sábado, 10 de febrero de 2024

Es-pa-ñas (I)

    La España autonómica del patriotismo constitucional: Ha quedado obsoleta aquella sandez de la España (nombre propio que debería conservar la hache inicial latina de Hispania) que se quería Una, Grande y Libre, formada por cuarentaysiete provincias peninsulares y tres insulares, más cuatro restos coloniales de allá por el Imperio hacia Dios en África, que empezaba, según los europeos ilustrados, aquende los Pirineos. La identidad española actual, legítima heredera del rancio nacionalcatolicismo franquista, se vertebra ahora en torno a los 17 ejes de sus respectivas autonomías o sucursales financieras estatales: como si dijéramos en 17 Españitas, cada cual con su parlamento autonómico y sus virreyes elegidos democráticamente y sus transferencias -curiosa palabra, muy reveladora-, cada una con su historia y su idiosincrasia y su himno, y hasta su gastronomía, lengua vernácula y folclore -tradiciones ancestrales y traje regional restaurados antaño por mor del populismo de los coros y danzas de la Sección Femenina- y televisión autonómica propia. Es la misma España de siempre, la del españolismo eterno, golfo, cutre, paleto, palurdo y pazguato de toda la vida, la de la españolería y el españoleo, redivivo ahora en 17 entidades financieras vicarias, que dan vida a los nuevos tópicos hispánicos de siempre: catalanismo, galleguismo, vasquismo, andalucismo... y hasta madrileñismo, para que nadie se sienta discriminado en la villa y en la corte.


    La España plural y uniformemente multicolor: Ondea, desplegada al viento, la bandera rojigualda a lo largo y ancho de la sufrida piel de toro ahora junto al estrellado estandarte azul europeo, y ondean simultáneamente los diecisiete pendones de los virreinatos autonómicos. Resulta inevitable que estas diecisiete pequeños reynos de taifas desarrollen, a poco que se dejen llevar por el prurito anal o furor uterinus del patriotismo estatal, su propio nacionalismo que, en los casos más beligerantes, aspirará a sacudirse de encima el yugo nacional español opresor para sustituirlo rápidamente por otro yugo, al fin y a la postre, no menos nacionalista y opresor. Por eso los indepe(ndestista)s quieren sacudirse el yugo de la realidad ideal de España, para sustituirla por otra de la que algún día querrán tal vez independizarse al comprobar que, pese a todo, nada cambia y todo sigue igual. 

    

    Viva España. Los gritos viscerales y supuestamente bienintencionados de Visca Catalunya y Gora Euskadi, por ejemplo, son la versión remozada del viejo, falangista y no menos visceral y supuestamente bienintencionado Viva (o Arriba) España: se grita lo mismo con otros nombres propios, que en el fondo son lo mismo, e incluso en otras lenguas, algunas fundadas o refundadas ad hoc, impuestas desde los medios de adoctrinamiento de masas, entre los que, además de la prensa y la televisión, que es el más educativo en valores (de bolsa) de todos ellos, no hay que olvidar a las instituciones académicas.   

viernes, 9 de febrero de 2024

¿¡Viva la Revolución!?

    Merece la pena leerlo, desde luego. Por su simbolismo y carácter alegórico, por su estilo y enseñanza moral, podría considerarse todo un clásico indispensable ya este pequeño cuento breve del escritor polaco Sławomir Mrożek (Borzecin, Polonia, 1930-2013) titulado La revolución, que comienza así en primera persona: En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí”. 



    Se trata de una crítica de la revolución entendida como cambio de aspecto, formal, superficial. Es una sátira de las revoluciones artísticas vanguardistas y de las revoluciones políticas y sociales que pretenden cambiar el mundo para que siga igual. Algo nos recuerda a algunas campañas políticas recientes cuyo éxito ha estado fundamentado en vendernos la vieja idea del cambio, change en la lengua del Imperio, como novedad: un cambio insustancial y cosmético que no afecta para nada a la estructura profunda de las cosas. Se maquilla la realidad para que parezca que algo se transforma, cuando, en el fondo, todo sigue igual.

