jueves, 19 de enero de 2023

In memoriam Sacco y Vanzetti

    Meto hoy en el arcón a Ennio Morricone dirigiendo la orquesta en la Arena de Verona. Los músicos interpretan la melodía que el maestro italiano compuso para la banda sonora de la película Sacco y Vanzetti de Giuliano Montaldo (1971). Menos conocida que el Here's to you que también compuso Morricone para dicha película y que inmortalizó la voz de Joan Baez, la gran Dulce Pontes interpreta la Balada de Sacco y Vanzetti. En ella se cantan cosas como: La ley está contra nosotros. / La policía sabe cómo hacer de un hombre / un culpable o un inocente. / El poder de la policía está contra nosotros.

 

    La película retrata admirablemente la injusticia que sufrieron los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, trabajadores inmigrantes italianos que fueron juzgados en Masachuses (Estados Unidos de América), sentenciados y condenados a morir en la silla eléctrica en el año de gracia de 1927 por robo a mano armada y el asesinato de dos personas, delitos que no habían cometido, acusados de “terroristas”. 

 

    El monólogo final de Bartolomeo Vanzetti en la película, en el que se declara inocente porque no sólo no ha cometido ningún delito (no ha robado nunca en su vida ni ha matado ni derramado sangre humana), sino que ha luchado, además, a lo largo de toda su vida para tratar de eliminar el mayor delito: la explotación en todas y cada una de sus formas del hombre por el hombre.

miércoles, 18 de enero de 2023

Los grises de entonces, los azules de ahora

    No hay hechos futuros, sólo pasados, y, la mayoría de las veces, es mejor olvidarlos. Abogo yo, políticamente incorregible que soy, por la des-memoria histórica, en contra de la memoria histórica que está ahora tan de moda en esta España en estado crítico y que consiste en desenterrar cadáveres.    
 
    Dicen los partidarios de la memoria histórica y de la Historia en general que hay que conocer a la sangrienta Clío para no tener que repetirla. Citan a menudo la frase de Churchill, creo que era: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Es mentira. No hace falta demostrarlo mucho. Conocer la historia no significa librarse de ella: la única manera de librarse de la Historia es rebelarse contra ella. Y para rebelarse contra ella no hace falta ser Licenciado en Historia, sólo hace falta decir ¡No! a la realidad que convierte todo lo que toca, como el rey Midas, en historia, incluidas nuestras vidas, que se reducen a biografías: historias que se escriben. Y lo que está escrito está muerto. Así de fácil.      
 

 
    El caso es que he discutido esto con un licenciado, precisamente en Historia, un profesor de Ciencias Sociales de la ESO esa que se imparte –habría que decir mejor que se vomita- en los institutos españoles de educación secundaria, unos años mayor que yo, que presumía de haber corrido en su juventud delante de los grises –así se llamaban, por el color de su uniforme, las fuerzas de orden público franquistas. Y venía a decir que gracias a esas carreras llegó la democracia de que ahora disfrutamos. Yo le dije haciendo un poco de burla de sus palabras que era mentira, y le susurré al oído “Lo llaman democracia y no lo es”, razonándole que el poder del pueblo, que es lo que quiere decir el término griego -demos, pueblo y kratos, poder-, solo puede entenderse cabalmente en un sentido: en el de que nadie es más que nadie, y por lo tanto no hay poderosos -o mejor potentes, por usar el latinismo, o pudientes, según el término patrimonial-, pero tampoco podidos, porque no hay poder, no hay kratos que valga, que si en la vieja lengua de Homero era poder sin más, en griego moderno significa Estado.    
  
 
     
     -Cuando murió Franco –le dije- quitaron el aguilucho a la bandera y plantaron la corona real, y a los grises los vistieron de marrón primero y de azul después. Los grises de tu juventud son, después del marrón de la transición, los azules de ahora, por no hablar de los acorazados y negros antidisturbios. Estos reparten a los jóvenes las mismas hostias que repartían aquellos, con la diferencia de que ahora van mucho mejor pertrechados. Ya sabes las fuerzas del orden, contra lo que su nombre indica, siembran el desorden so pretexto de restaurar el orden O por decir lo mismo con palabras de hoy: los antidisturbios crean los disturbios contra los que dicen combatir. Igual que Don Quijote: crean para combatirlos y para justificarse a sí mismos los monstruos gigantescos, que sólo son frutos de su imaginación, es decir, de su distorsión de la realidad a partir de los molinos manchegos de viento, para combatirlos. 
 
