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domingo, 11 de septiembre de 2022

Me parece a mí...

1.- Escribió proféticamente Marguerite Duras: "Creo que ya no leeremos, la gente seguirá escribiendo, pero la gente ya no leerá, siendo la lectura el privilegio de una clase cerrada. No me gustaría estar en el pellejo de la gente que viva después del año 2000, se dan todas las condiciones para que el aburrimiento se viva en su plenitud, el profundo aburrimiento; por más que piense en ello no se me ocurre otra cosa en este momento, el desarrollo del aburrimiento, la búsqueda vana de un acontecimiento". (Pongo el énfasis personal en la negrita, subrayando sus palabras).

Marguerite Duras (1914-1996)
 
2.- “No basta con oponerse, hay que proponer”, dijo en una ocasión un jerarca socialista francés; a lo que añado de mi cosecha: “si se quiere que todo siga igual.” Un pensamiento positivo conlleva que debemos volvernos creadores a fin de edificar una sociedad nueva, recayendo en la repetición mecánica del modelo que queríamos evitar. Sólo podemos ser creadores de algo radicalmente nuevo gracias al pensamiento negativo de hacer borrón y cuenta nueva, que es muchísimo más creador, al fin y a la postre, que el positivo. 
 
3.- El rey ha muerto. ¡Viva el rey! Suelen gritar sus vasallos a la muerte del monarca. A rey muerto, rey puesto. Es decir, muere el rey para que siga habiendo reyes, para que continúe la monarquía prestándole al trono otro ejemplar, una nueva encarnadura, reencarnación o avatar, de lo mismo: todo cambia para poder seguir igual. Poco importa ya el sexo del monarca. Hemos oído a la primer ministro del Reino Unido, recientemente nombrada, proclamar urbi et orbi la muerte de la reina Isabel II después de 70 años de reinado: The queen is dead. Long live the king! "La reina ha muerto. ¡Viva el rey!". 

 
4.-“Al que se le mete una idea en la cabeza se vuelve loco”, escribió José Bergamín, ese gran poeta, y añadió: “Las ideas no deben meterse en la cabeza, sino salir de ella”. Y es que el orate no recupera la cordura hasta que no se libra de la idea que lo obsesiona. Hay algo comparable al gozo del orgasmo masculino -del femenino, más misterioso, mejor no hablar-, en la liberación de todas y cada una de las ideas que se apoderan de nosotros, que nos constituyen, y que lo único que hacen es entorpecer el pensamiento o razonamiento en marcha de nuestra mente como las rémoras, esos peces con aletas en forma de hoja de acanto y bordes cartilaginosos sobre la cabeza, que se pegaban a los cascos de las naves y que podían, según los antiguos, llegar a detener las embarcaciones. Podemos encontrar en la eyaculación masculina una metáfora de la liberación gozosa y sumamente placentera y gratificante de todas cualesquiera y cada una de las ideas que, inculcadas, nos han metido en la cabeza.
 
José Bergamín (1895-1983)
 
5.- Libertad de elección. ¿Es libertad el hecho de poder elegir, como parece a simple vista, entre dos o más opciones que se nos brindan? ¿Somos libres porque podemos optar, o, precisamente el hecho de poder decantarnos por una u otra opción nos priva de libertad? Esa es la cuestión. ¿No es cierto que la elección es indiferente en el fondo, mera cuestión formal de gustos y estilos personales? ¿No resulta a fin de cuentas trivial cualquier elección que hagamos de uno u otro candidato político, de esta o aquella emisora de televisión, de tal o cual confesión religiosa, de una u otra marca que comparemos y compremos en el mercado –comprar procede etimológicamente de “comparar”, y ya sabe que todas las comparaciones son odiosas?