martes, 20 de septiembre de 2022

Me parece a mí... (II)

6.- No se dejen engañar por la jerga que manejan los políticos. Desengáñense. En realidad son, más que políticos, economistas. Usan una jerga que no entienden ni ellos mismos. Un ejemplo tomado de la prensa: La debilidad del euro por el riesgo de recesión consolida la inflación pese a la agresiva subida de tipos (de interés) del BCE.  No van, por lo tanto, a incluir en su programa electoral la única medida auténticamente popular: abolición efectiva de las deudas contraídas y del dinero. No, eso no: prefieren hablarles de reducción (insignificante) del precio de los alquileres, de construcción de numerosas viviendas sociales económicas (conejeras) para jóvenes, de disminución de los tipos de interés (pero el interés del capital sigue ahí, deseando que transcurra el tiempo para generar beneficios), aumento (infinitesimal) del salario mínimo interprofesional y de las pensiones, o reducción progresiva de la carga de imposición fiscal contributiva... Callan lo fundamental: que van a procurar gestionar lo que hay para que todo siga igual con los mínimos reajustes necesarios: procurarán que estemos pagando toda la vida algo, lo que queramos, que eso es cosa hasta cierto punto de nuestra elección, pero algo: el auto, el chalé adosado, las vacaciones, lo que sea. 

 
7.- Izquierda/Derecha: Todos los gobiernos que hay en el mundo son, aunque algunos pretendan lo contrario, de derechas, porque gobernar se hace con la mano derecha. A la mano izquierda sólo le queda el desgobierno, levantarse contra el poder, hacer otra cosa distinta, a desmano de lo que hace la diestra. La izquierda no existe dentro del poder, es la que se levanta contra él. Por eso la imaginación nunca podrá acceder al poder, como pretendían los ilusos jóvenes sesentayochistas en París, sino luchar siempre contra él. La expresión “poder para el pueblo” sólo puede querer decir “poder para que el pueblo pueda librarse del yugo del poder”. 
 
 
 
8.- ¡Que se besen! La prensa publicó una fotografía de una pareja de novios orientales recién casados, impecablemente vestidos según los cánones occidentales. Sonrientes y risueños, insultantemente jóvenes, envidiables y felices si no fuera por que ambos llevan sendas y asépticas mascarillas a modo de condón en la boca. ¿Cómo harán para darse un beso en los labios exorcizando su peligro a fin de no contagiarse de la neumonía asiática, esa peste amarilla que galopa a lomos de uno los cuatro jinetes del Apocalipsis que cabalga de nuevo por el universo? 
 
 
9.- Deberíamos prestar más atención a la función de las puertas, benditas sean, que no sólo nos invitan a penetrar en aquellos recintos consagrados que nosotros mismos hemos cancelado entre cuatro paredes, sino que, más bien, nos exhortan a atravesarlas rompiendo la claustrofobia del arresto domiciliario -confinamiento según la jerga política y sanitaria- y salir de la cárcel de nosotros mismos.
 
 

10.- En conclusión: sin conclusión. Una conclusión es lo que consigues cuando, cansado de pensar, decides abortar el proceso interminable de la razón en marcha y fondear en las lagunas mentales donde naufragan las ideas estancas que impiden la fluidez del río del pensamiento. Pensar es remover nuestras creencias más encallecidas y anquilosadas, empezando por la más engolfada de todas ellas, que es la fe ciega en nuestra propia identidad personal. ¿Existe, preguntémonos, una identidad verdadera dentro de nosotros que pueda contraponerse a las numerosas identidades falsas que adoptamos? No, sin duda. Lo que existe son múltiples y falsas identidades: lo que hay son mentiras: no hay verdad. Conclusión: Pero no saquemos conclusiones apresuradas. Una conclusión es lo peor que hay: es una oclusión, una reclusión, un cierre del proceso que suponer hacer el ejercicio de la razón y de la sensibilidad.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Bendiciendo las armas

    El Papa defiende la entrega de armas a Ucrania para su "legítima defensa", consagrando de este modo la política belicista de la Unión Europea, que en poco más de medio año ha destinado la friolera de 2.600 millones de euros, que se dice pronto, a tal fin, ya que como razonaba, es un decir 'razonaba', el señor Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, “Las guerras se ganan con armas”, como si fuera posible, humanamente hablando con el corazón en la mano, 'ganar una guerra'. 

    Resulta chocante que un cristiano, y no uno cualquiera, sino precisamente el vicario de Cristo, justifique el uso de las armas. Quizá no sea tan chocante si en lugar de ver en él al vicario de Cristo, vemos al vicario, es decir al que hace las veces,  de un personaje histórico nacionalista judío -y no cristiano-, demasiado humano, que se llamó Jesús, el Nazareno. 

    No es la primera vez que Su Santidad se alinea de este modo con la política institucional del engendro de la U.E. Ya lo hizo poniéndose de parte de la industria farmacéutica y bendiciendo la hostia que se veía así consagrada de la supuesta vacuna contra el virus coronado que él veía como un "acto de amor", de lo que dábamos cuenta en este arcón en El Papa no tiene razón.  

    No es extraño, pues, que ahora el romano pontífice se ponga de parte de la industria armamentística justificando su existencia y bendiciendo el uso de las armas  "en legítima defensa" de uno mismo, de su patria y de todo lo que uno ama.