    El protagonista de La revolución, que es un alter ego de Mrożek y enseguida del propio lector del cuento, que se identifica con él, se aburre, quiere cambiar las cosas, pero en lugar de salir fuera de su habitación y buscar en el mundo exterior algo diferente, se dedica a cambiar los muebles de sitio…

    He aquí el texto, en traducción de Bozena Zaboklicka y Francesc Miravitlles, incluido en el libro La vida difícil, publicado por Ediciones del Acantilado, Barcelona en 2002:


  “En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí. Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista. 
 
 

    Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese ‘cierto tiempo’. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna. Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez ‘cierto tiempo’ también se mostró impotente. 
 
    
     Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio —es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario”.

jueves, 8 de febrero de 2024

Diecinueve mensajes breves en una botella.

(Oído en un telediario) Petición a los Reyes Magos de una niña: Una muñeca con mascarilla. Comentario de la locutora: Así se consigue normalizar lo que vivimos.

(Non è vero ma è molto ben trovato) Séneca le dijo a Nerón: tu poder se sustenta en mi miedo, yo ya no te tengo miedo; por lo tanto, tú ya no tienes el poder.

El “carpe diem" no puede tener un significado positivo, sino negativo: deja de vivir en el futuro y en un pasado mentiroso construido con vistas al futuro. 

España está españolizada. ¿Quién la desespañolizará? El desespañolizador que la desespañolice buen desespañolizador será; y suma y sigue con todas las naciones. 

Adoctrinamiento nacionalista: La Historia nacional que se enseña en la escuela consolida la idea falsa pero real de una nación con un historial a sus espaldas. 

Cataluña está cataluñizada. ¿Quién la descataluñizará? El descataluñizador que la descataluñanice buen descatalañunizador será; y así con todas las autonomías.

El adoctrinamiento escolar y de los medios de formación de masas, aderezado con la mitología histórica, fomenta la moderna Formación del Espíritu Nacional. 

El obedecedario

(Lectura del evangelio de san Mateo, 6, 32) No os preocupéis, pues, del día de mañana; que el día de mañana cuidará de sí mismo: a cada día le basta su maldad. 

Más que hacer algo para salvar el planeta de la deflagración, como claman los apocalípticos, hay que hacer algo para salvarnos nosotros... de nosotros mismos.
 
Club de lectura filosófica. Utilizan el texto como pretexto para hacer obsceno alarde de prejuicios que no les dejan entender las claras razones de El Oscuro. 
 
 La sabiduría da miedo, o mejor dicho, el abismo que se abre al descubrir al modo socrático que no sabemos nada a ciencia cierta, y eso es lo poco que sabemos. 

El amor del filósofo es un amor platónico, en el sentido vulgar del término, un amor ideal y, por lo tanto, no correspondido, carente de cualquier carnalidad. 

Odi et amo: Te odio y te quiero a la vez. El latinlover es, al mismo tiempo, latinhater, porque amor y odio son las dos caras de la misma e idéntica moneda. 

En su libro Dying for a paycheck, el profesor de la Universidad de Stanford J. Pfeffer expone que el trabajo asalariado mata, lo que sabe cualquier trabajador. 
 
 

Si el trabajo asalariado no nos mata directamente, no cabe duda de que es perjudicial para la salud, de lo que deberían advertirnos las autoridades sanitarias.

Si una distopía se define como lo contrario de una utopía, como una sociedad ficticia indeseable, nuestra realidad, esa vieja dama hipócrita, es una distopía. 

En las tripas del sistema educativo se genera la negra flor del tedioso aburrimiento, que no es un efecto colateral ni secundario, sino esencial y principal. 

Según Heraclito de Éfeso, a los seres humanos nos aguardan una vez muertos cualesquiera cosas que no esperemos ni nos figuremos: abolición de todas las ideas. 

Gracias a Heraclito, quedan desvanecidas todas las expectativas y esperanzas que podamos albergar acerca de nuestra muerte o, lo que es lo mismo, del futuro.

miércoles, 7 de febrero de 2024

Pareceres XL

196.- Dios salve al monarca. El éxito de una operación de fístula anal del rey Luis XIV de la Francia, en 1686 fue celebrado por el músico cortesano Jean Baptiste Lully en una composición titulada Grand Dieu, sauve le roi, melodía que se hizo muy popular. Poco después, G. F. Haendel, recordando esa melodía y haciendo una versión o plagio, como prefieren otros, de ella, popularizó el tema en Inglaterra, para celebrar la coronación de Jorge I convirtiéndose en God save the King (con su variante femenina God save the Queen). La marquesa de Créquy comentó a propósito de esto: Que el himno de los ingleses haya surgido de un ojete (ella escribió “anus”), es algo que no deja de hacerme gracia sin dejar de sorprenderme un instante sin embargo. Los ingleses no tienen según la Güiquipedia sabelotodo un himno propiamente dicho, sino tres candidatos: God save the King compite con Jerusalem y Land of Hope and Glory
 
