martes, 19 de marzo de 2024

El día que empezamos a perder (la razón)

    Espléndido artículo de Ana Iris Simón publicado en El Periódico Global, alias El País, el 16 de marzo, a propósito del cuarto aniversario del 14-M , "el día en que empezamos a vencer", según la retórica de la propaganda de La Moncloa, y que Ana Iris Simón contratitula El día que empezamos a perder (sin la innecesaria y pedantesca preposición y cambiando la victoria del gobierno por la derrota del pueblo y de la gente), día en que perdimos la razón y empezamos a aplaudir a las ocho al Estado terapéutico que decía protegernos y al gobierno que se jacta ahora de la 'lección de patriotismo cívico' que dio la sociedad española sometiéndose a la dictadura sanitaria. 

 

    "Se cumplen cuatro años del contagio de la covid en España y el Gobierno lo conmemoró el pasado jueves 14-M porque el 8 ya estaba pillado. Lo que comenzó el 14 de hace cuatro años (y duró meses, incluso años) fue la cascada de "medidas anticovid: encierros de dudosa legalidad (niños casi dos meses sin salir y ancianos con enfermedades vasculares que no pudieron moverse), absurdos toques de queda nocturnos de dudosa efectividad, caos territorial que imponía cierres por municipios y comunidades autónomas con niveles de contagio similares, tomaduras de pelo como desrecomendar la mascarilla al principio (porque no había) para después hacerla obligatoria hasta en un bosque solitario, despliegues masivos para fumigar con lejía desde calles hasta playas contra un virus que no se transmitía por las superficies, la grotesca danza legislativa (ahora solo pueden salir a la calle los del perro, ahora los convivientes pero de uno en uno, ahora los niños hasta 12, ahora hasta 14, ahora los viejos, pero solo en tal franja horaria). Todo ello culminado por las presiones para inyectarnos una vacuna experimental a cambio de no ser condenados al ostracismo o a no perder el derecho al movimiento, en mitad de una campaña de desinformación que cada vez exigía más vacunados para alcanzar la "inmunidad colectiva" mientras reconocía menos efectividad a la vacuna.

     Aquellos días vivimos la larga espera de una nueva normalidad sufriendo cada día una nueva anormalidad nacional o internacional, pública o privada: nuevas tasas y pasaportes, prohibido quedarse parado en la calle, prohibido hablar en un autobús, prohibido circular en ambos sentidos en este pasillo, prohibido pasar por caja con el carrito de la compra en la orientación indebida. Al entrar a un bar tiene que ponerse la mascarilla, dar dos pasos hasta la mesa y volver a quitársela. En el coche tiene que conducir con su pareja (con la que convive) sentada en el asiento diagonalmente opuesto. Esperando el metro no pueden sentarse juntos, han de mantener distancia de seguridad hasta que puedan entrar a hacinarse en el vagón. Multas de 500 euros por no hacer la compra en el supermercado más cercano al domicilio, mientras las mismas élites que han pasado años arrasando el comercio local se dedicaban a firmar contratos millonarios en China o Turquía para obtener mascarillas, respiradores y todo aquello a lo que pudiesen pegarle una mordida los satélites de Ayuso o Ábalos.
 
     Hace cuatro años hubo un golpe de Estado neoliberal a gran escala que redujo los ingresos de la clase trabajadora a pesar del tímido escudo social para contenerlo. Pues eran los obreros quienes sufrían las obligaciones de las leyes covid, mientras que los empresarios recibían recomendaciones. Luego los esquilmaban mediante multas exageradas que se cebaban con los más pobres para los cuales era más difícil no transgredir ninguna "normativa covid" sin tener el lujo del teletrabajo, vivienda digna, transporte propio o poder de compra. Llegó a haber personas sin hogar multadas por saltarse el confinamiento.

    En el anuncio conmemorativo que ha lanzado el Gobierno estos días aparece una cuarentena divertida, familiar y nostálgica donde la gente vive en un pisazo con ventanales al exterior, o en amplias casas donde han instalado desde un gimnasio propio hasta un pequeño estudio de pintura. No fue el 14-M de 2020 "el día que empezamos a vencer". como reza la campaña, sino a perder. La cabeza, la dignidad y los derechos fundamentales."

lunes, 18 de marzo de 2024

Variaciones sobre tema presocrático

En el aire
la vida
sentenciada
de muerte.
Aire y fuego y agua y tierra

En el fuego
ardiente
del maldito
infierno.
Fuego y agua y tierra y aire.
 