     Hay suficientes indicios en la lectura de los evangelios que justifican el uso de las armas, en los que puede haberse inspirado Su Santidad para defender el derecho a la legítima defensa armada de los ucranianos, lo que le ha llevado a bendecir la guerra de Ucrania como si de una cruzada se tratara contra el infiel, como tantos de sus antecesores en el pontificado. 
 
 

    Un dicho puesto en boca de Jesús afirma: No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada (Mateo 10, 34). Hay quien opina que no hay que entender este dicho, que contradice el espíritu cristiano de irenismo y amor universales, en sentido literal, que “espada” quiere decir otra cosa distinta de lo que dice, como por ejemplo, división, cizaña o enfrentamiento no sangriento, pero que contradiga precisamente la figura idealizada de Jesús, el llamado Cristo de la fe, que es una elaboración fundamentalmente paulina, es uno de los argumentos a favor de la historicidad de la proclama.

    Téngase en cuenta también que el Imperio envió una cohorte romana, compuesta entre cuatrocientos y seiscientos legionarios al menos, al mando de un tribuno, como refiere Juan 18, 12, para detener al Nazareno: La cohorte, pues, y el tribuno y los alguaciles de los judíos se apoderaron de Jesús y le ataron. No parece muy congruente desplegar una fuerza militar tan desproporcionada en un territorio ocupado para detener a un hombre rodeado de una banda de seguidores pacíficos y desarmados. 

     En Lucas 22, 36, aconseja Jesús a los discípulos que compren una espada: Y les añadió: Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente las alforjas, y el que no la tenga, venda su manto y compre una espada. Y más adelante, (Lucas, 22,49): Viendo los que estaban en torno de Él lo que iba a suceder, le dijeron: ¿Herimos con la espada?

    Como escribe Gonzalo Puente Ojea en su “El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia”, edit. Siglo XXI (Madrid, 1992): La impresión neta de que Jesús y los suyos iban armados para una contienda, y no excluían la posibilidad de violencia, se impone por sí misma

    Uno de los discípulos le corta una oreja con la espada al servidor del Sumo Sacerdote. Allí Jesús no hace ninguna condena del uso de la violencia, se limita a curar al herido. El clero judío estaba bien avenido con el poder imperial romano por entonces. Jesús se limita a decir prudentemente: Dejadles, no haya más

Expulsión de los mercaderes del Templo, El Greco (1600)
 
     No olvidemos otro episodio que narran los cuatro evangelistas, que es la expulsión de los mercaderes y cambistas del templo, donde Jesús usando un látigo de cuerdas y haciendo uso de la violencia expulsa a todos del Templo. 

    Su Santidad afirma que Es más que lícito entregar armas a otros países para que se defiendan. Se refería a la invasión rusa de Ucrania y a los países que han enviado armamento al Gobierno de Kiev. Para el romano Pontífice es moralmente aceptable: Los ucranianos están protegiendo su país. No solo es lícito, es también una expresión de amor a la patria. Quien no se defiende, quien no defiende alguna cosa, no la ama. En vez de eso, quien defiende, ama

    No obstante, también, dando una de cal y otra de arena, pide como buen cristiano al Gobierno de Zelenski que abra las puertas al diálogo para zanjar cuanto antes esta guerra, cuyo relato ha venido a sustituir en el imaginario colectivo al cuento aquel de la pandemia, cuyo final "está ya a la vista", según declaración del ceo de la OMS.

    Declarar el fin, por otra parte, de la pandemia es reconocer que la ha habido, que ha habido de hecho una pandemia como tal, lo que, si bien desde el principio era mentira no ha dejado, sin embargo, de ser real, como el protocolo que se aplicó ad hoc, que nos llevó a situaciones como esta que refleja la icónica fotografía de los dos ancianos plastificados y embozados besándose, que puede resumir la pesadilla vivida durante dos años largos. 

   

 Ahora reconocen que estamos en las postrimerías de lo que se denominó 'plandemia', que se acabó lo que se daba, pero lo que se acabó es el cuento de la pandemia, que ha sido sustituido rápidamente por este otro de la guerra de liberación de Ucrania de la ocupación del malvado zar y déspota de Rusia.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Las horas nocturnas

    Seguro que uno, antes de hacer la mili, como se llamaba antes al servicio militar obligatorio, no sabía que la noche se dividía en cuatro partes o turnos de vigilancia que hacían los centinelas en el cuartel, donde dormían los compañeros de armas. Estas guardias nocturnas venían a durar un par de horas cada una. La primera y la cuarta eran las más cómodas de hacer para el centinela porque no implicaban la interrupción del sueño. Una de las primeras cosas que aprendían los reclutas en el cuartel es que eran un privilegio de los veteranos, a los que estaban reservadas. A los bisoños -conejos les llamaban despectivamente- les tocaba hacer siempre la segunda o la tercera, que partían por la mitad el descanso nocturno fastidiándoles el sueño.