 
197.- Faldas y pantalones: Una congregación religiosa que tiene varios colegios en las España impone el uso de pantalón a todo el alumnado -es decir a las niñas porque los niños lo llevan de serie- con el argumento de los cambios sociales y las nuevas metodologías educativas, como si el pantalón fuera lo neutro y no lo masculino por excelencia, con lo cual la falda pasa de haber sido prenda obligatoria del uniforme femenino a estar ahora prohibida. Se pretende así suprimir estereotipos sexistas imponiéndose el masculino. 
198.- Muchas opiniones, poco sentido común: En las declaraciones del novelista Luis Landero en una entrevista periodística con motivo de la presentación de su última novela -«Solo hay tertulianos, opinadores... Se opina mucho y se piensa poco»- resuena el eco de Heraclito de Éfeso: Siendo la razón común, viven los más teniendo un pensamiento privado propio -una opinión, cada cual la suya: todos tertulianos, todos opinando. 
199.- La niebla. Una niebla inesperada por los servicios meteorológicos se apoderó de la Región, cambiando la atmósfera de un día que amanecía despejado y soleado. Las temperaturas pronosticadas, que auguraban un día espléndido para actividades de ocio al aire libre y disfrute de los bellos paisajes naturales que ofrece la Región, ideales para ser retratados por las cámaras fotográficas de los numerosos visitantes, experimentaron un cambio drástico disminuyendo considerablemente. Algunos testigos describieron el fenómeno como un evento sorprendente que paulatinamente fue anegándolo todo, como si fuera algo sobrenatural, cosa de brujas, dijeron, que desdibujan los contornos de la realidad, transformando la mañana en un paisaje misterioso. La niebla había decidido hacer acto de presencia sin previo aviso. A medida que iba adueñándose de la Región, la visibilidad se reducía más y más. Los paisajes que minutos antes estaban inundados de luz solar se convirtieron de repente en enigmas borrosos y sombríos, proporcionando una nueva perspectiva de la belleza natural de la Región. 
 200.- El restaurante del amor: No interesa casi nada de lo que pasa fuera de la pequeña pantalla, ya sea la del móvil o la de la caja tonta. Y cada vez interesa más lo que sale del Ente público o privado, da igual, que da entidad, es decir su ser, a todas las cosas. Sólo interesa ya lo que nos echan, como dice la gente reducida a su condición resignada de público telespectador, y menos la realidad ajena a la pequeña pantalla, que resulta inexistente. De hecho, no hay más realidad que la que sale por televisión, lo que nos dan para que traguemos, y punto: productos genéticamente manipulados para regocijo de millones de televidentes. Resultado: un programa como First Dates -primeras citas en la lengua del Imperio- acaba formando parte del espectáculo de la realidad y de la realidad del espectáculo, sustituyendo el interés por lo que pasa en el mundo por lo que pasa en el restaurante del amor. Así es como nos vuelven, si no lo éramos ya, rematadamente idiotas, tontos de remate.
 

martes, 6 de febrero de 2024

Más policía

     El pasado 13 de enero de 2024 se cumplía el bicentenario de la fundación la Policía Nacional española, que nació hace doscientos años en 1824, celebrándose los fastos de dicho "acontecimiento de excepcional interés público" bajo el lema "comprometidos contigo". 

     Más policía en las calles, más caña, más leña al mono,  para que haya menos delincuencia, reivindican algunos, pero la relación es inversamente proporcional. La sociedad necesita crear delincuentes para poder enchironarlos y justificar las medidas extraordinarias en su lucha contra ellos. A los políticos les interesa que exista la delincuencia, no cabe duda de ello, como a los bomberos les interesa que haya fuego que justifique su profesión. Los políticos, por lo tanto, promueven una y otra vez la idea de inseguridad ciudadana, amplificada por la prensa, para que aumente el clamor popular que exija que aumente también el número de policías en la calle. 

