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viernes, 11 de marzo de 2022

Héroes y heroínas del COVID-19

    El Municipio o Auntamiento cántabro de Villaescusa donde vivo ha dedicado una placa conmemorativa de agradecimiento a los héroes (sic) y heroínas (resic) que “con su enorme esfuerzo nos ayudaron a superar esta pandemia”, declarada oficialmente como tal por la Organización Mundial de la Salud hace justamente hoy dos años, el 11 de marzo de 2020. 
 
    Cita la susodicha placa al personal Sanitario, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, con mayúsculas honoríficas, y, creo entender, a todos los que fueron declarados trabajadores esenciales y que tuvieron, por lo tanto, que seguir desempeñando sus funciones mientras los demás permanecíamos confinados en nuestros hogares bajo arresto domiciliario y sólo podíamos salir a pasear al perro, a la farmacia a buscar medicamentos o a hacer compra de artículos catalogados de primera necesidad por las autoridades que tenían competencia en la materia. Destacan entre los gremios citados "las cosedoras de mascarillas". Sin comentarios.
 

    La enumeración concluye con dos etcéteras y con una coletilla “a la gente anónima que dieron lo mejor de ellos mismos”, como si quisiera englobar sin decirlo expresamente a las víctimas del virus coronado, porque se entiende que cuando uno da lo mejor de sí mismo da su vida, y una de las características del heroísmo del héroe y de la heroína, si no la principal, es la muerte heroica, una muerte que da sentido a una vida carente hasta entonces de él. Hay un añadido posterior: “a nuestros mayores y a nuestros niños por su resistencia y valentía, por enseñarnos a salir adelante en los peores momentos."  Llaman la atención la conjunción de dos palabras, que al unirse quieren equipararse y que también parecen configurar otra característica del heroísmo:  resistencia y valentía.
 
    Parece, a fin de cuentas, que los héroes y heroínas del dichoso COVID-19 somos todos porque “todos juntos sumamos y ganamos”. No entiendo este agradecimiento, que se quiere hacer extensivo a todo el mundo, y que da así por concluida mágicamente la pandemia a fecha de 28 de Noviembre de 2021, poco antes de la sexta ola y de la confirmación del primer caso de la variante más contagiosa en España, gracias al heroísmo demostrado por toda la ciudadanía. 
 
Militares en la puerta del Sol (17 marzo 2020, operación Balmis)
 
     Es una ingenuidad creer que la obediencia -a eso es a lo que se refieren cuando hablan de heroísmo- a los caprichosos y arbitrarios dictados de los palos de ciego de las autoridades sanitarias (mascarillas sí, mascarillas no, confinamiento, desescalada, toque de queda, vacunación...) ha acabado con el virus, que todavía colea y persiste, y que ha marcado un hito en nuestras vidas que determina un antes y un después de la pandemia. Supongo que es cosa de los políticos, y del pensamiento mágico creer que la guerra al virus íbamos a ganarla nosotros. Pero es muy significativo que se considere heroísmo a la sumisión a la dictadura sanitaria, y creer ingenuamente que gracias a ese heroísmo colectivo hemos ganado la guerra.
 
    No está de más citar estas palabras  que el ilustre manco de Lepanto, don Miguel de Cervantes, escribió en El coloquio de los perros, ahora que los medios de masas han dejado de hablar de la pandemia y ahora que el terrorismo periodista o periodismo terrorista que practican, igual da que da lo mismo decirlo de una manera que de la otra, nos bombardea con otras noticias de otra guerra, nuevas más viejas que el catarro, para tapar y hacernos olvidar lo otro: "Pero esto ya pasó y todas las cosas se pasan; las memorias se acaban, las vidas no vuelven, las lenguas se cansan, los sucesos nuevos hacen olvidar a los pasados".

