¿Por qué me pongo yo a hacer un ejercicio de
“deconstrucción” a la francesa siguiendo los manes deconstructivistas de Jacques
Derrida, y no, más llanamente, un ejercicio de “destrucción” de la pandemia?
Muy sencillo, porque trato de destruir algo que está previamente
prefabricado y muy bien construido desde que la Organización Mundial de la Salud eructó el 11 de marzo de 2020 por boca de su Director General: Nunca antes
habíamos visto una pandemia generada por un coronavirus. Esta es la
primera pandemia causada por un coronavirus. Al mismo tiempo, nunca
antes habíamos visto una pandemia que pudiera ser controlada. Lo curioso es que en aquella misma alocución se advertía contra el mal uso o uso indebido del término que allí mismo se estaba empleando: ”Pandemia» no es una palabra que deba utilizarse a la ligera o
de forma imprudente. Es una palabra que, usada de forma inadecuada,
puede provocar un miedo irracional o dar pie a la idea injustificada
de que la lucha ha terminado, y causar como resultado sufrimientos y
muertes innecesarias.
Nos hallamos, por lo tanto, ante un constructo o quimera semántica pura y simple: “Hay un virus devastadoramente letal que amenaza a todo el planeta matando al 0,04% de su población, esencialmente a personas que ya han sobrepasado su esperanza de vida”. Esta afirmación no tiene ningún sentido, se cae por su propio peso, es una falacia. Pero la cosa no se queda en lo que es la mayor y más grave manipulación política de masas perpetrada en nuestra historia, sino que se suma y continúa.
Resulta que también, con datos oficiales que están comenzando a aparecer poco a poco, se puede deconstruir el dato de los cinco millones de muertos que acabamos de dar, porque sólo una mínima parte de ellos han muerto a causa de la pandemia del coronavirus nunca antes vista. La mayoría de esos cinco millones han muerto de otra cosa: cáncer, leucemia, insuficiencia cardíaca, diabetes, etc. Los CDC norteamericanos, que son los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades, reconocen que de todas las muertes que oficialmente han sido catalogadas y certificadas como 'covid-19' sólo el 6% estaban sin comorbilidades o patologías previas graves, es decir que el 94% de los muertos covid han muerto de otra cosa.
Si comparamos esta enfermedad con la difteria, la tuberculosis, la poliomielitis o el sarampión, enfermedades letales de por sí, la del virus coronado “19” en realidad es una risa y no mata a casi nadie, como mucho les da el tiro de gracia (ese que se da a una persona o animal herido de gravedad cuando está sufriendo para que muera rápidamente y deje así de padecer) a personas que había sobrepasado ya su esperanza de vida.
No
porque digamos que no hay pandemia estamos diciendo que la pandemia no
exista. Existe y ¡cómo existe! Algunos hablan ya de pandemia persistente,
y ya va casi para dos años... Sobre cómo acabar con ella de una vez por todas sin morir en el intento, ya escribimos una entrada aquí mismo hace tiempo. Está claro que la receta que dábamos allí no se ha seguido, lo que se debe sin duda a la poca proyección que tiene este arcón donde cabe todo, ya que me consta que sólo ha tenido dos visitas contadas, y eso no significa tampoco que hayan sido dos lecturas y que, de haberlo leído, hayan hecho uso de la aplicación práctica que allí se proponía. Pero no por ello deja de ser una buena receta y de estar vigente y disponible para quien quiera así desengañarse. No caduca.
No porque sean muchos los equivocados van a tener muchísima razón.
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