    -Pero ahora hay libertad. 
 
    -¿Dónde, que yo no la veo? No me hagas sonreír. Seguimos viviendo en un estado policial. No ha cambiado nada sustancialmente, sólo el color del uniforme.

martes, 17 de enero de 2023

¿Cómo nos vendieron la moto?

    ¿Cómo nos vendieron la moto de la “vacunación”? Pues con el cuento de la ciencia y de un modo muy grosero, con una propaganda que apelaba más a las vísceras que a la razón. Nos decían con todo tipo de métodos pedagógicos -adoctrinadores- audiovisuales y mareándonos con datos estadísticos que si queríamos volver a la normalidad que previamente nos habían secuestrado en nombre del fetiche del Bien Común teníamos que prestar el músculo deltoides del brazo a un pinchacito de nada como el de un diminuto mosquito insignificante... Que no nos preocupáramos porque no íbamos a enterarnos. 
 
    Como consecuencia del mágico pinchazo que dura lo que un abrir y cerrar de ojos, se abría como por arte de magia, gracias al "ábrete, sésamo" todo lo que previamente había sido clausurado por razones sanitarias: una boutique de ropa cerrada durante el confinamiento decretado por la emergencia sanitaria, un restaurante también clausurado donde no se podía comer sin el certificado de inoculación, un cine, un teatro, una sala de conciertos, un viaje a París... La oficina, que había estado cerrada, se abría también como consecuencia de la inyección y los oficinistas, que habían estado trabajando en línea desde su casa, podían volver a tomar el café de la máquina y a relacionarse con sus compañeros como antes de la pandemia como si no hubiera pasado nada... 
 
 
 Mediojuego médico, Yulia Napolskaya (1973-...)
 
    Se abrían la noria de la feria, la bolera y el estadio de fútbol, que habían estado cerrados a cal y canto por razones supuestamente sanitarias para evitar los contagios que hubiera sido mejor no haber evitado, porque de esa manera, exponiéndonos al peligro, habríamos desarrollado nuestro sistema inmunitario... Pero se trataba de lo contrario: acabando con la inmunidad natural tendríamos que recurrir a la artificial farmacopeica.  
 
    A continuación nos recitaban el siguiente mantra: “Con cada 'vacuna', la vida se retoma”. Salta a la vista que la vida que se retoma es la que previamente se ha negado esgrimiendo la razón sanitaria del bien común, de lo que se deduce fácilmente que nos han negado la vida -la vieja normalidad- para vendernos la moto de la vacuna con el cuento de la ciencia y de los expertos de los platós televisivos... 
 
    Da la sensación de que la razón de tanto cerrojazo ha sido el sometimiento de la gente a las restricciones del Ministerio de Sanidad que como la madrastra de Blancanieves nos ofrece ahora una manzana envenenada que nos sumirá en un profundo sueño... 
 
    Ha logrado imponerse la iatrocracia o iatrarquía, que viene a ser lo mismo con distinto sufijo griego: el gobierno de la clase sanitaria, no de los médicos que curan a los pacientes, sino de las autoridades sanitarias, es decir, de los políticos profesionales que se ampara bajo el fetiche de la Sanidad, que no es lo mismo, y la ortodoxia de una supuesta Ciencia vendida a la copa de Higía y a la serpiente enrollada en ella, que es a la vez la causa y el remedio, el veneno y el antídoto de la enfermedad imaginaria, a la gloria mayor de la industria farmacopeica. 
 

 
   Hay quien piensa que la mascarilla persistente en los transportes públicos españoles nos hace parecer más atractivos de lo que somos, porque deja a la imaginación de los demás nuestras facciones que ocultan so pretexto de impedir la entrada y la salida de víruses patógenos, y la imaginación lo que hace es idealizar esas facciones, suponiendo la proporción y la simetría en unos rasgos que posiblemente no tengan esas cualidades. Y a los adolescentes les permite, además, ocultar el acné juvenil que a esa edad tanto suele acomplejarles. Quizá por eso, y por el miedo al recíproco contagio del síndrome, mejor que la enfermedad, del virus coronado, algunas personas adoctrinadas prefieren ocultarse detrás de ese parapeto, aun cuando como ahora no sea obligatoria fuera de los transportes públicos y recintos hospitalarios, que, además, nos permite pasar desapercibidos cuando no queremos saludar a alguien.
 
