He aquí la variopinta fauna ibérica asilvestrada y orgullosa por el idiotismo y del idiotismo mediático, todo un conjunto de especímenes propicios para ser exhibidos en un zoo temático con decorado pandémico para la ocasión. Ellos han sembrado el terrorismo informativo y fomentado el odio. Para ellos no hay ni olvido ni perdón.
1.-Luis Enjuanes (virólogo del CSIC): "Que a los no vacunados no les cubra la Seguridad".
2.-Benjamín Prado (poeta): "Que les pidan el pasaporte hasta para ir a comprar pan".
3.-Risto Mejide (publicista): "Hay que ponerles etiquetas para distinguirlos por la calle".
4.- Miguel Lago (humorista): "Hay que darles dos hostias".
5.- Anabel Alonso (cómica): "Que tengan envidia. Vosotros no podéis, y no debéis".
El
veterano y prestigioso semanario
norteamericano Time, una de las publicaciones más importantes e
influyentes en el mundo, según la Güiquipedia, se ha dedicado
periódicamente a sembrar el pánico sanitario. Basta con contemplar
algunas de sus portadas más icónicas de los últimos años para ver cómo ha dado pábulo al terrorismo
(in)formativo que practican los llamados medios de comunicación.
Al
parecer el nombre de la revista TIME no significa sólo tiempo en la lengua del Imperio, como podría creerse
a primera vista, sino también es acrónimo de Today Information
Means Everything (Hoy la información lo es todo todo, cosa que si no es verdad es, sin
embargo, muy significativa.
En la imagen adjunta tenemos algunas portadas que van desde el 2003, en la que prometen contarnos la verdad sobre el SARS, el 2004 y 2005 donde nos anuncian la pandemia de la gripe aviar, hasta el 2009 con la gripe H1N1 o porcina y la advertencia de 2017 de que no estábamos preparados para la siguiente pandemia: WARNING: we are not ready for the next pandemic, que contenía un artículo sobre cómo mantener seguro el mundo del experto mundial en temas de sanidad y salud pública y misántropo, quiero decir, filántropo Bill Gates. ¿En qué estaría pensando yo?
Especialmente significativa es también la portada de mayo 2009 en la que aparece una mascarilla quirúrgica y una pregunta a propósito de la peste porcina. En letra más pequeña, se leía: Es posible que el mundo haya esquivado una pandemia de gripe mortal esta vez. Pero añadía acto seguido el periodista Bryan Walsh: We won't allways be so lucky: no siempre seremos tan afortunados. Sólo le faltó decir: Y el que avisa no es traidor.
Pero habría que retrotraerse hasta 1986 cuando sacaron la portada VIRUSES, en la que se hablaba del SIDA como nuevo peligro de muerte:
Desde entonces la revista no ha dejado de aterrorizarnos periódicamente con los virus o viruses, pasando por una de las portadas más minimalistas y estéticamente blanca, donde solo se veían un diminuto mosquito, que fue la relativa al virus del zika en 2016:
Llegamos así hasta la actualidad, en la que la revista se ha ocupado periódicamente de sacar en portada el coronavirus. Por ejemplo esta impactante imagen en la que la Casa Blanca, habitada a la sazón por el señor Trump, despedía por cuatro chimeneas rojos coronavirus que inundaban la portada y casi ocultaban el nombre de la revista.
O esta otra de abril de 2020 que nos advertía premonitoriamente de la llegada de la Nueva Normalidad y de que debíamos convencernos -meternos en la cabeza, decía literalmente- de que nuestras vidas habían cambiado. Son muchos años, demasiados, metiendo miedo. Pero no se trata solo de practicar un terrorismo informativo, sino formativo, un terror que nos forma deformándonos, conformándonos y haciéndonos conformes, conformistas.
La muerte del escritor Javier Marías, acaecida ayer mismo a la edad de 70 años, según leo en la prensa, me trae a la memoria un artículo memorable que publicó hace ahora dos años en El País Semanal, titulado 'Terrorismo Informativo', en el que denunciaba la manipulación a la que nos sometían los medios de formación de masas, temática sobre la que hemos tratado nosotros mismos en este arcón varias veces aquí mismo y aquí también, por ejemplo. Desconozco la obra novelística de Marías porque apenas leo novelas, pero de cuando en cuando he disfrutado de los artículos periodísticos suyos, magistralmente escritos, que publicaba en la prensa.
Este que adjunto (la negrita es mía) no tiene desperdicio. En él comentaba el autor, entre otras cosas, la entrevista que le hizo RTVE al doctor De Benito a propósito de la situación de los hospitales españoles, "una escena especialmente bochornosa". La presentadora se empeña en pintar de negro la situación, y el doctor a desmentir las "informaciones" que propagaba la prensa y la televisión en cabeza a todas horas.
Pasaron
julio y agosto, y, según la prensa y las autoridades (desde el
inoperante y marrullero Gobierno de Sánchez hasta la última
comunidad autónoma), todo ha ido a peor. La prensa, con las
televisiones a la cabeza, ha logrado hacernos creer que la situación
es más grave que en marzo o abril, cuando estábamos confinados.
