Vaya futuro que les espera a las jóvenes generaciones. Escribía uno hace siete años y pico de esto, el 21 de marzo de 2014. Vaya futuro que
nos espera a todos, porque resulta que el futuro, siempre por venir, ya
está aquí.
Ha llegado ya, señoras y señores. El futuro que soñaron, temieron y desearon nuestros
antepasados ya habita entre nosotros:
Hay más libertad que nunca pero no podemos, paradójicamente, disfrutar de ella precisamente, porque la hay, porque la tenemos.
Y ya se sabe lo que dijo el mujeriego, refiriéndose a la mujer: "O la tienes o
la gozas". Pero se puede ampliar a todo, también a la libertad. Si la
tienes, si la posees, no puedes disfrutar de ella. Preocupado por su
posesión, descuidas su usufructo y su disfrute. Antes, cuando no había
libertad, cuando no la teníamos como dicen que la tenemos ahora, disfrutábamos más de las pocas migajas
que conquistábamos y que conseguíamos llevarnos a la boca.
Las nuevas generaciones no pueden retozar a pelo porque corren el riesgo
de pillar el SIDA, y según la pancarta del Colegio Oficial de Médicos
de Madrid, no deberían tampoco morrearse ni hacer manitas. Advierten
las autoridades sanitarias a la población: “No beses, no des la mano, di
hola”.
¿A cuento de qué nos aconsejaban esto hace siete años? La propia pancarta lo decía: "en
prevención de la gripe A". Pero podría ser en prevención del AIDS o de
XCW23P2, o de COVID-19 en su última aparición estelar como variante ÓMICRON que han sacado ahora, siete años después. Vete tú a saber, que yo sólo sé que no sé nada y me llaman
ignorante.
En realidad, hemos vuelto a la Edad Media, si habíamos salido alguna vez
de ella y no estábamos metidos de lleno en ella hasta las mismísimas
trancas y cachas, y rebozados hasta los tuétanos en su lodo de
fanatismo e ignorancia, temor de Dios y credulidad en la Ciencia, su última reencarnación.
Y aquí está, renovando sus transmigraciones bajo el avatar de virosis
porcina, la vieja Peste Negra. Y junto a ella, la otra peste más
mortífera todavía, si cabe, la profilaxis, la prevención hija del miedo que como espada
de Damoclés envenena los gozos del presente.
¿Quién en su sano juicio puede gozar del presente pensando en el
futuro? ¡Vaya futuro que nos estaba esperando! ¿Quién puede vivir pensando que la vida son "dos días", es
decir, tiempo cronometrado por el calendario y el reloj?
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