    (Entre paréntesis, he llegado a leer en un periódico supuestamente serio cuyo nombre no voy a mencionar porque me produce cierta vergüenza ajena un artículo donde una psicóloga clínica afirmaba que la mascarilla nos aporta un encanto especial que no tenemos, un atractivo sexual, diríase, semejante al de la lencería, como si fuera una prenda erótica íntima de fetichismo y fantasía). 
 
    La grosera propaganda acaba diciendo: “Estamos todos vacunados, todos protegidos.” Pero después de tan reconfortante mensaje aparece un letrero que nos advierte de que eso no significa que las cosas vuelvan a ser como eran antes de la declaración de alarma sanitaria, pese a la redención que iba a aportarnos la sacrosanta eucaristía vacunal. No nos hagamos ilusiones. Hay que convivir con el virus y habrá que vacunarse todos los años, como se hacía con la gripe, lo recuerdan. Por el momento, aunque vacunados, sigamos aplicando los gestos de barrera y llevando mascarilla en interiores concurridos, no vaya a ser que, como es más que probable, acabemos contagiándonos. Y la gente se pregunta como siempre desde que el mundo es mundo que por qué.

lunes, 16 de enero de 2023

¿"El pueblo tiene el Poder"o "El Poder tiene al pueblo"?

    Una de las peores canciones de Patti Smith que conozco, si no es la peor de todas, es, en cuanto a su letra, "People have the power" (El pueblo tiene el Poder) que sacó en 1988 en su álbum Dream of life, y que enseguida se convirtió en un éxito mundial que consagraba la vuelta a los escenarios de la poetisa roquera en olor de multitudes. Es un himno a la democracia, y, por lo tanto, un ditirambo al sistema de gobierno predominante en el mundo occidental. Es, además en los Estados Unidos, un himno del Partido Demócrata, obviamente, con el que la cantante no dudó en apoyar la campaña de Obama, el Mesías negro que iba a redimir el mundo del pecado original. 


      La confusión que celebra el título de la canción es la creencia de que el pueblo puede tener el Poder, cuando es, al revés, el Poder el que tiene siempre bien sujeto, es decir, el que puede al pueblo en el ejercicio del Poder. Sin embargo, la canción funciona a veces como un himno libertario cuando dice que el pueblo tiene el poder (con minúscula) de soñar, de cambiar el rumbo del mundo, de detener la revolución de la Tierra... de ser libre, en definitiva, y aun de gobernar, algo que solo puede entenderse en sentido negativo. Si, como canta la madrina del punk, el pueblo tiene el poder de gobernar (power to rule), eso quiere decir que tiene el poder de no ser objeto de gobierno, de no ser gobernado. De ese genérico "people" se pasa a la identificación con "we" (nosotros), y entonces el estribillo se convierte en "we have the power": nosotros tenemos el poder de vivir, de soñar, de ser libres en definitiva... Es aquí donde se confunde el poder de... y sus infinitas posibilidades, con el Poder, es decir, con el gobierno que anula todas las posibilidades, lo que explica el éxito del mensaje ambiguo de la canción: como un himno a la soberanía del pueblo se convierte en una apología del sistema de dominio del pueblo democrático vigente. 

 

    No se puede identificar al pueblo con ningún partido, pese a que muchos partidos se llamen Populares o Demócratas, palabra griega que funde en uno dos conceptos opuestos el pueblo -demos- y -cratos- el gobierno del Estado. 

    Recuerdo un eslogan ácrata de la transición española que viene al caso y decía con muchísima razón: "El pueblo unido funciona sin partidos". Contraponía las palabras "unido" y "partido", que como salta a la vista se contradicen: el pueblo es un conjunto que en cuanto se parte queda dividido, y que por lo tanto no puede ser representado -aunque sí gobernado, pero ese es otro cantar- por ningún partido político que sea.

    Hay en la letra que se presenta como un sueño que se hace realidad algunas imágenes poéticas sugerentes -los valles resplandecientes, el aire puro, la alusión bíblica del leopardo y el cordero yaciendo juntos, los ejércitos dejando de avanzar, fuentes que manan en los desiertos...- como en la mayoría de las canciones de esta mujer, pero el mensaje político es bastante conformista y nauseabundo, la verdad.

domingo, 15 de enero de 2023

Desengaño de la política en general (y de la española en particular)

    A lo largo de estos años hemos visto los que ya peinamos más de una cana cómo se han sucedido en España dos regímenes políticos formalmente diferentes pero en el fondo iguales, la dictadura y la democracia, tres jefes de estado (el dictador, el ahora rey emérito que nombró el dictador y el hijo de ese rey, cuyas indignas posaderas se asientan sobre un trono que no debería ocupar nadie durante más de veinticuatro horas) y, ya en la democracia, varios presidentes del gobierno (Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez). Hemos podido ver cómo se disuelven y vuelven a constituir las cámaras del congreso y el senado, renovándose o perdurando sus componentes. 
 