miércoles, 22 de diciembre de 2021

La obediencia como heroísmo

    En El sacrificio de Isaac, escribía yo a propósito de la vacunación adolescente, y citaba a la anterior e impresentable Ministra de Educación del reino de las Españas que decía orgullosa en junio pasado que 'los niños se sentían héroes que salvaban vidas llevando la mascarilla'. Era una manera de presentar el sacrificio de asistir a clase embozados como una heroicidad, es decir es una forma más de engañar a los niños. La táctica pedagógica consiste en enseñar que lo malo es bueno. Y lo malo, como saben los niños y lo sabe cualquiera, es llevar el bozal en la boca, asfixiarse y pillar ahora a punto de entrar en el invierno toda clase de catarros y resfriados y aun pulmonías con las ventanas abiertas de par en par y la calefacción a tope en las aulas escolares (lo que se traduce en incremento de tests inespecíficos positivos). 
 
    Todavía no se dispone de un test que diferencie una gripe o un catarro común del covid-19, porque todos son virus coronados. A mayor número de tests, mayor número de resultados positivos que engordan la cifra terrorífica de 'casos', que no de enfermos, y justifican así las medidas restrictivas y la propia vacunación infantil. Para colmo del sarcasmo, por si esto fuera poco, nos vienen ahora con que vacunar a los niños de primaria con una sustancia experimental que no impide la transmisión y la contaminación es un acto heroico que los pequeños hacen por la sociedad.
 

   
     Y claro está, algún sinvergüenza tenía que apuntarse la ocurrencia de acompañar a los peques con los superhéroes de las películas infantiles, tales como el Capitán América, Spiderman, el Hombre Araña, o Batman, el Hombre Murciélago. 
 
    Al parecer, según leo en la prensa gallega de provincias, voluntarios disfrazados de superhéroes acompañarán a los niños que se vacunen en Orense . “El objetivo -dicen los organizadores del evento- es hacerles pasar un momento lo más agradable posible”. Los enfermeros que se presten a semejante sarcasmo portarán adornos navideños y un brazalete de superhéroe. Pero antes del pinchazo los desinteresados voluntarios, profesionales de enfermería,  se encargarán de animar a las tiernas criaturas informándoles a ellas y a sus padres de lo que están haciendo, como si lo supieran ellos. 
 

     
    Cada niño se llevará a su casa como recordatorio de regalo, además, un carné de superhéroe. En él aparecerá su nombre y la fecha del primer y del segundo pinchazo. En el citado carnet, pone en gallego: “O/a enfermeiro/a de vacinación certifica que superou a proba”. El niño puede considerarse un héroe porque ha superado heroicamente la prueba que el rey Herodes le ha impuesto.
 
    Sería interesante que en dicho carné, se me ocurre a mí, figurara también el nombre y los apellidos del enfermero o enfermera que le puso al niño la inyección así como el nombre y apellidos del o de la pediatra que prescribió dicha vacuna, por si hubiera que depurar, seamos serios -no estamos jugando con los niños-, responsabilidades en el futuro.
 
    Lo más sangrante del caso es cómo las autoridades sanitarias  gallegas en este caso disfrazan de heroísmo  la sumisión y la obediencia infantil.

martes, 17 de marzo de 2020

Eneas, refugiado de guerra

Tras la guerra de Troya ya no quedaron héroes épicos sobre la faz del mundo. Se diría que se acabó con ella la edad semidivina. Escribió en alguna parte James Joyce* que ya nadie hablaba de aquellos Aquiles, Menelao, Agamenón, sino sólo de uno que no tenía mucho que ver con ellos, el más humano porque no era hijo de ningún dios ni de ninguna diosa, sino de un hombre y una mujer, el único héroe moderno: Ulises. 

Tiene Joyce razón en parte, pero ha cometido el pecado de considerar sólo a los héroes del bando griego, a los vencedores, por los que muestra su simpatía, y se centra en uno de ellos, el que para él será el paradigma heroico en una época en que ya no hay héroes: Odiseo, más conocido por su nombre latino Ulises, el artífice de la helénica victoria gracia a su argucia del caballo. 

