna”.
No a la claque de aplausos, la cita del día, a las ocho desde ventana o balcón, al ritmo del himno “Resistiré”.
No al “Quédate en casa, salva vidas”.
No a la policía parapolicial de los balcones y los visillos, y no a la policía policial.
No al terrorismo del lobo, del coco, del virus siempre futuro que viene.
No a las máscar(ill)as.
No al pasaporte falsamente sanitario o certificado covid.
No a las inoculaciones experimentales, que no han salvado ninguna vida, cuyos efectos perniciosos están comenzando a salir a la luz.
No al terrorismo de Estado alimentado por todos los medios dedicados al amasado de individuos.

No a la ley del silencio.
No a la etiqueta #ViajaCalladoEvitaContagios impuesta a los usuarios del transporte público.
No a la digitalización.
No al dinero digital y no al dinero físico.

jueves, 3 de noviembre de 2022
Miedo cerval (y 2)
Si los medios de (in)formación de masas difunden el miedo y la mentira merced a la intoxicación informativa a la que nos someten, y a nuestra credulidad, que es la fe que depositamos en ellos, ¿cómo podemos librarnos de eso? ¿Cómo podemos hacer que germine en nosotros el beneficio del olvido y de la duda?
Claudiano lo expresa en estos dísticos elegíacos de hexámetro y pentámetro dactílicos: Mansos molosos dieron calor a la liebre segura / y la cordera le dio próximo al lobo el costal. Securum blandi leporem fouere molossi / uicinumque lupo praebuit agna latus. Junto al tigre rayado los gamos, confiados, retozan,/ miedo los corzos no han del mauritano león. Concordes uaria ludunt cum tigride dammae, / Massylam cerui non timuere iubam.

miércoles, 2 de noviembre de 2022
Miedo cerval (1)
Dice el diccionario de la docta Academia que el adjetivo “cerval” significa “perteneciente o relativo al ciervo, o de características propias a él”, y da como segunda acepción que, dicho del miedo, quiere decir “muy grande o excesivo”, es decir, el adjetivo intensifica aquí una cualidad, si no es un defecto, del sustantivo. Esta segunda acepción se basa en que los ciervos son muy asustadizos, y ante cualquier indicio que suponga un mínimo riesgo de peligro huyen despavoridos de estampía.
Un caso bien conocido, pero olvidado enseguida, fue el pánico colectivo desatado por la retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos por Orson Güels en 1938, cuando una ficción radiada sobre un supuesto ataque alienígena a la Tierra desató la alarma entre los estadounidenses, dado que el ejército del país más poderoso del mundo sucumbía ante una invasión extraterrestre.
Hay un precedente menos conocido de
este hecho, que fue la radiación de la BBC realizada por Ronald Knox
en 1926, que provocó idénticos resultados de miedo colectivo en el
Reino Unido. El
sacerdote católico Ronald Knox, que hacía de locutor, interrumpía la programación
radiofónica informando de que en ese mismo momento se estaban
produciendo graves incidentes en Londres. Una multitud de desempleados
se había concentrado en Trafalgar Square. Acto seguido,
saqueaban la National Gallery destruyendo las obras de
arte y dispersándolas por las calles de Londres. La masa iracunda se
dirigía a Whitehall y arrasaba las oficinas gubernamentales. Era una rebelión anarquista que ponía en peligro el Imperio Británico. El
pánico cundió cuando el locutor informó de que el parlamento
estaba siendo atacado con morteros y explosivos por los rebeldes. La
torre del reloj que albergaba el famoso Big Ben, todo un símbolo, había sido reducida a escombros tras una estruendosa
explosión... La revuelta finalizaba con el asalto al famoso hotel
Savoy y a las propias instalaciones de la BBC, cuya centralita se vio enseguida colapsada de llamadas telefónicas. La gente huía despavorida de Londres... Y todo era mentira.
martes, 1 de noviembre de 2022
Diez nuevos mensajes mínimos
Control aleatorio. ¿Por qué a mí? No es por un azar aleatorio, te ha tocado a ti, como podía haberle tocado a cualquiera, porque hay control, no por casualidad.
