lunes, 20 de febrero de 2023

Pareceres (XV)

71.- No nos representan. Uno de los gritos razonables y populares que se coreó una y otra vez contra los gobernantes democráticos que nos arrojaron en brazos de Marte durante el rodaje de la película La Guerra del Golfo, segunda parte (1990-1991, Operation Desert Storm, en la lengua del Imperio), fue “¡No a la Guerra!”. Resulta conmovedor cómo hemos pasado de aquel No a la Guerra de antaño, al Sí a la Guerra de hogaño, aunque no se diga explícitamente así. Otros gritos que entonces se corearon y que deberían volver a escucharse si no estuviéramos anestesiados y sordos como tapias, fueron “¡No en nuestro nombre!” y “¡Que no, que no, que no nos representan!”. Debería cambiarse el modo verbal de esta última frase y sustituirse el Indicativo, que constata simplemente una realidad de un modo objetivo y neutro, por el Subjuntivo que expresa un deseo, y decir: “¡Que no, que no, que no nos representen!”: que no, que no, que al pueblo no lo representa usurpando su nombre de hecho nadie, ni Dios todopoderoso siquiera, ni falta que le hace tampoco, que por eso se dice que el pueblo es su propio soberano. 

 

72.- En la salud y en la enfermedad. Jules Romains puso en boca de su lúcido y peligroso doctor Knock la frase de que las personas sanas son enfermos que se ignoran, es decir, que ignoran que están enfermas y el mal que padecen, lo que nos lleva a decir, como ya sugirió alguien que no recuerdo, que la medicina ha progresado tanto en nuestro tiempo que todos somos ya pacientes, unas veces en acto y otras en potencia aristotélica o asintomática, como durante la crisis sanitaria que nos confinó y encerró a todos. Si damos la vuelta al dicho, hallamos que los enfermos serían personas sanas que se saben enfermas porque han recibido un diagnóstico médico que así lo acredita, y son conscientes gracias a él de su enfermedad. El médico, decidiendo qué es un síntoma y quién se encuentra enfermo, se ha revestido así de un poder autoritario y omnímodo de índole sacerdotal capaz de catalogar como paciente a una persona sana cuyos parámetros se aparten de la estadística mayoritaria, y de rehusar a otra persona el reconocimiento social de su dolor. La enfermedad no es otra cosa sino la conciencia del cuerpo, o, dicho de otra manera, la conciencia de que nuestro cuerpo es nuestro y no de otro, como el alma, individual e intransferible. 


 73.- Empleados. Hemos sido esclavos, después siervos, ahora somos empleados, públicos o privados, según nos contrate el Estado o el Capital, tanto monta, monta tanto el Estado como el Mercado, gracias a las florituras del lenguaje políticamente cortés; empleados, que no sólo quiere decir que tengamos un empleo, sino sobre todo que el empleo nos tiene a nosotros, nos usa y abusa de nosotros que somos así utilizados. Los empleados hacemos hogaño las mismas cosas que hacían antaño los esclavos, pero se nos ha cambiado el nombre, brillante ejercicio retórico éste de dignificación apelativa, menudo eufemismo. 


 74.- El enemigo. El enemigo número uno es uno mismo porque uno hace siempre, aunque no quiera, lo que está mandado. Uno obra según su propia voluntad, así y sólo así obra según la voluntad de Dios, que eso es lo que quiere el Señor. Dios quiere que hagas lo que a ti te dé la gana, porque así y sólo así estás haciendo, sólo lo sabe Él, lo que Dios manda, cumpliendo la divina voluntad.