    Eran estas guardias nocturnas una herencia de los campamentos romanos, que dividían la noche en cuatro cuartos que denominaban vigilias (uigiliae, en latín, que procede del verbo uigilare, que significa 'estar en vela, no dormir') que denominaban: prima, secunda, tertia, quarta uigilia. Entre nosotros las vigilias se llamaron velas: la vela de la prima noche, la vela de la modorra, la vela de la modorrilla y la vela del alba, respectivamente, división que aún perdura en los ejércitos, y de la cual se extiende el uso de la palabra "modorra" como cansancio somnoliento que arrastraban los soldados que la habían padecido.

    Pronto se denominaron en castellano “centinelas imaginarias”, expresión que, según el maestro Corominas, se abrevió en “imaginarias”. La palabra 'centinela" procede del italiano sentinella, pronunciada en castellano con ceceo,  derivada del verbo sentire, sentir en sentido general y oír en particular, y significa tanto vigilancia como vigilante. Se denominaron así, al parecer, porque los centinelas custodiaban por la noche en los cuarteles de tropa un aposento que guardaba las imágenes religiosas, pero en el siglo XIX ya había tomado el significado actual de 'soldado que hacía la guardia de noche en un cuartel'.

    Frente a esta división cuartelera y militar de la noche, hay otra, de la que nos informa Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, que parte la noche en siete horas: el véspero (propiamente la tarde o período vespertino, cuando sale el lucero, es decir, el planeta Venus), el crepúsculo, ese período incierto y dudoso en que no sabemos distinguir entre luz y tinieblas, el conticinio, que es la hora en que todo está en silencio, la intempesta o noche muy entrada, el galicinio, cuando el gallo empieza a cantar, el matutino y el dilúculo, que es propiamente la hora de despertarse.

    Giorgio Agamben ha publicado un precioso texto, poético y filosófico a la vez, titulado “Las siete partes de la noche”, siguiendo la clasificación que hace Isidoro de Sevilla. En él la noche es una metáfora de los tiempos que estamos viviendo, donde no se distingue la luz de la oscuridad, lo verdadero de lo falso, una noche intempestiva, es decir, fuera de su ciclo natural, como el amodorramiento que todos padecemos. Y esto es lo que escribe a propósito del tercer período nocturno, el Conticinio, el momento en el que todos callan y reina un silencio, pero no el silencio buscado del durmiente, que es sosiego, sino el del enmudecimiento, un silencio impuesto, sepulcral. 

 Giorgio Agamben (1942-...)

   ¿Por qué callasteis? Que los tiempos fueran oscuros, que el crepúsculo reinara en todas partes no bastará para justificaros. ¿Por qué callasteis? Aunque ya no pudierais distinguir la luz de la oscuridad, al menos deberíais haberlo dicho, al menos deberíais haber gritado en el crepúsculo, en la hora incierta entre perro y lobo. El vuestro no era el silencio de quien sabe que no puede ser escuchado, de quien en la mentira universal tiene algo que decir y por eso da un paso al frente y calla. El vuestro era el silencio connivente del que calla en la noche porque eso es lo que hace todo el mundo. "Es cierto", diréis, "era injusto, pero callé, porque todos lo hacían". Sin embargo, la mentira hablaba y vosotros la escuchasteis. Y vuestro silencio cubría también la voz de quien, a pesar de todo, intentaba hablar, sacar de su mutismo a la tercera parte de la noche. 

sábado, 17 de septiembre de 2022

Apuntes a vuela pluma

El precio del dinero. A veces hablan los economistas del precio del dinero. Yo no sé qué precio sea ese, no puedo cuantificar ni concebir siquiera esa cifra. Sólo sé lo caro que es el dinero, lo mucho que me ha costado ganarlo a lo largo de mi vida laboral, lo mucho que hay que sacrificarse por tener algo de calderilla en el bolsillo. Nosotros lo hemos convertido en el único dios verdadero, y le rezamos nuestro Credo particular, habiendo contraído una gran deuda con él hipotecándonos. Por eso no se puede decir alegremente que Dios no exista, existe y mucho. Es Mammón, el becerro de oro. 


Nuestro sistema de Justicia. Según Lewis Carroll, la Reina explicó a Alicia cómo funciona la justicia en el País de las Maravillas, es decir, en este prosaico mundo nuestro: -Ahí tienes al mensajero del Rey. Está encerrado ahora en la cárcel, cumpliendo su condena; y el juicio no empieza hasta el próximo miércoles: y por supuesto, el crimen se comete al final de todo (‘there's the King's Messenger. He's in prison now, being punished: and the trial doesn't even begin till next Wednesday: and of course the crime comes last of all). (La cita está tomada de Alicia a través del espejo). La Reina viene a decirle a Alicia que el crimen no ha sido cometido todavía, pero el reo está sentenciado antes de ser juzgado y no sólo eso, antes incluso de haber cometido el delito que está condenado a perpetrar, aunque no pueda ejecutarlo.


