martes, 20 de septiembre de 2022
Me parece a mí... (II)
lunes, 19 de septiembre de 2022
Bendiciendo las armas
El Papa defiende la entrega de armas a Ucrania para su "legítima defensa", consagrando de este modo la política belicista de la Unión Europea, que en poco más de medio año ha destinado la friolera de 2.600 millones de euros, que se dice pronto, a tal fin, ya que como razonaba, es un decir 'razonaba', el señor Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, “Las guerras se ganan con armas”, como si fuera posible, humanamente hablando con el corazón en la mano, 'ganar una guerra'.
Resulta chocante que un cristiano, y no uno cualquiera, sino precisamente el vicario de Cristo, justifique el uso de las armas. Quizá no sea tan chocante si en lugar de ver en él al vicario de Cristo, vemos al vicario, es decir al que hace las veces, de un personaje histórico nacionalista judío -y no cristiano-, demasiado humano, que se llamó Jesús, el Nazareno.
No es la primera vez que Su Santidad se alinea de este modo con la política institucional del engendro de la U.E. Ya lo hizo poniéndose de parte de la industria farmacéutica y bendiciendo la hostia que se veía así consagrada de la supuesta vacuna contra el virus coronado que él veía como un "acto de amor", de lo que dábamos cuenta en este arcón en El Papa no tiene razón.
No es extraño, pues, que ahora el romano pontífice se ponga de parte de la industria armamentística justificando su existencia y bendiciendo el uso de las armas "en legítima defensa" de uno mismo, de su patria y de todo lo que uno ama.
Un dicho puesto en boca de Jesús afirma: No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada (Mateo 10, 34). Hay quien opina que no hay que entender este dicho, que contradice el espíritu cristiano de irenismo y amor universales, en sentido literal, que “espada” quiere decir otra cosa distinta de lo que dice, como por ejemplo, división, cizaña o enfrentamiento no sangriento, pero que contradiga precisamente la figura idealizada de Jesús, el llamado Cristo de la fe, que es una elaboración fundamentalmente paulina, es uno de los argumentos a favor de la historicidad de la proclama.
Téngase en cuenta también que el Imperio envió una cohorte romana, compuesta entre cuatrocientos y seiscientos legionarios al menos, al mando de un tribuno, como refiere Juan 18, 12, para detener al Nazareno: La cohorte, pues, y el tribuno y los alguaciles de los judíos se apoderaron de Jesús y le ataron. No parece muy congruente desplegar una fuerza militar tan desproporcionada en un territorio ocupado para detener a un hombre rodeado de una banda de seguidores pacíficos y desarmados.
En Lucas 22, 36, aconseja Jesús a los discípulos que compren una espada: Y les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente las alforjas, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada. Y más adelante, (Lucas, 22,49): Viendo los que estaban en torno de Él lo que iba a suceder, le dijeron: ¿Herimos con la espada?
Como escribe Gonzalo Puente Ojea en su “El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia”, edit. Siglo XXI (Madrid, 1992): La impresión neta de que Jesús y los suyos iban armados para una contienda, y no excluían la posibilidad de violencia, se impone por sí misma.
Uno de los discípulos le corta una oreja con la espada al servidor del Sumo Sacerdote. Allí Jesús no hace ninguna condena del uso de la violencia, se limita a curar al herido. El clero judío estaba bien avenido con el poder imperial romano por entonces. Jesús se limita a decir prudentemente: Dejadles, no haya más.

Su Santidad afirma que Es más que lícito entregar armas a otros países para que se defiendan. Se refería a la invasión rusa de Ucrania y a los países que han enviado armamento al Gobierno de Kiev. Para el romano Pontífice es moralmente aceptable: Los ucranianos están protegiendo su país. No solo es lícito, es también una expresión de amor a la patria. Quien no se defiende, quien no defiende alguna cosa, no la ama. En vez de eso, quien defiende, ama.
No obstante, también, dando una de cal y otra de arena, pide como buen cristiano al Gobierno de Zelenski que abra las puertas al diálogo para zanjar cuanto antes esta guerra, cuyo relato ha venido a sustituir en el imaginario colectivo al cuento aquel de la pandemia, cuyo final "está ya a la vista", según declaración del ceo de la OMS.