 Con el agua
al cuello, 
y los labios
sedientos.
Agua y tierra y aire y fuego.

En la tierra
de nadie
que es la tierra
de todos.
Tierra y aire y fuego y agua.

domingo, 17 de marzo de 2024

Más trinos del demonio

El demonio me susurra al oído que Su Santidad el Papa también a veces en su fuero interno, como todo el mundo, se caga en Dios y en todo lo que hay alrededor.
 
 
 
Dice en algún sitio Freud que el derecho en su origen no era más que violencia bruta, por lo que no puede dejar de renunciar al apoyo esencial de la violencia.
 
Tucídides en La historia de la guerra del Peloponeso llama a la guerra “severa maestra” (o “maestro”, porque pólemos es masculino en griego): didáscalo brutal.
 
Un agencia de viajes oferta destinos cercanos y asequibles para no quedarse en casa en Semana Santa a quienes creen que yéndose se van a librar de sus cadenas.
 
El jefe del gobierno teutón instó a los países europeos a producir material militar masivamente a raíz de la amenaza duradera, según él, que Rusia representa.
 
Las relaciones digitales, que acercan a las personas que están lejos pero alejan a las que están cerca, aíslan a los individuos, si cabe, más de lo que están.
 
 
A la sociedad feudal tripartita de laboratores, bellatores y oratores se han sumado ahora, so pretexto de liberación, las laboratrices, bellatrices y oratrices.
 
 Toda decisión, etimológicamente, es tajante dado que decidere significaba en latín 'cortar de un hachazo, guillotinar hasta degollar a la víctima sacrificial'.
 
Alerta de la Agencia Estatal de Meteorología ante la previsible amenaza de una intensa ciclogénesis explosiva: confinamiento domiciliario: quédate en tu casa.
 
 La Unión Europea y la comunidad científica, según el Periódico Global, “trabajan en la prevención para el futuro”: prevenir el futuro es hacer que se presente.
 
 
Confesémonos, por lo que pueda acontecer, antes de cometer el pecado que vamos a ejecutar irremisiblemente a fin de que Dios, Nuestro Señor nos coja confesados.
 
 Memoria histórica: Planteémonos esta cuestión: ¿por qué nos obligaron a llevar mascarilla durante la pandemia si no había evidencia científica que lo avalara?

No es que os tomaran el pelo con el bozal pandémico, ni que la pandemia toda fuera la sarcástica tomadura de pelo que fue, sino que fue peor: os lo creísteis.

Un idiota es un idiota. Dos idiotas son dos idiotas. Diez mil idiotas son un partido político”. Aunque no lo escribió Kafka, no deja de ser cierto sin embargo.

 Net zero emissions. ¿Emisiones cero neto para un futuro sostenible? ¡Toma futuro que se sostenga! Dijo el demonio soltando un fétido pedo infernal insoportable.

sábado, 16 de marzo de 2024

"Mariposa en cenizas desatada"

    Escribía mi admirado Juan Manuel de Prada un artículo titulado Macaón en su columna Animales de Compañía, publicado en XLSemanal, donde confesaba que cuando era niño había sido coleccionista de mariposas, que cazaba durante sus vacaciones de verano en Verín (Orense). Recordando aquellos días de la infancia escribe con fervor sacramental: Eran veranos alumbrados por un sol eucarístico que se posaba sobre las mariposas y las transmutaba en joyas refulgentes de pedrería.

    Pero entre todas las mariposas había una, la Papilio Machaon, que era el cromo que siempre faltaba para completar la colección del álbum, la más difícil de conseguir, que compara, haciendo gala de otro símil religioso muy de su gusto, con una llama de Pentecostés, cuando los discípulos de Jesucristo fueron poseídos por el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el quincuagésimo día después de la Pascua.

    Alguna vez -escribe- pude contemplar con detenimiento la majestad de una macaón en reposo: mientras libaba las flores, extendía su envergadura casi mitológica y mostraba los ocelos rojizos, ribeteados de azul cobalto, que ilustraban sus alas posteriores (...) Yo estaba convencido de que en aquellas alas rayadas de amarillo se cobijaba -añade en el trance de un arrebato místico- la indescifrable escritura de Dios. 