 75.- Opinión Pública y seguridad ciudadana. La prensa -y con este término obsoleto me refiero a todos los medios de (in)formación masivos tanto escritos como audiovisuales, analógicos y digitales-, enarbola de cuando en cuando, creándolo y zarandeándolo, el fetiche de la opinión pública, ese fantasma que no existe hasta que lo crean y zarandean, porque el pueblo no tiene opinión, la opinión es individual siempre, por lo que no puede definirse como popular o como pública, que viene a ser lo mismo. Y la prensa dice que la opinión pública exige, por ejemplo, más seguridad, más policía, más cámaras, más cárcel para los delincuentes y en general más represión. Nos venden la idea peregrina, como todas las que nos meten en la cabeza, de que la ciudad va a tener más seguridad si se aumenta el número de agentes de policía, pero la realidad, terca como una mula, demuestra una y otra vez que eso es mentira. No porque haya más policías dejará de haber delincuencia. Puede que algún ciudadano se sienta más seguro, pero no es más que una apreciación subjetiva y psicológica: la calle sigue siendo la jungla por mucha policía que haya y debido a ella misma, que también colabora poniendo su granito de arena en el mantenimiento de la ley y el orden de la selva. Poniendo más policía en la ciudad, los ciudadanos tenemos un problema más porque las pistolas que llevan al cinto los agentes, que las carga el diablo y se disparan solas, sólo con que un dedo apriete el gatillo, no dan seguridad sino disgustos, pero así funciona el desorden establecido.

 

 

domingo, 19 de febrero de 2023

El placer de fumar

    Frente a la campaña “El humo no te deja ver” orquestada por el Ministerio de Sanidad de prevención del tabaquismo y de protección del medio ambiente que quiere darnos a entender que el tabaco  no es bueno ni para nosotros ni para el planeta, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (sic), financiado por la Unión Europea, cabe reivindicar el acto de fumar como un acto placentero en sí, independientemente de que sea bueno o malo para nuestra salud y para la planetaria.

    Algunos son tan necios que aplauden estas campañas antitabaqueras porque intentan conseguir que respiremos “aire puro” en los lugares públicos, como si pudiera haber en nuestro mundo tan contaminado algo como el "aire puro", como si se pudiera purificar el aire porque los fumadores dejaran de fumar.

    Quieren mejorar nuestra salud y la del planeta, ese nuevo mito que se proyecta al futuro, como si les importara algo a ellos, para que no acumulemos nicotina en los dientes, no tengamos gingivitis y los pulmones no se nos pudran por el cáncer, y para que, en definitiva, el globo terráqueo pueda sobrevivir a nuestros malos humos. 

    Administran nuestra salud y nuestra felicidad situándolas en el futuro, que es la muerte; por lo tanto es una salud falsa, está en el porvenir, que por definición nunca llega, no aquí y ahora, la que me están vendiendo. Quieren preservar una pureza ideal, higiénica, inexistente. Pronto nos obligarán a hacer deporte por “nuestro propio bien”, por “nuestra salud”, y a comer coles hervidas o sardinas o lo que se les ocurra. 

   El humo molesta a otros; el alcohol parece que no, salvo a los atropellados por borrachos, a las mujeres muertas por sus maridos ebrios o “parejas sentimentales”, a los hijos desatendidos y maltratados por sus padres alcohólicos. Con el emporio del alcohol no se meten. Ya se vio lo que pasó con la Ley Seca en los Estados Unidos...

    Los creadores de la Ley del Tabaco han llegado a tal grado de empecinamiento en su empeño que hay que decir que su cruzada contra el consumo de tabaco es una campaña fascista: las primeras medidas antitabaquistas las tomó el régimen nazi. Los creadores de dichas leyes y campañas se arrogan el derecho de decirnos lo que es bueno y malo, y quieren convencernos de que lo hacen por nuestro bien.

    El tabaco apesta, es verdad, pero la prohibición y la condena que sobre él recae apesta todavía mucho más. Fumar es todavía más placentero ahora que está prohibido en la mayoría de los lugares públicos. Y no contentos con eso parece que quieren prohibirlo también en los privados, convenciéndonos de que lo hagamos por las dos poderosas razones susodichas.

  Sara Montiel en la película El último cuplé (1957) reivindicaba el placer "genial, sensual" del tabaco, interpretando “Fumando espero”. En esta actuación más reciente, aparecía fumando un puro a finales de los años 90 en un programa de la televisión española. 

 

sábado, 18 de febrero de 2023

Bautismo civil

     En la inagotable Odisea de Homero, hay unos versos (VIII, 550-554) en los que los feacios le preguntan al náufrago que ha arribado a sus costas cuál es su nombre. Dicen así: Dime el nombre que allá te decían tu madre y tu padre / y otros, de la ciudad y vecinos de los aledaños./ Dado que no hay en modo ninguno hombre sin nombre,/ sea de bajo o de noble linaje, ya desde que nace,/ sino que a todos bautizan, tras engendrarlos, sus padres. 