Declarar el fin, por otra parte, de la pandemia es reconocer que la ha habido, que ha habido de hecho una pandemia como tal, lo que, si bien desde el principio era mentira no ha dejado, sin embargo, de ser real, como el protocolo que se aplicó ad hoc, que nos llevó a situaciones como esta que refleja la icónica fotografía de los dos ancianos plastificados y embozados besándose, que puede resumir la pesadilla vivida durante dos años largos.

Ahora reconocen que estamos en las postrimerías de lo que se denominó 'plandemia', que se acabó lo que se daba, pero lo que se acabó es el cuento de la pandemia, que ha sido sustituido rápidamente por este otro de la guerra de liberación de Ucrania de la ocupación del malvado zar y déspota de Rusia.
domingo, 18 de septiembre de 2022
Las horas nocturnas
Seguro que uno, antes de hacer la mili, como se llamaba antes al servicio militar obligatorio, no sabía que la noche se dividía en cuatro partes o turnos de vigilancia que hacían los centinelas en el cuartel, donde dormían los compañeros de armas. Estas guardias nocturnas venían a durar un par de horas cada una. La primera y la cuarta eran las más cómodas de hacer para el centinela porque no implicaban la interrupción del sueño. Una de las primeras cosas que aprendían los reclutas en el cuartel es que eran un privilegio de los veteranos, a los que estaban reservadas. A los bisoños -conejos les llamaban despectivamente- les tocaba hacer siempre la segunda o la tercera, que partían por la mitad el descanso nocturno fastidiándoles el sueño.
Eran estas guardias nocturnas una herencia de los campamentos romanos, que dividían la noche en cuatro cuartos que denominaban vigilias (uigiliae, en latín, que procede del verbo uigilare, que significa 'estar en vela, no dormir') que denominaban: prima, secunda, tertia, quarta uigilia. Entre nosotros las vigilias se llamaron velas: la vela de la prima noche, la vela de la modorra, la vela de la modorrilla y la vela del alba, respectivamente, división que aún perdura en los ejércitos, y de la cual se extiende el uso de la palabra "modorra" como cansancio somnoliento que arrastraban los soldados que la habían padecido.
Pronto se denominaron en castellano “centinelas imaginarias”, expresión que, según el maestro Corominas, se abrevió en “imaginarias”. La palabra 'centinela" procede del italiano sentinella, pronunciada en castellano con ceceo, derivada del verbo sentire, sentir en sentido general y oír en particular, y significa tanto vigilancia como vigilante. Se denominaron así, al parecer, porque los centinelas custodiaban por la noche en los cuarteles de tropa un aposento que guardaba las imágenes religiosas, pero en el siglo XIX ya había tomado el significado actual de 'soldado que hacía la guardia de noche en un cuartel'.
Frente a esta división cuartelera y militar de la noche, hay otra, de la que nos informa Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, que parte la noche en siete horas: el véspero (propiamente la tarde o período vespertino, cuando sale el lucero, es decir, el planeta Venus), el crepúsculo, ese período incierto y dudoso en que no sabemos distinguir entre luz y tinieblas, el conticinio, que es la hora en que todo está en silencio, la intempesta o noche muy entrada, el galicinio, cuando el gallo empieza a cantar, el matutino y el dilúculo, que es propiamente la hora de despertarse.
Giorgio Agamben ha publicado un precioso texto, poético y filosófico a la vez, titulado “Las siete partes de la noche”, siguiendo la clasificación que hace Isidoro de Sevilla. En él la noche es una metáfora de los tiempos que estamos viviendo, donde no se distingue la luz de la oscuridad, lo verdadero de lo falso, una noche intempestiva, es decir, fuera de su ciclo natural, como el amodorramiento que todos padecemos. Y esto es lo que escribe a propósito del tercer período nocturno, el Conticinio, el momento en el que todos callan y reina un silencio, pero no el silencio buscado del durmiente, que es sosiego, sino el del enmudecimiento, un silencio impuesto, sepulcral.

