martes, 21 de enero de 2025

Trastocando el nombre de las cosas

El historiador bizantino Procopio de Cesárea -no entiendo muy bien por qué se empeñan en escribir y decir Cesarea, a la pata la llana-, que vivió en el siglo VI de nuestra era, nos advierte de que hay mucha gente que no llama a las cosas por su nombre, al pan pan y al vino vino, como diríamos a lo castizo, sino que trastoca -o trastrueca, del compuesto verbal tras-trocar, que es más exacto pero duro de pronunciar y al oído-, el nombre de las cosas, y las denomina no con otra palabra cualquiera al albur sino, precisamente, con la que significa lo contrario. 
 
Procopio, que escribió en griego antiguo, en su Historia de las Guerras de Justiniano, obra magna que se compone de ocho libros, puso la frase en un discurso en boca de uno de sus personajes (libro VII, capítulo 8, parágrafos 16-17), un hombre indignado cuyo nombre propio poco importa ahora. El motivo de su indignación tampoco viene mucho al caso ahora mismo ni anula la validez de la afirmación fuera del contexto en que se profirió, por lo que puede aplicarse de modo general.
 
ἐγὼ μὲν οὖν τοῦτο οἶδα, ὡς τῶν ἀνθρώπων ὁ πολὺς ὅμιλος τὰ τῶν πραγμάτων ὀνόματα μεταβάλλουσιν ἐπὶ τοὐναντίον. 
 
La frase en cuestión resuena entre nosotros así en la estupenda traducción al castellano de Francisco A. García Romero, publicada en la Biblioteca Clásica Gredos: Lo cierto es que yo sé que los seres humanos en su mayoría cambian el nombre de las cosas para que signifiquen lo contrario
 
No se trata, pues, de cambiar simplemente el significado de las palabras -el nombre de las cosas-, sino de hacerlo para imponerles el sentido contrario del que tenían. 
 
La frase de Procopio se ha traducido y ha circulado por escrito en muchas de nuestras lenguas. La tradujo al latín en el siglo XVII Claude Maltret así: Equidem scio a plerisque inverti rerum nomina, et in contrarium omnino accipi
 
Lo que en inglés suena así, tal como lo entendió H. B. Dewing: Now I, for my part, know this, that the great majority of mankind twist and turn the names of things until they reverse their meaning
 
En le lengua de Molière puede decirse de este modo, según una traducción francesa cuyo autor desconozco: Je sais bien qu'il y a plusieurs personnes dans le monde qui changent les noms des choses, et qui leur en imposent de tout contraires à leur nature
 
En la lengua de Dante, así lo tradujo Domenico Comparetti: Ben lo so io che la massa degli uomini suol trarre i nomi delle cose a significato dei tutto opposto

Si buscamos algún antecedente lejano de esta fórmula, podemos encontrar uno, aunque un tanto remoto, en Tucídides, Guerra del Peloponeso, III, 82, 4, donde el historiador reflexiona sobre las consecuencias funestas de la guerra civil y dice: καὶ τὴν εἰωθυῖαν ἀξίωσιν τῶν ὀνομάντων ἐς τὰ ἔργα ἀντήλλαξαν τῇ δικαιώσει, que Adrados tradujo: Cambiaron incluso, para justificarse, el ordinario valor de las palabras
 
Encontramos otro antecedente, esta vez latino, en las palabras que Tito Livio en el libro VIII de Ab urbe condita, capítulo 4, pone en boca del pretor Anio, que dice: facile erit explicatis consiliis accommodare rebus uerba (será cosa fácil, una vez desarrollados nuestros planes, adaptar las palabras a los hechos). El maquiavélico Maquiavelo, como no podía ser menos, recoge estas palabras en sus comentarios a Tito Livio y comenta que son sin duda muy certeras y que deberían hacerles las delicias a todos los príncipes y repúblicas de este mundo. ¿Qué quiere decir esto? Que hay que actuar, que el fin justifica los medios según el príncipe del maquiavelismo, y que ya se preocupará uno luego de encajar las palabras que justifiquen la actuación con los hechos. 
 
 
 
La idea ha resonado y sigue resonando en varias lenguas modernas, y la recogerá George Órgüel en su neolengua en el siglo XX, formulando sus célebres “la guerra es paz” y “la libertad esclavitud”. En Más neolengua orgüeliana hemos analizado el "beneficio maléfico" a propósito de los fármacos que pretendiendo curar enfermedades provocan efectos adversos y perversos más graves que el mal que combatían. Y cómo en el Ministerio de la Verdad se preconizaba que lo bueno era malo y, viceversa, que lo malo era bueno, así como que la verdad era posverdad, o sea, mentira. Y en Universo orgüeliano propusimos añadir a la célebre tríada -guerra es paz, esclavitud es libertad e ignorancia es sabiduría, en lugar de fuerza- una nueva fórmula que nos enseñó la Organización Mundial de la Salud a raíz de la invención de la enfermedad del virus coronado: health is disease, o sea, la salud es enfermedad (asintomática). 

lunes, 20 de enero de 2025

Lunes tristón

    Hoy, 20 de enero de 2025, se celebra el día de Saint Blue Monday o San Lunes Tristón. Triste lunes, el día más triste del año, porque es una repetición de lo mismo. Este, en efecto, es como todos los lunes pero un poco peor, si cabe, para los que consideramos que es el comienzo de la semana laboral, la vuelta al tajo, porque se reinicia la institución de la Semana, es decir se repite su perverso ciclo. Y la Semana es la institución del Tiempo por excelencia, y al decir del Tiempo estamos diciendo de la maquinaria del Estado y también de Dios, que creó el mundo en siete días, lo que implica que los días ya existían antes de que Él creara el universo. 
 