Pero volvamos la vista por un momento al bando de los vencidos, a los derrotados, olvidémonos de Aquiles, de Patroclo, de Menelao y Agamenón, y miremos a los troyanos: Recordemos a Héctor y a Paris... Sobre ellos pesa el estigma imperdonable de la derrota y el fracaso, al contrario de lo que sucede con Ulises. 

Fijémonos en un superviviente, en alguien que no murió heroicamente luchando contra Aquiles, como Héctor, sino que consiguió sobrevivir, y que huyó de Troya rumbo a Occidente con la misión de hacer que renaciera Troya en otro lugar del mundo. No en vano era hijo de una diosa, Afrodita, y de un mortal, Anquises.

Terracota de Eneas, Anquises y Ascanio, siglo I a. C.

Estamos hablando de Eneas. La imagen del héroe huyendo de la ciudad en llamas destruida por la guerra con su padre el anciano Anquises a hombros y su hijo Ascanio de la mano representa por un lado las tres edades o generaciones de la vida humana en una composición artística: el niño, el anciano y en el centro de la composición el adulto, cargando con ambos. 

Según Aulo Gelio,  el legendario rey de Roma que fue Servio Tulio estableció con admirable precisión para su época que la vida del hombre se dividía en tres etapas, a las que denominó pueritia (niñez, desde la cuna hasta los diecisiete años), iuuenta (juventud, en sentido amplio, desde los diecisiete hasta los cuarenta y seis años, correspondiente a nuestra madurez), y senecta (vejez, a partir de los cuarenta y seis), si bien, dada la esperanza cuantitativa de vida, la llamada hoy ominosamente tercera edad comenzaría más tarde, en torno a los 60 probablemente y hasta la muerte.

 Eneas, Anquises y Ascanio, Lorenzo Bernini 1616-1618

Pero por otro lado esa imagen que tanto han repetido las artes gráficas, así en pintura como en escultura, de la trinidad de Eneas, Anquises y Ascanio, representa la lucha por la vida de los que han perdido todo: son la imagen antigua de los modernos refugiados de la guerra que huyen nada más que con lo puesto de Turquía, donde estaba el emplazamiento de la vieja Troya según descubrió Schliemann en Hissarlick, e intentan llegar a Grecia en primer lugar y de ahí a Occidente, en busca de un nuevo asentamiento para ellos y sus familias. 

Eneas huyendo de Troya, Pompeo Batoni c. 1750 


Desde el punto de vista artístico, la representación más acrisolada de la huida de Troya de Eneas es la del fresco de la "Stanza dell' Incendio" (la figura de Eneas se halla a la izquierda), que pintaron Rafael Sanzio (1483-1520) y Giulio Romano en los Apartamentos Papales del Vaticano, como tributo y homenaje a Virgilio, que narraba magistralmente en la Eneida el episodio.

Estancia del incendio de la ciudad, Rafael y Giulio Romano 1514
 

¿Qué hubiera sucedido si como pasa ahora se les hubiera negado la entrada en los puertos del Mediterráneo y se hubieran encontrado con unas fronteras infranqueables para ellos y se vieran hacinados en campamentos de refugiados en unas condiciones inhumanas que poco distan de las de los campos de concentración de la segunda guerra mundial? ¿Habría llegado Eneas al Lacio? ¿Habría plantado la semilla, que son los penates que lleva consigo el anciano Anquises, de Roma? Pregunta retórica donde las haya porque sin Eneas no habría Roma ninguna, ni se habría fundado tampoco la cacareada y moderna Europa. Estos tiempos nuestros son, desde luego, muy poco heroicos, y el problema no es que haya extranjeros, sino que hay fronteras que separan, confinándonos, a los nuestros de los otros.

Nota.-  *It (se refiere a la Odisea de Homero) is greater, more human, than that of Hamlet, Don Quixote, Dante, Faust... I find the subject of Ulysses the most human in world literature... After Troy there is not further talk of Achilles, Menelaus, Agamemnon. Only one man is not done with; his heroic career has hardly begun: Ulysses. (Joyce citado en el James Joyce de Richard Ellmann.)