¿Por qué callasteis? Que los tiempos fueran oscuros, que el crepúsculo reinara en todas partes no bastará para justificaros. ¿Por qué callasteis? Aunque ya no pudierais distinguir la luz de la oscuridad, al menos deberíais haberlo dicho, al menos deberíais haber gritado en el crepúsculo, en la hora incierta entre perro y lobo. El vuestro no era el silencio de quien sabe que no puede ser escuchado, de quien en la mentira universal tiene algo que decir y por eso da un paso al frente y calla. El vuestro era el silencio connivente del que calla en la noche porque eso es lo que hace todo el mundo. "Es cierto", diréis, "era injusto, pero callé, porque todos lo hacían". Sin embargo, la mentira hablaba y vosotros la escuchasteis. Y vuestro silencio cubría también la voz de quien, a pesar de todo, intentaba hablar, sacar de su mutismo a la tercera parte de la noche.
sábado, 17 de septiembre de 2022
Apuntes a vuela pluma
El precio del dinero. A veces hablan los economistas del precio del dinero. Yo no sé qué precio sea ese, no puedo cuantificar ni concebir siquiera esa cifra. Sólo sé lo caro que es el dinero, lo mucho que me ha costado ganarlo a lo largo de mi vida laboral, lo mucho que hay que sacrificarse por tener algo de calderilla en el bolsillo. Nosotros lo hemos convertido en el único dios verdadero, y le rezamos nuestro Credo particular, habiendo contraído una gran deuda con él hipotecándonos. Por eso no se puede decir alegremente que Dios no exista, existe y mucho. Es Mammón, el becerro de oro.
Nuestro sistema de Justicia. Según Lewis Carroll, la Reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el País de las Maravillas, es decir, en este prosaico mundo nuestro: -Ahí tienes al mensajero del Rey. Está encerrado ahora en la cárcel, cumpliendo su condena; y el juicio no empieza hasta el próximo miércoles: y por supuesto, el crimen se comete al final de todo (‘there's the King's Messenger. He's in prison now, being punished: and the trial doesn't even begin till next Wednesday: and of course the crime comes last of all). (La cita está tomada de Alicia a través del espejo). La Reina viene a decirle a Alicia que el crimen no ha sido cometido todavía, pero el reo está sentenciado antes de ser juzgado y no sólo eso, antes incluso de haber cometido el delito que está condenado a perpetrar, aunque no pueda ejecutarlo.
viernes, 16 de septiembre de 2022
Receta para cultiparlar en solo un día
jueves, 15 de septiembre de 2022
Brevísima mensajería
El ejecutivo español se define a sí mismo con la etiqueta de Gobierno de la gente en vez de la ya apolillada coletilla Gobierno más progresista de la Historia.
Una población recluida en su domicilio, conectada a internet, que sale a trabajar solo si su trabajo es esencial es el ideal de cualquier régimen capitalista.
Con la pandemia, la digitalización, de la que tanto se había hablado en los últimos años sin saber muy bien qué suponía, se aceleró sobremanera y se catalizó.
El SARSCoV-2 y el relato que lo avala están en vías de extinción. Un virus construido artificialmente es inestable, y en el proceso de replicación se desactiva.
Los delfines y delfinesas del universo mundo, arrogantemente jóvenes y hermosos, están todos ellos y ellas igual que ellos al servicio del Nuevo Orden Mundanal.
Las informaciones que divulgan se basan en el carisma de expertos en la materia, cuyas opiniones hay que creer (magister dixit) como artículos dogmáticos de fe.
Del trigo sale el gorgojo que lo ataca, de la madera la carcoma que la perfora, del paño la polilla que lo devora, de nuestro corazón la pasión que nos abrasa.
Masterchef: Procederemos a la deconstrucción gastronómica de la paella valenciana, en cuya elaboración no utilizaremos ni arroz ni ninguna clase de tropiezos.
Cuando un político dice “modernización”, hay que echarse a temblar porque no pretende acabar con la inveterada explotación y servidumbre sino su actualización.
Todas las idolatrías rinden culto y vasallaje a algún ídolo despreciable, pero el más deleznable de todos los ídolos es sin duda alguna el ego de la egolatría.
Según algunos analistas, la demagogia es la degeneración de la democracia, pero en realidad es su esencia: el gobierno del pueblo es esencialmente demagógico.