    La única división del tiempo que no tiene ningún fundamento natural, sino puramente convencional, es la semana de siete días que padecemos, y que sin embargo sentimos como si fuera lo más normal y aun preternatural del mundo, tanto que ya existía el primer día antes de la Creación, según la Biblia, y antes de que Dios creara la luz, lo primero de todo, separándola de las tinieblas. 
 
    Los romanos y los griegos antiguos no la conocieron ni sufrieron en sus calendarios hasta que Constantino el Grande, según las crónicas, la estableció en el año 321 después de Cristo. Su fundamento es claramente religioso: su origen, como queda dicho, está en las sagradas escrituras de la cultura judeocristiana.
 
    Los días de la semana no tienen nombres de dioses romanos, como podría parecer a primera vista, sino de astros que fueron bautizados con dichos nombres: la Luna, nuestro satélite, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno, cinco planetas de nuestro sistema solar, y el propio Sol como epicentro de dicho sistema. 
 
 
 
    ¿Por qué? Porque cuando se estableció la semana eran los astros conocidos dentro del sistema establecido por Ptolomeo para describir el universo geocéntrico. Ptolomeo, en efecto, creía que la Tierra era el centro a cuyo derredor giraban la Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpiter, Saturno y el propio Sol. Esta concepción estuvo vigente hasta que en el siglo XVI fue desplazada por la heliocéntrica de Copérnico. 
 
    Hay cierta polémica sobre cuál es el primer día de la semana, si el domingo, como sugieren algunos calendarios, o el lunes. En 1988 se firmó una convención internacional que establecía, entre otras cosas, que la semana comenzaba el lunes, de donde viene su tristeza, y finalizaba el domingo, de ahí la falsa alegría del 'fin de semana'.​ Sin embargo, en los calendarios litúrgicos y en algunos países, la semana comienza el domingo, como sugieren los nombres griegos y portugueses de los días, lo que no impide que la institución complementaria del Fin de Semana, que nunca ha supuesto el final definitivo de la semana institucional, incluya el sábado y el domingo, pensándose ya en incluir el viernes. 
 
    Pero volviendo a lo de hoy, lunes 20 de enero de 2025, dicen que la depresión que se produce hoy, tercer lunes de enero, el mes de Jano que cierra un año falsamente viejo y abre otro, que es el mismo, falsamente nuevo, se debe a que estamos en invierno, pese al calentamiento global del cambio climático, y hace mucho frío, tanto que si nos descuidamos se nos hiela el alma, hemos atravesado el ecuador de la cuesta de enero por lo que arrastramos las deudas adquiridas en la Navidad consumista y uno ve cómo el salario no va a llegar a fin de mes, pese a la anunciada subida de los sueldos, ya que también lo han hecho, adelantándose, mucho más los precios al consumo, y porque uno se siente frustrado y fracasados todos sus planes y propósitos de cara a un año que se anunciaba como distinto, otra institución mentirosa como ella sola en lo que a su pretensión de novedad se refiere, el Año Nuevo, que de novedoso, como el propio lunes, no tiene nada. De ahí la inmensísima tristeza
 
    Dicen que el Lunes Tristón no tiene ninguna base científica. Y, en efecto, no la tiene. Es verdad. Es un invento comercial, que se pretende contrarrestar con el consumismo de las rebajas de enero donde el consumidor se realiza y se consume. Cualquier día de la semana puede ser el día más triste del año, no hace falta que sea lunes, puede ser, por ejemplo, domingo, como en la preciosa  y triste canción Gloomy Sunday ('Domingo Sombrío'), de la que cabe destacar, para escuchar en este lunes tristón y conjurar la tristeza con la tristura,  entre las muchísimas versiones la poderosísima interpretación de Diamanda Galás, la canción húngara que se convirtió en el himno de todos los suicidas. 
 

    Escuchemos ahora la versión más amable pero no menos triste de Billie Holiday con subtítulos en castellano.
 
 

domingo, 19 de enero de 2025

Sonata de la princesa desencantada

La princesa pasea en satinadas páginas 
 su tristeza infinita por la prensa ilustrada. 
 
Ha perdido el tesoro de la dicha lozana 
y ha perdido el encanto de su prístina gracia. 
 
Como el ánima en pena de afligida mirada, 
se ha quedado en los huesos descarnados del alma. 
 
 Sin querer, su amargura sale por las pantallas. 
Y en sus labios aflora la sonrisa forzada. 
 
Por su cabeza, testa que ha de ser coronada, 
pasarán tantas cosas: sabe Dios lo que pasa. 
 
Caen, gotas de lluvia silenciosas, sus lágrimas, 
melancólicas notas de una triste sonata. 
 
Heredera del trono, la futura monarca,
será Jefe de Estado y sus Fuerzas Armadas.
 
