En El
sacrificio de Isaac, escribía yo a propósito de la vacunación adolescente,
y citaba a la anterior e impresentable Ministra de Educación del
reino de las Españas que decía orgullosa en junio pasado que 'los niños
se sentían héroes que salvaban vidas llevando la mascarilla'. Era
una manera de presentar el sacrificio de asistir a clase embozados
como una heroicidad, es decir es una forma más de engañar a los niños. La táctica pedagógica consiste en enseñar que lo malo es bueno. Y lo malo, como saben los niños y lo sabe cualquiera, es llevar el bozal en la boca,
asfixiarse y pillar ahora a punto de entrar en el invierno toda clase
de catarros y resfriados y aun pulmonías con las ventanas abiertas
de par en par y la calefacción a tope en las aulas escolares (lo que se traduce en incremento de tests inespecíficos positivos).
Todavía no se dispone de un test que diferencie una gripe o un catarro común del covid-19, porque todos son virus coronados. A mayor número de tests, mayor número de resultados positivos que engordan la cifra terrorífica de 'casos', que no de enfermos, y justifican así las medidas restrictivas y la propia vacunación infantil. Para colmo del sarcasmo, por si esto fuera poco, nos vienen ahora con que vacunar a los niños de primaria con
una sustancia experimental que no impide la transmisión y la
contaminación es un acto heroico que los pequeños hacen
por la sociedad.
Y
claro está, algún sinvergüenza tenía que apuntarse la ocurrencia
de acompañar a los peques con los superhéroes de las películas
infantiles, tales como el Capitán América, Spiderman, el Hombre
Araña, o Batman, el Hombre Murciélago. Al parecer, según leo en la
prensa gallega de provincias, voluntarios disfrazados de superhéroes
acompañarán a los niños que se vacunen en Orense . “El objetivo
-dicen los organizadores del evento- es hacerles pasar un momento lo
más agradable posible”. Los enfermeros que se presten a semejante
sarcasmo portarán adornos navideños y un brazalete de superhéroe.
Pero antes del pinchazo los desinteresados voluntarios, profesionales de enfermería, se encargarán de animar a las tiernas criaturas
informándoles a ellas y a sus padres de lo que están haciendo, como
si lo supieran ellos.
Cada niño se llevará a su casa como
recordatorio de regalo, además, un carné de superhéroe. En él aparecerá su nombre y la fecha del primer y del segundo
pinchazo. En el citado carnet, pone en gallego: “O/a enfermeiro/a
de vacinación certifica que superou a proba”. El niño puede
considerarse un héroe porque ha superado heroicamente la prueba que
el rey Herodes le ha impuesto. Sería interesante que en dicho carné, se me
ocurre a mí, figurara también el nombre y los apellidos del
enfermero o enfermera que le puso al niño la inyección así como el
nombre y apellidos del o de la pediatra que prescribió dicha vacuna, por si
hubiera que depurar, seamos serios -no estamos jugando con los niños-, responsabilidades en el futuro. Lo más sangrante del caso es cómo las autoridades sanitarias gallegas en este caso disfrazan de heroísmo la sumisión y la obediencia infantil.
Cada niño se llevará a su casa como
recordatorio de regalo, además, un carné de superhéroe. En él aparecerá su nombre y la fecha del primer y del segundo
pinchazo. En el citado carnet, pone en gallego: “O/a enfermeiro/a
de vacinación certifica que superou a proba”. El niño puede
considerarse un héroe porque ha superado heroicamente la prueba que
el rey Herodes le ha impuesto.
Sería interesante que en dicho carné, se me
ocurre a mí, figurara también el nombre y los apellidos del
enfermero o enfermera que le puso al niño la inyección así como el
nombre y apellidos del o de la pediatra que prescribió dicha vacuna, por si
hubiera que depurar, seamos serios -no estamos jugando con los niños-, responsabilidades en el futuro.
Lo más sangrante del caso es cómo las autoridades sanitarias gallegas en este caso disfrazan de heroísmo la sumisión y la obediencia infantil.
Viendo el exitazo de la pantomima en los adultos, se habrán dicho que es mucho más fácil y divertida la farsa con los niños.
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