jueves, 30 de junio de 2022

Recordando a Molière y a Montaigne

    Este año se celebra en Francia que hace cuatrocientos venía al mundo Jean Baptiste Poquelin, alias, Molière (1622-1673). Una de sus comedias más conocidas y de rabiosa actualidad es El médico a palos, como tradujo libremente Moratín Le médecin malgré lui, más literalmente El médico a su pesar.

    En un momento de su representación se produce este diálogo entre Sganarelle y Léandre, donde se formula el tópico literario de que la medicina en lugar de dejarnos vivir y morir en paz, nos mata. El médico se presenta como matasanos, creador de enfermos, al igual que dentro de la especialidad de la psiquiatría los curanderos del alma son popularmente los loqueros. Se pone de manifiesto en el diálogo la discreción de los muertos, que nunca se quejan del médico que los mató y firmó su certificado de defunción.

 

Sganarelle - Soy de la opinión de que debo apegarme, toda mi vida, a la medicina. Creo que es el mejor oficio que hay: porque se haga bien o se haga mal, siempre te pagan igual. El trabajo desagradable nunca recae sobre nuestras espaldas; [...] Las pifias no son para nosotros: y siempre es culpa del que muere. Finalmente, lo bueno de esta profesión es que entre los muertos hay la mayor honestidad y discreción del mundo: y nunca se los ve quejarse del médico que los mató. 
Léandre - Es verdad que los muertos son gente muy honesta en este asunto. 
 
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     Molière en esta comedia y otras del mismo tema como El enfermo imaginario se hace eco de la sátira de la medicina que escribió Montaigne en sus Ensayos, II 37: “Por lo que yo conozco, en efecto, no veo otra clase de gente que enferme tan pronto y sane tan tarde como la que está sometida a la jurisdicción de la medicina. Su salud misma está alterada y corrompida por la violencia de las dietas. Los médicos no se contentan con tener la enfermedad a su cargo; hacen que la salud enferme para evitar que uno pueda escapar en algún momento a su autoridad. ¿Acaso no infieren, de una salud firme y completa, el argumento de una gran dolencia futura? (…) No me preocupo por estar sin médico, sin boticario y sin ayuda; veo a la mayoría de los que la tienen más afligidos por ella que por la dolencia.”

     
    El músico Charles Gounod (1818-1893), por su parte, convirtió Le médecin malgré lui de Molière en una ópera cómica, cuyo acto tercero se abre con esta aria satírica “Vive la médicine!”, que empieza así: Vive la médecine! / Qui fait voeu d'être sien / s'en trouve bien / Et ceux qu'elle assasine, / enterrés comme il faut, / n'en souffrent mot. (¡Viva la medicina! / El que es devoto suyo / se encuentra a gusto, / y aquellos que asesina, / sepultos cual Dios manda, / no sufren nada).
 
  

 

1 comentario:

  1. «se haga bien o se haga mal, siempre te pagan igual. El trabajo desagradable nunca recae sobre nuestras espaldas; [...] Las pifias no son para nosotros: y siempre es culpa del que muere. Finalmente, lo bueno de esta profesión es que entre los muertos hay la mayor honestidad y discreción del mundo: y nunca se los ve quejarse del médico que los mató». He ahí expresada la esencia de la Medicina y la Farmacia a la que acuden los políticos de la Política en busca de amparo, y ese es el gran hallazgo de los inversionistas y filántropos reiniciando la Maquinaria, al agrupar en una nueva Internacional a todos ellos con esta tragicomedia co(vi)diciada.

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