 
Bajo sus pechos late, palpitante, la infancia, 
libélulas que añoran felices cuentos de hadas,
 
y príncipes azules, carrozas y fantasmas, 
castillos en el aire, e imperatrices de Austria. 
 
 ¿Qué tendrá la princesa que se ve atrabiliaria? 
¿Un amor imposible transido de nostalgia? 
 
¿Sabrá su alteza algo? ¿Intrigas cortesanas? 
¿Un secreto de Estado? Quizá no sepa nada.
 
 ¿Ha comprendido acaso, reina desengañada, 
 que el rey está desnudo, como en la vieja fábula? 
 
¿Ha descubierto acaso, mohína y cabizbaja, 
que el vil metal y no otro es el solo monarca? 
 
 A ella, que era plebeya y hasta republicana, 
la corona le pesa como imperiosa lápida. 
 
 Sobre el trono futuro de todas las Españas 
la espada de Damocles pende desenvainada.

sábado, 18 de enero de 2025

Las niñas de tus ojos

 


 La palabra pupila procede del latín 'pupilla', que es el diminutivo de 'pupa', palabra que significa “niña” y también “muñeca” (de donde el francés 'poupée'). Tenemos también la forma masculina "pupillus", diminutivo de "pupus", que significa "niño", origen de nuestro pupilo, que desde antiguo se define en castellano como 'menor de edad so tutor", por ejemplo en Nebrija, es decir como huérfano menor de edad respecto de su tutor. ¿Hay alguna relación entre las pupilas del ojo, esas “aberturas situadas en el centro del iris, por las que entra la luz en el ojo”, como las define el diccionario, y las muñecas o las niñas que la palabra significa? 

Alguna relación parece que tiene que haber para que haya esa equivalencia y eso sea así. Cuando miramos, en efecto, a los ojos a la persona que tenemos en frente, nos vemos reflejados en su pupila como en un espejo: vemos en el agujero, por donde le entra la luz al ojo, nuestra diminuta figura, reducida, como si se tratara de un muñeco. 

Comenta Corominas, a propósito de la palabra castellana “niño”, creación expresiva del romance antiguo “ninnus”, que la alusión a la pupila de “niña del ojo” es una metáfora internacional, presente en latín, en griego (κόρη) y en egipcio arcaico, y que se halla extendida por lenguas de las más varias familias en todo el mundo, y que se explica por nuestra imagen reflejada en la pupila del interlocutor. 

Uno no puede verse a sí mismo si no es a través de un espejo, y de alguna manera la pupila del ojo ajeno es el primer espejo en el que nos reflejamos, mucho antes de que se hayan inventado los espejos y hayamos descubierto en el agua nuestro reflejo como Narciso. 

No puede conocerse uno a sí mismo como ordenaba el frontón del templo de Apolo en Delfos (nosce te ipsum, en latín, γνῶθι σαυτόν, en griego) porque uno no puede ser al mismo tiempo sujeto y objeto de conocimiento. Como escribimos a este propósito una vez: "Si me propongo conocerme a mí en persona, / -¡conócete a ti mismo! como manda Apolo-, / me parto en dos: conocedor y conocido, / y pierdo, esquizofrénico, el conocimiento".
 
No podemos, pues, conocernos a nosotros mismos, pero sí quizá reconocer de alguna manera en las niñas de otros ojos los niños o muñecos que, pese a todos los pesares, seguimos siendo.

viernes, 17 de enero de 2025

Brevedades

Adiós, se cumple mi destino: ningún deleite juvenil me acompaña en la edad senil sino el fuego, el lecho y el vino, escribe Ronsard cuando siente que envejece.
 
Los medios informativos no informan de lo que sucede. Su objetivo es otro: la puesta en forma y horma de una opinión pública conforme con el poder establecido.
 
Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor, verdadera, según Manuel Machado, poesía popular.
 
Para que vivas con la tranquilidad de tenerlo todo previsto. Lema de un seguro de vida, en realidad de muerte, camuflada como deceso, 'partida' originariamente.
Los defensores del Estado de derecho creen ingenuamente que sirve, como si fuera un Dios bondadoso, de dique de contención contra el ánimo de lucro del mercado.
 
La política que hacen los políticos profesionales en el gobierno consiste en convencer al electorado de que no hay más ni mejor alternativa que lo que hay.
 
El Ingreso Mínimo Vital mantiene una bolsa suficientemente amplia de consumidores básicos para que puedan pagar sus facturas, conteniendo así su descontento.
 
 Más control que nunca, gracias a la tecnología, con resultados inmejorables desde que llevamos el chip del móvil encima como apéndice o prótesis incorporada.
 
Hay un turismo necrófilo que visita Auschwitz, la Zona Cero, Chernóbil, Fukushima... y frecuenta cementerios; sus clientes pueden sentirse vivos entre muertos.
 
La Nochebuena se vino, la Nochebuena se fue, y nosotros nos iremos un día y no volveremos más, pero seguirán yendo y viniendo, año tras año, las Nochebuenas.
 
Cuando alguien cuestiona la fe de alguien, sea religiosa o sea científica, que es su moderna epifanía, este último se siente atacado en lo más hondo de su ser.
 
La culpabilización del varón, feminicida en potencia, enfrenta a ambos sexos, cuando el conflicto surge entre explotadores y explotados, sean hombres o mujeres.
 