 


    Finalmente logró capturar una después de perseguirla, escribe, incansablemente por valles y montañas, entre retamas y malezas en las que acababa ahogándome (ella siempre sobrevolaba majestuosa), salvando barrancos donde más de una vez estuve a punto de despeñarme (ella los salvaba sin inmutarse, ajena a las leyes de la gravedad), internándome entre zarzamoras que siempre me cobraban un impuesto de arañazos. Recuerdo la belleza jeroglífica de sus alas sacudiéndose epilépticamente en la red, recuerdo los dedos de mi padre (que era quien se encargaba de ensartar las mariposas con un alfiler sobre el corcho) tiznados o alumbrados de aquel polvillo de levísimo oro, recuerdo la lenta agonía de la macaón (...).

      La preciada mariposa fue incorporada a la colección. Escribe De Prada que hoy, cuando contempla tantos años después la mariposa disecada presidiendo la colección de lepidópteros, colgando en la pared de su habitación en casa de sus padres, siente que allí quedó atrapada su infancia “atravesada para siempre también por un alfiler”.

    En la mitología griega, Macaon era hijo de Asclepio, el romano Esculapio, dios de la medicina, que tenía el don que había recibido de su padre de curar hasta las más graves heridas. Logró sanar las llagas de los héroes griegos, como la úlcera de Filoctetes. Según Virgilio, Macaón entró en la fortaleza de Troya metido en el caballo. Pero él, que había salvado de la muerte tantas vidas, no pudo evitar la hora de la verdad de la muerte propia. Según unos murió a manos de la amazona Pentesilea, según otros, víctima de Eurípilo. Murió como nuestra propia infancia, "mariposa en cenizas desatada", según la imagen del hendecasílabo falecio de Góngora, el poeta, que simboliza con ese símil la fugacidad de la belleza. 

     Vivir es sobrevivir a un niño muerto, como escribió Genet en alguna parte. Pero no olvidemos que esa muerte no es natural, ninguna muerte lo es -no hay tal cosa como muerte natural-, sino fruto de un asesinato. La macaón ha muerto atravesada por un alfiler, como el toro de lidia que recibe la mortal estocada en el ruedo de la plaza.

 

    Parafraseando al poeta vasco Joxean Artze (1939-2018), autor de uno de los poemas más bellos y breves que conozco, convertido en canción popular por la música que le puso Mikel Laboa, podemos decir: Si no la hubiera capturado y clavado el alfiler,  nunca habría sido mía, se me habría escapado. Pero así, disecada, ha dejado de ser mariposa que volaba. Y yo...  yo lo que amaba era su vuelo.

viernes, 15 de marzo de 2024

Encima, con recochineo.

    Se ríen de nosotros a la puta cara desde La Moncloa, es decir, desde el Gobierno de las diecisiete Españas, con este vídeo propagandístico y bochornoso de la pésima gestión gubernamental que peor no pudo ser de la pandemia. Nos muestran cómo el día 14 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma que iba a durar quince días,  nos salvaron la vida haciendo que nos muriéramos de asco. Pero ¡cómo nos venden la encerrona como un autentico paraíso, algo idílico, ecológico y hasta liberador! Sí, porque el gobierno nos liberó del mal. Resulta escandaloso cómo el Poder se ha apoderado del discurso libertario para justificar su ejercicio impositivo de ordeno y mando en pro de nuestra libertad y nuestra vida. 

      Hago a propósito la siguiente reflexión sobre cómo algunos postulados antagonistas han sido asimilados por el sistema contra el que se alzaban, dándoles la vuelta y apuntando en la dirección contraria, convirtiendo su orientación antisistema en todo lo contrario, en prosistema. Algunos postulados del movimiento libertario, en efecto, han sido asimilados por el Estado, como demuestran las políticas de libre elección de identidad de género, de activismo climático que pretende lograr un capitalismo verde y sostenible, la cultura de la cancelación de lo que no es políticamente correcto y se opone a lo anterior, la cultura güoque del despertar ("recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte...)  y la agresión intelectual que lo acompaña.  Las críticas a la globalización son tachadas enseguida desde el Poder y sus medios afines como teorías conspiranoicas procedentes de la extrema derecha. Muchos gobiernos de diversas tendencias justifican su existencia argumentando que si no gobernasen ellos lo haría la ultra derecha más extrema. O nosotros, dicen como el viejo chiste, o el caos, que también somos nosotros. 