Irónica y sarcástica celebración: La fiesta de Jalogüín en la capital de Corea del Sur arroja un saldo de ciento cincuentayún finados: el triunfo de la Muerte.
Un derecho humano inalienable: el derecho a soñar. Pero si cumples tus sueños, dejas de soñarlos: los sueños, como las posibilidades, mueren si son realizados.
lunes, 31 de octubre de 2022
¡Alto (iba ya a decir 'stop') a los anglicismos! (IV)
cool. Se ha puesto de moda este adjetivo inglés entre nosotros, que en principio significaba en la lengua de Chéspir 'fresco' hablando de temperatura fría, pero no muy fría, con la connotación de agradable, interesante. Pero si nos referimos a una persona o a su conducta significa que está de moda o que crea tendencia y resulta atractiva. Cuando decimos que algo es cool queremos decir que es muy bueno. Tenemos en castellano, desde hace unos años, un término que no es anglosajón, sino bastante castizo, que es guay, que puede suplirlo perfectamente y que además es monosílabo. Ya se usaba en cstellano viejo como sinónimo de la interjección “ay”, por ejemplo “guay de mí”, en vez de “ay de mí”, pero ahora se ha impuesto coloquialmente como sinónimo de “muy bueno, estupendo” -su plural sería 'guais', en uso adjetivo- y también se usa como adverbio y sinónimo de “muy bien”.
influencer: Un influencer es un líder -otro anglicismo que merece mención aparte- de opinión. Se llama así a la persona que destaca en una red social u otro canal de comunicación y expresa opiniones sobre un tema concreto ejerciendo una gran influencia sobre muchas personas que la conocen y que la siguen, sus seguidores o followers. Estamos ante una raíz latina, que es el verbo influere, 'influir' en castellano, por lo que no es necesaria la adopción de este anglicismo cuando disponemos de “influyente”, por ejemplo.
mainstream: Compuesto del adjetivo “main” principal y el sustantivo “stream” corriente. En inglés antiguo “stream” significaba la corriente de un río, mainstream se utiliza como sinónimo de convencional, mayoritario, dominante... Y tiene diversas aplicaciones según el contexto. Me interesa, particularmente ahora, destacar una, cuando se habla de la versión oficial, que a veces denominamos con helenismo antiguo ortodoxa, frente a heterodoxa, que sería lo contrario. Resulta interesante a este respecto la opinión de Juan Manuel de Prada, que distingue los famosos bulos de las versiones oficiales, considerando que son mucho más peligrosas estas últimas que los primeros.
password: Innecesario anglicismo, compuesto de dos sustantivos “word” palabra y “pass” de paso, es decir, nuestra contraseña. Recuerdo aquello de “santo, seña y contraseña”. Cuando un soldado se encontraba con otro en una patrulla de guardia nocturna debía pedirle el santo y seña, que solía ser el nombre propio de una persona tomado del santoral y un topónimo que comenzaba por la misma letra, a lo que el otro debía darle la contraseña que era una palabra común que también comenzaba por la misma letra, por ejemplo, Luis, Lugo, luz o una que no sé si recuerdo o inventé: Ana, Ávila, amor. Había que dar el santo y seña para entrar. Pero claro, la adopción de password se debe a la imposición de la informática.
domingo, 30 de octubre de 2022
Del ejercicio del poder
El ejercicio del poder se sobrepone a la identidad racial como se vio en el caso de la elección del primer presidente negro de los Estados Unidos, Barak Obama, que ejerció su cargo desde el 2009 al 2017. Obama no era precisamente un WASP, abreviatura de White Anglo-Saxon Protestant. Sus antepasados no procedían de la Europa protestante ni angla ni sajona. Y sin embargo eso no impidió que alcanzara la presidencia de los Estados Unidos de América. Un negro, un mesías negro llegó a decirse, y muchos decían que era el tío Tom, el protagonista de la novela La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe, que volvía para darle la vuelta al sistema, y no fue así, sino para todo lo contrario: nada bueno o distinto de lo habitual.