La mitad del tráfico que fluye por la Red Informática Universal no es de personas sino de robots, y la otra mitad son personas, usuarios, que obran cual robots.

jueves, 16 de enero de 2025

Del ejército en general y del romano en particular

Un libro de texto de Latín decía hace unos años a propósito del ejército romano algo que se revela enseguida como mentira a poco que se analice: El ejército romano nació como una milicia campesina necesaria para hacer frente a los ataques de los pueblos limítrofes.

 Columna de Trajano, Roma

Según eso, la creación del ejército romano fue un hecho meramente defensivo. Se da a entender con ello que los campesinos romanos se unieron y ejercitaron por motivos exclusivos de defensa, argumento que recuerda a la pretensión moderna de los Estados del carácter defensivo y aun pacificador de sus ejércitos mercenarios y profesionales. De hecho los antiguos Ministerios de la Guerra, que así se llamaban cuando a las cosas se las denominaba por su nombre, y al pan se le decía pan y al vino vino,  se rebautizaron enseguida en la neolengua orgüeliana como Ministerios de Defensa, que es como se les dice todavía. 

Tan engañosa como la pretensión pacifista de los ejércitos, y del propio dios Marte pacificador y la llamada "pax Romana", hoy actualizada como "pax Americana", es la contraposición de armas "defensivas" y "ofensivas", dado que las armas son esencialmente ofensivas siempre, por lo que no hay ningún ejército que defienda honestamente la paz.

¿Acaso, me pregunto yo, los campesinos romanos no atacaron nunca a los pueblos limítrofes? La historia de Roma revela que sí. De hecho el ejército romano fue el instrumento de dominación que sirvió para someter a los pueblos vecinos, y no para defenderse de ellos, dado que su carácter ofensivo, más que defensivo, resulta consustancial con él. También fue un agente de romanización dado que uno de sus alicientes, además de la adquisición de la ciudadanía romana, era el reparto de las tierras conquistadas. Los veteranos, como se sabe, una vez licenciados, recibían tierras como recompensa por su dedicación a las armas, lo que unido a la soldada o stipendium y a los donativos que ofrecían los generales como fruto del botín de las ciudades conquistadas para mantener contenta a la tropa constituía uno de sus mayores incentivos.

El propio Tito Livio en su monumental historia de Roma, le atribuye a Rómulo, su primer rey, divinizado y resucitado las siguientes palabras dirigidas a sus conciudadanos (Ab urbe condita I, 16, 7): Vete, y anuncia a los romanos que los que habitan el cielo desean ('Abi, nuntia,' inquit 'Romanis caelestes ita uelle)  que mi Roma sea la dueña y señora de todo el mundo;  (ut mea Roma caput orbis terrarum sit) por ello, que se dediquen al arte militar, (proinde rem militarem colant) y que sepan, y así lo hagan saber a sus descendientes (sciantque et ita posteris tradant) que ningún poder humano podrá resistir a las armas romanas (nullas opes humanas armis Romanis resistere posse.')

 

miércoles, 15 de enero de 2025

Del triunfo

Vivimos en una sociedad competitiva en la que se valora sobremanera la figura del triunfador según el ideal norteamericano del self made man u hombre que se ha hecho a sí mismo y que ha tenido éxito en la vida superando todos los obstáculos que se le han interpuesto.  

Suele considerarse que la victoria es siempre superior moralmente a la derrota, que los que triunfan en los negocios, en la política, en el mundo artístico o en cualquier otro ámbito es porque son superiores, en detrimento de los vencidos, que fracasan porque se lo merecen. 

Ya lo dice la copla, cuyo remate final le parecía a don Juan Eugenio Hartzenbusch "un blasfemo disparate": Y vinieron los sarracenos, y nos molieron a palos; que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos. Frente a esta lógica que podríamos llamar deportiva de que los triunfadores son los mejores, hemos hecho en este arcón alguna vez la apología del valor de la derrota y de las causas perdidas, más nobles que las triunfadoras.

Vamos a centrarnos ahora en la etimología de la palabra latina “triumphus”, que ha triunfado, nunca mejor dicho, sobreviviendo en las lenguas romances a la ruina del latín, que a pesar de ser una lengua “muerta”, como maliciosamente recuerdan los defensores a ultranza de las lenguas “vivas”, es una lengua que sobrevive en la mayoría de las actuales. Los siguientes términos son algunos vestigios que atestigan la supervivencia del “triumphus” latino (en latín arcaico triumpus sin aspiración): castellano, gallego y portugués triunfo, catalán triomf, francés triomphe, italiano trionfo y rumano triumf; así como inglés triumph, y alemán por partida doble Triumph y Trumpf (en el juego). 

En Roma había una ceremonia del triunfo, que consistía en un desfile solemne que se le concedía a un general victorioso que, coronado de laurel, símbolo de la victoria, y vestido con la tunica palmata y la toga picta, subía al Capitolio en un carro tirado por cuatro caballos blancos, mientras la multitud prorrumpía en gritos jubilosos de io triumphe!, y los soldados que tomaban parte en el desfile entonaban cantos elogiosos o satíricos sobre su general. Probablemente, la misteriosa palabra que gritaban "triumphe" dio nombre a la propia ceremonia. De este significado concreto de “desfile militar solemne” se pasa a los genéricos abstractos de “triunfo” y “victoria”. 

