domingo, 14 de noviembre de 2021

Mensajería vírica breve



El virus, el enemigo perfecto, endógeno y exógeno, interno y externo, invisible y proteico como Proteo, el Viejo del Mar, que muta constantemente y se replica. 
 
El objetivo 'virus cero' es la nueva tierra prometida del futuro inalcanzable por definición de la pureza de la raza, libre al fin de enfermedades y de muerte. 
 
Un estudio científico asegura que monedas y billetes que circulan de mano en mano son fómites de bacterias y virus: el dinero mata todo, el electrónico también. 
 
Resucitaron un viejo término latino “fómite”, nombre de la yesca que arde, para meternos el virus del miedo en el cuerpo y en el alma, o sea, en las entrañas. 
 
Las autoridades sanitarias, que nos han expropiado la salud diagnosticándonos como enfermos imaginarios en potencia aristotélica, pretenden ahora inocularnos. 
 
La batida feroz contra el enemigo invisible que es el virus autoriza la persecución de los individuos en tanto que organismos portadores del germen susodicho. 
 
 Prometen, si obedecemos, el retorno al paraíso perdido, el fin del calvario y la vuelta al mundo de antes, una tierra purificada de la maldición de la pandemia. 
 
 ¿Hay que ser psiquiatra para diagnosticar a la sociedad un delirio colectivo que la lleva por la Calle de la Amargura sin número en forma de psicosis paranoica? 
 
Diseñaron un enemigo exterior e interior a la vez, un virus que amenazaba la vida, del que éramos vectores, y estalló entre nosotros una guerra pluscuancivil. 
 
Hay que erradicar el virus del mundo reduciendo a cero absoluto su incidencia. El problema radica en que el virus soy yo, yo soy el virus que hay que erradicar. 
 
Resulta que la doble inyección, objeto fetiche y talismán mágico, que iba a inmunizarnos de por vida caduca ahora a los seis meses: obsolescencia programada.

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