   
    Hemos visto cómo se suceden los gabinetes ministeriales, cómo alguno de los gobiernos llegó a ser tan paritario (sic) que hubo tantas ministras como ministros, hasta el punto de que ya daba igual el timbre masculino o femenino de la voz de mando por aquello del "tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando", pero nadie debería montar más que nadie. Y hemos comprobado cómo sucede todo esto para nada, es decir, para que todo se mantenga igual; todo cambia aparentemente para que pueda permanecer lo esencial: la corrupción política inherente al sistema democrático de dominio vigente que, so pretexto de darle al pueblo su soberanía, se la arrebata inexorablemente en el mismo acto litúrgico de concedérsela supuestamente en los comicios electorales. Santa Rita Rita, la soberanía que la democracia le otorga al pueblo, el Estado a través de sus tres poderes constitutivos y a través del parlamento y gobierno se la quitan. 
 
 
    Rindo mi pequeño homenaje aquí, a propósito del desengaño de la política que hacen los políticos profesionales, al lúcido pensador y escritor peruano don Manuel González Prada que dejó escrito este agudo aforismo: “La soberanía popular y el régimen parlamentario se fundan en el axioma de que un asno más otro asno no parecen sumar dos borricos.” Lo reformulo del siguiente modo, glosándolo: El régimen democrático parlamentario se funda en el axioma de que el voto de un asno más el voto de otro asno forman la soberanía popular y no la voluntad de dos borricos.

sábado, 14 de enero de 2023

Rápida mensajería

Lo bueno no es cuidarnos, sino descuidarnos, no preocuparnos, sino despreocuparnos y dejarnos de todas las cuitas que no nos dejan vivir y nos hacen desvivir.
 
 Uno de los siete sabios, Solón, ya viejo, oyó a un niño entonar un canto de Safó, y le pidió que se lo enseñara para, según dijo, "morir llevándolo aprendido". 
 
Jesus died for somebody's sins but not mine. Jesucristo, cantó Patti Smith, murió por los pecados de algunos, pero no por los míos, que sólo a mí me pertenecen.
 
 
 
Una vez un mandamás hizo esta observación que contiene más verdad de lo que él creía: Hemos creado un problema que ahora estamos en vano tratando de resolver.
 
Ante la duda de cómo distinguir a herejes de católicos, el jefe de los cruzados ordenó: «¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!», desatando la masacre.
 
 Manda Odiseo esconder las armas antes de perpetrar la matanza de los pretendientes, porque el hierro atrae como un imán a los hombres, forzándolos a usarlas.
 
αὐτὸς γὰρ ἐφέλκεται ἄνδρα σίδηρος. Que es el hierro quien tira del hombre, como traduce Pabón, (y no el hombre quien tira del hierro), y ejerce su atracción.
 

 
La guerra no es la única violencia que ejerce el Poder sobre nosotros. La imposición del dinero, físico o digital, es su arma de destrucción masiva y opresión.
 
Se cree falsamente que el dinero físico es sucio por la sepsis y mugre inherentes a la madre natura, y que el electrónico no mancha las manos y es inmaculado.
 
 Tiene la Ciencia poca conciencia, mala conciencia. Sigue a la Ciencia, fe y obediencia, falsa creencia, donde la ciencia brilla, evidencia, ay, por su ausencia.
 
 
 
La apocalíptica metáfora de Borrel de No podemos ser un herbívoro en un mundo de carnívoros revela que la Unión Europea se entrega ya a la más feroz carnicería.

viernes, 13 de enero de 2023

De la China ha venido un barco cargado de...

    El presidente de una pequeña comunidad autónoma que celebra con orgullo su heroica derrota, valga el oximoro, en las guerras históricas que sostuvo contra el imperio romano, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad de los mayores de ochenta años, ya que “sólo” el 73%  en toda España -sin duda, le parece poco todavía- se ha inyectado la cuarta dosis, que en realidad es el segundo refuerzo de la pauta "completa", entre comillas completa, porque nunca se completará totalmente, dado que cada dos por tres necesita de refuerzos. 