Cotilleos: Cotillear es según la docta Academia: “Hablar de manera indiscreta o maliciosa sobre una persona o sus asuntos”. Así que cotilleando, que es gerundio. Al parecer, el origen de este palabro es antroponímico, basado en la historia de María de la Trinidad, alias la tía Cotilla, un personaje del siglo XIX, de la época de Fernando VII, el Rey Felón, que fue llevada al cadalso en 1838 por haber asesinado a un grupo de liberales. Aficionada como era a difundir chismes y supercherías a favor del Régimen, la prensa y literatura popular de la época la convirtió en un personaje célebre caracterizado por su indiscreción y charlatanería... El interés morboso por la vida privada de famosos revela la falta de interés de nuestra propia vida. Nos interesa de los famosos más que las obras por las que han alcanzado la fama sus biografías, el espectáculo indecente de su vida privada: el strip-tease de sus intimidades a través de la televisión y, principalmente, de las redes sociales. No interesa lo que escribe un escritor sino su biografía, lo que se ha escrito sobre su vida privada. De hecho, interesa más la vida privada de Lorca, pongamos por caso, que su poesía. 



¿Teoría de la conspiración o conspiración de la teoría? Por un momento dejamos de hablar de las crisis visibles y bien visibles y todo el mundo nos pusimos a hablar sin saber de un virus invisible, que se transmitía por contacto humano por lo que los besos llegaron a desaconsejarse, a no ser que se dieran con mascarilla,  tapabocas o barbijo como se dice al otro lado del Océano. ¿Pero qué gusto puede haber en un beso así? Prohíben que la gente salga de casa. Desaconsejan hasta que los niños compartan juguetes, que la gente se dé la mano, que se abrace, que haya contacto social… El virus, al ser invisible, es un terror indeterminado, pavoroso. La invisibilidad es lo que otorga más poder a la amenaza, porque una amenaza visible puede ser racionalizada, pero una invisible no puede, es irracional, y se propaga igual que la bubónica peste por el aire. 


Democracia representativa. El concepto moderno de "democracia", que es el régimen de gobierno que padecemos actualmente en la mayoría de los países del mundo, apareció por primera vez en la obra de Jeremy Bentham, publicada en 1776 en la lengua del Imperio: A fragment on Government. Hasta entonces no se concebía otra forma de democracia que no fuera la que habían creado los griegos, puesta en práctica en Atenas y en otras ciudades de su órbita de influencia, la democracia directa, en la que los ciudadanos tomaban sus propias decisiones sin necesidad de elegir representantes que las tomaran en su nombre. A partir del siglo XVIII, el término 'democracia' incluye dentro de su definición conceptual la característica esencial añadida y traicionera, por más que nunca lo fuera en sus orígenes, de “representativa”.
 
 
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viernes, 16 de septiembre de 2022

Receta para cultiparlar en solo un día

    Con la venia de los manes de Quevedo, que escribió el soneto "Receta para hacer Soledades en un día" contra el pobre Góngora culterano, aquí va este otro soneto en hendecasílabos falecios, con estrambótica coda, contra la jerga políticamente correcta, culterana y críptica de políticos, periodistas afines, intelectuales orgánicos y demás ralea. 
 
 
 Quien quisiere ser culto en sólo un día, / jeri (apréndase) gonza la siguiente: / energética crisis, resiliente, / on line, cambio climático, empatía; / 
 
colapsado, precario, en gran cuantía, / código restringido y emergente, / algoritmo, infracción de ley vigente, / deflación, micro- y macro economía; /
 
vulnerable, cisgénero, global, / trans,  tarjeta de crédito, efectivo, / protocolo, incremento muy austero, /

virus, inteligencia artificial / y lenguaje sexista e inclusivo: / emisiones y tolerancia, cero.
 
 
Que ya toda Castilla, / con correcta cartilla, / en palabros se abrasa babilones, / sin sentido común, a borbollones; / y en la Mancha, políticos expertos, / de ajos atiborradas las barrigas, / hacen, cultiparlando, buenas migas.
 

 

jueves, 15 de septiembre de 2022

Brevísima mensajería

El ejecutivo español se define a sí mismo con la etiqueta de Gobierno de la gente en vez de la ya apolillada coletilla Gobierno más progresista de la Historia.

 Una población recluida en su domicilio, conectada a internet, que sale a trabajar solo si su trabajo es esencial es el ideal de cualquier régimen capitalista.

 Con la pandemia, la digitalización, de la que tanto se había hablado en los últimos años sin saber muy bien qué suponía, se aceleró sobremanera y se catalizó. 

 El SARSCoV-2 y el relato que lo avala están en vías de extinción. Un virus construido artificialmente es inestable, y en el proceso de replicación se desactiva.

 

 Los delfines y delfinesas del universo mundo, arrogantemente jóvenes y hermosos, están todos ellos y ellas igual que ellos al servicio del Nuevo Orden Mundanal.

  Las informaciones que divulgan se basan en el carisma de expertos en la materia, cuyas opiniones hay que creer (magister dixit) como artículos dogmáticos de fe.

  Del trigo sale el gorgojo que lo ataca, de la madera la carcoma que la perfora, del paño la polilla que lo devora, de nuestro corazón la pasión que nos abrasa.

  Masterchef: Procederemos a la deconstrucción gastronómica de la paella valenciana, en cuya elaboración no utilizaremos ni arroz ni ninguna clase de tropiezos.

 

 Cuando un político dice “modernización”, hay que echarse a temblar porque no pretende acabar con la inveterada explotación y servidumbre sino su actualización.

  Todas las idolatrías rinden culto y vasallaje a algún ídolo despreciable, pero el más deleznable de todos los ídolos es sin duda alguna el ego de la egolatría.