Arco de triunfo de Tito (Roma)

Tradicionalmente se ha interpretado el triumphus latino, a falta de mejor genealogía, como un préstamo del θρíαμβος (thríambos) griego, pero fonéticamente es harto difícil demostrarlo si no es a través de un intermedio etrusco, y aun así no está muy clara la relación. En griego antiguo, θρίαμβος era un “himno que se cantaba en las bacanales en honor del dios Baco”, por lo que no resulta muy explicable cómo un término dionisíaco como éste habría llegado a ser un grito militar de exaltación triunfal de Marte, dios de la guerra. Es cierto que en griego moderno θρίαμβος signficia “triunfo”, “éxito”, y que en griego clásico se traducía el triumphus latino por θρίαμβος, pero esa equivalencia antigua que se dio pronto entre las dos palabras, no conllevaba una relación etimológica.   

Por todo ello, cabe la posibilidad de que el triumpus mejor que el triumphus no sea un préstamo griego adaptado malamente a la fonética latina, como se ha creído, sino el imperativo de un verbo *iumpere que significaría “saltar” precedido del prefijo numeral “tri”, tres veces, como propuso Richter. Tal verbo no está documentado por escrito en latín, pero sería hermano del ingles jump “saltar”, o de una variante suya *umpere, como propone García Calvo en su “Nueva interpretación del carmen arval”, que se publicó en la revista Emérita, vo. XXV (1957), páginas 387-448, y que no ha tenido mucha repercusión internacional por aquello de “Hispanicum est, non legitur”, que sería un desarrollo de la conocida raíz indoeuropea *up con infijo nasal, como en inglés up “arriba” con sus correlatos latino SVPER y griego ὑπέρ, y que podría relacionarse también con las formas expresivas castellanas (a)úpa, y aupar

Fragmento de la inscripción donde aparece el Carmen.


Según dicha interpretación, triumpe se traduciría por "brinca o salta tres veces", y sería el colofón de la danza guerrera ejecutada por la cofradía de los hermanos arvales que formaría parte del desfile de la victoria de los generales romanos. Es cierto que no tenemos en latín el verbo *triumpere, y sin embargo sí que tenemos triumpare, que habría venido a sustituirlo a la vez que se incluyó en el vocabulario el sustantivo triumpus: el paso de /p/ a /ph/, es decir la aspiración de la oclusiva labial sorda y posterior conversión en fricativa /f/, es bastante trivial, como demuestra el caso de sulpur/sulphur/sulfur, que es el viejo nombre del azufre. El griego κόλπος “seno de una persona”, pasó al latín colpus, y de ahí se aspiró a colphus, y de ahí al latín vulgar colfus, de donde nuestro golfo, para referirnos a una gran ensenada marina que se adentra en la tierra entre dos cabos y a la anchura del mar.



El Carmen Aruale o Cántico de los hermanos arvales es el documento escrito más antiguo de la lengua latina. Sus versos se repiten siempre tres veces, y tenemos la noticia de que su ejecución  se acompañaba de una danza de la cofradía: el tripudio que consistiría en tres pasos de baile. 

He aquí el texto original del Cántico según la interpetación de Agustín García Calvo, cuya letra cantó Chicho Sánchez Ferlosio a ritmo de rocanrol en su disco A contratiempo: E NOS, LASES, IOVATE / NE VELVE! RVE, MARMAR! SIN, SIN CVRRERE! INPLE ORIS! / SATVR FV! FER, E MARS! LIMEN SALI! STA, BERBER! / SE MVNI SAL! STERNE! I, ADVOCA! PET CONCTOS! / E NOS, MARMOR, IOVATO! / TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! 

Su traducción sería aproximadamente algo como esto: ¡Eh, ayudadnos, dioses Lares! ¡No des más vueltas! ¡Arrójate, Mármar! ¡Deja, déjanos correr! ¡Llena los oídos! ¡Vé y hártate! ¡Adelante, eh, Marte! ¡Salta el umbral! ¡En pie, Voceador! ¡Salta la muralla! ¡Derriba y arrasa! ¡Ea, llama a tu lado! ¡Lánzate a por todos juntos! ¡Eh, ayúdanos por siempre, Mármor! ¡Tres veces brinca, brinca, brinca, brinca, brinca!