¿Para qué sirvió la gloriosa Revolución Francesa? Para que bajo el Nuevo Régimen los súbditos, denominados ciudadanos, cambiasen de nombre pero no de condición.
Olvida su nombre y atrévete a verla y mirarla como si fuera la primera y última vez, porque no hay en rigor nunca dos veces iguales sino sólo una única ocasión.
La infidelidad, se dice, es una forma de traición. ¿A quién? Ser fiel a una persona supone ser infiel a otras. Ser fiel a uno mismo es ser infiel a los demás.
Los políticos idolatran al Estado: practican la estatolatría como forma de egolatría. Se dicen El Estado soy yo, un ídolo con los pies de barro, y se idolatran.
Las personas no vacunadas mayores de 60 años tienen 25 veces más riesgo de morir de COVID que las que se han vacunado, que tienen 25 veces más riesgo de vivir.

miércoles, 14 de septiembre de 2022
Tabú
martes, 13 de septiembre de 2022
Muere el rey para que viva el Rey
Treintayséis años después resuena la canción The Queen Is Dead. Morrisey, el cantante de The Smiths, cantaba: I say, Charles, don't you ever crave / to appear on the front of the Daily Mail/ dressed in your Mother's bridal veil? ("Digo yo, Carlos, ¿nunca anhelas / aparecer en la portada del Daily Mail / vestido con el velo de novia de tu madre?), The Queen is dead, boys ("La reina ha muerto, muchachos") y Life is very long when you're lonely ("La vida es muy larga cuando estás solo").
Cuarentaycinco años después resuena todavía la canción God save the Queen ("Dios salve a la Reina), la parodia del himno nacional británico, de los Sex Pistols, donde se afirmaba que la Reina, que se convertía así en la musa del punk, no era un ser humano y que su reino era un régimen fascista, que recordábamos hace cuatro meses a propósito de unas declaraciones de Johnny Rotten aquí mismo en God bless the Queen.
lunes, 12 de septiembre de 2022
La auténtica plaga
La muerte del escritor Javier Marías, acaecida ayer mismo a la edad de 70 años, según leo en la prensa, me trae a la memoria un artículo memorable que publicó hace ahora dos años en El País Semanal, titulado 'Terrorismo Informativo', en el que denunciaba la manipulación a la que nos sometían los medios de formación de masas, temática sobre la que hemos tratado nosotros mismos en este arcón varias veces aquí mismo y aquí también, por ejemplo. Desconozco la obra novelística de Marías porque apenas leo novelas, pero de cuando en cuando he disfrutado de los artículos periodísticos suyos, magistralmente escritos, que publicaba en la prensa.
Este que adjunto (la negrita es mía) no tiene desperdicio. En él comentaba el autor, entre otras cosas, la entrevista que le hizo RTVE al doctor De Benito a propósito de la situación de los hospitales españoles, "una escena especialmente bochornosa". La presentadora se empeña en pintar de negro la situación, y el doctor a desmentir las "informaciones" que propagaba la prensa y la televisión en cabeza a todas horas.
Pasaron julio y agosto, y, según la prensa y las autoridades (desde el inoperante y marrullero Gobierno de Sánchez hasta la última comunidad autónoma), todo ha ido a peor. La prensa, con las televisiones a la cabeza, ha logrado hacernos creer que la situación es más grave que en marzo o abril, cuando estábamos confinados. Como salta a la vista que esto es falso, no alcanzo a entender el propósito de semejante catastrofismo, que además lleva meses ocupando las 24 horas del día como tema único. He contado aquí que, por razones de horario, las noticias que más veo (veía; ya no paso de los titulares) son las de TVE a las 3. Esta cadena, sufragada con dinero público y que por tanto nos “pertenece” a todos; que obedece al Gobierno con más servilismo que nunca (y ya es decir en España), se ha convertido en uno de los espectáculos más vergonzosos que recuerdo. Omite sistemáticamente cualquier indicio esperanzador, venga de científicos o investigadores extranjeros, de médicos españoles o de reconocidos virólogos. Tuve ocasión de ver una escena especialmente bochornosa: en un programa matinal, la periodista conectaba con un doctor de El Escorial, y le insistía —es la tónica— en lo fatal que iba todo, en la saturación de los hospitales y el colapso que los aguardaba en cualquier instante. Como el doctor no le daba la razón y contaba su experiencia (pocos ingresados en su centro, pocos en los otros de que tenía conocimiento), la periodista se enfurecía y le insistía una vez y mil: “¡Pero las cifras…!” El médico, paciente, le explicaba la diferencia entre un “positivo” y un enfermo (la mayoría de los primeros no están lo segundo y no requieren hospitalización, etc), lo cual encolerizaba aún más a la mujer y también a un compañero varón que se entrometió desde el plató: “¡Doctor, está llamándonos imbéciles al resto de la población!”, le espetó airado. Fuera quien fuese ese médico, tuviera razón o no tanta, sabía más del asunto que quienes lo zarandeaban con malos modos por no decirles lo que ellos querían oír y transmitir a esa población que ansiaban aterrorizar. Mucho temple tuvo el doctor para no contestarles: “No, sólo se lo llamo a ustedes dos”.