    El gerifalte de la taifa autónoma, que quería pincharnos a todos “por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar”, juzga que es una “irresponsabilidad total” no ponerse la cuarta inyección o segunda dosis de recuerdo, cuando -afirma- "ya sabemos que la vacuna es la salvación". La salvación ¿de quién, señor mío?, ¿de qué es, dígame usted, la salvación? 

 

    Afirma usted que “hay países que no tienen nada y se está muriendo la gente”. La gente, señor mío, no va a dejar de morirse en los países que no tienen nada y en los que tienen mucho, porque, como decía el poeta aquel del imperio que subyugó a nuestros antepasados cántabros y les enseñó a hablar en latín -Cantabrum indoctum iuga ferre nostra-, la Pálida muerte llama con el mismo pie dando un patadón a las puertas de las chabolas de los pobres y a los casoplones y palacetes de los ricos. 

      "Me da mucha pena que por desidia o porque están influenciados por algunas teorías extrañas haya gente que no se quiera vacunar, por ellos y por los demás. Hay que ser un poco solidarios, por el egoísmo personal de saber que una vacuna te cura y por solidaridad los demás", ha insistido el necio presidente que sigue haciendo apostolado de la inoculación, conjugando como sólo podía hacerlo un político de su escasa estatura moral, el egoísmo personal y la solidaridad con los demás.

   Acompañaba el susodicho en su visita a la comunidad a la ministra de Sanidad, que al parecer va a dejar el ministerio y va a presentarse a las elecciones municipales para la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, lo digo porque no vaya a ser que algún canarión no sepa quién es, la vote y salga elegida alcaldesa, que el día antes había hecho un llamamiento irresponsable a la vacunación en su visita a un balneario cántabro, y que reiteró, erre que erre, al día siguiente en su visita al centro hospitalario de Reinosa. 

    Si declaraba el bocachancla autonómico que le parecía increíble que esto esté sucediendo, lo que a algunos nos parece más increíble todavía es que se sigan haciendo estos llamamientos totalmente irresponsables  y nada serios a la vacunación por gente que no tiene ni idea del asunto, ni el presidente ni la ministra, cuando hay voces autorizadas -porque tienen auctoritas en su materia, aunque no tenga potestas como los citados politicastros- y sólo voy a citar un par de casos de médicos como el norteamericano Joseph Fraiman o el cardiólogo británico Aseem Malhotra que piden la suspensión urgente e inmediata de todas las vacunas Covid-19 porque hay pruebas concluyentes -y no 'extrañas teorías' -de que inducen a una muerte súbita cardíaca. 
 
    La ministra ha declarado que España es "referente mundial" en vacunación contra el virus coronado. Según ella, qué iba a decir si no era lo que estaba mandado,  las inoculaciones -vacunas las llama ella- "han supuesto el punto de inflexión y nos permiten tener una vida prácticamente normal". Ha destacado que “siguen protegiendo”, aunque muchas han caducado ya dada su programada obsolescencia, ante nuevas variantes como la XBB.1.5, que es un sublinaje de la variante Ómicron del Sars-cov-2, más conocida como “Kraken”, un nombre de un monstruoso pulpo o terrorífico calamar gigantesco que, como aquel otro de El Perro del Infierno, el mitológico Cancerbero, quiere seguir metiendo miedo a la gente para que corra a ponerse la dosis correspondiente, renovando el peligro 'made in China' del malvado Fu Manchú que tanto éxito tuvo hace tres años con el cuento aquel del mercado de Wuhan y el pangolín. 
 
  El pulpo colosal, Pierre Denys de Montfort (1801)
 
     De la China ha venido un barco cargado de... viruses Y ahora vuelve la OMS a la carga recomendándonos que nos pongamos el barbijo para taparnos la boca (y la nariz) en los interiores... Pero la ministra también ha tratado de no alarmarnos demasiado. Parece, dice, que Kraken no va a ser preocupante, pese a que ya se hayan detectado algunos casos en España. ¿Qué hacemos? ¿Nos echamos a temblar, nos ponemos la cuarta dosis, la quinta, la sexta, la que haga falta, y nos morimos cuanto antes ya que con tanto miedo no nos dejan ni vivir?

jueves, 12 de enero de 2023

Feliz de estar aquí

     “Me avergüenza no saber griego y verme forzado a agradecerles en inglés. 
 
    Como poeta no puedo más que utilizar metáforas, y en esta ocasión utilizaré dos. La primera es aquella del retorno a la patria, el retorno de Ulises. Ulises tardó diez años para retornar a Ítaca. Yo diría que regreso a Creta, que regreso a Grecia, veinticinco siglos después de que todo comenzara aquí mismo; aquí donde comenzó la reflexión, la dialéctica, la poesía, la filosofía, todo. Y regreso después de tantos siglos para agradecerles. 
 