    El anarquismo en el Poder ¿Cuando se había visto tal desfachatez? Pues aquí y ahora mismo, por ejemplo, cuando se cumplen cuatro años de la infamia de aquel Real Decreto-de la realeza y de la realidad- 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, y, encima, se celebra con recochineo.


    El confinamiento de la población sana y la parafernalia de las mascarillas y demás se decretó sin ningún fundamento científico ni ético que lo avalara y con toda la impunidad del mundo, por la pura crueldad salubrista de la barbarie paternalista del Estado terapéutico que vela por la salud de sus súbditos. La soberbia sanitaria del ogro filantrópico -algo había que hacer porque había que hacer algo, aunque no se supiera qué, porque de lo contrario íbamos todos a morir-  queda impune. Y si la Iglesia se empeñaba antaño en salvar almas para el Cielo, el Estado se empeña hogaño en salvar vidas para el mundo.

    No deberíamos olvidar a poca memoria histórica que conservemos lo que hizo el Gobierno con los niños y con los adolescentes, cometiendo un auténtico crimen de Estado. No se me ocurre otro nombre. Mintieron descaradamente para hacernos creer que las tiernas criaturas infantiles eran “bombas” de infecciones a fin de vacunarlas sin ninguna garantía ni beneficio de su salud, sino todo lo contrario, encerrarlas en casa, con absurdas normas y protocolos demenciales, sin ninguna ética ni humanidad. 

    Y ahora nos lo pintan desde la Moncloa con imágenes tan idílicas que no hay violencia doméstica, no hay depresión, no hay malos tratos, sino solo arte, deporte, teletrabajo, armonía familiar y conyugal..., y dan ganas de decir que venga, que vuelva otra pandemia y volvamos a encerrarnos todos, cada cual en su casita, y Dios, que es el Estado, en casa de todos. 

    Querían salvar a los vejestorios sacrificando a los jóvenes. ¡Qué lástima que no se hubiera proclamado una ley transespecífica que hubiera permitido a los niños declararse especie canina para poder gozar del asueto de un paseo diario como ellos! En España desde el 14 de marzo la infancia y la adolescencia estuvieron confinadas en sus domicilios,  castigadas por su propio bien sin poder salir de casa para nada. ¡Quién fuera perro, soñaban algunos!


    Explícales a los enanos que no vean a sus abuelos si no es por video conferencia y, cuando los vean de cuerpo presente, que no los abracen ni besen ni los toquen. Ciérrales la calle y los parques infantiles, que se pongan bozal hasta en el patio del colegio cuando vayan al cole  y que no se acerque a sus compañeros y amigos. Háblales del mágico suero que quizá les enferme a ellos un poquito nada más pero que podrá evitar que muera una viejecita o un ancianito que no conocen, a los que salvarán la vida si se dejan poner un indoloro pinchacito. Y cuando estén tristes y deprimidos y les duela el alma, les dices que es por su propio bien y por el bien de todos y de todas.

    ¿No recordamos los aplausos a las ocho, el Resistiré, que se convirtió en el himno de la sumisión que ellos denominaron 'resiliencia', la policía de los balcones, las ruedas de prensa con las Fuerzas del Orden, virólogos y militares, las noticias a todas horas de muertos y contagiados, el terrorismo informativo a que nos sometían día y noche, los vergonzosos salvoconductos para entrar en lugares públicos y para viajar y un larguísimo etcétera...?  

     Si volviera otra pandemia (y es muy posible que la Organización de la Mala Salud nos tenga preparada otra bien pronto), repetirían los mismos errores uno a uno, desde el arresto domiciliario al cierre de la enseñanza, pasando por la imposición de mascarillas y el pasaporte de vacunación. No han aprendido nada de Suecia, el único país que se libró de tanta barbaridad.

    En las diecisiete Españas lo que tenemos son un gobierno central muy progresista e izquierdista de salón y sus sucursales autonómicas que no saben nada de salud pública, que no estuvieron a la altura porque lo último que hay que hacer ante una epidemia es encerrar a las personas sanas, que deben exponerse a ella para inmunizarse naturalmente, lección de primero de inmunología. Tenemos un gobierno que persiste, para más inri, en su manipulación para ocultar la brutalidad del arresto domiciliario y las mascarillas obligatorias, incapaz de reconocer sus errores, el error de haber hecho un terrible experimento cuyas consecuencias e increíbles daños no han evaluado ni quieren evaluar. Encima se van de rositas porque lo hicieron por nuestro bien, y por el suyo, como está empezando a verse ahora.