    A fin de cuentas son puestos de trabajo que crean de la nada, y en un país donde hay tanto desempleo interesa que la gente esté ocupada. A los políticos y a los medios de (in)formación  les interesa crear la delincuencia para poder combatirla llevando a los delincuentes a la cárcel, que no deja de ser más que un espejismo de la falta de libertad general. ¿Por qué no acabaremos nunca con el terrorismo? Que se lo pregunten al matón-country-gringo, del país donde crece verde la yerba -green grows the grass. Porque no interesa, porque interesa que lo haya para poder declararle la guerra: war against terror. Si no hubiera terror, ¿a quién íbamos a declarar la guerra?

    Ya lo dijo nuestro Gracián, todo un clásico. Y ya se sabe: un clásico es un clásico porque es de lo más moderno:- ¿De qué sirven éstos en el mundo? -¿De qué? Hacen guerra a los enemigos. -¡No la hagan mayor a los amigos!. -¿Éstos nos defienden? Dios nos defienda de ellos. ¿Éstos pelean, destrozan, matan y aniquilan nuestros contrarios? ¿Cómo puede ser eso si dicen que ellos mismos los conservan? -Aguarda, yo digo lo que deberían hacer por oficio, pero está ya el mundo tan depravado que los mismos remediadores de los males los causan en todo género de daños. Éstos, que habían de acabar las guerras, las alargan; su empleo es pelear, que no tienen otros juros ni otra renta, y como, acabada la guerra, quedarían sin oficio ni beneficio, ellos popan -es decir: miman, cuidan, acarician-  al enemigo porque papan -esto es, papean, comen-  de él: ¿para qué han de matar los centinelas al Marqués de Pescara si viven de él?  

    A los estados democráticos les interesa que exista el terrorismo para poder tener una excusa que justifique combatirlo y que justifique la existencia injustificable, se mire por donde se mire, del terrorismo y de los propios estados democráticos.

lunes, 5 de febrero de 2024

El beduino que no sabía quién era

     A Bagdad desde el desierto llegó un joven nómada beduino,  y el tráfago enseguida de la ciudad lo dejó al pobre muchacho aturdido y perplejo. En medio de tanto estrépito y  ruidoso bullicio de gentes que iban y venían de acá para allá, decidió, fatigadísimo como estaba de la larga travesía tomar un baño para quitarse el polvo del desierto e irse a descansar enseguida, confiándose al sueño reparador. Pero le entró entonces una más que razonable duda en la posada: Cuando me despierte, entre tanto gentío, se dijo, ¿cómo voy a reconocerme a mí mismo y no confundirme con otro?; ¿cómo sabré que soy yo y no otro vecino?; ¿cómo sabré quién soy?


     Imbuido en la preocupación de sus cavilaciones, decidió hacerse una señal atándose un lazo de fina seda de Damasco en la verga. Y más tranquilo, se entregó al sueño más reparador y al olvido de Bagdad, de sus gentes y de todas las fatigas del viaje y las cosas del mundo. Pero un mercader avaricioso, que yacía cerca de él y había visto lo que había hecho el joven, sospechando que quería esconder algún secreto, esperó a que se durmiera el beduino, y,  tendiéndose a su lado, cuando cerró los ojos, comenzó a meterle mano bajo la chilaba sin que se diera cuenta, le desató la lazada con cuidado y robó el lazo de seda sin despertar a su dueño que dormía despreocupado. Grande fue su decepción al comprobar que aquel lazo de seda no ocultaba el plano de ningún tesoro ni ningún mensaje importante ni tenía por lo tanto ningún valor.  

Mezquita de Ahmed Khiaga y plaza del mercado, Bagdad

    Al despertarse a la mañana siguiente el árabe precavido, su primera preocupación fue buscar, llevándose las manos a sus verijas, su personal distintivo. ¡Cuál no sería su sorpresa al ver que no halló el lazo en donde lo había ocultado!

    Ah, me encuentro en la tesitura de no saber quién soy, pues si yo soy yo ¿cómo es que no está en mi verga mi personal distintivo? Y si yo soy otro distinto de mí ¿dónde estoy yo, que me hago esta pregunta?  Y ¿quién soy yo, si ahora mismo he perdido el norte y el rumbo y mis señas propias de identidad?

    oOo 

En la Casa de la Moneda se fabrica a Dios. (Juan José Millás)



"Lo que más identidad proporciona en este mundo es la pasta" (Juan José Millás)

domingo, 4 de febrero de 2024

El teatro de la política y viceversa.