    Ese náufrago es el fecundo en recursos Odiseo, más conocido como Ulises, que cuando el inhóspito ciclope Polifemo le preguntó cómo se llamaba, le respondió que su nombre propio era Nadie, engañándolo después de haberlo cegado y escapado de su cueva y haciéndole creer que Nadie lo había dejado ciego y se había burlado de él...


     Escribe Charmian Clift en Cantos de sirena: "En la iglesia ortodoxa griega, el bautismo no es solo uno de los grandes misterios, sino que también tiene un significado místico y secular que un forastero difícilmente puede comprender. Al margen de consideraciones religiosas, para cualquier griego sería impensable no bautizarse, por puras razones materiales. Es la garantía de su legitimidad como ser humano. Si no se bautiza no existe. Para poder votar, se tiene que presentar la partida de bautismo. Sin bautizarse, en la vida adulta, no se puede ostentar un cargo público, ser funcionario, ni tener un empleo corriente. Hasta el momento de la inmersión, ni se tiene nombre siquiera."

    Hoy en día, entre nosotros, las cosas no son exactamente así, pero tampoco son muy diferentes. Para cualquiera de nosotros sería impensable no inscribirse en el Registro Civil donde se da fe del nacimiento o alumbramiento, es decir, "el momento en que una persona tiene vida propia, independiente fuera del seno materno".

    Según el Ministerio de Justicia: El nacimiento produce efectos civiles desde que tiene lugar, pero para el pleno reconocimiento de los mismos es necesaria su inscripción en el Registro Civil.

    En dicho registro figura, aparte de la hora, fecha y lugar de nacimiento, el nombre que se le impone al recién nacido, que no tiene por qué ser un nombre propio propiamente dicho, ya que se admiten "nombres comunes, abstractos, mitológicos, legendarios, artísticos, geográficos apropiados para designar persona, de fantasía y de personajes históricos", y también "diminutivos o variantes familiares y coloquiales", siempre y cuando no perjudiquen la dignidad y no induzcan a error a la hora de identificar al inscrito, nombre que lo individualiza, de manera que podríamos decir, emulando a Charmian Clift: "Es la garantía de su legitimidad como ser humano. Si no está inscrito en el Registro Civil no existe". 

    De alguna manera, la inscripción en el Registro Civil es el bautismo laico. El Estado viene a sustituir así a la vieja iglesia. Nada nuevo bajo el sol.

viernes, 17 de febrero de 2023

Elogio de Giorgio Agamben

    Si alguien ha denunciado con lucidez la deriva autoritaria y totalitaria que han adoptado los gobiernos occidentales y los medios de (in)formación de masas a su servicio y al servicio del capital financiero internacional durante estos tres últimos años de crisis sanitaria es el filósofo italiano Giorgio Agamben (1942-...). Sólo hacen falta dos extractos de uno de sus textos para comprobarlo. En el primero denuncia no solo el uso torticero que se ha hecho de la medicina (y la ciencia en general) durante la pandemia, sino el que ambas hayan permitido ese abuso, convirtiéndose en objetos de fe, religión y no ciencia, lo que le lleva a desconfiar totalmente de una y otra. 

 

    Ambos textos están tomados de su intervención "Il complice e il sovrano" en la commissione DU-PRE (acrónimo italiano de Dubbio e Precauzione 'duda y precaución") el 28 de noviembre de 2022.

    Ya no puedo, frente a un médico o alguien que denuncia la forma perversa en que se ha utilizado la medicina en estos dos años, evitar en primer lugar poner en cuestión la propia medicina. Si no se reconsidera de frente en qué se ha convertido gradualmente la medicina y tal vez toda la ciencia a la que se siente pertenecer, no se podrá esperar en modo alguno detener su curso mortal.  