     No tiene desperdicio ver las imágenes del vídeo que emplean, cómo maquillan la gran infamia que fue la pandemia y como justifican su gestión como la mejor en aquellas circunstancias. No sabían qué hacer. Pero hay países, como Suecia, por ejemplo, insisto, que lo hicieron mucho mejor. Pero no reconocerán nunca sus errores y se empecinan en presentarse como nuestros salvadores: nos han salvado y han salvado el planeta, que pudo respirar un poco sin tantísimas emisiones de dióxido de carbono.

jueves, 14 de marzo de 2024

Cuarto aniversario del 14M

     Tanto que les gusta a los medios de fabricación de noticias señalar efemérides del calendario para recordar aniversarios de sucesos importantes con el número correspondiente al día del mes y la letra con la que empieza el mes (11M, 11S, 23F, 15M, 20N, 8M, 12O...), propongo uno más para que no se nos olvide: 14M.

    Hoy, 14 de marzo de 2024, pridie Idus Martias, fecha que en el antiguo calendario romano era la víspera de las fatídicas idus de marzo,  hace ahora exactamente cuatro años, el presidente del gobierno de las Españas se dirigía al país en estos lamentables términos: “Buenas tardes, estimados compatriotas, en el día de hoy acabo de comunicar al Jefe del Estado la celebración mañana de un consejo de ministros extraordinario para decretar el estado de alarma en todo nuestro país, en toda España, durante los próximos quince días...” Nótese cómo el presidente del Ejecutivo ya sabía lo que iba a pasar al día siguiente antes de que pasara, futurólogo avezado que era, y comunica al Jefe del Estado que al día siguiente, mañana, decía él, el consejo de ministros extraordinario iba a tomar una decisión irreversible que ya estaba previamente tomada -¿por quién, si no fue por él, que ahora se apunta el tanto de haber salvado millones de vidas secuestrándolas?-, siguiendo el ejemplo de Italia, que la había tomado una semana antes. Ya sabían las dos más altas autoridades del Estado la decisión que se iba a tomar porque lo exigía la excepcionalidad de la coyuntura.

     Su discurso estaba trufado de los adjetivos "excepcional" y "extraordinario" aplicados a la situación que estábamos viviendo. Poco después la excepción se convertiría en la regla, la nueva normalidad o normativa, que se llamó, inaugurándose una dictadura sanitaria que nos prohibía salir de casa a las personas sanas, declarándonos enfermos asintomáticos contagiosos en una cuarentena que en principio iba a durar no más de quince días, y que contra su nombre, acabó durando más de cuarenta días y cuarenta bíblicas noches. 

   Se anunciaba así el primer confinamiento o arresto domiciliario de toda la población que iba a extenderse a los "próximos quince días" -iba a ser solo la puntita, como suele decirse, lo que nos iban a meter por detrás, pero acabaron metiéndonosla toda entera y vera-  y se fue prolongando hasta el 21 de junio del mismo año (a lo largo de tres meses y ocho días, exactamente 100 días), y que se denominó "estado de alarma", bajo ridículos eslóganes como "todo saldrá bien", que resultó ser una patochada irrisoria de pésimo gusto, o "yo me quedo en casa" e imperativamente "¡quédate en casa!" y con los vergonzosos aplausos de los afectos al Régimen a las ocho en punto de la tarde, que se asomaban a las ventanas y balcones a vitorear con recochineo a los sanitarios y a las fuerzas armadas. Más tarde llegaría la "reducción de movilidad nocturna", ridículo eufemismo con que se maquillaba el bélico 'toque de queda'.

 

    Hemos aprendido a lo largo de estos años que si se nos infunde convenientemente por todos los medios el miedo a la muerte estamos dispuestos a dejar de vivir y a morir, poniendo entre paréntesis nuestro modo de vida y nuestra relación con las personas y las cosas, so pretexto de proteger nuestra salud que, al parecer, estaba teóricamente en gravísimo peligro. 