La prensa en general, y TVE en particular (luego el Gobierno Podemos-PSOE), no consienten el menor optimismo ni el menor alivio. He visto Telediarios en los que se ha destacado a reporteros a pueblos minúsculos (de 400 o hasta 200 habitantes) para que desde allí emitieran largos minutos porque —albricias— había unos cuantos casos de coronavirus. Es decir, han rastreado como locos dónde había algo alarmante o desalentador, para crear una psicosis —dura ya más de la cuenta— de verdadero terror, por lo que no sería exagerado afirmar que practican terrorismo informativo. Procuran dar los datos de la manera más caótica y confusa posible, pero siempre dirigida a que la epidemia luzca más terrible de lo que sin duda es. Tanto el Gobierno central como los autonómicos —sin excepción— contribuyen al caos, a la sensación de vacío de poder, de irresponsabilidad, vagancia, ineptitud y dejadez. Los segundos se distinguen por su absoluta insolidaridad, y se los percibe preocupados tan sólo por su imagen y por los votos regionales futuros que puedan ganar o perder, nunca por los ciudadanos ni por el país en su conjunto. Esta epidemia ha puesto de manifiesto que, si pudieran, serían reinos de taifas… siempre que sus gastos corrieran a cuenta del Estado. El mensaje de todos viene a ser: “Queremos ser independientes de España y que España sostenga económicamente nuestra independencia”.
He visto a locutoras (una tal Alejandra de torpeza infinita, una tal Melanie que contaba al menos con el pretexto de su bisoñez) anunciar con una gran sonrisa y expresión triunfal: “España lidera” (ya el verbo delataba sus intenciones) “el número de contagios en Europa, y hemos batido el récord en un solo día”. ¿Por qué esa propensión aviesa? ¿Mero sadismo? Sí, la prensa casi no existe, la mayoría es amarillista y por lo tanto histérica y sádica. Pero ha de haber algo más, sobre todo en la cadena que, desde que está un tal Enric Hernández al frente de Información y Actualidad, es dócil portavoz de las órdenes de Sánchez e Iglesias. (Nos han informado con profusión del ruido padecido por éste, pero apenas nada de las vicisitudes judiciales de su partido.) Esas noticias infladas, que suscitan un pavor continuo, son las responsables de que cada vez más países desaconsejen pisar España, con el consiguiente quebranto para una nación sustentada en el turismo y el ocio. ¿La consigna es dañar más la economía? ¿Destrozar la salud mental de la ciudadanía? Una ciudadanía atemorizada y machacada no produce, no rinde. ¿Es eso lo que se busca? No me lo explico. Claro que hay que seguir siendo prudentes y tomándonos muy en serio la plaga. Pero ¿por qué se oculta siempre lo medio bueno y se subraya o se inventa lo pésimo? No cabe sino pensar mal, la verdad: nuestros gobernantes, ¿son tan autoritarios que prefieren que el país se vaya a pique antes que renunciar a nuestra mansedumbre? Sería propio de Maduro o Trump o Bolsonaro o Erdogan. Esperemos que no lleguen tan lejos. Nada amansa tanto como el miedo permanente y cerval.