martes, 14 de enero de 2025

Varia uariorum

Totalitarismo. -Phillip Allot, un exdiplomático británico y profesor de la Universidad de Cambridge, ha dejado dicho algo que es importante partiendo de alguien que forma parte, como él, del tinglado del status quo: La democracia y el capitalismo son sistemas más totalitarios que el nazismo o el estalinismo. Explica el profesor que tanto la democracia como el capitalismo son sistemas que contienen en sí mismos sus propios valores que pretenden imponerse a la totalidad de la población. Esto obliga a que se acepten sin la menor resistencia crítica, sin rechistar. La opinión de la mayoría no admite discusión, se impone a todos. Si lo cree la mayoría es verdad; todos debemos aceptarlo. De lo contrario, no somos demócratas. Según el exdiplomático “el totalitarismo tradicional” se caracterizaba por controlar a las personas por la fuerza y la violencia -así el nazismo y demás regímenes fascistas, así el estalinismo-, pero la gente podía pensar lo que le viniera en gana en su fuero interno, mientras que bajo el sistema democrático y capitalista de dominación vigente no tenemos libertad de pensamiento ni de actuación porque tememos ser tachados de terroristas, antidemócratas, incorrectos políticamente, fascistas de la extrema derecha, anarquistas... Se trata de un autocontrol impuesto y asumido total, totalitario, que acaba con el libre pensamiento. No hay un dictador externo: el dictador está dentro. Si no pienso como la mayoría, no soy demócrata, no soy del bando de los buenos... Hasta nuestros deseos más íntimos están determinados y condicionados por el sistema interiorizado de dominio; sólo somos capaces de desear lo que la mayoría -manipulada como está- desea que deseemos, y eso es algo increíble que no había sucedido nunca hasta ahora en la historia de la humanidad. 
 
 
Ideoclasta/Iconoclasta. -Decía don Miguel de Unamuno que de todas las tiranías, la más odiosa era la de las ideas, y que no había cracia más aborrecible, por lo tanto, que la ideocracia. Decía que uno tenía que ser dueño de sus ideas, no su esclavo. Quizá, decía, era inevitable tener ideas, como ojos y manos, pero había que conseguir no ser tenido por ellas, liberarse de la esclavitud de las ideas fijas, estereotipadas, dogmáticas. Pensar es desembarazarse y abortar las ideas que tenemos. Unamuno declara aborrecer toda etiqueta, pero acepta la de ideoclasta, la de rompedor de ideas. "¿Que cómo quiero romperlas? Como las botas, haciéndolas mías y usándolas". Hoy en pleno siglo XXI, quedan muy pocas ideas, aunque sigue habiéndolas. En lugar de ellas nos venden e imponen imágenes que atrofian la imaginación y aumentan nuestra fe en la realidad. Por eso se impone la iconoclastia. Ideoclasta, de hecho, es un neologismo creado a partir de iconoclasta: rompedor de imágenes, es decir, de íconos. Iconoclasta: El que destruye los ídolos que producen en nosotros una admiración religiosa que supone sometimiento, que nos imponen cánones, modelos de conducta, pautas. Los ídolos son estrellas de la música, políticos, actores, top-models de alto standing, o santones revolucionarios. En nuestra época todas las imágenes, hasta las más inofensivas, han alcanzado la categoría de íconos reverentes, de imágenes sagradas, de "santos" como decía una abuela mía, a las que se rinde culto y veneración. Iconoclasta o ideoclasta. Es lo mismo. Destructor de todas las imágenes o ideas recibidas, impuestas, inculcadas, reales dentro de su esencial falsedad. 
 

 
Democracia: Democracia no ha habido nunca en Occidente, pese a ser el nombre del régimen de dominio político existente, ni siquiera en la antigua Grecia, donde se inventó la contradictoria palabra: se llama democracia a una forma sofisticada de gobierno por la cual la oligarquía, es decir la minoría poderosa, impone sus deseos al pueblo que, bajo este régimen, obedece voluntariamente mejor que bajo cualquier otro yugo impuesto, porque, engañado por el trampantojo de la palabra, se considera soberano y cree que es libre y dueño de su destino. 

 
La lengua de arriba y la de abajo. La lengua no es de los que mandan, porque gratuita como es es de todos y no es de nadie, pero los que mandan, que son por otro lado los más mandados, a través de escuelas y academias, leyes y decretos, ministerios y medios de comunicación a su servicio, básicamente a través de la escritura y la cultura, se apropian de ella dictando decretos y normas ortográficas, unificando las diversas hablas, el lenguaje corriente y moliente, regulándolo e imponiéndoselo a la gente. En todos los idiomas se da esta lucha entre la lengua de arriba, que es la de la administración, y la lengua de abajo, que es el habla vernácula, materna, la lengua de verdad que habla la gente de la calle. La lengua de arriba, la lengua impuesta a través de la escritura, no deja de ser un dialecto, una jerga culta -política, económica, jurídica, burocrática, científica, filosófica, literaria- que está fabricada para subyugar a la gente y justificar a través de maestros y profesores desde la escuela primaria hasta la universidad la necesidad de la imposición y del gobierno, y está en perpetua guerra en todos los idiomas de Babel contra la lengua vulgar, la que no es necesario que nos enseñe nadie, la que se aprende sola, la que sólo sabe decir ¡no! una y otra vez, todas las que haga falta, a lo que está mandado.
 
La torre de Babel, Pieter Brueghel el Viejo (1563)

lunes, 13 de enero de 2025

Coplas variegadas

Tancas 


Esperando un tren / que no acaba de llegar/ nunca a la estación, / donde se paró el reloj / pero sigue andando el tiempo.

 oOo
Torpe, con los dedos / cuento sílabas, los pasos / con los que anda el verso. / Y hallo rimas al albur / que despiertan nuevos ecos. 
oOo
 Ha vuelto a brotar / la fuente que se secó / gloria verla da. / ¡Cuánto alegra el corazón / su agua viva y manantial! 
oOo
 Entro en el invierno / y entra así el invierno en mí, / ya señor mayor. / Mas prímulas otra vez / vuelven de oro a florecer. 
oOo
 Triste, triste está / la princesa de Rubén / sin razón de ser. / ¿Presiente que nunca va / su cabeza a coronar?
 oOo
 Propone el gobierno / incremento salarial: / más dinero al mes / que asegure un porvenir / de futuro al por mayor.
oOo
Niño, oía yo: / "Cuando seas tú mayor, / vas a ver, verás". / Pero yo ya soy mayor, / muy mayor, y apenas veo.
 

