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miércoles, 7 de febrero de 2024

Pareceres XL

196.- Dios salve al monarca. El éxito de una operación de fístula anal del rey Luis XIV de la Francia, en 1686 fue celebrado por el músico cortesano Jean Baptiste Lully en una composición titulada Grand Dieu, sauve le roi, melodía que se hizo muy popular. Poco después, G. F. Haendel, recordando esa melodía y haciendo una versión o plagio, como prefieren otros, de ella, popularizó el tema en Inglaterra, para celebrar la coronación de Jorge I convirtiéndose en God save the King (con su variante femenina God save the Queen). La marquesa de Créquy comentó a propósito de esto: Que el himno de los ingleses haya surgido de un ojete (ella escribió “anus”), es algo que no deja de hacerme gracia sin dejar de sorprenderme un instante sin embargo. Los ingleses no tienen según la Güiquipedia sabelotodo un himno propiamente dicho, sino tres candidatos: God save the King compite con Jerusalem y Land of Hope and Glory
 
 
197.- Faldas y pantalones: Una congregación religiosa que tiene varios colegios en las España impone el uso de pantalón a todo el alumnado -es decir a las niñas porque los niños lo llevan de serie- con el argumento de los cambios sociales y las nuevas metodologías educativas, como si el pantalón fuera lo neutro y no lo masculino por excelencia, con lo cual la falda pasa de haber sido prenda obligatoria del uniforme femenino a estar ahora prohibida. Se pretende así suprimir estereotipos sexistas imponiéndose el masculino. 
198.- Muchas opiniones, poco sentido común: En las declaraciones del novelista Luis Landero en una entrevista periodística con motivo de la presentación de su última novela -«Solo hay tertulianos, opinadores... Se opina mucho y se piensa poco»- resuena el eco de Heraclito de Éfeso: Siendo la razón común, viven los más teniendo un pensamiento privado propio -una opinión, cada cual la suya: todos tertulianos, todos opinando. 
199.- La niebla. Una niebla inesperada por los servicios meteorológicos se apoderó de la Región, cambiando la atmósfera de un día que amanecía despejado y soleado. Las temperaturas pronosticadas, que auguraban un día espléndido para actividades de ocio al aire libre y disfrute de los bellos paisajes naturales que ofrece la Región, ideales para ser retratados por las cámaras fotográficas de los numerosos visitantes, experimentaron un cambio drástico disminuyendo considerablemente. Algunos testigos describieron el fenómeno como un evento sorprendente que paulatinamente fue anegándolo todo, como si fuera algo sobrenatural, cosa de brujas, dijeron, que desdibujan los contornos de la realidad, transformando la mañana en un paisaje misterioso. La niebla había decidido hacer acto de presencia sin previo aviso. A medida que iba adueñándose de la Región, la visibilidad se reducía más y más. Los paisajes que minutos antes estaban inundados de luz solar se convirtieron de repente en enigmas borrosos y sombríos, proporcionando una nueva perspectiva de la belleza natural de la Región. 
 200.- El restaurante del amor: No interesa casi nada de lo que pasa fuera de la pequeña pantalla, ya sea la del móvil o la de la caja tonta. Y cada vez interesa más lo que sale del Ente público o privado, da igual, que da entidad, es decir su ser, a todas las cosas. Sólo interesa ya lo que nos echan, como dice la gente reducida a su condición resignada de público telespectador, y menos la realidad ajena a la pequeña pantalla, que resulta inexistente. De hecho, no hay más realidad que la que sale por televisión, lo que nos dan para que traguemos, y punto: productos genéticamente manipulados para regocijo de millones de televidentes. Resultado: un programa como First Dates -primeras citas en la lengua del Imperio- acaba formando parte del espectáculo de la realidad y de la realidad del espectáculo, sustituyendo el interés por lo que pasa en el mundo por lo que pasa en el restaurante del amor. Así es como nos vuelven, si no lo éramos ya, rematadamente idiotas, tontos de remate.