    Io non posso più, di fronte a un medico o a chiunque denunci il modo perverso in cui è stata usata in questi due anni la medicina, non mettere innanzitutto in questione la stessa medicina. Se non si ripensa da capo che cosa è progressivamente diventata la medicina e forse l’intera scienza di cui essa ritiene di far parte, non si potrà in alcun modo sperare di arrestarne la corsa letale.

 


 
    En el segundo fragmento analiza la postura de aquellos que desde la defensa de las leyes y constituciones han intentado frenar la implantación de la dictadura sanitaria. No se trata, según él, de lamentar el mal uso que se ha hecho de la constitución -por ejemplo que en España se haya declarado a posteriori ilegal el confinamiento que ordenó el gobierno-, sino de cuestionar la constitución misma que ha permitido tal desaguisado.

    Ya no puedo, frente a un abogado o alguien que denuncia la forma en que la ley y la constitución han sido manipuladas y traicionadas,  evitar cuestionar en primer lugar la ley y la constitución. ¿Acaso es necesario, para no hablar del presente, que recuerde aquí que ni Mussolini ni Hitler tuvieron necesidad de cuestionar las constituciones vigentes en Italia y Alemania respectivamente, sino que incluso encontraron en ella las disposiciones que necesitaban para instaurar su régimen? Así que es posible que el gesto de quien hoy intenta basar en la Constitución y sus derechos su lucha esté ya de antemano derrotado.

 Io non posso più, di fronte a un giurista o a chiunque denunci il modo in cui il diritto e la costituzione sono stati manipolati e traditi, non revocare innanzitutto in questione il diritto e la costituzione. È forse necessario, per non parlare del presente, che ricordi qui che né Mussolini né Hitler ebbero bisogno di mettere in questione le costituzioni vigenti in Italia e in Germania, ma trovarono anzi in esse i dispositivi di cui avevano bisogno per istaurare i loro regimi? È possibile, cioè, che il gesto di chi cerchi oggi di fondare sulla costituzione e sui diritti la sua battaglia sia già sconfitto in partenza.

jueves, 16 de febrero de 2023

Gato por liebre

    Un gallego de Pontevedra encargó un alargador del miembro viril a través de Internet, y la sorpresa fue mayúscula, no pudo ser mayor,  cuando recibió lo que recibió. El internauta hizo el pedido en línea unos días antes de la mágica noche de Reyes. Era el regalo que quería hacerse a sí mismo  y de alguna manera se había hecho la ilusión de pedírselo a sus majestades, los Reyes Magos del Oriente. 
 
    El mismo día 6 de enero el envío llegó a su domicilio, pese a ser día festivo en las Españas, pero al parecer no hay festividades para los repartidores. Llegó el mismísimo día de Reyes, pero podría haber llegado el día de los Santos Inocentes, porque parecía como comprobó enseguida una inocentada. La ilusión acumulada desde la infancia en unas fechas tan especiales se le esfumó a nuestro hombre en cuanto abrió el paquete en el que esperaba encontrar un alargador natural de su miembro viril -sin cirugía ni silicona, como decía la publicidad-, que es lo que había pedido, y dio con un objeto que en lugar de ayudarle a superar su complejo, iba a agravárselo notablemente: una lupa. 
 

     Indignado al recibirlo, nuestro gallego, que no podía quitarse de la cabeza la convicción de que se habían reído de él miserablemente así como que aquello era una broma de pésimo gusto, fue derecho, ni corto ni perezoso, a la comisaría provincial de la policía pontevedresa con el firme propósito de denunciar el timo, alegando que era víctima de una estafa informática, y que le habían dado, como se suele decir, el gato por la liebre. 
 
    Una vez allí, no presentó finalmente ninguna denuncia.  Esta no resultaba del todo consistente ni era viable teniendo en cuenta, tal y como le señaló un agente socarrón de la comisaría, que una lupa también alargaba y agrandaba el pene, por lo que en lo que a efectos se refiere, sin detallarlos específicamente, con la lente de aumento también se conseguían los resultados apetecidos que él pretendía, por lo que no se podía decir que hubiera sido objeto de un fraude como él denunciaba ni de un engaño: con una lupa, en efecto, se agranda un pene, y sin recurrir a la cirugía ni a implantes de silicona.

miércoles, 15 de febrero de 2023

Deseo de ser salvaje

Sentí el deseo muy temprano de ser como ellos,

al ver un indio americano dibujado

en un cómic del lejano oeste por vez primera

montando a caballo. Entonces supe que quería

ser uno de ellos, un salvaje y un piel roja:

me reconocí en seguida viéndome en su espejo,

porque ellos eran mis hermanos, mis iguales

en pie de guerra contra el rostro pálido.

