Patria, antes de
convertirse en el sustantivo que es, era un adjetivo que
hacía referencia a otro nombre que era padre, por lo que patrio quería decir relativo al padre, paterno. La forma
femenina del adjetivo se aplicó ya en latín a varios sustantivos,
por ejemplo a potestas: la patria potestas o potestad paterna
era el poder que tenía el padre en principio y no la madre sobre los vástagos no emancipados. El paterfamiliās ejercía sobre sus hijos
e hijas un derecho absoluto (iūs uītae necisque, derecho de vida y muerte), exclusivo de los ciudadanos romanos.
También se aplicó al sustantivo terra: patria terra:
la tierra del padre, la tierra paterna. En este caso, el sustantivo
acabó omitiéndose y cuando se decía patria se sobrentendía terra sin necesidad de mencionarla. En ese momento la forma
femenina del adjetivo se sustantivó y pasó a significar “país
natal, suelo natal, lugar de origen, nación”. Así por ejemplo
Cicerón le reprocha a Catilina: Nunc te patria, quae communis est
parens omnium nostrum, odit ac metuit: ahora a ti la patria, que es
la madre común de todos nosotros, te odia y te teme.
Desde el siglo XV disponemos en castellano de la palabra patria. Tenemos también los compuestos expatriar, repatriar, patriota y compatriota (a través del griego patriṓtēs), patriotismo, patriotero, apátrida.
En francés se dice patrie, como en el célebre himno beligerante que es La
Marsellesa: allons, enfants de la patrie… En italiano es patria,
como en castellano. En inglés, sin embargo, se dice homeland y fatherland, como en alemán Vaterland (tierra del padre), pero existen también patriot, patriotic, patriotism de clara raigambre latina.
En cuanto a las
definiciones de patria el diccionario de la RAE da dos:
1. f. Tierra natal o
adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser
humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.
2. f. Lugar, ciudad o
país en que se ha nacido.
Y recoge la expresión patria chica, que define como “lugar, pueblo, ciudad o región
en que se ha nacido”, y la expresión patria celestial, que
define como “cielo o gloria”.
En latín tenemos algunas buenas definiciones de patria:
-Patria mea tōtus hic mundus est: Mi patria es todo este mundo. Lo dijo Séneca.
-Ubi libertas ibi
patria: Donde esté mi libertad, allí está mi patria. Divisa de Benjamin Franklin.
-Ubi bene, ibi patria: Donde se está bien, allí está la patria. Proverbio citado por
Cicerón, que recuerda el verso de
Pacuvio: Patria est ubicumque est bene: La patria está donde quiera
que uno está bien.
-Nūlla terra exsilium
est sed altera patria: Ninguna tierra es un lugar de destierro
sino otra patria. Atribuida a Séneca, por su carácter estoico y
cosmopolita.
Y tenemos también algún verso de Horacio bastante despreciable, por cierto, y tristemente célebre, el hendecasílabo alcaico: dulce et decōrum est prō patriā morī. Es por la patria dulce y cabal morir. Lo escribió Horacio que no murió precisamente en combate defendiendo la república, sino que abandonó no muy decorsoamente su escudo, relicta non bene parmula, como Arquíloco, porque prefirió salvar el pellejo a convertirse en un héroe de epopeya.
Pasando a nuestras lenguas modernas, tenemos:
-Mi única patria, la mar. Verso de Espronceda, de La canción del pirata.
-A minha pátria é a língua portuguesa: Mi patria es la lengua
portuguesa. Lo dijo Pessoa,
en el Libro del Desasosiego, escrito con el heterónimo de Bernardo
Soares.
-Ma patrie, c’est la langue française: Mi patria es la lengua francesa. Lo dijo Albert
Camus al recoger el premio Nobel de Literatura en 1957.
-Die wahre Heimat ist
eigentlich die Sprache: La verdadera patria es realmente la lengua. Lo dijo
Wilhelm von Humboldt.
Contra la Patria y contra todas las patrias se levanta el grito popular de
la gente de a pie, de los de abajo: “Un patriota es un idiota, mil
patriotas mil idiotas”. No se trata con esa consigna de lanzar
un insulto al patriotismo, sino de definirlo como lo que es: una
forma de autismo, solipsismo, chovinismo, jingoísmo y egoísmo, y, en
definitiva, de idiotismo.
