sábado, 11 de junio de 2022

Cenando con un amigo en Nueva York

    En un fragmento de la película Mi cena con André (“My dinner with Andre” de Louis Malle, 1981) se plantea, en medio de una placentera conversación entre dos viejos amigos que contraponen sus visiones de la vida sin llegar a discutir, el tema del síndrome de Estocolmo que los individuos metropolitanos se autoinfligen. Dándose vida a sí mismos, los actores y autores dramáticos Wallace Shawn, Wally, y Andre Gregory cenan una noche en un restaurante elegante de Nueva York. Como viejos amigos que son, se cuentan múltiples experiencias personales, a través de las cuales reflexionan sobre los grandes problemas que plantea la existencia. Oigamos un fragmento de su charla:

    

    Wally.- Quiero decir. ¿Por qué eso es así. ¿Es porque la gente es vaga hoy en día? ¿O está aburrida? Quiero decir ¿somos simplemente como niños aburridos, mimados, que han estado todo el día tumbados en la bañera jugando con su patito de goma y ahora están pensando: "¡Bueno! Y ahora ¿qué puedo hacer?"

    André.- ¡Vale, sí! Estamos aburridos. Todos estamos aburridos ahora. Pero ¿se te ha ocurido alguna vez, Wally, que el proceso que crea este aburrimiento que vemos en el mundo ahora puede que sea un tipo de lavado cerebral inconsciente y que se perpetúa a sí mismo creado por un gobierno mundial totalitario basado en el dinero? ¿Y que todo esto es mucho más peligroso de lo que uno piensa? ¿Y no es sólo una cuestión de supervivencia individual, Wally, sino que alguien que está aburrido está dormido y alguien que está dormido no dirá “no”? 

Fotograma de la película "Mi cena con André" (1981)
 

    Mira, voy conociendo a gente, quiero decir, hace unos días conocí a este hombre a quien adoro, es un físico sueco, Gustav Björnstrand, y me dijo que ya no ve la televisión no lee periódicos y no lee revistas. Ha quitado esto de su vida por completo porque siente que ahora estamos viviendo en un tipo de pesadilla orgüeliana y que todo lo que oyes ahora ¡contribuye a convertirte en un robot!

    Cuando yo estaba en Findhorn conocí a este extraordinario experto en árboles inglés que había dedicado su vida a salvar los árboles. Acababa de volver de Guásinton donde había estado presionando para salvar las secuoyas. Tiene 84 años y siempre viaja con una mochila ¡porque no sabe dónde estará mañana! 

    Cuando lo conocí en Findhorn, me dijo: “¿De dónde eres?” Y le contesté: “De Nueva York”. Me dijo: “¡Ah! ¡Nueva York! Sí, ese es un sitio muy interesante. ¿A que conoces a muchos neoyorquinos que no hacen más que hablar de que quieren irse de esta ciudad pero jamás lo hacen?” Y le dije: “¡Oh, sí!” Y él me dijo: “¿Por qué crees que no se van?” Le di varias teorías banales. Y él dijo: “Oh, no creo que eso sea así en absoluto”. 

 

 

    Dijo: “Creo que Nueva York es el nuevo modelo del campo de concentración, donde el campo ha sido construido por los propios reclusos, los reclusos son los guardianes y están muy orgullosos de lo que han construido. Han construido su propia prisión. De este modo, viven en un estado de esquizofrenia en el que ellos son al mismo tiempo guardianes y reclusos. El resultado es que ya no tienen -tras haber sido lobotomizados- la capacidad de dejar la prisión que han construido, ni siquiera la ven como una cárcel".

    Y después se metió la mano en el bolsillo y sacó una semilla de árbol y dijo: “Esto es un pino”. La puso en mi mano y dijo: “Escapa antes de que sea demasiado tarde”.

4 comentarios:

  1. Una gran película que reinvindica el placer de la conversación.

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  2. ¡Un coñazo insoportable dí mejor!

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  3. Cuan sugerente esa consideración del moderno campo de concentración construido por los propios reclusos- guardianes y orgullosos, entregados en cuerpo y alma a una salvación que, con la decadencia acumulada, ya solo puede ser puesta en 'valor' por una gran alianza de criminalidad corporativa con ropaje científico, estupidez política y terrorismo mediático para sostener las identidades, así como las 'novedades' y administrar la muerte de los encerrados, con los cálculos que se precisen en el libro de las 'rentabilidades'.

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  4. Di no lleva acento, zote

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