Cuando don Quijote y Sancho Panza se topan con una carreta en la que viajaban un feo demonio, la mismísima Muerte con rostro humano, un ángel con grandes y pintadas alas, un emperador con una corona, el dios Cupido, sin venda en los ojos, pero con arco, carcaj y saetas, un caballero de punta en blanco con un sombrero de plumas multicolores, y otros varios personajes, el caballero andante se planta delante y con voz alta y amenazadora dice:
"-Carretero, cochero o diablo, o lo que eres, no tardes en decirme quién eres, a dó vas y quién es la gente que llevas en tu carricoche, que más parece la barca de Carón que carreta de las que se usan."
" -Señor, nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo. Hemos hecho en un lugar que está detrás de aquella loma, esta mañana, que es la octava del Corpus, el auto de Las Cortes de la Muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece; y por estar tan cerca y escusar el trabajo de desnudarnos y volvernos a vestir, nos vamos vestidos con los mesmos vestidos que representamos. Aquel mancebo va de Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el otro, de Soldado; aquel, de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles. Si otra cosa vuestra merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que yo le sabré responder con toda puntualidad, que, como soy demonio, todo se me alcanza."
En el capítulo siguiente, que es el XII, añade el Caballero de la Triste Figura la siguiente reflexión:
"-Pues lo mesmo -dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y finalmente todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura."
A lo que añade Sancho con ironía la gran difusión de la metáfora del teatro del mundo, que arranca desde Platón, comparándola con el juego del ajedrez, donde cada pieza desempeña igualmente un papel, pero al final de la partida, las muerte los iguala a todos.
"-Brava comparación
—dijo Sancho—, aunque no tan nueva, que
yo no la haya oído muchas y diversas veces, como
aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el
juego cada pieza tiene su particular oficio, y en
acabándose el juego todas se mezclan, juntan y
barajan, y dan
con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida
en la sepultura."