    Ahora que la Unión Europea da a Ucrania "un balón de oxígeno", como dice la prensa -refiriéndose con esta expresión a la cuantiosa suma de cincuenta mil millones de euros para seguir manteniendo la guerra contra Rusia- vuelve Giorgio Agamben, una de las mentes más lúcidas de la actualidad, a la carga con el texto Teatro y política, publicado en italiano el 19 de enero de 2024 en su columna "Una voce" del sitio güeb de la editorial Quodlibet, donde puede leerse en versión original. 
 
 
   Es cuando menos singular que uno no se interrogue sobre el hecho, no menos imprevisto que inquietante, de que el papel de líder político sea asumido en nuestro tiempo cada vez más por actores: es el caso de Zelenski en Ucrania, pero lo mismo había ocurrido en Italia con Grillo (eminencia gris del Movimiento 5 Estrellas) e incluso antes en Estados Unidos con Reagan. Ciertamente, es posible ver en este fenómeno una prueba del declive de la figura del político profesional y del creciente influjo de los medios de comunicación y de la propaganda en cualquier aspecto de la vida social; pero, en todo caso, es evidente que lo que está ocurriendo implica una transformación de la relación entre política y verdad sobre la que es necesario reflexionar. Que la política tenga algo que ver con la mentira es algo que, de hecho, se da por descontado; pero esto significaba simplemente que el político, para conseguir los objetivos que consideraba desde su punto de vista verdaderos, podía sin demasiados escrúpulos decir lo falso. 
 
    Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos es algo diferente: ya no hay un uso de la mentira para los propios fines políticos, sino que, por el contrario, la mentira se ha convertido en sí misma en el fin de la política. Es decir, la política es puramente y simplemente la articulación social de lo falso. Se comprende entonces por qué el actor es ahora necesariamente el paradigma del líder político. Según una paradoja que desde Diderot hasta Brecht nos ha resultado familiar, el buen actor no es, de hecho, el que se identifica apasionadamente con su papel, sino el que, conservando la sangre fría, se mantiene por así decirlo a distancia de él. Parecerá tanto más verdadero cuanto menos disimule su mentira. El escenario teatral es, pues, el lugar de una operación sobre la verdad y sobre la mentira, en la que lo verdadero se produce exhibiendo lo falso. El telón se levanta y se cierra precisamente para recordar a los espectadores la irrealidad de cuanto están viendo. 
 
 
    Lo que define hoy la política —convertida, como se ha dicho eficazmente, en la forma extrema del espectáculo— es una inversión sin precedentes de la relación teatral entre verdad y mentira, con miras a producir la mentira mediante una operación particular sobre la verdad. La verdad, como hemos podido ver en estos últimos tres años, no está, de hecho, ocultada y, sigue, por el contrario, siendo fácilmente accesible a cualquiera que tenga voluntad de conocerla; pero si antes —y no sólo en el teatro— la verdad se alcanzaba mostrando y desenmascarando la falsedad ('veritas patefacit se ipsam et falsum'), ahora en cambio la mentira se produce por así decir mostrando y desenmascarando la verdad (de ahí la importancia decisiva del discurso sobre las 'fake news'). Si en su tiempo lo falso era un momento en el movimiento de la verdad, ahora la verdad sólo cuenta como un momento en el movimiento de lo falso. 
 
    En esta situación, el actor es, por así decirlo, de casa, aunque, frente a la paradoja de Diderot, deba en cierto modo duplicarse. Ningún telón separa ya el escenario de la realidad, que —según un recurso que los directores modernos nos han hecho familiar, obligando a los espectadores a participar en la obra— se convierte  ella misma en teatro. Si el actor Zelenski resulta tan convincente como líder político, es precisamente porque es capaz de proferir mentiras siempre y en cualquier lugar sin ocultar nunca la verdad, como si ésta no fuera sino una parte ineludible de su actuación. Él —como la mayoría además de los líderes de los países de la OTAN— no niega el hecho de que los rusos han conquistado y anexionado el 20% del territorio ucraniano (que, además, ha sido abandonado por más de doce millones de sus habitantes), ni que su contraofensiva ha fracasado por completo; ni que, en una situación en la que la supervivencia de su país depende totalmente por completo de una financiación extranjera que puede cesar en cualquier momento, ni él ni Ucrania tienen delante de sí ninguna posibilidad real. Decisivo es por esto que, como actor, Zelenski provenga de la comedia. A diferencia del héroe trágico, que tiene que sucumbir a la realidad de unos hechos que desconocía o creía irreales, el personaje cómico hace reír porque no deja de exhibir la irrealidad y la absurdidad de sus propias acciones. Ucrania, llamada antaño la Pequeña Rusia, no es sin embargo un escenario cómico, y la comedia de Zelenski no podrá en último término más que convertirse en una amarga tragedia realísima.