    Pensar como creen algunos mentecatos todavía que no se han bajado del guindo que aquello se acabó gracias a las medidas farmacológicas -libertad es vacunar y vacunar y vacunar, decía nuestro "querido presi, te queremos" tripitiendo la palabra 'vacunar' porque había que ponerse la tercera dosis ya que no había dos sin tres- o gracias a las medidas sanitarias no propiamente farmacéuticas  tales como la mascareta, el propio confinamiento y la distancia social y todas las ridiculeces de la 'new normal' como el salvoconducto sanitario equiparable al antiguo certificado bochornoso de buena conducta que vino para quedarse es algo que ya ni los virólogos sostienen porque sería tan ingenuo como creer que la gripe estacional se acaba todos los años gracias a la vacuna...    

    Y también hemos aprendido que lo que sucedió una vez y que parecía imposible que pudiera pasar, más propio de una película terrorífica de ciencia ficción que de la realidad, puede tranquilamente volver a suceder porque se ha sentado precedente instalándose sin rechistar en el inconsciente colectivo.

    Lo que hemos vivido ha sido sobre todo un gran experimento de laboratorio social, político y económico, en el que se han puesto en evidencia nuevos paradigmas que vamos a llamar neoliberales, aunque no sean nuevos ni liberales propiamente dichos, de gobernar cosas y personas con el beneplácito de la mayoría de la población y éxito notable.

miércoles, 13 de marzo de 2024

El teatro del mundo y la carátula

    Cuando don Quijote y Sancho Panza se topan con una carreta en la que viajaban un feo demonio, la mismísima Muerte con rostro humano, un ángel con grandes y pintadas alas, un emperador con una corona, el dios Cupido, sin venda en los ojos, pero con arco, carcaj y saetas, un caballero de punta en blanco con un sombrero de plumas multicolores, y otros varios personajes, el caballero andante se planta delante y con voz alta y amenazadora dice:

    "-Carretero, cochero o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quién eres, a dó vas y quién es la gente que llevas en tu carricoche, que más parece la barca de Carón que carreta de las que se usan."

Don Quijote y el carro de la Muerte, André Masson (1935)
 
     El Diablo para la carreta y le responde así:

    " -Señor, nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo. Hemos hecho en un lugar que está detrás de aquella loma, esta mañana, que es la octava del Corpus, el auto de Las Cortes de la Muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece; y por estar tan cerca y escusar el trabajo de desnudarnos y volvernos a vestir, nos vamos vestidos con los mesmos vestidos que representamos. Aquel mancebo va de Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el otro, de Soldado; aquel, de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles. Si otra cosa vuestra merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que yo le sabré responder con toda puntualidad, que, como soy demonio, todo se me alcanza."

     A lo cual don Quijote le confiesa: que desde muchacho fue aficionado a la carátula, y con esta palabra alude a la máscara que servía a los actores para ocultar la cara, y, por extensión, a la profesión teatral, y añade que en su mocedad se le iban los ojos tras la farándula, que es otra palabra que se refiere al mundo del espectáculo y de la comedia en general. 

    En el capítulo siguiente, que es el XII,  añade el Caballero de la Triste Figura la siguiente reflexión: 

    "-Pues lo mesmo -dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y finalmente todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura."

    A lo que añade Sancho con ironía la gran difusión de la metáfora del teatro del mundo, que arranca desde Platón, comparándola con el juego del ajedrez, donde cada pieza desempeña igualmente un papel, pero al final de la partida, las muerte los iguala a todos.

    "-Brava comparación —dijo Sancho—, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego cada pieza tiene su particular oficio, y en acabándose el juego todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura." 

martes, 12 de marzo de 2024

Un idiota, dos idiotas, diez mil idiotas

    En la telaraña informática se le atribuye unánimemente al escritor checo Franz Kafka (1883-1924), cuyo centenario se celebra este año a bombo y platillo, el siguiente y afortunado aforismo: “Un idiota es un idiota. Dos idiotas son dos idiotas. Diez mil idiotas son un partido político”. 
 
 
    Me extraña la atribución kafkiana de la cita por dos motivos, porque, lector de Kafka desde hace muchos años, nunca había leído dicha frase ni en sus relatos ni en su diario, y por el origen exclusivamente internetesco del aforismo. Abundan, en efecto, muchas frases espurias en la Red que se asignan a personajes de renombre universal (Sócrates, Borges, Séneca, Platón, Nietzsche...) sin citar nunca su fuente, para darles un aura de magisterio y prestigio intelectual, como si así, afirmando que lo dijo Fulano de Tal, un genio reconocido, fuéramos a hacer más caso del dicho y a prestarle más atención dado que no sería una ocurrencia privada de cualquiera, o lo que es lo mismo, una idiotez.
 