  Según algunos analistas, la demagogia es la degeneración de la democracia, pero en realidad es su esencia: el gobierno del pueblo es esencialmente demagógico.

  ¿Para qué sirvió la gloriosa Revolución Francesa? Para que bajo el Nuevo Régimen los súbditos, denominados ciudadanos, cambiasen de nombre pero no de condición.

 Olvida su nombre y atrévete a verla y mirarla como si fuera la primera y última vez, porque no hay en rigor nunca dos veces iguales sino sólo una única ocasión.

 La infidelidad, se dice, es una forma de traición. ¿A quién? Ser fiel a una persona supone ser infiel a otras. Ser fiel a uno mismo es ser infiel a los demás.

 Los políticos idolatran al Estado: practican la estatolatría como forma de egolatría. Se dicen El Estado soy yo, un ídolo con los pies de barro, y se idolatran.

 Las personas no vacunadas mayores de 60 años tienen 25 veces más riesgo de morir de COVID que las que se han vacunado, que tienen 25 veces más riesgo de vivir.

 

Titular de El Periódico Global, que abusa de la trillada metáfora marinera de la ola: La lucha contra la inflación traerá otra ola -ay, otra más- de sacrificio.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Tabú

    De vez en cuando Juan Manuel de Prada nos sorprende con algún artículo incisivo, como por ejemplo el titulado El gran tabú, publicado en el ABC del 10 de septiembre de 2022, donde, hace una alusión inevitable a Freud sobre el término “tabú” y a Wundt, que veía en el tabú la presencia de lo demoníaco en nuestra vida, salpicado con una referencia filosófica a Kant y literaria a Ionesco.
 
    Conviene recurrir aquí antes de seguir adelante y para entendernos mejor al expediente de la etimología del término 'tabú', que, según Corominas, entró en castellano hacia 1900, tomado como préstamo del inglés taboo, término que a su vez había sido tomado de la lengua del archipiélago Tonga en la Polinesia, donde suena tábu y significa 'prohibido'. La docta Academia da dos definiciones: Condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar, y Prohibición de comer o tocar algún objeto, impuesta a sus adeptos por algunas religiones de la Polinesia.
 
J.M. De Prada, ilustración de J.G. Puga
 
     Escribe Juan Manuel de Prada (cito literalmente): Supuestamente, las sociedades “ilustradas” se distinguen porque expulsan el tabú de sus murallas, permitiendo hablar de todo. Pero la realidad paradójica nos prueba que es precisamente en estas sociedades donde el tabú prolifera hasta extremos asfixiantes, de tal modo que cada vez son más las palabras prohibidas, más los asuntos que no es posible discutir.
 
    Hay una velada alusión a la corrección política que impone un determinado lenguaje y que hace imposible el concepto griego de parresía: la libertad de expresión de poder decirlo todo con franqueza. Destaca la paradoja: la ilustración acaba teóricamente con los tabúes (o tabús), sin embargo en  la práctica estos subyacen y abundan en las sociedades ilustradas como la nuestra.
 
     Continua De Prada atacando lo que él, espíritu religioso a la vieja usanza, llama "nuevas formas de religión", que podríamos denominar también "religiones laicas", que toman, por ejemplo, la Christiana caritas, una de las tres virtudes teologales, y la convierten en la hodierna solidaridad. Escribe De Prada: Las nuevas formas de religión (ciencia, democracia, progreso, etcétera) han impuesto un catálogo abrumador de tabúes, que actúan sobre nuestra conciencia a modo de obligación inconsciente, como decía Kant que actuaba el imperativo categórico. Ante esta proliferación desaforada de tabúes, nuestras vidas empiezan a parecerse a un paseo por un campo de minas



    Resulta muy lograda la comparación con un paseo por un campo minado, donde las minas serían los modernos tabúes (o tabús) que nos obligan a sortearlos para no pisarlos y saltar en pedazos por los aires. Enseguida se centra De Prada en el Gran Tabú, que da título a su artículo, el más notorio que nos atenaza estos días, que es el de la causa del exceso de mortandad: Según los “expertos”, la pandemia, el cambio climático y el envejecimiento de la población son las diversas causas -la célebre multicausalidad- que explican las muchas muertes, más de la cuenta esperada, que se están produciendo desde hace meses en nuestro país y otros países. 
 
    Evitan sin embargo citar al rinoceronte, la causa novedosa de considerable tamaño que todo el mundo ve y de la que oye hablar. Hace aquí De Prada una alusión a la obra teatral de Ionesco de igual título, Rinoceronte (1959), de la que hicimos mención en ¡Inventan enfermedades!, en la que un mamífero de gran tamaño y cornuda nariz se pasea por la calle y nadie quiere verlo ni hablar de él, ya sea por miedo o por cobardía, hasta que los paseantes mismos se trasforman en rinocerontes, todos salvo el protagonista. Hay una causa, algo que ha sucedido en los dos últimos años, que los expertos no quieren reconocer y de la que prefieren no hablar. Pero no hace falta recurrir a Freud ni a Ionesco ni a la palabra polinesia 'tabú' para explicarlo, no quieren hablar de ello porque está prohibido, sin más, aunque está en la mente de todo el mundo. 
 