sábado, 3 de febrero de 2024

El zorro en el gallinero

   Al director del departamento de personal y recursos humanos le impresionó y sorprendió muy favorablemente el impecable currículum que presentaba aquel candidato, hasta tal punto de que lo contrató inmediatamente para ocupar el puesto vacante de responsable o encargado (palabras preferibles a "jefe"*) de seguridad de la granja de explotación avícola, felicitándole por su fulminante promoción y ascenso laboral.

    Le había extrañado que un Zorro aspirara al cargo de Gallo del corral y guardián del gallinero, como se denominaba antaño, pero, como le explicó el candidato, él no se autopercibía como lo que parecía a simple y primera vista, un zorro común o rojo (vulpes vulpes de la familia de los vulpinos), sino que se veía a sí mismo desde su más tierna niñez como un gallo (gallus gallus domesticus) aprisionado en un cuerpo extraño, que todavía no había realizado la transición específica. Y consciente del latinajo esse est percipi, es decir, que el ser o la esencia (esse) consiste en ser percibido, nadie podía negarle a él el derecho propio a percibirse a sí mismo como un gallo doméstico, como se sentía, sin importarle lo que creyeran los demás.  Había el candidato, aclaró, presentado en el Registro Civil su deseo de inscribirse como lo que era: Gallo. El funcionario no podía dudar de su palabra sin incurrir en un delito de odio, así que sin ninguna exigencia de informe pericial registró al Zorro como Gallo en riguroso cumplimiento de la ley trans-específica. 

 

     Tenemos, pues, al Zorro convertido en el guardián de la empresa aviaria, metido literalmente en el gallinero. Tenemos, pues, al enemigo en casa, pensaron pollos y gallinas aterrados nada más verlo. ¡Qué paradoja! El viejo Señor Zorro de las fábulas de Esopo y de Fedro, y de sus epígonos Iriarte, Samaniego y La Fontaine, entre tantos otros, el raboso o raposo (o la raposa, si se prefiere), ese viejo y astuto emprendedor de fechorías, ese fementido matador de pollos y gallinas, ha sido ascendido de categoría en el escalafón empresarial, convertido en el Gallo guardián del gallinero.

   Las gallinas cacarearon aterrorizadas nada más verlo víctimas de un ataque de pánico y echaron a correr despavoridas, intentando volar a ras de suelo, preocupadas por sí mismas y sus polluelos. Él para tranquilizarlas las reunió y les dijo que no tuvieran ningún temor, y que no se fíaran de las apariencias, siempre engañadoras.

    "Aunque tenga aspecto de zorro, dijo, no lo soy, dado que en mi fuero interno me siento gallo de las patas a la cresta desde que nací, y os confieso como prueba de mi buena fe que me he vuelto no solo vegetariano y no consumo por lo tanto ni carne ni pescado, sino también vegano, es decir, que prescindo, además, en mi dieta de todo producto de origen animal: de lácteos, de miel y de los huevos".

    Las gallinas, algo más tranquilas aunque todavía incrédulas por sus palabras, aplaudieron aleteando sin embargo.

  "Y, además, prosiguió, os ruego encarecidamente que no veáis en mí un superior jerárquico, sino un camarada más cuya misión es protegeros de los peligros exteriores, porque dentro del gallinero no hay ningún peligro que temer. Os ruego finalmente que confíéis en mí, que seáis tolerantes y que abandonéis vuestros prejuicios a fin de que entre nosotros haya igualdad real y efectiva sin ninguna discriminación por ninguna razón, pues, insisto, aunque veáis en mí un zorro que tiene aspecto de zorro, puedo enseñaros el certificado oficial -se lo muestra- que acredita mi condición legal de ave gallinácea como consta en el Registro Civil, y este contrato laboral que me nombra jefe del servicio de seguridad del gallinero".