 
Coplas goliardescas
Invierno,  Leo Piron, (1940)
 
  Son “Estado” / y “mercado” / una rima consonante, / que se acopla / en la copla / goliardesca y resonante. 
 
 El mercado / y el Estado / son dos caras de lo mismo, / ordinarios / funcionarios / ambos del capitalismo. 
 
Don dinero, / lo primero, / crea el mundo y hace al hombre. / Bien contante / y sonante, / pone a todo precio y nombre.
 
 Jaicus o jaicús 
 
Érase una vez / que jamás pasó, si mal / no recuerdo yo. 
 
No dejes entrar / al futuro acosador / que va en pos de ti. 
 
El pasado vuelve / porque no ha pasado aún, / acechando está.
 
 He perdido al fin / personal mi identidad: / cabra sin crotal.
 
 No me deja en paz, / me persigue el niño aquel / que era y ya no soy.
 
 Qué gozo me dio / lo que no esperaba ya / que iba a suceder.
 
 ¡Cuántas ilusiones! / Vanas pompas de jabón. / ¡Qué desilusión!
 
 Ver para creer / como el buen santo Tomás, / que creyó que vio.
 
 ¿Qué ha pasado? ¿Qué? / ¿Qué ha pasado y ya pasó? / ¿Ha pasado algo?
 
 ¿España avanza?/ ¿Hacia dónde esa señora / se cree que va?
 

 No sabe volar, / pájaro de jaula que es / y enjaulado está. 
 
Yo, pobre de mí, / no he visto el rostro de Dios, / pordiosero soy.
 
  Sobre el valle aún / una densa niebla que / no disipa el sol. 
 
Se ha helado el agua, / todo cubierto de escarcha, / congelada el alma.
 
Ha salido ya / la luna llena de enero, / gélida, invernal. 
 
Un incendio atroz: / arde en llamas el hogar, / dulciamargo hogar.

domingo, 12 de enero de 2025

La tentación de Cristo

Andaba un poco errático el otro día el Papa Francisco dando consejos un tanto paternalistas a un grupo de monjas dominicas de la Unión de Santa Catalina de Siena de los Misioneros, instándolas a no ser chismosas, evitar caras avinagradas,  ser amables y a hablar con todo el mundo, excepto, insistió mucho en esto... con el Diablo, argumentando que el Señor nunca había hablado con el Diablo. 
 
No mostraba Su Santidad mucho conocimiento de las sagradas escrituras, pues ignoraba o no recordaba, víctima del diagnóstico del doctor Alzheimer, aquel pasaje evangélico (Mateo, 4: 1-10) en el que el Diablo tentó con seductoras promesas a Jesús, que había ayunado durante cuarenta días y cuarenta noches diciéndole que convirtiera aquellas piedras en pan, y Él entonces le dijo aquellas célebres palabras que todavía sirven para contrarrestar a aquellos que dicen que hay que ganarse el pan con el sudor de la frente o como sea, subordinándose a don Dinero, el más poderoso de todos los caballeros: "No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Acto seguido, le ofreció a Jesús llevándolo a un monte muy elevado la irresistible tentación de ser el dueño y señor del mundo, el poder absoluto sobre todos los reinos de esta Tierra que desde aquellas alturas se divisaban. Y le dijo: “Te daré todo esto, si postrándote ante mí me adoras”, cosa que Jesús rechazó diciéndole dos palabras muy bien pronunciadas: “Vete, Satanás”. No se negaba, pues, el Verbo divino a hablar con Satanas, que es el nombre del Diablo, sino que le decía lo que tenía que decirle, que era que no.

 La tentación de Cristo, Vasili Surikov (1872)

    El argumento que esgrime Jesús para declinar la generosa oferta del demonio es que sólo hay que adorar a Dios y servirle a Él. Lo que no sabía era que, con el correr del tiempo, el Diablo se había convertido en realidad en el alter ego de Dios, y que era lo mismo, por lo tanto, adorar al uno que al otro, pero eso no le impedía hablar amablemente con él, oponiéndose así al consejo que, ahora, dos mil años después Bergoglio les daba a las hermanas dominicas. 