    Lo mejor del artículo es su final: También nosotros aceptamos este exceso de mortandad –y el cortejo de afecciones que se han multiplicado en los últimos meses- como algo irremediable. ¡Y uno que pensaba que las sociedades “ilustradas” estaban vacunadas contra los tabúes!

martes, 13 de septiembre de 2022

Muere el rey para que viva el Rey

    The king is dead. Long life the King! (“El rey ha muerto. ¡Larga vida al Rey!”) o Le roi est mort. Vive le roi! (“El rey ha muerto. ¡Viva el Rey!” en su versión francesa) son dos proclamaciones que tienen ambas un doble sentido: el primero, anunciar la muerte efectiva de un monarca a la vez que se desea una larga vida a su sucesor, y, el segundo, más difícil de ver a primera vista, representar la teoría de los dos cuerpos del rey: un cuerpo real, terrenal o material, que es el que muere, y otro ideal o espiritual, que es el que alcanza la inmortalidad, una inmortalidad ficticia o falsa que necesita encarnarse en un sucesor para perpetuarse, teoría ilustrada a la perfección por Ernst H. Kantorowicz en su libro Los dos cuerpos del rey, un estudio de teología política medieval, publicado en 1957.
 
    El rey como Rey nunca muere. El rey es mortal, pero la realeza es inmortal. O por decirlo con aquellas palabras que Tácito puso en boca del emperador Tiberio: principes mortales, rem publicam aeternam esse (“los príncipes son mortales, la república es eterna”). La república en este contexto no es una forma particular del estado en el sentido moderno del término, sino que es la res, la cosa, es decir, la idea, publica, que se le impone al pueblo, o sea, el Estado sin más.
 
 
    De este modo, cuando muere un rey o una reina, para el caso es igual, concurren dos ideas heterogéneas y aparentemente contradictorias: el triunfo de la muerte -la Parca se lleva a un soberano- y el triunfo sobre la muerte -el soberano se reencarna en su sucesor, porque el Rey no puede morir. La monarquía se rodea así desde la Edad Media de un halo místico que se justifica con la teoría del doble cuerpo, y que perdura, politizándose, en la Edad Moderna y en la Contemporánea: muere el monarca, que yace en la tumba -en el pudridero del monasterio de El Escorial, diríamos en España- pero no la corona, que no muere nunca porque es inmortal.
 
    En ningún sitio prevaleció y dominó el concepto de los «dos cuerpos del rey» en el pensamiento jurídico de forma tan general y perseverante como en Inglaterra. Durante el reinado de Isabel I, el ave Fénix era el símbolo de la reina. Esta ave mitológica y única en su especie simbolizaba la virginidad a la vez que la singularidad de la monarca. Las expresiones latinas que se refieren a ella en esta época son: sola (y aveces unica) Phoenix, inscripciones habituales en monedas. El hijo del rey surge en esta simbología como  Fénix ex cineribus de las cenizas de su padre, que debe morir para inmortalizarse.
 
Isabel I Fénix, Nicholas Hilliard (c. 1575)
 
     En ambos casos, había un cuerpo mortal, que era el que Dios le había dado al hombre y, por tanto, estaba sujeto a todas las vicisitudes de la vida humana, contrapuesto a otro cuerpo, creado por el hombre y consecuentemente inmortal e incorruptible, que no sufría las contingencias humanas. Sin embargo, al mismo tiempo, la inmortalidad, que es la característica decisiva de la divinidad, corría el riesgo de dejar de ser inmortal si no se manifestaba inmediatamente a través de una nueva encarnación mortal. El Rey no podía morir, no se le permitía morir como tal, pues si fallecía la ficción de inmortalidad se desvanecía; y aunque los reyes morían de hecho, se les otorgaba el consuelo de decirles que, al menos «como Rey», como encarnación del Rey, nunca morían.
 
Ave Fénix, detalle del retrato de Isabel I
 
     De este modo se elaboraba una filosofía según la cual una inmortalidad ficticia se hacía transparente a través de un hombre mortal, de carne y hueso, como su encarnación temporal, mientras que el hombre mortal se hacía transparente a través de esa nueva inmortalidad ficticia, la cual, siendo una creación del hombre como lo es siempre la inmortalidad, no era ni la de la vida eterna de otro mundo ni la de la esencia divina, sino la de una institución política indiscutiblemente terrenal.
 
    Aunque esta doctrina de los dos cuerpos del rey puede tener algunas reminiscencias grecorromanas, como por ejemplo la divinización de los emperadores muertos, es un desarrollo del pensamiento teológico cristiano y, en consecuencia, debe ser tenida como un hito de la teología política cristiana medieval: el rey tendría una doble naturaleza, como Cristo: una humana, mortal, y otra divina, inmortal.
 

 

    Treintayséis años después resuena la canción The Queen Is Dead. Morrisey, el cantante de The Smiths, cantaba: I say, Charles, don't you ever crave / to appear on the front of the Daily Mail/ dressed in your Mother's bridal veil? ("Digo yo, Carlos, ¿nunca anhelas / aparecer en la portada del Daily Mail / vestido con el velo de novia de tu madre?), The Queen is dead, boys ("La reina ha muerto, muchachos") y Life is very long when you're lonely ("La vida es muy larga cuando estás solo"). 