Era la primera vez que un negro ocupaba la Casa Blanca, es verdad, y pese a todas la esperanza de cambio -hope era la palabra clave de su mensaje de progreso y de cambio para que todo siguiera igual- no cambió sustancialmente nada. Su actuación demostró, además, que no era preciso dirigir una política pacifista para ser galardonado como fue con el Premio Nobel de la Paz en 1909. De hecho se dice que durante sus ocho años de gobierno no hubo ni un solo día en que permanecieran cerradas en son de paz las puertas del templo de Jano, como sucedía en la Roma imperial cuando no había ninguna guerra. Amarga paradoja, durante sus dos mandatos consecutivos las tropas de su país bajo sus órdenes no estuvieron ni un solo día sin combate en algún punto del planeta.
Más recientemente, hemos visto cómo en el Reino Unido, un indio, Rishi Sunak, que ni siquiera había llegado elegido democráticamente al cargo, sino por su partido político, el Partido Conservador, se convertía en el nuevo Primer Ministro. Los principales medios de (in)formación de masas anglosajones, por no decir todos, destacaban enseguida un mismo titular: “Rishi Sunak se convierte en el primer ministro de color del Reino Unido”.
El ascenso de Sunak a primer ministro era, según Joe Biden, un “ground-breaking milestone”, algo así como un hito innovador e incluso revolucionario, literalmente un hito -un miliario, o piedra hincada en la tierra que señalaba la distancia en millares de pasos o millas- que socavaba los fundamentos, que sacudía la tierra. Nada más falso. El hito de que un indio llegue a ser primer ministro del Reino Unido no pone en peligro la estabilidad del sistema, sino todo lo contrario: lo afianza. El color de la piel sirve como elemento distractor que nos hace creer que algo está cambiando en el mundo para bien, cuando no es así. Incluso algunos han llegado a decir que es la venganza de una colonia del imperio británico contra la metrópoli, como si eso supusiera un cambio real de las cosas y no un maquillaje superficial para que todo siga igual.
Tampoco la orientación sexual influye. En España tenemos un ministro, que es el señor Fernando Grande-Marlasca, que declara abiertamente su homosexualidad, casado como está con un hombre, y que no por eso ha dejado como Ministro del Interior de hacer algo, lo mismo, que hicieron sus predecesores, con igual o mayor si cabe contundencia.

Solo una quinta parte de los altos cargos los ocupan mujeres.
En una empresa al empleado le da igual el sexo de su jefe, su ideología política o su orientación sexual. Es una ingenuidad imperdonable pensar que por ser mujer, por ejemplo, se va a desempeñar el poder de otra forma, de una forma 'femenina', o va a perder este su esencia fundamentalmente opresora. Parece, más bien, al contrario, que el cargo se sobrepone a cualquier rasgo identitario. Estos cambios cosméticos por así llamarlos sirven sin embargo como elementos anecdóticos de distracción de las masas consumidoras de información, es decir, de publicidad.
La política basada en la identidad -racial, sexual- nos distrae de lo fundamental: al sistema actual de dominación no le importa de qué color eres, no le importa si eres hombre o mujer, no le importa qué le haces a quién en la intimidad del dormitorio. Antes al contrario: le interesa fomentar la diversidad para que no pueda verse que lo esencial permanece debajo de esta, y que el sistema sigue funcionando.
sábado, 29 de octubre de 2022
"Nos va la vida en ello"
Los predicadores radiofónicos, como esta periodista Àngels Barceló de la Sociedad Española de Radiodifusión, la SER, que es "la progre” porque la otra emisora, la COPE, la Cadena de Ondas Populares Españolas, es "la carca", la de los obispos, según dicen las almas cándidas que todavía hacen tales distingos, publican desde sus púlpitos mediáticos el dogma de la verdad científica dando pábulo al alarmismo y a la intolerancia o tolerancia cero, como prefieren ellos decir, porque es políticamente más correcto el cero a la derecha que incluir la negación en la respetable palabra tolerancia -'casas de tolerancia' eran antaño los prostíbulos. En medio de su sermón, suelta lo siguiente: quien niega la evidencia científica debería estar excluido de la conversación y del debate público. Ojo a los dos términos de esta excomunión: no sólo habría que excluir al que niega la evidencia científica del debate público, sino también de la conversación, es decir del trato privado y personal.
