viernes, 19 de diciembre de 2025
Eslóganes contrapublicitarios
jueves, 18 de diciembre de 2025
¿Supergripe?

miércoles, 17 de diciembre de 2025
Pareceres XCIV

martes, 16 de diciembre de 2025
Comunicado núm. 1: Contra la semana (remitido por ¡ALTO!)
lunes, 15 de diciembre de 2025
Suicidarse y huir de la Navidad
Entre las razones que aducía Roland Topor (1938-1997) para suicidarse las hay para todos los gustos: desde políticas como no tener que tomar partido en las próximas elecciones democráticas, económicas como librarse de pagar impuestos o el alquiler de la vivienda, hasta frívolas (poner freno a su calvicie o adelgazar sin hacer régimen) y nostálgicas como que París ya no es lo que era. Alguna es un pequeño homenaje, como el lamento por la muerte de Groucho Marx, y otras nos hacen sonreír por su ironía (querer dotar al siglo XX de un hecho trascendental como sería la propia muerte del artista), sarcasmo y, en definitiva, por el humor negro que siempre se le ha atribuido y que destila.
A las 'cien buenas razones para suicidarse ya' que esgrimía habría que añadir una más, que sería: Para escapar de la imposición de la Navidad, que, de ser una fiesta religiosa cristiana que conmemoraba el nacimiento o natividad de Nuestro Señor Jesucristo, el Salvador, se ha secularizado y universalizado convirtiéndose en una fiesta consumista, que coincide con el solsticio de invierno y el nacimiento del Sol Pagano y con la celebración de las saturnales entre los antiguos romanos.
Prueba de la secularización o repaganización navideña es que ya solo los creyentes se atreven a felicitar las navidades como tales, limitándose la mayoría democrática de la gente, políticamente correcta, a felicitar las fiestas para no ofender a los musulmanes y a los ateos, con la celebración de comidas de empresa, previas a los ágapes familiares y hogareños de los días 24 y 25 de diciembre, generalizándose la entrega de regalos a los niños -y a los mayores, que siguen regalándose- a cargo de Santa Claus o Papá Noel, ese engendro de la Cocacola, en algunos países y de los Reyes Magos en el nuestro, en donde también se ha generalizado la costumbre extranjera.
Lo que hace Topor es formular doce propuestas para huir de las navidades, analizando brevemente los pros y los contras de cada una de ellas. Una de estas posibilidades es el suicidio, dada la ¿imposibilidad? de huir del calendario que se nos impone, cuya ventaja es que así se acaba no solo con las entrañables fiestas navideñas, sino con todo, y su inconveniente es que no es una propuesta muy original porque en realidad eso es lo que hace todo el mundo: quitarse la vida durante estas fechas, con la desventaja de que podría producirse el milagro nativideño, que sería insoportable, del re-nacimiento. Acaba Roland Topor deseándoles a sus lectores, como no podía ser menos, una feliz Navidad.
Estas razones para suicidarse y propuestas para escapar en Navidad de Roland Topor, que pueden leerse en nuestra pequeña biblioteca adjunta, fueron escritas probablemente en los años setenta del siglo pasado, por las alusiones a la realidad de aquel entonces -la muerte de Elvis Presley, por ejemplo, o la guerra del Vietnam- pero no fueron publicadas a título póstumo hasta 2018 por su hijo.
domingo, 14 de diciembre de 2025
Variety show (3)
Publica Giorgio Agamben una reflexión muy sugerente sobre los nombres propios que escribimos con letra inicial mayúscula en castellano y otras lenguas y los comunes que escribimos con minúsculas, en su página de referencia:
"En el pasado, solía escribir en mayúscula una palabra a la que quería dar una importancia o un significado especial. Ahora sé que estaba equivocado. Es mejor verlo todo en minúscula, la mayúscula impide ver. E impedir comprender, como si una vez subrayada la prioridad o la importancia, ya no fuera necesario comprender. En términos más generales, si algo —aunque sea el término «dios» o, peor aún, la palabra «estado»— necesita mayúscula, significa que no se cree lo suficiente en su primacía. Como escribió maravillosamente la poetisa griega Kikí Dimulá: «Si la lluvia cae en mayúscula / la miro; / si cae en minúscula / la amo*». En minúscula vemos, en minúscula vivimos y, si dios y el estado no nos lo imponen, sin mayúsculas nos iremos de la minúscula, amable tierra".
El abecedario latino que utiliza la mayoría de las lenguas modernas es un desarrollo del alfabeto griego. Los romanos solo conocían las letras mayúsculas, que evolucionaron y se convirtieron en minúsculas a medida que se practicaba una escritura rápida y cotidiana, que se consolida y refina en la Edad Media, dando origen a la minúscula carolina, que es el modelo estándar. En el Renacimiento, siglos XV y XVI, los humanistas tomaron las letras capitales romanas antiguas para rediseñar nuestras mayúsculas modernas, que combinaron con las minúsculas carolingias, de donde surge el sistema de letras mayúsculas y minúsculas tal como lo usamos hoy para distinguir en nuestra lengua por ejemplo los nombres propios y los comunes, lo que ha venido a complicar nuestra escritura duplicándola innecesariamente ya que unas y otras, mayúsculas y minúsculas, representan los mismos fonemas, por lo que son variantes formales del mismo grafema.
¿Qué pasaría si despojamos al abecedario de las letras mayúsculas y escribimos todas las palabras con minúsculas, no solo "dios" y "estado", como sugiere Agamben, sino también nuestros nombres propios? Probablemente nada grave. En alemán, de hecho, todos los nombres propios y comunes se escriben con inicial mayúscula, reservándose las minúsculas para el resto de palabras (verbos, adjetivos, pronombres, adverbios...). Además, cuando hablamos, no hacemos distinción entre mayúsculas y minúsculas.
*Los versos de la poetisa Quiquí (mejor que Kikí) Dimulá (1931-2020) que cita Agamben pertenecen a su poema "Tierra mayúscula" : Ἂν πέφτει ἡ βροχὴ μὲ κεφαλαῖα / τὴ βλέπω, / ἂν πέφτει μὲ μικρὰ / τὴν ἀγαπῶ.

sábado, 13 de diciembre de 2025
¡ALTO!
viernes, 12 de diciembre de 2025
'Torna la mascareta obligatòria'
jueves, 11 de diciembre de 2025
Pareceres XCIII

miércoles, 10 de diciembre de 2025
Lo que le dice el Año Viejo al Año Nuevo (The End)

