    Las gallinas, acabado el discurso, aplaudieron y respiraron con alivio. Esa noche se recogieron temprano, como de costumbre, y durmieron descuidadas. 

    A la mañana siguiente, se hallaron muchas plumas ensangrentadas por el suelo y menos pollos y gallinas, pero se había cumplido la ley escrupulosamente.

    Ante esto las gallinas supervivientes sólo podían hacerse una pregunta, la misma que se hacía en una sátira Juvenal hace dos mil años y nos hacía a nosotros, porque hoy es siempre todavía: Sed quis custodiet ipsos custodes? ¿Pero quién vigilará a los propios  vigilantes?
 
 
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[Nota etimológica: *Si el término líder, adaptación castellana de leader, sustituyó a jefe, que remonta al latín caput 'cabeza', so pretexto de que el líder es ante todo un compañero, uno más, y no sólo el jerarca que guía al rebaño, ahora reaparece oculto bajo el acrónimo de moda CEO (Chief Executive Officer), que es otro anglicismo simplón de Oficial Ejecutivo en Jefe. Las siglas, que son palabras mutiladas, nos invaden para que olvidemos el significado cabal de las palabras enteras y corrientes. Esta vez el viejo jefe se oculta bajo la letra C, que es la inicial de chief, y del chef francés, y del capo italiano, de donde volvemos al caput latino, del que salieron todos los cabos y los capitanes, y el poderoso Capital y la ideología que lo sustenta, el capitalismo.  La jefatura fue sustituida por el liderazgo, pero el liderazgo campa por sus fueros y vuelve a sus orígenes, aunque disimulado para que no se note, que es la jefatura (del Estado, de la empresa, del rebaño, de la manada y del corral)].  

viernes, 2 de febrero de 2024

Seis cosillas más.

 ¡Viernes! Por fin el esperado y anhelado fin-de-semana, el güiquén en la lengua del Imperio, pero, cuidado, no es ni mucho menos el fin de la semana todavía.

 La prensa oficial, creadora y criadora de la opinión pública, siguiendo dictados de arriba, prepara a la población para aceptar cañones en vez de mantequilla.

Jugadores, hagan juego y pregúntese a propósito quién ganará más: ¿Ganará el que gane o el que pierda? El que pierde ganará, y el que olvide lo sabido lo sabrá.

 El alumbrado navideño es el alma de la navidad que se enciende y se apaga celebrando una vez más que el año que termina, el mismo, resucite y vuelva a comenzar.

 Dice el reportero de guerra avergonzarse del gobierno español cada vez que se topa con armas made in Spain en los campos de batalla tercermundistas y olvidados.

 Hay que preocuparse, prepararse y precaverse de la prevista y prefabricada enfermedad X, veinte veces más letal que la pandemia coronaviral; así que prevenidos.
 

jueves, 1 de febrero de 2024

Vuelve la escritura pictográfica

     Vuelve la escritura pictográfica, la primera y más primitiva forma de expresión gráfica que se practicó en el neolítico sobre lajas, ahora sobre modernas pantallas electrónicas: Se vale de unos dibujos llamados pictogramas que reflejan un contenido independientemente de la expresión lingüística. Estos modernos pictogramas no podían llamarse así, con un tan culto grecolatinismo, por lo que se han denominado “emojis” en la lengua imperial,  o emoticonos, es decir, iconos emotivos, que no deja de ser otro grecolatinismo, esto es:  imágenes que tratan de reflejar emociones sin palabras.



    Hay quien ha visto ya el peligro que corre el lenguaje escrito y hablado de ser eliminado por los pictogramas, porque como dicen sus usuarios “las palabras no molan tanto como los emojis”. La escritura pictográfica conforma un lenguaje artificial y superficial, sin ninguna profundidad, completamente elemental, simpático e infantil,  y desprovisto de emociones complejas y sentimientos reales.

    Los sustitutos digitales de las palabras pretenden expresar todo tipo de ideas vacías de contenido, eliminando el pensamiento, la reflexión, la argumentación y exposición de razonamientos. Si empobrecemos el lenguaje, el pensamiento se vuelve dócil, manipulable y controlable, peligro que corren sus usuarios, los niños, los jóvenes y los adultos no tan jóvenes, que, en lugar de utilizar ese lenguaje, son utilizados por él.