Como salta a la vista que esto es falso, no alcanzo a entender el
propósito de semejante catastrofismo, que además lleva meses
ocupando las 24 horas del día como tema único. He contado aquí
que, por razones de horario, las noticias que más veo (veía; ya no
paso de los titulares) son las de TVE a las 3. Esta cadena, sufragada
con dinero público y que por tanto nos “pertenece” a todos; que
obedece al Gobierno con más servilismo que nunca (y ya es decir en
España), se ha convertido en uno de los espectáculos más
vergonzosos que recuerdo. Omite sistemáticamente cualquier indicio
esperanzador, venga de científicos o investigadores extranjeros, de
médicos españoles o de reconocidos virólogos. Tuve ocasión de ver
una escena especialmente bochornosa: en un programa matinal, la
periodista conectaba con un doctor de El Escorial, y le insistía —es
la tónica— en lo fatal que iba todo, en la saturación de los
hospitales y el colapso que los aguardaba en cualquier instante. Como
el doctor no le daba la razón y contaba su experiencia (pocos
ingresados en su centro, pocos en los otros de que tenía
conocimiento), la periodista se enfurecía y le insistía una vez y
mil: “¡Pero las cifras…!” El médico, paciente, le explicaba
la diferencia entre un “positivo” y un enfermo (la mayoría de
los primeros no están lo segundo y no requieren hospitalización,
etc), lo cual encolerizaba aún más a la mujer y también a un
compañero varón que se entrometió desde el plató: “¡Doctor,
está llamándonos imbéciles al resto de la población!”, le
espetó airado. Fuera quien fuese ese médico, tuviera razón o no
tanta, sabía más del asunto que quienes lo zarandeaban con malos
modos por no decirles lo que ellos querían oír y transmitir a esa
población que ansiaban aterrorizar. Mucho temple tuvo el doctor para
no contestarles: “No, sólo se lo llamo a ustedes dos”.
Javier Marías (1951-2022)
La
prensa en general, y TVE en particular (luego el Gobierno
Podemos-PSOE), no consienten el menor optimismo ni el menor alivio.
He visto Telediarios en los que se ha destacado a reporteros a
pueblos minúsculos (de 400 o hasta 200 habitantes) para que desde
allí emitieran largos minutos porque —albricias— había unos
cuantos casos de coronavirus. Es decir, han rastreado como locos
dónde había algo alarmante o desalentador, para crear una psicosis
—dura ya más de la cuenta— de verdadero terror, por lo que no
sería exagerado afirmar que practican terrorismo informativo.
Procuran dar los datos de la manera más caótica y confusa posible,
pero siempre dirigida a que la epidemia luzca más terrible de lo que
sin duda es. Tanto el Gobierno central como los autonómicos —sin
excepción— contribuyen al caos, a la sensación de vacío de
poder, de irresponsabilidad, vagancia, ineptitud y dejadez. Los
segundos se distinguen por su absoluta insolidaridad, y se los
percibe preocupados tan sólo por su imagen y por los votos
regionales futuros que puedan ganar o perder, nunca por los
ciudadanos ni por el país en su conjunto. Esta epidemia ha puesto de
manifiesto que, si pudieran, serían reinos de taifas… siempre que
sus gastos corrieran a cuenta del Estado. El mensaje de todos viene a
ser: “Queremos ser independientes de España y que España sostenga
económicamente nuestra independencia”.
He visto
a locutoras (una tal Alejandra de torpeza infinita, una tal Melanie
que contaba al menos con el pretexto de su bisoñez) anunciar con una
gran sonrisa y expresión triunfal: “España lidera” (ya el verbo
delataba sus intenciones) “el número de contagios en Europa, y
hemos batido el récord en un solo día”. ¿Por qué esa propensión
aviesa? ¿Mero sadismo? Sí, la prensa casi no existe, la mayoría es
amarillista y por lo tanto histérica y sádica. Pero ha de haber
algo más, sobre todo en la cadena que, desde que está un tal Enric
Hernández al frente de Información y Actualidad, es dócil portavoz
de las órdenes de Sánchez e Iglesias. (Nos han informado con
profusión del ruido padecido por éste, pero apenas nada de las
vicisitudes judiciales de su partido.) Esas noticias infladas, que
suscitan un pavor continuo, son las responsables de que cada vez más
países desaconsejen pisar España, con el consiguiente quebranto
para una nación sustentada en el turismo y el ocio. ¿La consigna es
dañar más la economía? ¿Destrozar la salud mental de la
ciudadanía? Una ciudadanía atemorizada y machacada no produce, no
rinde. ¿Es eso lo que se busca? No me lo explico. Claro que hay que
seguir siendo prudentes y tomándonos muy en serio la plaga. Pero
¿por qué se oculta siempre lo medio bueno y se subraya o se inventa
lo pésimo? No cabe sino pensar mal, la verdad: nuestros gobernantes,
¿son tan autoritarios que prefieren que el país se vaya a pique
antes que renunciar a nuestra mansedumbre? Sería propio de Maduro o
Trump o Bolsonaro o Erdogan. Esperemos que no lleguen tan lejos. Nada
amansa tanto como el miedo permanente y cerval.