La crisis sanitaria ha
reforzado el poder del Estado sin debilitar, como pretendían
algunos, el del Capital, que a la postre ha salido también
robustecido. Es decir, el presunto virus ha venido a beneficiar el
binomio Estado/Capital en detrimento del bienestar de la gente.
No
sólo, pues, se ha incrementado el dominio del sistema político democrático
que padecemos sino también el sistema económico, que avanza cada
vez más hacia las formas de dinero virtual e ideal más abstractas.
Es el sistema en general, lo que en los años sesenta se denominaba
genéricamente el “establishment” y también el “status quo”,
el que ha salido beneficiado.
Algunos intelectuales no poco
ingenuos saludaban la llegada del virus que, aseguraban, iba a firmar
el acta de defunción del capitalismo, y se alegraban en su fuero
interno de que algo tan diminutamente minúsculo e invisible como un
bichejo como ese ser pudiera cargarse la economía... A la vista está
que no ha sido así, que en todo caso lo que se ha cargado no el
bicho sino la gestión sanitaria de la crisis es la microeconomía,
pero no la macroeconomía digital.
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No Global Tour, obra de Santiago Sierra.
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No, la crisis sanitaria
no ha reforzado el Estado en detrimento de la economía y del
mercado, sino que ha reforzado ambas cosas porque iban en el mismo
paquete: reforzar el Estado era reforzar el Mercado, y viceversa. No
se puede desligar Estado y Mercado, porque son dos aspectos de lo
mismo, dos caras de la misma real y falsa moneda.
El empobrecimiento
innegable de las pequeñas y medianas empresas y negocios no era la
única consecuencia lógica del refuerzo del Estado y de las
políticas del quédate-en-casa-si-no-eres-ensencial, dado que ese
empobrecimiento llevaba aparejado el enriquecimiento de las grandes
empresas tecnológicas informáticas del entretenimiento y la
distracción y los grandes negocios. No hace falta dar ejemplos que
están en la mente de todos.
El futuro en llamas, obra de Santiago Sierra
Pero tampoco podemos
quedarnos en ese análisis superficial. Cuando decimos que se ha
reforzado el poder del Estado/Capital, que simplemente ha cambiado de
manos concentrándose en unas pocas y bien digitalizadas, entendemos
también que se ha reforzado la gestión, vamos a llamarla así, del
tiempo que hacen uno y otro, que es la principal arma de dominio que
tienen sobre nosotros, es decir, la imposición del ideal del futuro,
que viene a decirnos sin cesar que pospongamos la vida, sea lo que
sea, para otro día (si quieres celebrar muchas navidades futuras,
no celebres la presente... y mensajes así por el estilo),
entristeciéndonos, aguándonos la fiesta y amargándonos el día de hoy.
(Igual que hacía la
Iglesia católica, por cierto, que nos prometía la vida verdadera,
la vida eterna sin asomo ni amenaza de muerte ni de condenación en
las calderas de Pedro Botero, la vida ideal pospuesta para después
de la muerte si renunciábamos básicamente a los placeres de la
vida, la única que teníamos, en aras de nuestra salvación o, como
dicen ahora, de nuestra salud).
Dejar la vida para otro
día supone postergarla para un momento que no pertenece al presente,
sino que se proyecta indefinidamente en el futuro, dado que el futuro
es por esencia procrastinación: mañana es siempre pasado mañana,
lo que significa que mañana es nunca.
Ahora no es el momento de
amar, de buscar la verdad, de crear, de experimentar la libertad y de
vivir en definitiva porque hay algo que nos lo impide, llámese
virus, cambio climático o como quiera llamarse: eso es lo esencial
que dice el Estado que vela por nuestra salud con consejos
paternalistas de las autoridades sanitarias, por las buenas, o por
las malas con la "actuación" de los cuerpos y fuerzas de seguridad del
Estado.
El reforzamiento del
Estado implica que el dominio del futuro sobre el presente se hace
más sólido, pues siempre habrá alguna nueva crisis que el Estado
tendrá que resolver antes de que la gente pueda, finalmente, vivir,
pero esto implica también que luchamos contra el Estado/Capital cada
vez que vivimos no voy a decir “el presente”, sino ahora, aquí
y ahora, cada vez que conseguimos razonar, desear, crear, luchar,
experimentar la libertad a pesar de todo sin confiar en ningún
mesías salvador o salvífica vacuna.