Un grabado antiguo nos invita con sus numerosas citas a reflexionar sobre el estado del mundo. Vemos una cabeza cubierta con el gorro de un bufón con un mapamundi en lugar del rostro. El bufón era un figurón cortesano al que se le otorgaba la libertad de expresión que le permitía burlarse de la majestad del rey y decir la verdad al poder, un poco al modo de los soldados romanos que desfilaban detrás del general que celebraba su triunfo, a los que se les consentía en esa ocasión cantar coplas chocarreras como aquella que le decían los legionarios a Julio César: ahí va César, decían, que sometió y se la metió a las Galias, y por eso celebra su triunfo, pero el rey Nicomedes, que sometió y se la metió a César no celebra ningún triunfo.
El mensaje que transmite este mapa es que el mundo, incluido el Nuevo Mundo, recién descubierto por aquel entonces, y enseguida envejecido -el nuevo no renovó el viejo, sino que este envejeció a aquel globalizándolo.
A la altura del cuello una cita tomada del Eclesiastés, 1.15 del sabio Salomón: Stultorum infinitus est numerus: el número de los tontos es infinito. Otra cita del Eclesiastés (1.2) aparece grabada en la copa de la parte superior del bastón del bufón a la derecha: Vanitas vanitatum et omnia vanitas: Vanidad de vanidades y todo es vanidad.
En el panel de la izquierda puede leeerse: Democritus Abderites deridebat, Heraclites Ephesius deflebat, Epichthonius Cosmopolites deformabat, que nos recuerda el tópico del filósofo que se ríe del mundo (Demócrito) y el que se echa a llorar (Heraclito): Demócrito de Abdera se reía de él" [el mundo], Heráclito de Éfeso lloraba por él. Era un tópico contraponer a los dos sabios y sus dos actitudes críticas ante la falsedad del mundo: echarse a reír o echarse a llorar. Frente a esas dos actitudes, en realidad complementarias y que dependen del estado de ánimo, aparece un nombre propio: Epictonio Cosmopolita lo retrataba. La mención de Demócrito y Heraclito es una clara referencia a un tema literario y artístico de gran recorrido desde el período clásico, con un gran éxito representativo en las artes gráficas y en la literatura durante el Humanismo: el filósofo que llora y el filósofo que ríe, el optimismo y el pesimismo.
'Cosmopolita' es la respuesta de Diógenes el cínico: ciudadano del mundo. Y epictonio en griego significa “sobre la tierra”. Es decir que la denominación Epichthonius Cosmopolites es un pseudónimo o manera de escurrir anónimamente el bulto del nombre propio del autor de la caricatura, que quiere decir algo como Ciudadano del mundo que vive en la tierra, o que tiene los pies en el suelo.
Encima del gorro, aparece el Nosce te ipsum Conócete a ti mismo (versión latina de la sentencia griega "gnothi seauton" supuestamente inscrita en el templo de Apolo en Delfos); (sobre la frente del gorro): "O caput elleboro dignum" / "Oh, cabeza, digna de eléboro" (una planta alucinógena).
La cita en latín que aparece justo encima del mapa procede, ligeramente modificada, de la "Historia Natural" de Plinio el Viejo (libro II cap. 68): Hic est mundi punctus et materia gloriae nostrae, haec sedes, hic honores gerimus, hic exercemus imperia, hic opes cupimus, hic tumultuatur humanum genus, hic instauramus bella, etiam civilia: Este es el punto del mundo y la sustancia de nuestra gloria, esta nuestra sede, aquí desempeñamos cargos públicos, aquí ocupamos puestos de mando, aquí codiciamos las riquezas, aquí bulle el género humano, aquí organizamos guerras, incluso civiles.
Las insignias del cinturón decorativo que cruza el hombro de la figura de la izquierda dicen: O curas hominum!, O quantum est in rebus inane! ¡Cuitas humanas! ¡Oh, cuánto vacío hay en el mundo!, que es el primer hexámetro de las "Sátiras" de Aulo Persio Flaco. A continuación dos citas bíblicas: Stultus factus est omnis homo: Todos los hombres carecen de sentido (Jer. 10.14) y Universa vanitas omnis homo Entera vanidad todo hombre (Salmo 39.6) o No dura más que un soplo todo hombre, en la traducción de Nácar-Colunga.
El nombre escrito en la esquina superior izquierda, Orontius Fineus, es la versión latinizada del cartógrafo francés Oronce Finé, que murió en 1555, pero el mapa que nos ocupa fue realizado décadas después.
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