Tempus fugit:
El tiempo, en efecto, huye de nuestra ideación, pero eso no quiere
decir que pase: él no pasa, pasan las cosas, incluidos nosotros, las
personas.
El tiempo "libre" de que disponemos no es tan libre como su nombre indica, porque, subordinado al reloj que computa las horas, no deja de estar cronometrado.
Hay una isla al norte del Círculo Polar Ártico, Sommarøy, “isla del verano” en noruego, que quiere librarse del tiempo*: lasciate ogni orologio voi ch'entrate.
Epiménides,
cuando pastoreaba bajo el sol meridiano de Creta, se echó a dormir la
siesta en una cueva, y en ese rato pasaron cincuenta años de golpe y
sopetón.
Uno
tiene la secreta convicción de que tanto el ocio como el negocio en
Oriente y Occidente se han convertido en las dos caras de la misma e
idéntica moneda.
Deconstrucción del tiempo: praeteritum nihil, praesens instabile, futurum incertum: Nada, el tiempo pasado; inestable, el presente; el futuro es incertidumbre.
La gente quiere que llegue el finde, el fin de la semana, el fin del mes, el fin del año en curso, y acabe a fin de cuentas el cronómetro o cómputo del tiempo.
Deconstrucción del tiempo: praeteritum nihil, praesens instabile, futurum incertum: Nada, el tiempo pasado; inestable, el presente; el futuro es incertidumbre.
La gente quiere que llegue el finde, el fin de la semana, el fin del mes, el fin del año en curso, y acabe a fin de cuentas el cronómetro o cómputo del tiempo.
oOo
*Era muy bonito para ser verdad. Lo de la isla Sommarøy, el pueblo que quería eliminar el tiempo, ha
sido en realidad una campaña de publicidad comercial del Gobierno
noruego para fomentar el turismo internacional en el país. Se ha sabido
que la agencia Innovation Norway gastó 50.000 euros en relaciones
públicas, tanto en Oslo como en Londres, para dar a conocer la "isla del
verano".
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