Era un comanche, o un apache. Mi pueblo no

podía aceptar las condiciones de la paz

que le proponía e imponía desde Guasintón 

el gran padre blanco; y no es que no deseáramos

vivir en paz, que es lo que más queríamos,

sino que no concebíamos que pudiera haber

en este mundo nunca verdadera paz

sin libertad, que vale más que todo el oro

que hay en las minas que cobijan las entrañas

de la madre Tierra. El oro ciega y enfebrece

a los rostros pálidos. Los guerreros, sin embargo,

lo codiciamos sólo por lograr al trueque

armas de fuego y güisqui, para emborracharnos

a fin de así olvidarnos, ebrios, de la guerra,

la guerra que ¡maldita sea! no queremos,

siendo guerreros. Pero nos obligan ya

a caminar por su sendero, porque, bravos,

los apaches no queremos ser acorralados,

ni estabulados y confinados en reservas,

sino vivir sin sujeción, como coyotes,

como lo hicieron los antepasados nuestros,

cabalgando nómadas al galope con el viento

semidesnudos y salvajes, primitivos,

galopando a pelo sin estribos ni montura,

sobre una tierra que no tuvo nunca dueño;

así vivieron ellos y nosotros, libres,

antes de que llegara la civilización,

y que trazara el hombre blanco las fronteras

-malditas sean todas ellas- y escribiera

el libro siempre ensangrentado de la Historia.

martes, 14 de febrero de 2023

La falsa muerte de Heraclito (y II)

     En la carta sexta de las llamadas Epístolas heracliteas del Pseudo-Heraclito, un escrito apócrifo del siglo I de nuestra era, compuesto quizá por un cínico o un estoico anónimo que quería reivindicar la figura del Heraclito histórico, si no era ambas cosas a la vez,  se resucita el nombre propio del filósofo tenebroso para vengarse de aquellos medicastros que no acertaron a curar su enfermedad ni a entender la coincidencia que les proponía de los contrarios. La epístola está dirigida a un tal Anfidamante, personaje por otra parte totalmente desconocido del que sólo sabemos su antropónimo. En ella el autor que se hace pasar por Heraclito confiesa que está enfermo de hidropesía y que los médicos no aciertan a curarlo porque fingen tener unos conocimientos que no poseen, son corruptos y  además matan a los seres humanos en el nombre de la Ciencia. 
 
    Se crea aquí la leyenda del médico incompetente y matasanos, que llega entre nosotros hasta Quevedo, por poner un ejemplo ilustre, que en el romance satírico que cantara Paco Ibáñez nos pinta  al doctor como un hombre que tiene muy buenas letras "en el cambio y el bolsón" y que no es en absoluto cobarde porque "ha muerto más hombres vivos / que mató el Cid Campeador". Le dice el poeta a la dama Ángela de Mondragón que si se case con el doctor nunca enviudará , "que nunca la misma muerte / se oyó decir que murió". 

 

    Este pseudo-Heraclito le dice a su interlocutor, hablando de los médicos y acusándoles de yatrogenia, es decir, del daño en la salud del paciente provocado por el médico en nombre de la Ciencia: Con impiedad obran éstos, Anfidamante, fingiendo habilidades que no poseen, curando lo que no saben y asesinando a los seres humanos, cometiendo una grave injusticia en nombre de la ciencia tanto con la naturaleza como con la ciencia. οὗτοι ἀσεβοῦσιν, Ἀμφιδάμα, καταψευδόμενοι τεχνῶν ἃς οὐκ ἔχουσι, καὶ θεραπεύοντες ἃ μὴ ἴσασι, καὶ ἀποκτιννύντες ἀνθρώπους, δι' ὀνόματος τέχνης ἀδικοῦντες καὶ φύσιν καὶ τέχνην.