    Esa es la primera metáfora. Pero hay una más, aún más extraña, y no queda más que elegir entre una de ambas. La segunda metáfora es el sentimiento de haber estado siempre aquí. Recuerdo haberle preguntado a mi padre el significado de las palabras Magna Grecia. Él respondió que eran el sur de Italia y Sicilia, y luego hablando solo continuó: “Acaso la Magna Grecia sea el mundo entero”. 
 
Borges en el laberinto de Cnoso (Creta), 1984
 
    Mis primeras lecturas fueron, recuerdo, las fábulas de los hermanos Grimm, las Mil y una noches, Alicia de Lewis Caroll y, por supuesto, la mitología griega. 
 
    De mi padre aprendí filosofía, comenzando por la célebre carrera entre Aquiles y la tortuga, de Zenón de Elea. Me impresionó profundamente esa paradoja, me parecía una especia de pesadilla: que la carrera continuara, que Aquiles no pudiera alcanzar a la tortuga, que la tortuga estuviera siempre delante de Aquiles y que todo continuara eternamente. 
 
    De la mitología griega me impresionaron los doce trabajos de Hércules, la expedición de los argonautas y, por supuesto, el mito del laberinto. 
 
    Pasé mi vida leyendo y escribiendo, y esas dos cosas me hicieron feliz. El mito del laberinto me interesó siempre. Sin embargo el laberinto no me produce sólo temor sino también una suerte de esperanza. Porque si el mundo es caos, estamos perdidos. Pero si es un laberinto, entonces queda alguna esperanza; existe un propósito: un plan secreto dentro de este caos aparente. 
 
    Pasé mi vida leyendo y escribiendo poesía; y toda la poesía proviene, como sabemos, al menos en Occidente, de Grecia. Y Grecia nos dio también la filosofía. Y al decir filosofía digo no sólo las respuestas sino también los enigmas y los cuestionamientos: enigmas y cuestionamientos que ocuparon a los presocráticos y a Platón. 
 
    Y ahora pueden elegir. Pueden considerarme un griego exiliado en América del Sur, que regresa a su patria; o decir que siempre estuve en Grecia -quiero decir, espiritualmente, no corporalmente.
 
    Ya pueden escoger. Pero lo que quiero que comprendan -y sé que lo entienden, o más bien sienten (uno siente más que comprende)- es que me siento feliz aquí, muy dichoso de estar en Grecia, y que estaré aquí por siempre, aún cuando mi cuerpo esté ausente."
 
    Este texto fue publicado en el núm. 2 de la revista “Istmo” de la Unión Helénica Peloponense en mayo de 2002, y corresponde a las palabras de agradecimiento que Jorge Luis Borges pronunció en la ceremonia llevada a cabo el 12 de mayo de 1984 en la ciudad de Récimno, en la que la Escuela de Filosofía de la Universidad de Creta le otorgó el doctorado Honoris Causa.

    Pongo el texto anterior en relación con estas palabras suyas, pronunciadas de viva voz, y extraídas de un documental de 1978, que puede verse en la Red, titulado "Borges para millones", en el que reflexiona sobre la muerte y la inmortalidad.
 
 

    «Realmente yo diría que la muerte es mi única esperanza, mi gran esperanza. Cuando me siento desdichado pienso en la muerte. Es el consuelo que tengo: saber que no voy a seguir siendo, pensar que voy a dejar de ser. Es decir, yo tengo la certidumbre más allá de algunos temores de índole religiosa, más allá del cristianismo, que desde luego lo llevo en la sangre también, más allá de la Church of England y de la de la Iglesia Católica Romana, más allá de los puritanos, más allá de todo eso, yo tengo la certidumbre de que voy a morir enteramente. Y es un gran consuelo. Es algo que le da mucha fuerza a un hombre, el saber que es efímero. En cambio la idea de ser duradero, me parece que es una idea horrible realmente. La inmortalidad sería el peor castigo. Cualquier forma de inmortalidad sería el infierno. El cielo si durara mucho sería el infierno también. Cualquier estado perdurable es la desdicha. Quizás una de las mayores virtudes de la vida es que todo es efímero, incluso lo físico es efímero, el placer es efímero también, y está bien que sea así porque si no sería muy tedioso todo».

