martes, 7 de diciembre de 2021

CORPVS SANVM?

    CORPVS SANVM: Ya lo dijo el poeta Juvenal en un verso que se convirtió enseguida en un proverbio: Mens sana in corpore sano, que suele malinterpretarse. Los que más cacarean este latinajo lo hacen enfatizando el hecho de que hay que cultivar por igual la mente y el cuerpo, como ya preconizaba el sabio Aristóteles, que incluía la gimnasia o educación física, con término más moderno, entre las disciplinas fundamentales de la paideia antigua. 

    Muchos son los que piensan como el estagirita que una buena educación debe procurar tanto el vigor intelectual como el  físico, y muchos más los que opinan que el segundo es indispensable para el primero, por lo que fomentan el deporte entre la juventud, exaltando sus valores como escuela de la vida donde los jóvenes compiten entre sí y aprenden a respetar un reglamento y, por lo tanto, a obedecer, además de  por el espíritu de sacrificio, superación personal y esfuerzo que conlleva...

    Han llegado incluso a acuñar las expresiones "deportividad" y "espíritu deportivo" como sinónimos de "resignación". Tomarse algo, generalmente una contrariedad, con espíritu deportivo o deportividad es como hacerlo "con filosofía", que se decía antaño, es decir, con resignación, que es lo que fomenta la educación: una actitud conformista ante la realidad que se nos impone, en lugar de ocuparse de las cosas para intentar mejorarlas.  


 Mens sana in corpore sano, Georg Pauli (1912)
 
    La frase de Juvenal completa era: Orandum est ut sit mens sana in corpore sano (Sátira  10, verso 356), que propiamente significa: “hay que pedir a los dioses que haya (que nos den, que dispongamos de) una mente sana en un cuerpo sano”. No dice el poeta que haya que cultivar el cuerpo y la mente, como si nuestro bienestar físico y psíquico dependiera de nosotros mismos y de nuestra voluntad, sino que hay que rezar para rogarles a los dioses que nos concedan la gracia de la salud sin que tengamos que responsabilizarnos de ella ni ocuparnos en procurárnosla. En ningún momento se refería a la conveneincia de fomentar el deporte.

    Las apologías del deporte y de la educación física se hacen hoy día desde el punto de vista subjetivo y privado de la salud y el fomento de hábitos higiénicos, es decir desde la obsesión por el buen estado físico y psíquico que cada individuo debe procurarse por su propio bien, del que se le hace responsable, no ya por el bienestar de la comunidad, como se hacía en la antigüedad, cuando se pensaba que uno debía mantenerse en forma desde un punto de vista militar y entrenarse para defender a su patria y compatriotas. 

    Pero ya Aristóteles, como decíamos, recomendaba el cultivo escolar de los deportes en la enseñanza. Para muchos el deporte es una excelente escuela para la vida, porque nos enseña a respetar las reglas del juego, porque algunos deportes fomentan el trabajo en equipo y la colaboración, desarrollan el espíritu competitivo y de constante superación,  y porque el deportista entrega siempre lo mejor de sí mismo sin escatimar esfuerzos ni sacrificios. Habría que preguntarse, como hacía Rafael Sánchez Ferlosio, si lo mejor de uno mismo era dar patadas al esférico, como dicen los locutores deportivos, aludiendo al más popular de los deportes, es decir, al balompié, lo que levanta tales pasiones entre los espectadores que no pocas veces llegan a las manos convirtiendo los estadios en auténticos campos de batalla. 

    No deberíamos considerar educativa la Educación Física, que nos convierte en esclavos de nuestros propios fines, como en aquellas preguntas que se formulaba el señor K. de Bertolt Brecht, que cito de memoria, si no recuerdo mal: -Todas las mañanas mi vecino pone música. ¿Por qué pone música? Dicen que para hacer gimnasia. ¿Por qué hace gimnasia? Porque, según dicen, necesita fortalecer sus músculos. ¿Por qué necesita fortalecer sus músculos? Porque, como el mismo asegura, tiene que trabajar para ganarse la vida. ¿Por qué necesita ganarse la vida? Porque, según he oído decir, tiene que comer... Tras enterarse de todo esto, el señor K. preguntó: -¿Y por qué come?

2 comentarios:

  1. He leído mi último comentario aquí, y tengo que pedirte disculpas por las alusiones personales fruto, sin duda, de mi enfado, pero no se corresponden con la realidad, pues pienso que tienes mucha cultura y que se manifiesta en lo que escribes, aunque no estoy de acuerdo con muchas de las afirmaciones que haces. Con respecto a la entrada de la Historia, no me bajo de la burra. Una vez pedidas disculpas, y dicho ya lo que pienso de ti, no volveré a molestarte con mis comentarios y abandono el palomar, y no te llevaré la contraria aunque digas que la tierra es redonda.
    Un abrazo.

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  2. Gracias por las disculpas, pequeño Richard, pero no hay de qué. Si aquí se hace un ataque a la Historia considerándola un género literario, o sea un cuento, como se decía en aquella entrada, no está mal que salga alguien en defensa de esa dama ultrajada; igual que sería bueno que alguien saliera en defensa de la educación física, antaño llamada gimnasia, que se ataca en esta otra entrada. Quiero decir que no me molestan personalmente los comentarios críticos ni que me lleven la contraria. Y recuerdo muy bien que me enseñaron en la escuela que la Tierra no era tan redonda como se creía porque "estaba achatada por los polos". Un saludo.

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