    Los emojis son una forma vacía de comunicación y, por extensión, de entretenimiento, igualmente huero y destinado a la anulación del pensamiento. Los jóvenes los utilizan para intercambiar mensajes carentes de palabras entre ellos y establecer una comunicación artificial, en detrimento de la palabra viva y hablada, sustituida por una escritura elemental ni siquiera fonológica.
    Los que ostentan el poder no pueden dejar de alegrarse de contar con una ciudadanía infantilizada, carente de espíritu crítico, que no se cuestiona nada, con una conciencia anestesiada por las imágenes de las emociones, cada vez más presentes.

    Las imágenes siempre han tenido un poder adoctrinador sobre la población analfabeta. Era el caso de las imágenes religiosas en las iglesias medievales. Nuestras nuevas generaciones, analfabetas funcionales gracias al sistema educativo (manda güebos), utilizan estas imágenes que son un medio sutil de adoctrinamiento entontecedor. La desaparición de las imágenes sagradas de los templos ha acabado por sacralizar todas las imágenes, que se han convertido en santos de nuestra devoción. Parecen imágenes inocentes e ingenuas, algunas hasta simpáticas si  no fuera por su pretensión de serlo a toda costa. Parece que no pueden hacer daño a nadie,  pero su profusión es alarmante, y corremos el peligro de que sus consecuencias nos pasen desapercibidas si no reflexionamos sobre ellas.

    En una película reciente de animación destinada a un público infantil y juvenil aparece un alumno en clase que ha recibido en su móvil un mensaje de una chica y le comenta, entusiasmado, a su compañero de pupitre que no sabe qué contestarle. Este le dice: Pues mándale un emoji. Y el otro exclama: Sí, eso es, un emoji: algo guay. El emoji es algo guay, sencillo, simpático, sin las complicaciones que tiene redactar y escribir un texto por muy pequeño que sea con el que corremos el peligro de cometer alguna falta de ortografía. No, dejémonos de complicaciones innecesarias.

    En realidad los emoticonos no se usan como sustitutos, sino como acompañamiento de mensajes de texto, pero en algunos casos, como el comentado, pueden sustituirlos. Los teléfonos móviles disponen de un arsenal de ellos esperando que el usuario los utilice para utilizarlo a él como propagador del nuevo lenguaje y usuario de la nueva e innecesaria tecnología.

    Una red social tan extendida entre los preadolescentes y adolescentes como Tuíter (Twitter en la lengua del Imperio) sólo permitía mensajes de texto de ciento cuarenta caracteres además de imágenes –fotos, vídeos y encuestas-; ahora, llamada X, admite el doble: doscientos ochenta como máximo, pero incluye más de mil cien coloridos emoticonos que representan rostros sonrientes y personas, animales, fenómenos atmosféricos, comida y bebida, actividades deportivas y de ocio, medios de transporte, viajes y lugares, objetos diversos, símbolos y hasta banderas nacionales.

    Guasap (Whatsapp en la lengua del Imperio), sin embargo, cuenta con casi dos mil emojis en su catálogo.Y suma y sigue. Hay, además, teclados tan inteligentes que sugieren emojis relacionados con las palabras que estamos escribiendo en las conversaciones. Si deseamos la imagen de una mano, pero no tenemos claro cuál, solamente tenemos que escribir la palabra "mano" y, automáticamente, la lista muestra todos los emojis disponibles relacionados con ese concepto, sin necesidad de desplazarse por infinidad de pantallas. Y es que los smartphones son, pese a su nombre (smart significa inteligente en la lengua del Imperio), la cosa más tonta que hay; lo mismo que las llamadas smartcities, las ciudades más tontas que hay, porque no puede haberlas más tontas, donde a la suprema tontería se la considera inteligencia. Esperemos que la nuestra no sea una de ellas...  

    Hasta Gúguel (Google en la lengua del Imperio) ha llegado a habilitar también la búsqueda por emojis y su catálogo, con miles de simbolitos, no hace más que crecer cada año en aras de una mayor riqueza expresiva. Y seguramente seguirá creciendo porque nunca van a conseguir saciar las ansias comunicativas de la gente y porque, como suele decirse, el número de los tontos y las tontas crece cada día que amanece.