    Cuarentaycinco años después resuena todavía la canción God save the Queen ("Dios salve a la Reina), la parodia del himno nacional británico, de los Sex Pistols, donde se afirmaba que la Reina, que se convertía así en la musa del punk, no era un ser humano y que su reino era un régimen fascista, que recordábamos hace cuatro meses a propósito de unas declaraciones de Johnny Rotten aquí mismo en  God bless the Queen

lunes, 12 de septiembre de 2022

La auténtica plaga

    La muerte del escritor Javier Marías, acaecida ayer mismo a la edad de 70 años, según leo en la prensa, me trae a la memoria un artículo memorable que publicó hace ahora dos años en El País Semanal, titulado 'Terrorismo Informativo', en el que denunciaba la manipulación a la que nos sometían los medios de formación de masas, temática sobre la que hemos tratado nosotros mismos en este arcón varias veces aquí mismo y aquí también, por ejemplo. Desconozco la obra novelística de Marías porque apenas leo novelas, pero de cuando en cuando he disfrutado de los artículos periodísticos suyos, magistralmente escritos, que publicaba en la prensa. 

    Este que adjunto (la negrita es mía) no tiene desperdicio. En él comentaba el autor, entre otras cosas, la entrevista que le hizo RTVE al doctor De Benito a propósito de la situación de los hospitales españoles, "una escena especialmente bochornosa". La presentadora se empeña en pintar de negro la situación, y el doctor a desmentir las "informaciones" que propagaba la prensa y la televisión en cabeza a todas horas.

 

    Pasaron julio y agosto, y, según la prensa y las autoridades (desde el inoperante y marrullero Gobierno de Sánchez hasta la última comunidad autónoma), todo ha ido a peor. La prensa, con las televisiones a la cabeza, ha logrado hacernos creer que la situación es más grave que en marzo o abril, cuando estábamos confinados. Como salta a la vista que esto es falso, no alcanzo a entender el propósito de semejante catastrofismo, que además lleva meses ocupando las 24 horas del día como tema único. He contado aquí que, por razones de horario, las noticias que más veo (veía; ya no paso de los titulares) son las de TVE a las 3. Esta cadena, sufragada con dinero público y que por tanto nos “pertenece” a todos; que obedece al Gobierno con más servilismo que nunca (y ya es decir en España), se ha convertido en uno de los espectáculos más vergonzosos que recuerdo. Omite sistemáticamente cualquier indicio esperanzador, venga de científicos o investigadores extranjeros, de médicos españoles o de reconocidos virólogos. Tuve ocasión de ver una escena especialmente bochornosa: en un programa matinal, la periodista conectaba con un doctor de El Escorial, y le insistía —es la tónica— en lo fatal que iba todo, en la saturación de los hospitales y el colapso que los aguardaba en cualquier instante. Como el doctor no le daba la razón y contaba su experiencia (pocos ingresados en su centro, pocos en los otros de que tenía conocimiento), la periodista se enfurecía y le insistía una vez y mil: “¡Pero las cifras…!” El médico, paciente, le explicaba la diferencia entre un “positivo” y un enfermo (la mayoría de los primeros no están lo segundo y no requieren hospitalización, etc), lo cual encolerizaba aún más a la mujer y también a un compañero varón que se entrometió desde el plató: “¡Doctor, está llamándonos imbéciles al resto de la población!”, le espetó airado. Fuera quien fuese ese médico, tuviera razón o no tanta, sabía más del asunto que quienes lo zarandeaban con malos modos por no decirles lo que ellos querían oír y transmitir a esa población que ansiaban aterrorizar. Mucho temple tuvo el doctor para no contestarles: “No, sólo se lo llamo a ustedes dos”.

Javier Marías (1951-2022)
 

    La prensa en general, y TVE en particular (luego el Gobierno Podemos-PSOE), no consienten el menor optimismo ni el menor alivio. He visto Telediarios en los que se ha destacado a reporteros a pueblos minúsculos (de 400 o hasta 200 habitantes) para que desde allí emitieran largos minutos porque —albricias— había unos cuantos casos de coronavirus. Es decir, han rastreado como locos dónde había algo alarmante o desalentador, para crear una psicosis —dura ya más de la cuenta— de verdadero terror, por lo que no sería exagerado afirmar que practican terrorismo informativo. Procuran dar los datos de la manera más caótica y confusa posible, pero siempre dirigida a que la epidemia luzca más terrible de lo que sin duda es. Tanto el Gobierno central como los autonómicos —sin excepción— contribuyen al caos, a la sensación de vacío de poder, de irresponsabilidad, vagancia, ineptitud y dejadez. Los segundos se distinguen por su absoluta insolidaridad, y se los percibe preocupados tan sólo por su imagen y por los votos regionales futuros que puedan ganar o perder, nunca por los ciudadanos ni por el país en su conjunto. Esta epidemia ha puesto de manifiesto que, si pudieran, serían reinos de taifas… siempre que sus gastos corrieran a cuenta del Estado. El mensaje de todos viene a ser: “Queremos ser independientes de España y que España sostenga económicamente nuestra independencia”.

