jueves, 8 de diciembre de 2022
La cordura de los locos frente a la locura de los cuerdos
miércoles, 7 de diciembre de 2022
Guerra a la guerra (y 3)
El libro de Ernst Friedrich Guerra a la guerra es, en definitiva, una llamada a la movilización general contra la guerra que, siempre de actualidad, cobra especial relevancia en estos momentos en los que estamos asistiendo en Europa a una masacre entre dos polos imperialistas en pugna por mantener sus posiciones estratégicas y acrecentar sus recursos económicos y políticos: la televisada guerra de Ucrania, que ya se ha cobrado miles de vidas humanas desde febrero, produciendo, además, destrucción y éxodo a su paso de refugiados, exiliados, movilizaciones forzosas, desertores, que está causando graves problemas energéticos y económicos y sociales a los que nos ha llevado el capitalismo desenfrenado de este siglo veintiuno, lo que repercutirá en subidas de precios de los productos básicos y disminución del poder adquisitivo de los salarios y pensiones que afectan y afectarán cada vez más a más amplias capas de la población.


martes, 6 de diciembre de 2022
Guerra a la guerra (2)
Durante este siglo, Guerra a la guerra, el fotolibro de Friedrich ha perdido quizá su voluntad subversiva de remoción de conciencias y pretensión de transformar la sociedad, acostumbrados como estamos a tantas imágenes sensacionalistas y fantásticas, falsas en definitiva, que no reflejan la realidad. La fe radical que tiene el autor en que el medio fotográfico reproduce veraz- y fidedignamente la realidad, nos resulta hoy, acostumbrados como estamos a la fotografía artística y digital, un tanto ingenua.
En la actualidad asistimos, en efecto, a un boom explosivo de la imagen que se utiliza como medio narrativo por aquello que se dice sin mucha razón de que vale más una imagen que mil palabras. Este auge pornográfico de la imagen está en consonancia con la popularidad de la fotografía, la autoedición y manipulación, fundamentales tras la irrupción de la digitalización y de las redes sociales en las que todo el mundo publica y saca a relucir los 'trapos sucios' de su intimidad: viajes, comidas en restaurantes, autorretratos en los lugares más inverosímiles. Ya no se pide tanto a los personajones famosos un autógrafo como que posen con el que se autorretrata tomando la fotografía para publicarla en las redes y mostrar que ha estado con ese personaje.
Originalmente las fotos de Friedrich venían, dado su afán universalista, acompañadas de un brevísimo texto en cuatro idiomas: inglés, francés, alemán y holandés. En la versión española que ahora se publica, se ha sustituido el holandés por el castellano, que aparece en primer lugar, como puede verse a continuación.

Las fotos de Friedrich no son todo lo nítidas ni tienen toda la resolución que desearíamos, pero hay que decir en su favor que tampoco son artificiales, sino documentales y fieles reflejo de su época.
Bertolt Brecht definió este libro como un documento fotográfico que muestra "un retrato consumado de la humanidad".

lunes, 5 de diciembre de 2022
Guerra a la guerra (1)
domingo, 4 de diciembre de 2022
Siete mensajes breves prenavideños
sábado, 3 de diciembre de 2022
Democracia, ¡Qué falacia!
Cuando uno elige entre los términos de una alternativa que se le plantea, está, aunque no quiera, sometiéndose a los términos que le formula dicha alternativa, y está también subordinándose a quien se la plantea: los que mandan pueden preguntar lo que quieran, y el deber de los mandados es responder a lo que se les pregunta, por más que, por otra parte, los que mandan sean los más mandados en este mundo tan globalizado.
Si la dictadura es el régimen político que prohíbe las elecciones porque cambiarían el orden de las cosas, la democracia es el régimen que impone las elecciones para que no cambie el orden de las cosas. Como dicen que dijo Emma Goldman, "si votar sirviera para algo, lo harían ilegal".