Mucho más que una rima graciosa y fácil de recordar y corear en
manifestaciones callejeras, tiene un sentido muy profundo que hay que
buscar en la etimología griega de ambas palabras: Patrioótees
idioótees: un patriota es un individuo particular, alguien que tiene
una naturaleza muy propia, muy suya, una idiosincrasia, una idiocia
privada, alguien, como diría Ferlosio, que se pee en botija vacía
para que retumbe y al que no le huelen mal sus propias ventosidades,
pero sí los pedos ajenos, que llegan incluso a ofender a su fino
olfato, pero no comprende que los suyos huelen tan mal y hieden tanto
como los de los demás. (Nótese el recurso estilístico del
eufemismo “ventosidad” aplicado a lo propio, frente a “pedo”
a lo ajeno).
El sufijo -ot- que comparten idiota y patriota se utilizó en griego
para gentilicios de algunos lugares como, por ejemplo para los
nacidos en la isla mediterránea de Chipre: Chipriota.
El patriota tiene un idioóma, que es una particularidad (linguïstica)
que lo aleja de lo común, de la lengua y la razón comunes, del
logos, que decían los griegos, que está por debajo o por encima,
como quiera verse la cosa, de todos las lenguas y dialectos de Babel. Y es que
como dijo Heraclito: “Pensar es común a todos, pero cada hombre
cree tener un pensamiento propio, unas ideas propias, un saber
propio”. El logos es común a todos, como el sentido o la razón
comunes, pero la lengua, el idioma y el idiolecto, es particular a
cada uno, como las opiniones personales que se expresan por doquier.
El nacionalismo sirve para exacerbar el patriotismo en torno a lengua,
bandera y demás monsergas y tradiciones culturales. La existencia de
una lengua propia, como la de una patria, sólo sirve para
distraernos e idiotizarnos con nuestro propio idioma y nuestra patria.
Dice el marqués de Maricá, don Mariano José Pereira da Fonseca, que el patriotismo mal entendido es egoísmo o
idiotismo. Haría falta saber qué es el patriotismo bien entendido
según él, porque cualquier patriotismo bien o mal entendido es una
forma de egocentrismo mejor que de egoísmo y de autonfaloscopia, es
decir, de autocomplacencia en la contemplación del propio ombligo, y, por lo tanto una
forma de idiotismo que excluye a los demás y se excluye a sí misma
de la comunidad.
Ahora bien, todos los patriotismos tienen algo
en común, y algo de razón en ello: el odio hacia los demás
patriotismos, que se ven como particularismos ridículos. También
dijo el susodicho marqués, en la lengua de Pessoa, que "A
Filosofia, quando não extingue, dilui o patriotismo",
es decir, que la filosofía sirve para diluir o atenuar, cuando no
para extinguir, el patriotismo, y, diríamos también, el chovinismo,
que es un patriotismo exacerbado o nacionalismo hiperbólico, que refleja una
admiración exagerada y exclusiva por el país propio, es decir, una
exaltación desmedida de lo nacional frente a lo extranjero, de lo particular frente a lo general y común. El
nombre de Chovinismo procede al parecer de un soldado Nicolas Chauvin
que defendía su país, la Francia y su bandera tricolor, por encima
de todo, y que sólo sabía gritar “yo... yo...” como un idiota:
“Je suis Chauvin, je suis Français”.
“Patria
o muerte” una falsa disyuntiva: patria (como cualquier otra
idea) es muerte de lo que podía haber por debajo de la idea.
Se cita mucho en castellano la frase La verdadera patria del hombre es la infancia,
y se le atribuye a Rainer Maria Rilke,
quien, por lo poco que yo sé, nunca dejó escrita ni en prosa ni en verso
una cosa así. Sin embargo, en el mundo literario
hispánico es un tópico ya consolidado, siempre que se habla de la infancia, recurrir a esa cita y endilgársela a Rilke.