    Y añade, de forma lapidaria y contundente: Es una vergüenza admitir la ignorancia, pero más vergonzoso pretender un conocimiento que no se posee. αἰσχρόν ἐστιν ὁμολογεῖν ἄγνοιαν, αἴσχιον ἐπιστήμην οὐκ ἔχοντα.


     La crítica concluye diciendo que obran por dinero: ¿Por qué les resulta grato mentir sino porque con el engaño se enriquecen? Más respetables serían poniéndose a mendigar; pues moverían a compasión. Pero ahora son aborrecidos no sólo porque perjudican sino también porque engañan. τὶ αὐτοῖς ἡδὺ τὸ ψεύδεσθαι ἢ ἵνα δι' ἀπάτης χρηματίσονται; ἀμείνους ἂν ἦσαν μεταιτοῦντες· ἠλεοῦντο γοῦν ἄν· νῦν δὲ μισοῦνται καὶ βλάπτοντες καὶ ψευδόμενοι. 
 
    Y finalmente les quita la dignidad profesional de 'médicos' que ejercen: Ninguno de ellos es médico, sino todos engañadores y embusteros que venden sus artimañas por dinero. οὐδεὶς αὐτῶν ἰατρός, ἀλλὰ πάντες ἀπατεῶνες καὶ φένακες, σοφίσματα τέχνης ἀργυρίου πιπράσκοντες.

 

lunes, 13 de febrero de 2023

La falsa muerte de Heraclito (I)

    En las Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio, libro IX 3, leemos a propósito del desprecio por la política entendida como el gobierno del Estado de Heraclito de Éfeso que: Retirándose al templo de Ártemis, se puso a jugar a los dados con los niños; y a los efesios que hacían corro en torno de él, les dijo: “¿De qué os admiráis, villanos? ¿Acaso no es mejor esto que hacer política y colaborar con vosotros en el gobierno de la ciudad?” 

    La vida religiosa de Efeso giraba precisamente en torno al santuario y al culto de una diosa de orígenes prehelénicos, asimilada luego al panteón griego con el nombre de Ártemis o Artemisa y al romano con el de Diana, la hermana gemela de Apolo. En dicho templo depositó para su publicación Heraclito su libro.  

    Al culto del templo de la diosa estaban vinculados fuertes intereses económicos, como revela el hecho de que, según se lee en el Nuevo Testamento, un tal Demetrio quinientos años después de Heraclito, junto con los plateros que forjaban y vendían imágenes del templo y de la diosa, expulsaron al cristiano Pablo de Tarso y a sus discípulos que habían ido a evangelizarlos echándolos del teatro con gran alboroto y gritándoles: "!Grande es la diosa de los efesios!". El motivo del altercado era que los cristianos, que combatían el culto pagano de la diosa, arruinaban la fuente de sus ganancias.

Grabado del templo de Éfeso, Philip Schaff (1819-1893)
 

    Este templo, por cierto, era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. De él no nos ha quedado prácticamente nada. Fue destruido por un tal Heróstrato, que quería lograr la fama a cualquier precio y pasar así a la posteridad por haber realizado algo digno de mención. Todavía hoy los psicagogos recuerdan su nombre y hablan de erostratismo, denominando así a la manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre, y consecuentemente del complejo de Eróstrato, que también afectaría a los niños que rompen sus juguetes.   

    Que Heraclito jugara a las tabas o a los dados y que lo hiciera con los niños parece ser una anécdota fraguada sobre las palabras del fragmento 52 de la edición de Diels-Kranz, donde se habla del tiempo como de un niño que juega al castro o tres-en-raya, y que consigue la corona y proclama, poniendo las tres tabas en línea, “¡Castro-hecho-y-bien-derecho!”, pero también sobre el fragmento 121, donde Heraclito declara que los efesios mayores de edad deberían ahorcarse todos y dejar su ciudad en manos de los menores.

     Al final, llegó a odiar a los hombres y se retiró a vivir en los montes, comiendo verduras y hierbas; pero como de resultas de ello enfermó de hidropesía, bajó a la ciudad y preguntó a los médicos, hablando por enigma, si podían producir sequedad de la humedad extrema; como ellos no lo entendieron, se enterró en un establo de bueyes, esperando que el calor del estiércol evaporase el agua de su cuerpo. Pero como tampoco así consiguió nada, concluyó su vida a los sesenta años.