Lo mismo sucede al elegir entre unos u otros candidatos de uno u otro partido político, que en el fondo, sean del signo que sean, resultan indiferentes todos, porque todos tienen la misma pretensión de alcanzar el poder y de gobernarnos. Nosotros, además, no hemos participado en la propuesta que se nos hace, simplemente nos limitamos a contestar si preferimos cocacola o pepsicola, sometiéndonos a esa disyunción y descartando, por lo tanto, un sinfín de posibilidades alternativas, desde no desear ninguno de esos dos refrescos gaseosos y azucarados norteamericanos, a preferir, por ejemplo, otras muy saludables y refrescantes alternativas, como una zarzaparrilla con sifón.
En conclusión, gozamos de libertad de elección, el famoso derecho a decidir, sí, cuando nuestra elección no puede perturbar lo más mínimo de ningún modo por lo baladí que es el funcionamiento del sistema. No nos engañemos con la engañifa de los comicios, con la falsa dicotomía de izquierda/derecha porque ahí radica la falacia de la democracia.
viernes, 2 de diciembre de 2022
Un poco más de miedo, si cabe, todavía
jueves, 1 de diciembre de 2022
Miniconfinamientos en Viena
miércoles, 30 de noviembre de 2022
Pareceres (X)
martes, 29 de noviembre de 2022
El mito de la caverna
Resulta muy útil visualmente el esquema de Adam que reproduzco de la caverna de Platón para entender el mito:

La línea jk de puntos es la entrada de la caverna (εἴσοδος).
El punto i es el fuego o foco luminoso (φῶς), que arde detrás de los prisioneros a cierta distancia y a cierta altura.
La línea ef es el camino de los portadores (ὁδός), una senda escarpada que se halla entre el fuego y los cautivos, por donde desfilan los cargadores, unos hablando y otros en silencio, portando toda clase de figuras y utensilios de hombres o animales de piedra, de madera y de diversas clases y formatos.
La línea gh es el tabique (τειχίον) construido de lado a lado, una especie de mampara o biombo como los que levantan los titiriteros delante del público, para mostrar por encima sus simulacros.
La línea ab la configuran los prisioneros (δεσμῶται), unos hombres que están en la caverna desde niños, encadenados por las piernas y el cuello, de modo que tienen que permanecer en el mismo lugar y mirar únicamente hacia delante, incapaces de mover en torno la cabeza, a causa de las cadenas que la sujetan.
La línea cd
es la pared del fondo (καταντικρύ)
que actúa a modo de pantalla donde el fuego proyecta las sombras, en
frente de los prisioneros. Para esos
cavernícolas que somos nosotros mismos, no nos engañemos, no hay más realidad que las sombras de los objetos y simulacros
fabricados y proyectados a modo de fotogramas de una película sonora, pues atribuirían las voces de los portadores a las sombras proyectadas. La pared del fondo no deja de ser una moderna pantalla de una sala de cine donde se proyecta la película de la realidad, esencialmente ficticia y, por lo tanto, falsa.
¿Qué pasaría, imaginemos, si alguien liberase a los cautivos de sus cadenas, se pusieran en pie, volvieran el cuello y vieran lo que tenían detrás? ¿No se deslumbrarían sus ojos? ¿No creerían acaso más verdadero lo que antes veían que lo que ahora se les muestra? ¿Qué sucedería si alguien sacara a uno de esos cautivos de la caverna y lo llevara por la áspera y escarpada subida a la luz del sol? ¿No se llenarían sus ojos de un resplandor que no les permitiría ver ni una sola de las cosas que actualmente llamamos verdaderas? ¿No tendría que acostumbrarse poco a poco a ver las sombras exteriores y a contemplar por la noche los astros y el cielo mismo, fijando su mirada en la luz de las estrellas y la luna? ¿No podría ver, una vez que amaneciera, la luz del sol, no ya reflejada en las aguas, sino en el propio cielo?
Imagínate que ese hombre que ha sido liberado de la caverna se acordara de sus antiguos compañeros de esclavitud y de la experiencia que tenían de la realidad, ¿no crees que se felicitaría del cambio y sentiría lástima de ellos?
Si este hombre volviera a entrar en la caverna, esa enorme sala de cine, y ocupara de nuevo su antiguo asiento ¿no se le llenarían los ojos de tinieblas, viniendo como viene, así, de repente, de la región del sol iluminada?
Si ese hombre les contara a sus antiguos compañeros de esclavitud lo que ha visto arriba ¿no creerían que estaba loco, y no se reirían de él y dirían que por haber subido a las alturas ha vuelto con los ojos estragados, y no pensarían que ni siquiera vale la pena la ascensión? Y no es verdad que si alguien pretendiera desatarles y conducirlos a lo alto, ¿no lo matarían esos trogloditas si pudieran echarle mano y darle muerte, como hicieron los atenienses condenando a muerte a Sócrates, su verdadero libertador?