 
     Descartado el origen literario del aforismo, cabría pensar que Kafka le hubiera dicho a alguien esa frase, aunque no fuera originalmente suya, haciéndose eco de ella porque le hubiera hecho gracia, por ejemplo a su amigo Max Brod, al que le ordenó quemar toda su obra, pero no consta en los dos libros que le dedicó al autor, ni en su biografía de 1937 ni en la obra a su pensamiento y enseñanzas de 1948. 
 
    Buscando en internet la frase en su lengua original, que era la de Goethe “Ein Idiot ist ein Idiot. Zwei Idioten sind zwei Idioten. Zehntausend Idioten sind eine politische Partei”, es verdad que se cita en algunos sitios, pero muy pocos a la sazón, y en ninguno de ellos se aporta la fuente de la que habría salido. 
 
     Según lo que leo en el aforismario, que es una página italiana donde se recopilan citas erróneas, no hay constancia fidedigna por ahora de que Kafka haya escrito ni dicho públicamente nunca esa ocurrencia. Sin embargo, leo allí, sí que podemos encontrar una formulación parecida en el autor italiano (políticamente incorrecto por sus simpatías con el fascismo) Leo Longanesi, quien en su obra de 1947, que Kafka no pudo llegar a leer,  Parliamo dell'elefante escribe: Fanfare, bandiere, parate. Uno stupido è uno stupido. Due stupidi sono due stupidi. Diecimila stupidi sono una forza storica ("Fanfarrias, banderas, desfiles. Un estúpido es un estúpido. Dos estúpidos son dos estúpidos. Diez mil estúpidos son una fuerza histórica").  
 
     Ciertamente hay muchas coincidencias entre el aforismo que se atribuye a Kafka y el de Longanesi, aunque sea preferible la formulación supuestamente kafkiana, con la expresión 'partido político' en vez de 'fuerza histórica', mucho más vaga, y con el término 'idiota' en vez de “estúpido”, por la etimología griega del término “idiota” (mejor que cretino o tonto o imbécil).
 
    La palabra griega ἰδιώτης (idiṓtēs), en efecto, significaba “aquel que es incapaz de ocuparse de los asuntos comunes”, o dicho de otro modo, “que solo se ocupa de los asuntos personales propios”, y cuando hablamos de “asuntos comunes” no nos referimos a la política ni a las organizaciones políticas (asociaciones, partidos, sindicatos o fuerzas históricas de Longanesi...), dado que la misma frase descarta esa posibilidad (un partido, una fuerza o una organización política no deja de ser la suma de sus elementos individuales, de los idiotas o autistas), sino a lo que nos es común a todos, que no son las ideas o ideologías personales (la idíē phrónēsis de Heraclito) que tenemos o que, mejor dicho, nos tienen a nosotros, sino el lógos, la razón que nos es común y que, como el sentido común parece a veces lo menos común que poseemos por nuestra pretensión de individualidad. 
 
 

lunes, 11 de marzo de 2024

Los trinos del demonio

El sueño de Tartini, Léopold Boilly (1824)
 
Son 'antifascistas' porque el fascismo es ya un adversario-comodín que les permite no rebelarse contra el capitalismo neoliberal, el único y auténtico enemigo.
 
 Cuando el fascismo es un fantasma del siglo pasado, organizan unas jornadas antifascistas que culminarán en una manifestación a guisa de exorcismo religioso.
 
 Las redes sociales y la conexión continua a la Red Informática Universal intentan paliar un sentimiento de soledad a la vez que, paradójicamente, lo fomentan.
 
 No solo algunos desaprensivos hicieron negocios con la pandemia, sino que la pandemia, calificada popularmente de 'plandemia', fue el mayor negocio programado.
 
 Amor conyugal: La etimología subyacente de la palabra 'cónyuge' revela una imagen terrorífica: la del yugo que empareja a los dos bueyes, los unce y los subyuga.
 
 Lo que le preocupa al Gobierno actual (y a todos los gobiernos habidos y por haber) es la continuidad de su negocio, España, por ejemplo, y su gobernabilidad.
 