En el prólogo de sus “Dos historias
de Praga” (1897) Rilke escribió: „Dieses Buch ist lauter
Vergangenheit. Heimat und Kindheit – beide längst fern – sind
sein Hintergrund.“ Este libro es el pasado sin más. La patria y la
infancia - ambos de larga distancia – son su trasfondo. Aquí junta
por primera vez las dos palabras Heimat, que es patria y es hogar y
es lugar natal, con Kindheit, que es la infancia, pero porque son el telón de
fondo de sus relatos: su niñez y su patria chica, su Praga natal,
no porque haya establecido la ecuación de que su
patria es su infancia.
Rilke, que, en efecto, nació en Praga,
no sentía que esta ciudad fuera su “Heimatstadt”, su ciudad
natal, su patria, por lo que no sentía un especial aprecio por ella. Dejó a
propósito escrito: „Nur werden wir nicht in unsere Heimat geboren,
und mir scheint sogar, als ob alles Große immer aus diesem Verlangen
gekommen wäre, sie irgendwo zu finden – offen und festlich und wie
wartend unsere Wiederkehr.“ No hemos nacido en nuestra patria, y
hasta me parece como si todo lo bueno siempre hubiera venido de este
deseo de encontrarla en algún lugar –abierta y festiva y como
esperando nuestro regreso .
También hay quien atribuye la frase a Baudelaire, pero sin mucho
fundamento tampoco, por lo que a mí se me alcanza. Suele pensarse que,
como metáfora que es, la formuló algún poeta,
ya sea Rilke, que para los alemanes es el prototipo del poeta lírico en
su
lengua, ya sea Baudelaire, para los franceses.
Rilke ha dicho cosas muy bellas sobre la infancia, y le ha dedicado muchos versos a ese "camarín que guarda el tesoro de los recuerdos", pero nunca dijo que fuera la verdadera patria del hombre como se ha hecho proverbial entre nosotros.
El dibujante argentino Liniers se hace eco de la falsa cita de Rilke, y le añade una bella coletilla de su cosecha.
Rilke ha dicho cosas muy bellas sobre la infancia, y le ha dedicado muchos versos a ese "camarín que guarda el tesoro de los recuerdos", pero nunca dijo que fuera la verdadera patria del hombre como se ha hecho proverbial entre nosotros.
Porque tiene su gracia y parece que viene al caso:
ResponderEliminarhttps://www.diariodeleon.es/opinion/pedro-garcia-trapiello/malos-vientos/202111131114422163013.html
Viene muy bien al caso. Gracias: recorto y pego.
ResponderEliminarDicen de antiguo en Portugal: De Espanha, nem bom vento nem bom casamento. Y dicen en Cataluña: De ponient, ni bon vent ni bona gent. Vaya con el viento ese.
Para un portugués el aire de poniente, el atlántico, es sem dúvida el mejor, el más fecundo y húmedo que le llega perfumado de bacalao y ultramarinos, y lleva siglos diciendo que de España no puede venir nada bueno y menos aún el aire en el que siempre cabalgan la peste, la sequía y la mala noticia.
Para el catalán, sin embargo, ese viento de poniente próspero y mojadito que cualquiera en Orense venera es el peor de los peores por llegarles de España y prefiere alabar la bondad del viento contrario, el levante que le llega del Mediterráneo, esa «mujer perfumadita de brea», pero evitando citar la tramontana, su norte al bies que además vuelve loca o levantisca a la gent con la cara al vent... al vent del poble.
La paradoja es que tanto para el vecino luso y como para el iluso catalán se trata del mismo viento, el oeste al que hacen óptimo y pésimo a la vez. Pero no hay otro viento dando vueltas al planeta entretenido en remolinos caprichosos que acarrean claros, nubecillas o huracanes (ahora mismo podemos estar respirando un pedo que se tiraron en Saigón hace veinte días, nos precisa Otavito). Visto, pues... lo único que se ventila en esta rerfranería es la mala vecindad. El viento es inocente y siempre corrió limpio hasta que empezamos a perfumarlo con malos humos, muerte en suspensión... y política.
Entonces concluyó Peláez: Tiene una sola razón el portugués en lo del viento que le llega de España, seco y tórrido, agigantando sus incendios forestales, pero también le seca la mojadura atlántica a menudo perniciosa... y adora el catalán el levante porque llega del mar a limparle su cielo barriendo los humos podres de la región más industrializada de la península y empujándolos al interior de España, que confía en que el poniente que nos sopla aquí más días al año que su oriente devuelva al remitente esa atmósfera atufada... y la política que ahí cabalga.