Las almas cándidas que escuchan con devoción estas monsergas radiofónicas que consideran laicas -algunas pretenden desintoxicarse de las imágenes de la televisión escuchando religiosamente la radio, como si las palabras pronunciadas -y leídas, porque han sido previamente escritas- fueran más inocentes y menos fidedignas o dignas de fe que las imágenes pornográficas de la pequeña pantalla- no perciben cómo configuran una comunidad de fieles creyentes en las sagradas escrituras de los estudios científicos de los expertos. Así comienza el sermón de Barceló del otro día:
“Hola. Muy buenos días. El cambio climático nos está matando. Esto no es sólo una alerta que lanza Naciones Unidas, es una realidad ya que se desprende de un exhaustivo estudio llamado The Lancet Countdown, elaborado desde 2016 y cuya conclusión es demoledora. Son los peores hallazgos encontrados hasta el momento. “El cambio climático -dice el estudio- está socavando cada vez más los pilares de la buena salud y está agravando el impacto de la pandemia del cóvid.” No es un estudio futuro, es un estudio de lo que ya se percibe.
La periodista predicadora, como puede verse, hace uso de la Sagrada Escritura, que es un estudio científico de la prestigiosa y desprestigiada revista The Lancet, avalado por numerosos expertos en la materia de la Iglesia del Árbol de la Ciencia, publicado el martes 25 de octubre aquí y aquí, y lo hace para avalar la realidad, y no la simple alerta, del dogma del cambio climático que es, eso y no otra cosa, lo que nos está matando.
Escuchen este dato: “Las muertes relacionadas con las olas de calor, consecuencia de los efectos del cambio climático, como lo son también fenómenos como las inundaciones o las grandes sequías, bueno, las muertes relacionadas con el calor entre los mayores de 65 años han aumentado un 68% en el período comprendido entre 2017 y 2021.” Como ven además, los efectos del cambio climático también tienen especial impacto entre los más vulnerables por edad, los mayores, lo acabamos de escuchar, y por países, porque todos estos fenómenos de los que hablaba afectan también a la seguridad alimentaria, a las cosechas, a los alimentos básicos que cada vez escasean más en muchos puntos del planeta.”
Y si con todo esto todavía hay alguien que no lo quiere ver, alguien que niega la evidencia, que les aseguro que los hay, ustedes ya saben quiénes son, pues estos deberían estar excluidos de la conversación y del debate público, porque no se trata del contraste de opiniones de diferentes puntos de vista. Con los efectos del cambio climático ya no hay debate. Y ante la provocación de quienes lo alimentan, la respuesta debería ser la indiferencia.
En nombre de la Ciencia, la predicadora excluye, porque está en posesión de la Verdad, avalada por la Sagrada Escritura de los expertos, a los que niegan la evidencia, o sea la Fe, y quienes fomentan un debate están alimentando una provocación...
Esto es muy serio, la verdad, porque además en el mismo estudio <volvemos a la Sagrada Escritura> se nos advierte de la relación de lo que está pasando con los combustibles fósiles y aquí señalan a gobiernos, que se resisten a la transición hacia energías no contaminantes y siguen apostando por la extracción y quema de combustibles fósiles, y subvencionando el gas, el petróleo o el carbón. Es verdad que en este siglo vamos de emergencia en emergencia, pero ya no se puede aparcar más la emergencia del cambio climático. Debe formar parte del debate político y debe ser una prioridad para los dirigentes del mundo entero y para nosotros también. Debemos modificar mucho muchos de nuestros hábitos y acostumbrarnos a que las cosas no pueden ser como antes ni se puede dar pábulo o altavoz a los que lo nieguen. Nos va la vida en ello.
Decir que nos va la vida en ello es decir que nos va la salvación en ello. Resulta curioso cómo se contradice la predicadora cuando dice que la emergencia climática “debe formar parte del debate político” cuando, por otra parte estaba diciendo que con los efectos del cambio climático ya no hay debate.