 Europa, la princesa que dio nombre a nuestro continente, seducida, arrebatada y violada por el toro de Zeus, está a punto de dar a luz un monstruo horripilante.
 
 La paz se define siempre en relación con la guerra, y si se acabó la posguerra, como ha declarado un analista político, es porque estamos viviendo la preguerra.
 
 La máquina de propaganda gubernamental de las altas instancias no deja de funcionar, tratando ahora de legitimar una posible “guerra preventiva” contra Rusia.
 
 Si Europa va como Mambrú a la guerra a la que la empujan sus dirigentes -¡qué dolor, qué dolor, qué pena!- no volverá viva sino muerta que llevan a enterrar.
 
 ¿A quién le interesa dividirnos entre nacionales y extranjeros, cristianos y musulmanes, creyentes y agnósticos, izquierdas y derechas, sino al Poder ejecutivo?
 
 La catástrofe no es que todo se venga a bajo de repente, como suele pensarse, sino que, como pontificó Walter Benjamin, todo siga igual: eso es lo catastrófico.
 
 La rebeldía contra la imposición de una identidad sexual no consiste en ser cisgénero ni tampoco trasgénero, posturas que no hacen sino reforzar la identidad.

domingo, 10 de marzo de 2024

El mercado de Plaza Navona

    De los 2279 sonetos que -¡se dice pronto!- escribió  Giuseppe-Gioachino Belli en dialecto italiano romanesco, conocía yo los 47 que tradujo Agustín García Calvo con tanta gracia, a los que había sumado yo El padre de los santos, que conocí gracias a la película 'Gente di Roma', de Ettore Scola, y su correlato La madre de las santas, que me fue fácil encontrar enseguida. Gracias al libro ahora de Nuccio Ordine “Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal”  (Ed. Acantilado, Barcelona, 2017), añado este “El mercado de Plaza Navona”, compuesto por Belli en 1834, que nos traslada como por arte de magia al mercado que había antiguamente en la plaza Navona de Roma, donde el autor se sorprende de que en medio de tantas cosas de provecho se vendan tantos libros, libracos y libreros que no quitan el hambre. El soneto, en el último terceto, da voz al cura que les dice a sus feligreses que por el amor de Dios no lean libros, que no dan de comer ni quitan el hambre, y que además enseñan cosas que no debe saber un cristiano.

    Comenta el bueno de Nuccio que si bien es cierto que con la cultura no se come, no hay que olvidar que "si no se nutre tanto el espíritu como el cuerpo no habrá futuro para la humanidad". Y cita otro hendecasílabo de un conocido soneto de Belli, de La Creación del Mundo: "Ommini da vienì, ssétte futtuti" (¡Hombres del porvenir, ya estáis jodidos!).   

 

Que en la plaza el miércoles, gentes mías, /  haya chatarreros, cajetilleros, /  merceros, traperos, alfareros, / quincalleros y mil mercadurías, /

no hay na' que decir. Pero estanterías / de libros y libracos y libreros / ¿qué pintan allí? ¿Qué sacar podrías / de tanto libro y tantos papeleros? /

Vacío el buche, pilla un libro abierto, / y tras tenerlo una hora en las manos / dime si estás bien lleno o de hambre muerto. /

  ¿Qué predicaba en misa el señor cura?/  “No son los libros cosa de cristianos: / Hijos, por Dios, dejaros de lectura”.*

*Traducción alternativa: Hijos, por Dios, no leáis tal basura.

 

  Ch’er mercordí a mmercato, ggente mie, 

 Sce ssiino ferravecchi e scatolari, 

Rigattieri, spazzini, bbicchierari, 

Stracciaroli e ttant’antre marcanzie, 

 

 Nun c’è ggnente da dí. Ma ste scanzie 

Da libbri, e sti libbracci, e sti libbrari, 

Che cce vienghen’ a ffà? ccosa sc’impari 

 Da tanti libbri e ttante libbrarie? 

 

 Tu ppijja un libbro a ppanza vòta, e ddoppo 

 Che ll’hai tienuto pe cquarc’ora in mano, 

Dimme s’hai fame o ss’hai maggnato troppo. 

 

Che ppredicava a la Missione er prete? 

 «Li libbri nun zò rrobba da cristiano: 

Fijji, pe ccarità, nnu li leggete».