 

miércoles, 11 de enero de 2023

Una canción popular: Los reyes de la baraja

     "Los reyes de la baraja" es una de las canciones populares transmitidas por Federico García Lorca que han cantado entre otras Teresa Berganza, acompañada por Narciso Yepes, Pilar Lorengar y muchas otras cantantes. Escuchémosla en la versión de la primera.
 

    La letra dice así:  

Si tu padre quiere un rey, / la baraja tiene cuatro: / rey de oros, rey de copas, / rey de espadas, rey de bastos.

Corre que te pillo, / corre que te agarro, / mira que te lleno, / la cara de barro.

Del olivo me retiro, / del esparto yo me aparto, /del sarmiento me arrepiento / de haberte querido tanto.

      Se caracteriza por su ritmo trocaico. La primera y tercera estrofa están compuestas de cuatro versos octosílabos con rima asonante en los versos segundo y cuarto. Pero la tercera estrofa, además, presenta una rima interna entre los dos tetrasílabos que componen el octosílabo. Tanto los octosílabos de la primera como de la tercera estrofa pueden considerarse formados por dos tetrapodias trocaicas, cuyo ritmo podemos representarlo así: + - + -  + - + -, donde el signo "+" indica sílaba marcada o tónica en principio y el "-" no marcada o átona en principio. Sin embargo, en el último verso de la última estrofa nos encontramos con una rotura del esquema, nos hallamos ante un hagesicoreo ( - + - - + - + - ) que nos sorprende tanto por su ritmo como por su contenido, que puede leerse y escucharse y sentirse, sin embargo, como los anteriores: de hábèrté querído tánto

    La primera estrofa destaca por su carácter político antimonárquico diciendo que el pueblo, en el que nadie es más que nadie, solo acepta los reyes de la baraja, mientras que la última revela un arrepentimiento o desengaño amoroso. 

    El estribillo, que probablemente es una cantilena de un juego popular infantil de persecución como el de "Ratón que te pilla el gato",  está formado por hexasílabos también trocaicos como los octosílabos: los tres primeros son itifálicos, como los llamaban los antiguos: + - + - + - (como en el villancico aquel: dale, dale, dale, / dale a la zambomba / dale, dale, dale, / hasta que se rompa), mientras que el último es un reiziano o telesileo sin la última sílaba, un verso que nos sorprende porque rompe aparentemente el ritmo anterior: - + - - + -, pero que puede leerse y oírse, siendo diferente, como los precedentes: lá càrá de bárro.

     Elisa Serna incluyó su versión de la canción "Los reyes de la baraja" en su disco "Quejido", publicado en Francia en 1972, y fue censurada por la dictadura franquista, después de que Franco hubiera nombrado a Juan Carlos, el hoy rey emérito, su sucesor en 1969. 

 

    Su letra no expresa explícitamente ningún afecto por la república, pero sí una clara animadversión hacia la monarquía, lo que hace casi inevitable, aunque no lo sea, que se acabe convirtiendo en una canción republicana. No lo es porque lo que hay de popular en ella no es el amor a la república propiamente dicho sino la desafección hacia la monarquía. La canción de Elisa Serna parte de la primera estrofa, que deja tal cual, cambiando "padre" por "madre", y del estribillo lorquiano, donde en el segundo hexasílabo cambia “arrastro” por “agarro”. 
 
 
    Si tu madre quiere un rey / la baraja tiene cuatro: / rey de oros, rey de copas, / rey de espadas, rey de bastos. 
    Corre, que te pillo, / corre, que te arrastro, / mira que te lleno, / la cara de barro. 
 
    Pero Elisa Serna incluye dos estrofas más, de su propia cosecha haciendo desfilar a toda la familia: 
    Si tu hermana quiere un rey / que se cosa uno de tela, / le dé cuerda para que ande / y lo pare cuando quiera. 
 
    Si tu padre quiere un rey / que se compre uno de yeso / que esos no escriben la ley / como los de carne y hueso. 
 
    Y finalmente vuelve a la estrofa lorquiana, cambiando el primer octosílabo:
     Para aquél que quiera un rey / la baraja tiene cuatro / rey de oros, rey de copas, / rey de espadas, rey de bastos.
 

martes, 10 de enero de 2023

La arenga del rey

    Don Dinero, el más poderoso de todos los caballeros, no puede permanecer ocioso, necesita emplearse constantemente en algo,  en los más diversos asuntos de cualquier ocupación. La industria farmacéutica, por ejemplo, ha demandado grandes inversiones durante la pandemia; el oficio ahora de las armas, que no quiere ser menos que el de los fármacos, también.
 