    Ya mayor, abominaría tanto del trato de sus compatriotas, que se retiraría a los montes donde pasaba su vida como un misántropo anacoreta comiendo verduras y hierbas, lo que nos recuerda, como comenta Cappelletti, en su traducción de los fragmentos de Heraclito, a aquellos versos de Calderón de la Barca, de La vida es sueño: “Cuentan de un sabio que un día / tan pobre y mísero estaba, / que solo se alimentaba / de unas hierbas que cogía.”

Demócrito (optimista) y Heraclito (pesimista), de Rubens (1603)
 

    Lo de que enfermó de hidropesía a causa de su retiro y alimentación es sin duda un cuento malintencionado, una falsa noticia de su muerte, y también un intento de matarlo con ella a él y todo lo que significaba, una leyenda negra en todo caso forjada a partir de uno de los fragmentos originales de su libro, el 126, donde dice algo aparentemente tan trivial y de sentido común como: Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo árido se moja. Esto dio pie seguramente a la leyenda burlesca de la enfermedad de la hidropesía que padecería el pensador efesio, a consecuencia de la cual se le haría fallecer.

    Pero sigamos leyendo su biografía: Hermipo, en cambio, dice que preguntó a los médicos si alguien podía evacuar la humedad rebajando las tripas; y como le dijeron que no, se puso al sol y ordenó a los criados embadurnarlo de estiércol; así tendido, murió al segundo día y fue enterrado en la plaza.

    Hermipo de Esmirna fue un filósofo e historiador que vivió en la segunda mitad del siglo III antes de nuestra era, discípulo de Calímaco de Alejandría, autor de una serie de biografías muy utilizadas por los autores de la época siguiente. Si la noticia de que fue enterrado en el ágora que proporciona este autor fuera cierta, demostraría que los efesios apreciaban a Heraclito, a pesar de sus desaires y críticas. 

    Neantes de Cícico dice que, no pudiendo quitarse de encima el estiércol, allí quedó y, hecho irreconocible por tal mudanza, fue pasto de los perros.

    Sin embargo, según Neantes de Cícico, historiador y filósofo también, que vivió en el mismo siglo III, de cuyas obras no quedan sino fragmentos que recogen otros autores antiguos, como aquí Diógenes Laercio, Heraclito habría muerto abandonado por sus conciudadanos, que no pudieron reconocer su cuerpo recubierto de estiércol ni rendirle sepultura, y que resultó finalmente devorado por los perros. Los ofendidos efesios echaban así mierda literalmente sobre el cadáver del sabio tenebroso que había osado proclamar la igualdad de todos los contrarios: de la vida y la muerte, del bien y del mal, así como del frío y del calor, de la humedad y la sequía. 

    La noticia en todo caso de su muerte fue fraguada, como dice García Calvo, como burla del pensador que había osado plantearles aquel enigma y como “pena del blasfemo adecuada a su pecado”, pues decidió curarse a sí mismo enterrándose en una boyera, creyendo que la humedad de su cuerpo se evaporaría por el calor animal de la boñiga poniéndose a desecar al sol, cosa que no sucedió y que le ocasionó una muerte sin duda horrible, pero falsa. 

domingo, 12 de febrero de 2023

Zelenski tocando el piano (sin manos)

    Que el máximo dirigente actual de Ucrania, elegido democráticamente en 2018, pero lanzado a la fama en 2015 por una serie de Netflix (*) titulada 'El servidor del pueblo', siga siendo lo que era antes de ocupar la presidencia de su país, o sea, un cómico en el peor sentido de la palabra, por no decir un payaso, no nos extraña mucho en alguien que forma parte del mundo del espectáculo, y que se infiltra en todos los parlamentos occidentales y se deja ver en todos los eventos y saraos culturales, haciendo uso de las redes sociales y hasta de la glamurosa revista Vogue, para pedir incansablemente para su heroico y sufrido pueblo ucraniano más  armamento ofensivo pesado, que eso es lo que entienden él y los mandamases occidentales por 'ayuda humanitaria'.
 