    He visto a locutoras (una tal Alejandra de torpeza infinita, una tal Melanie que contaba al menos con el pretexto de su bisoñez) anunciar con una gran sonrisa y expresión triunfal: “España lidera” (ya el verbo delataba sus intenciones) “el número de contagios en Europa, y hemos batido el récord en un solo día”. ¿Por qué esa propensión aviesa? ¿Mero sadismo? Sí, la prensa casi no existe, la mayoría es amarillista y por lo tanto histérica y sádica. Pero ha de haber algo más, sobre todo en la cadena que, desde que está un tal Enric Hernández al frente de Información y Actualidad, es dócil portavoz de las órdenes de Sánchez e Iglesias. (Nos han informado con profusión del ruido padecido por éste, pero apenas nada de las vicisitudes judiciales de su partido.) Esas noticias infladas, que suscitan un pavor continuo, son las responsables de que cada vez más países desaconsejen pisar España, con el consiguiente quebranto para una nación sustentada en el turismo y el ocio. ¿La consigna es dañar más la economía? ¿Destrozar la salud mental de la ciudadanía? Una ciudadanía atemorizada y machacada no produce, no rinde. ¿Es eso lo que se busca? No me lo explico. Claro que hay que seguir siendo prudentes y tomándonos muy en serio la plaga. Pero ¿por qué se oculta siempre lo medio bueno y se subraya o se inventa lo pésimo? No cabe sino pensar mal, la verdad: nuestros gobernantes, ¿son tan autoritarios que prefieren que el país se vaya a pique antes que renunciar a nuestra mansedumbre? Sería propio de Maduro o Trump o Bolsonaro o Erdogan. Esperemos que no lleguen tan lejos. Nada amansa tanto como el miedo permanente y cerval.


domingo, 11 de septiembre de 2022

Me parece a mí...

1.- Escribió proféticamente Marguerite Duras: "Creo que ya no leeremos, la gente seguirá escribiendo, pero la gente ya no leerá, siendo la lectura el privilegio de una clase cerrada. No me gustaría estar en el pellejo de la gente que viva después del año 2000, se dan todas las condiciones para que el aburrimiento se viva en su plenitud, el profundo aburrimiento; por más que piense en ello no se me ocurre otra cosa en este momento, el desarrollo del aburrimiento, la búsqueda vana de un acontecimiento". (Pongo el énfasis personal en la negrita, subrayando sus palabras).

Marguerite Duras (1914-1996)
 
2.- “No basta con oponerse, hay que proponer”, dijo en una ocasión un jerarca socialista francés; a lo que añado de mi cosecha: “si se quiere que todo siga igual.” Un pensamiento positivo conlleva que debemos volvernos creadores a fin de edificar una sociedad nueva, recayendo en la repetición mecánica del modelo que queríamos evitar. Sólo podemos ser creadores de algo radicalmente nuevo gracias al pensamiento negativo de hacer borrón y cuenta nueva, que es muchísimo más creador, al fin y a la postre, que el positivo. 
 
3.- El rey ha muerto. ¡Viva el rey! Suelen gritar sus vasallos a la muerte del monarca. A rey muerto, rey puesto. Es decir, muere el rey para que siga habiendo reyes, para que continúe la monarquía prestándole al trono otro ejemplar, una nueva encarnadura, reencarnación o avatar, de lo mismo: todo cambia para poder seguir igual. Poco importa ya el sexo del monarca. Hemos oído a la primer ministro del Reino Unido, recientemente nombrada, proclamar urbi et orbi la muerte de la reina Isabel II después de 70 años de reinado: The queen is dead. Long live the king! "La reina ha muerto. ¡Viva el rey!". 

 
4.-“Al que se le mete una idea en la cabeza se vuelve loco”, escribió José Bergamín, ese gran poeta, y añadió: “Las ideas no deben meterse en la cabeza, sino salir de ella”. Y es que el orate no recupera la cordura hasta que no se libra de la idea que lo obsesiona. Hay algo comparable al gozo del orgasmo masculino -del femenino, más misterioso, mejor no hablar-, en la liberación de todas y cada una de las ideas que se apoderan de nosotros, que nos constituyen, y que lo único que hacen es entorpecer el pensamiento o razonamiento en marcha de nuestra mente como las rémoras, esos peces con aletas en forma de hoja de acanto y bordes cartilaginosos sobre la cabeza, que se pegaban a los cascos de las naves y que podían, según los antiguos, llegar a detener las embarcaciones. Podemos encontrar en la eyaculación masculina una metáfora de la liberación gozosa y sumamente placentera y gratificante de todas cualesquiera y cada una de las ideas que, inculcadas, nos han metido en la cabeza.
 
José Bergamín (1895-1983)
 
5.- Libertad de elección. ¿Es libertad el hecho de poder elegir, como parece a simple vista, entre dos o más opciones que se nos brindan? ¿Somos libres porque podemos optar, o, precisamente el hecho de poder decantarnos por una u otra opción nos priva de libertad? Esa es la cuestión. ¿No es cierto que la elección es indiferente en el fondo, mera cuestión formal de gustos y estilos personales? ¿No resulta a fin de cuentas trivial cualquier elección que hagamos de uno u otro candidato político, de esta o aquella emisora de televisión, de tal o cual confesión religiosa, de una u otra marca que comparemos y compremos en el mercado –comprar procede etimológicamente de “comparar”, y ya sabe que todas las comparaciones son odiosas?