    Pronto va a cumplirse un año de la guerra de Ucrania en la que se enfrentan dos bloques imperialistas: Rusia, por un lado, y la OTAN, o lo que es lo mismo, los Estados Unidos de América, a través de su títere ucraniano o ucranio, como el Periódico Global prefiere, por el otro. Esta guerra, de la que nos dan noticia puntualmente todos los días los medios de (in)formación de masas, se utiliza como causa o como excusa que justifica, en cualquiera de ambos casos, la inversión en gasto militar o, como prefieren decir los inversores porque suena mejor, en la defensa, creyendo ingenuamente que las armas defensivas no ofenden a nadie y no son también, llegado el caso, armas ofensivas. 
 
    El gobierno español, el más progresista de nuestra historia nacional y casi me atrevería a decir que del mundo mundial, viene desarrollando una política claramente militarista y belicista, siguiendo totalmente las instrucciones de la Alianza Atlántica, con la que uno no puede estar cabalmente de acuerdo por mucho que le digan a favor.
 
    El hecho de que critiquemos aquí la política de nuestro gobierno, alistado en uno de los dos bandos imperialistas en pugna no significa que, como contrapartida, nos apuntemos a defender al otro bando, con el que tampoco nos identificamos ni estamos de acuerdo, que es el estado ruso y su aliado el estado chino, ya que lo que estamos tratando aquí de fomentar es una crítica antimperialista y antimilitarista del conflicto, sin tomar partido por ninguno de los dos polos, dos caras del mismo fenómeno, ambos despreciables como son. 
 

 
    En este sentido viene muy bien la viñeta de El Roto de el Periódico Global de este lunes pasado a decirnos algo que ya sospechábamos y que hemos apuntado muchas veces por aquí: que los que mandan por activa son también unos mandados, quizá los más mandados, por pasiva. 
 
    La arenga del Rey de España del jueves pasado ha venido a demostrarlo, afirmando que la guerra en Ucrania justifica elevar el presupuesto militar. Parece lógico que como Jefe de las Fuerzas Armadas defienda que hay que invertir más “recursos” -es decir, más pasta, pero también más “recursos humanos”- en las armas. Lo ha dicho con hueca cacharrería retórica que otros escriben para que él preste su voz y diga lo que está mandado: “El reto ahora es adquirir los medios y dotar a las unidades con lo necesario para lograr una fuerza conjunta aún más moderna, eficaz, viable y sostenible a medio y largo plazo”. 
 
     Una cosa sí que es cierta en la homilía del monarca, la invasión rusa de Ucrania ha sido “injustificable, ilegal y brutal”, pero eso no pone de relieve, según su argumentación, “la importancia de invertir en Defensa” con el fin de que las Fuerzas Armadas “puedan cumplir con todo lo que se les demanda” al ponerse en riesgo la seguridad europea. 
 

    El Rey de España se ha apuntado, como era de esperar, al compromiso del Gobierno español de elevar el gasto militar hasta el 2 por ciento del PIB en 2029, formalizado en la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid el pasado mes de junio. Esas exigencias de la Organización son también las exigencias, volvemos al principio, de un monarca más poderoso que nuestro Rey, Don Dinero, el único dios y monarca verdadero, que no contento con que el presupuesto de Defensa para el presente ejercicio ascienda a los millones de euros que asciende, lo que ya supone un incremento considerable respecto al año anterior, lo sitúa todavía en el 1,2 por ciento del PIB, que está lejos del 2 por ciento, casi el doble que exige la Organización. 
 
    A fecha de hoy no se explica uno cómo consiguieron volvernos a todos, sin razón, enfermos hipocondríacos, enfermos imaginarios como el de Molière, pero lo lograron. Pero la pandemia ha pasado a un segundo y más que discreto plano, por lo que ya no se habla de invertir más dinero en sanidad, sino en seguridad. 
 
    Ahora han conseguido volvernos a todos ucranianos, o ucranios como prefieren decir otros, invadidos que necesitamos defendernos del agresor y para eso nada de educación para la paz y la resolución pacífica de los conflictos que tradicionalmente se resuelven con las armas, sino más inversión en Defensa. O, como dice la Unión Europea, que se ha visto ultrajada, violada y mancillada por el malvado zar Putin, hay que poner en marcha el sarcásticamente llamado “Mecanismo Europeo para la Paz”, que no es más que un eufemismo para activar el dispositivo del protocolo bélico, es decir para apagar el incendio echando gasolina.