lunes, 6 de junio de 2022

Más mensajes teletípicos

La mayor mentira de los medios de información masivos modernos, que no de comunicación, los mass media en la lengua del Imperio, es que son independientes.
 
El rey de Babilonia estrechando la mano del rey de Asiria

 Los mass media no pueden ser independientes, por más que lo publiciten, porque no representan intereses públicos, sino privados del capital que los financia. 
 
El País reconoció que no era independiente y quitó de su cabecera el logo “Diario independiente de la mañana” y lo sustituyó por “Diario global (en español)”.
 
 Es harto difícil por no decir que prácticamente imposible lograr que alguien entienda algo cuando su salario depende precisamente de no entenderlo en absoluto.
 
 Estamos todos condicionados por los aparatos ideológicos del Estado y del Capital, y reprimidos, si fuera y es preciso, por los respectivos aparatos represivos.

No tiene mucho sentido cantar las cuarenta a los mandarines democráticos que ostentan el poder porque ellos ya conocen, y no les importa en absoluto, la verdad.
 
 No te engañes, amigo mío que quieres llegar a ser escritor reconocido algún día; si les gusta lo que escribes tú es porque solo escribes tú lo que les gusta.
 
 Hera y Atenea se dan la mano en señal de alianza.
 
  Digerimos la sopa boba de la narrativa oficial como un niño pequeño ingiere con paparruchas las cucharadas de la espesa papilla que le ofrece su madre cariñosa.
 
Manufacturing consent. Nos hallamos bajo el hechizo de los fabricantes del trampantojo de la realidad, los mass media, que quieren nuestro total consentimiento.
 
La máquina productora de crisis -¡qué crisis ni qué niño muerto!- cautiva por completo al público amodorrado con las series de las plataformas de televisión.
 
¿Sorprende la poca resistencia crítica al envío de armas a Ucrania o a los mandatos autoritarios del gobierno pandémico? No, y hasta hay quienes lo agradecen.
 
¿Sorprende la demonización de las hordas bárbaras rusas sin los refinamientos de la culta Europa heredera del imperio romano, del carolingio y del germánico?
 
Hemos visto con desconcierto cómo personas supuestamente sesudas no mostraban síntomas de inteligencia tragándose las más bobas explicaciones de lo que pasaba.
 
Si algo nos ha enseñado el cuento este de la enfermedad del virus coronado es que no es importante demostrar nada, basta con creer que es realmente verdadero.
 
En el mayor experimento jamás concebido hasta la fecha, la pseudopandemia que dura ya varios años, la OMS se ha convertido en señora de engañados complacientes.
 
La ausencia de pruebas y evidencias fehacientes de la existencia de vida extraterrestre es en realidad para muchos crédulos la evidencia misma de su existencia.
 

 

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