Zelenski (a la izquierda)
 
     En este vídeo de 2016, Zelenski, que todavía no se había presentado a las elecciones democráticas de su país ni las había ganado, no arrima la banqueta al piano ni el piano a la banqueta, como hacen otros para sentarse a tocarlo, porque de hecho no necesita sentarse para tocar el pianoforte.
 
    Pero lo más sorprendente no es que lo toque de pie, dada su baja estatura, sino que lo toca con las manos en alto. Atención, sin utilizar los dedos de sus manos. Lo único que ha hecho previamente es bajarse los pantalones y calzoncillos, y así con el miembro viril, pene o el falo, como dicen los cultos, o, como dice el vulgo, con la polla o la picha arrecha, se supone, comienza a tocar las teclas, o, si se prefiere decir de otra manera, a aporrearlas. 
 
 
     El público se troncha de la risa. La cosa, dentro de lo groseramente vulgar que es, puede tener cierta gracia, porque obviamente no es algo real, sino una parodia, pero ni siquiera le podemos conceder el beneficio de la risa perdonavidas, porque el número cómico que ejecuta ni siquiera es de su invención original, sino que se trata de un plagio de un número del dúo Freaking brothers, lo que demuestra la poca o nula originalidad del títere del tío Sam que es el presidente Zelenski.
 
Freaking brothers
 
Nota (*): Esta serie, una sátira política que incrementó la popularidad del cómico, se convirtió en profética: el protagonista, un profesor de secundaria llega a ser en la ficción presidente del país. En ella se aborda la posibilidad, actualmente en estudio, de que Ucrania entre en el engendro de la Unión Europea. El partido con el que Zelenski se presentó a las urnas se llamaba "El servidor del pueblo," igual que la serie que lo catapultó al estrellato.

sábado, 11 de febrero de 2023

Latrías

    Define la culta Academia el término latría como “reverencia, culto y adoración que sólo se debe a Dios”, y el sufijo -latría escuetamente como “adoración”. 
 
    La iconolatría, por ejemplo, sería la adoración de las imágenes, característica de nuestra época, en la que valoramos más que las cosas en sí, sus apariencias. En el siglo VIII floreció en el mundo la iconoclasia. Los iconoclastas negaban el culto a las imágenes y rechazaban la autoridad de normas, maestros y modelos.
 
    La idolatría, haplología de idololatría, es la adoración sensu stricto de los ídolos, que son imágenes de una divinidad que es objeto de culto y de veneración, pero hay una idolatría, en sentido más general, que consiste en el amor excesivo y vehemente por alguna cosa o hacia alguna persona, a las que se idolatra.
 
 
    Tenemos también la necrolatría que es la adoración y el culto que se tributa a los muertos para propiciarlos y que quizá radica en el temor que nos inspiran.
 
    Se pueden formar neologismos como estatolatría, por ejemplo, que sería el culto al Estado considerado un ente divino por algunos, como el estatólatra de Hegel.
 
 
    Otro neologismo: vacunolatría, la adoración a la que hemos asistido en todos los medios de (in)formación de masas de las vacunas sin sentido crítico ninguno, que “salvan millones de vidas” porque vienen a ser algo así como el Santo Grial, según la opinión carente de fundamento de los adictos a la Gran Farmacopea.
 
    Otro neologismo, formado sobre tecnología, es tecnolatría, que al parecer acuñó Ernesto Sabato en alguno de sus escritos, y que sería la veneración idealizada de la tecnología, caracterizada por la creencia irracional de que puede solucionar todos los problemas, hasta los que no son técnicos. Tecnolatría y tecnocracia son dos características de nuestra época: la primera justifica la segunda que es el gobierno o ejercicio del poder que llevan a cabo los técnicos o especialistas, en detrimento de los políticos.  De hecho, nuestras modernas democracias son tecnocracias.
 
    Pero si alguna -latría resulta especialmente deleznable es la egolatría, el culto o amor excesivo al ego propio de uno mismo y a su personalidad individual, que conduce a la sologamia de casarse uno consigo mismo, una boda de momento sin validez legal, pero matrimonio indisoluble, consistente y a prueba de divorcio.