 La tentación de Cristo, Ary Scheffer (1854)

    En todo caso, nuestros políticos, poco cristianos ellos, menos cristianos que Jesús, no sólo no rehúsan el poder que les ofrece el Diablo (consistente en 'omnia regna mundi et gloriam eorum', como decía el evangelista: todos los reinos del mundo y su esplendor), sino que lo persiguen infatigablemente, dejándose tentar y sobornar por el Diablo, es decir, por Dios, o, más claramente, por el Dinero, que es lo mismo, al que adoran e idolatran arrodillándose ante los designios del mercado como vulgares teólogos economistas.

sábado, 11 de enero de 2025

Pareceres LXV

316.- Neopuritanismo feminista. La película El último tango en París (1972), dirigida por Bernardo Bertolucci, ha vuelto a ser objeto de polémica cincuenta y dos años después de su estreno, como si fuera una película maldita. La filmoteca francesa iba a proyectarla en París el pasado 15 de diciembre de 2024 dentro de una retrospectiva dedicada al actor norteamericano Marlon Brando, pero finalmente fue suspendida tras las protestas de varias asociaciones feministas, justificando la cancelación como “una manera de calmar los ánimos y ante los riesgos de seguridad". En España no se permitió su exhibición hasta varios años después de la muerte del dictador, en 1977. Muchos españoles, antes de su estreno en nuestro país, cruzaban la frontera para ir a ver la película a Perpignan. En Italia generó un escándalo monumental. Poco después de su estreno en 1972, fue llevada a juicio y considerada "obscena". La justicia ordenó la destrucción de todas las copias existentes, aunque afortunadamente algunas sobrevivieron. La película narra la relación ocasional y anónima que establece un estadounidense recién enviudado con una joven parisina, a la que viola analmente en una polémica escena utilizando mantequilla como lubricante. Durante el rodaje de la escena de sodomía no hay penetración, simplemente se simula, pero la actriz María Schneider, que contaba a la sazón 19 años, afirmó haberse sentido maltratada emocionalmente por el director de la película y por el astro de la gran pantalla Marlon Brando, de 48 años edad. La película la lanzó a una fama que quizá no supo digerir. 
 
 
317.- Fe, esperanza y caridad. Si algo hay que agradecer a los antiguos griegos, entre muchísimas otras cosas, es que ignoraran dos de las tres virtudes teologales cristianas: la fe y la esperanza, no así la caridad, entendida en su sentido etimológico de amor, y no en el cristiano de limosna. Los griegos, en efecto, no consideraron que la fe fuera una virtud, al menos desde los escépticos que lucharon contra todos los dogmas. Y la esperanza, por su parte, era uno de los males que quedó en la tinaja de Pandora, lo último que se pierde, pero que tiene una utilidad considerable, sirve para mantener el status quo, establishment o establecimiento.
 
 
318.- El precio de la vivienda. Leyendo la sátira tercera del poeta Juvenal, que relata los males de la gran ciudad, que era la Roma de su tiempo, la Urbe por excelencia, me encuentro con esta expresión que compruebo enseguida que es de rabiosa actualidad: magno hospitium miserabile y que puede traducirse a bote pronto como 'mísero alojamiento a precio de oro' o 'un hospedaje de miseria cuesta caro', como en la traducción de Bartolomé Segura Ramos que manejo, o en la de Manuel Balasch que consulto ahora mismo: 'Aquí un tugurio misérrimo cuesta un ojo de la cara'. Es una de las razones que empujan al amigo de Juvenal a huir de Roma, cuya decisión aprueba el poeta, aunque lamenta la pérdida de su amigo, y que puede resumirse en tres palabras: omnia Romae cum pretio: En Roma todo tiene un precio. Lo mismo sucede, no nos engañemos, en todos los rincones ya de nuestro mundo globalizado. Y es que, como dice el poeta en un hexámetro y medio: “Cuanto parné cada cual conserva en arcón de caudales, / crédito tanto posee”. Lo que traducimos por “crédito” se dice en latín “fides”, que es el origen etimológico de nuestra fe, entendida como confianza que uno tiene y que a la vez inspira a los demás.
 
 
319.- Amanuense. Se está olvidando el placer de escribir a mano y la caligrafía que lleva su tiempo, porque vivimos en una época en que todo se hace deprisa y mal. Escribir a mano lleva su tiempo y requiere un cierto esmero. Con un teclado todo se puede borrar sin dejar rastro del error, sin máculas y, en definitiva, sin huella humana. Poco espacio le queda ya a la grafología, aquella ciencia o pseudociencia que pretendía entender la personalidad del escribiente según la letra que tuviera, determinando las características generales de su carácter. Primero vino el desprecio de la caligrafía, de aquellos cuadernos que pretendían que nuestra escritura fuera legible, pero enseguida se produjo una rebelión contra la dictadura caligráfíca uniformadora, y se dijo que cada cual debía escribir como quisiera. Finalmente hemos llegado a la imposición uniforme de los teclados, y al hecho de que ya nadie prácticamente escriba con un bolígrafo y a mano una carta, un diario, una frase, ni siquiera, si nos descuidamos, la propia firma, que esa sí que tiene valor como expresión singular de la personalidad. 
 
320.- La certeza y la duda. La duda nace de abajo, es lo que brota en nosotros a poco que nos dejemos llevar mientras que la certeza, las creencias, vienen de arriba, se nos imponen desde las Altas Instancias: nos son impuestas. No venimos al mundo con creencias, sino inmersos en un mar de dudas. Sin embargo, necesitamos aferrarnos a las creencias: da igual a cuáles de ellas: los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez, cuando somos niños, unas creencias que nos imponen nuestros mayores. Necesitamos hacernos la ilusión, pero sabemos que nos están engañando y aun así nos dejamos engañar. Cuando entramos en la sociedad adulta y crecemos, creemos en la democracia, o en la astrología o en lo que sea.Y, en el peor de los casos, creemos que no creemos.