(Pedro García Trapiello)
Es verdad, eso de ser patriotas es de fachas. Es que las banderas son ridículas, gente como Blas de Lezo, que murieron y mal vivieron por España, y todos nuestros ascendientes que dieron su vida para que ahora vivamos mejor, ésos nada, hombre, se olvidan y ya está. A esto nos ha traído el capitalismo, que es el peor de los sistemas, y te lo digo desde mi smartphone, yo prefiero el comunismo, y desde aquí propugno el reparto de los bienes, pero de los ajenos primero, que luego ya si eso...
ResponderEliminarEl patriota es un idiota, el listo eres tú, pero mu listo.
Por supuesto que las banderas, si no fueran sangrientas todas ellas, son ridículas. Vivo en una localidad que tenía hace poco una población de 784 habitantes -no sé ahora, porque la gente nace y muere, y los números cambian, nunca se están quietos, suben y bajan que es una barbaridad-, pero hoy he recibido la gratísima noticia de que por fin disponemos de una bandera y de un escudo... ¿Cómo hemos podido vivir hasta ahora sin esos dos símbolos de nuestra identidad como pueblo y nación? Pues no lo sé, pero maldita la falta que nos hacían. Ya sólo nos falta el himno. Un día de estos informaré cumplidamente de ello profundizando en el asunto.
Eliminar¡Trapiello! De la saga de los Trapiellos, claro, la única forma ejercer el periodismo en España, tener enchufe para que te contraten a ti y no a otro de los miles que se licencian cada año. Esto ocurre por culpa de los patriotas, y ya desde el Cid, que era un fascista como bien se sabe, o Colón que era franquista, si es que...
ResponderEliminarGracias por el comentario, pero sería deseable un argumento (o ataque, si se prefiere) ad rem no ad hominem. Meterse con alguien que dice algo (en este caso, creo entender, con el hecho de ejercer el periodismo por enchufe) en lugar de meterse con lo que dice y criticarlo con argumentos racionales lo único que revela es una pobreza intelectual considerable.
EliminarA ver para cuándo una entrada vegetariana, que denuncie la barbarie de los comedores de carne. Ya está bien, hay que ser vegetariano, si por mí fuera lo obligaría por ley.
ResponderEliminarAh, y no se olvide de los antitaurinos... Si es que en esta España hay tantas cosas que arreglar...
Ya voy pensando otros temas que estén de moda para que les dé su espacio en este blog en el que nada se toma a la ligera y todo lo que se escribe es objeto de una profunda reflexión.
Yo no obligaría a nadie a ser vegetariano (ni a no serlo). Cada cual que coma lo que quiera. Ya se sabe que lo que no mata engorda. Lo triste es que algunos tengan que matar para engordar.
EliminarEl patriota es un idiota, gran argumento; puedes decir que no te gusta el concepto de patria sin necesidad de ofender a quien no piensa como tú.
ResponderEliminar¿La falta de argumentos es tu argumento? ¿Siempre lo haces así? En las dos conversaciones que hemos tenido te he dado mis argumentos, y hasta me he tenido que esforzar por redactarlos de forma distinta cuando lo entiende hasta una persona como tú, con una pobreza intelectual considerable. Esta vez no voy a repetirme.
Lo de Trapiello es una observación evidente, pregúntaselo a los periodistas recién licenciados.
Lo de los vegetarianos y animalistas es un comentario jocoso, que quiere dar a entender que sólo escribes de tópicos y de pensamientos que son de otros, muy manidos, muy vistos y muy cacareados. Ejemplo: los toros o los vegetarianos.
Es un comentario irónico en el que pretendo reírme de tu pobreza intelectual, que es considerable y manifiesta para cualquiera que lea tus escritos, llenos de frases hechas y de lugares comunes, pretendiendo dar a entender una cultura de la que careces. Pero eso ya lo sabes tú que sufres la condena de tener que vivir contigo mismo.
El emperador está desnudísimo, y quiere vestirse con ropa que no es de su talla y que, sin duda, le viene grande.
Claro, que la culpa la tengo yo.
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