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viernes, 26 de noviembre de 2021

¡Oh cabeza digna de una sobredosis de eléboro!

 

    Un grabado antiguo nos invita con sus numerosas citas a reflexionar sobre el estado del mundo. Vemos una cabeza cubierta con el gorro de un bufón con un mapamundi en lugar del rostro. El bufón era un figurón cortesano al que se le otorgaba la libertad de expresión que le permitía burlarse de la majestad del rey y decir la verdad al poder, un poco al modo de los soldados romanos que desfilaban detrás del general que celebraba su triunfo, a los que se les consentía en esa ocasión cantar coplas chocarreras como aquella que le decían los legionarios a Julio César: ahí va César, decían, que sometió y se la metió a las Galias, y por eso celebra su triunfo, pero el rey Nicomedes, que sometió y se la metió a César no celebra ningún triunfo.

    El mensaje que transmite este mapa es que el mundo, incluido el Nuevo Mundo, recién descubierto por aquel entonces, y enseguida envejecido -el nuevo no renovó el viejo, sino que este envejeció a aquel globalizándolo.

    A la altura del cuello una cita tomada del Eclesiastés, 1.15 del sabio Salomón: Stultorum infinitus est numerus: el número de los tontos es infinito. Otra cita del Eclesiastés (1.2) aparece grabada en la copa de la parte superior del bastón del bufón a la derecha: Vanitas vanitatum et omnia vanitas: Vanidad de vanidades y todo es vanidad

    En el panel de la izquierda puede leeerse: Democritus Abderites deridebat, Heraclites Ephesius deflebat, Epichthonius Cosmopolites deformabat, que nos recuerda el tópico del filósofo que se ríe del mundo (Demócrito) y el que se echa a llorar (Heraclito): Demócrito de Abdera se reía de él" [el mundo], Heráclito de Éfeso lloraba por él. Era un tópico contraponer a los dos sabios y sus dos actitudes críticas ante la falsedad del mundo: echarse a reír o echarse a llorar. Frente a esas dos actitudes, en realidad complementarias y que dependen del estado de ánimo, aparece un nombre propio: Epictonio Cosmopolita lo retrataba. La mención de Demócrito y Heraclito es una clara referencia a un tema literario y artístico de gran recorrido desde el período clásico, con un gran éxito representativo en las artes gráficas y en la literatura durante el Humanismo: el filósofo que llora y el filósofo que ríe, el optimismo y el pesimismo.  

Heraclito y Demócrito, Salvator Rosa (1546-1549)
 

    'Cosmopolita' es la respuesta de Diógenes el cínico: ciudadano del mundo. Y epictonio en griego significa “sobre la tierra”. Es decir que la denominación Epichthonius Cosmopolites es un pseudónimo o manera de escurrir anónimamente el bulto del nombre propio del autor de la caricatura, que quiere decir algo como Ciudadano del mundo que vive en la tierra, o que tiene los pies en el suelo.

    Encima del gorro, aparece el Nosce te ipsum Conócete a ti mismo (versión latina de la sentencia griega "gnothi seauton" supuestamente inscrita en el templo de Apolo en Delfos); (sobre la frente del gorro): "O caput elleboro dignum" / "Oh, cabeza, digna de eléboro" (una planta alucinógena). 


     En las orejas de la gorra aparece Auriculas asini quis non habet? ¿Quién no tiene orejas de burro?, un medio hexámetro (121) de la primera Sátira de Persio, que alude a la leyenda del rey Midas que, como se sabe, fue castigado por el dios Baco que primero le concedió el deseo de convertir en oro todo lo que tocaba, que era lo que más quería, y después se lo quitó por expreso deseo suyo al comprobar los inconvenientes que tenía su deseo, por lo que el dios le castigó haciendo que le crecieran unas largas y peludas orejas de borrico que el rey ocultaba bajo su regia corona. Sólo conocía su secreto un humilde siervo, su peluquero, que no pudiendo guardarlo, abrió un agujero y se lo contó a la tierra, pero las cañas que crecían repitieron “El rey tiene orejas de burro” una y otra vez, como el niño aquel del cuento del traje nuevo del emperador de Andersen que osó gritar que el rey estaba desnudo. Parece ser que Persio había escrito originalmente: El rey Midas tiene orejas de burro, pero que fue corregido por su editor y maestro el filósofo estoico Cornuto porque era una alusión directísima al emperador Nerón.

    La cita en latín que aparece justo encima del mapa procede, ligeramente modificada, de la "Historia Natural" de Plinio el Viejo (libro II cap. 68): Hic est mundi punctus et materia gloriae nostrae, haec sedes, hic honores gerimus, hic exercemus imperia, hic opes cupimus, hic tumultuatur humanum genus, hic instauramus bella, etiam civilia Este es el punto del mundo y la sustancia de nuestra gloria, esta nuestra sede, aquí desempeñamos cargos públicos, aquí ocupamos puestos de mando, aquí codiciamos las riquezas, aquí bulle el género humano, aquí organizamos guerras, incluso civiles.

    Las insignias del cinturón decorativo que cruza el hombro de la figura de la izquierda dicen: O curas hominum!, O quantum est in rebus inane! ¡Cuitas humanas! ¡Oh, cuánto vacío hay en el mundo!, que es el primer hexámetro de las "Sátiras" de Aulo Persio Flaco. A continuación dos citas bíblicas: Stultus factus est omnis homo: Todos los hombres carecen de sentido (Jer. 10.14) y Universa vanitas omnis homo Entera vanidad todo hombre (Salmo 39.6) o No dura más que un soplo todo hombre, en la traducción de Nácar-Colunga.

    El nombre escrito en la esquina superior izquierda, Orontius Fineus, es la versión latinizada del cartógrafo francés Oronce Finé, que murió en 1555, pero el mapa que nos ocupa fue realizado décadas después.

viernes, 13 de noviembre de 2020

¿Medicina o salud (y III)?

La crítica que hace Plinio en el libro XXIX de su Naturalis Historia a los que se dedican profesionalmente a la medicina es que trafican con nuestra propia vida convirtiéndola en una mercancía (anima statim nostra negotiari). Cita un curioso epitafio de un sepulcro infeliz o del sepulcro de un infeliz: hinc illa infelicis monumenti inscriptio: que había muerto por el escuadrón -por el equipo, diríamos hoy- de los médicos (turba se medicorum perisse). Y comenta que miles de personas viven sine medicis, sin médicos, como habían vivido los romanos antes de la llegada de los profesionales griegos, aunque obviamente no sine medicina, no sin medicina. 

De alguna manera es partidario de que la medicina sea patrimonio de todos, y no de unos pocos “doctores” entendidos. En ese sentido, la profesionalización del arte médica les vino a los romanos de Grecia, una ciencia “que el pueblo romano, una vez conocida, condenó". Antes de la profesionalización médica, los romanos practicaban la medicina, herederos como eran de una tradición secular. Otra de las cosas que les recrimina a esos "doctores" es la utilización de una verborrea incomprensible para el vulgo: hablaban, y siguen haciéndolo hoy, una jerga criptogriega. 

Con la ayuda de Venus, el médico Iápige cura a Eneas de una herida recibida en Italia durante la lucha del héroe contra Turno, el rey de los rútulos. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Cita Plinio el testimonio del historiador analista Casio Hemina que dice que el primer médico que como tal vino a Roma del Peloponeso fue un tal Arcágato, hijo de Lisanias, durante el consulado de L. Emilio y M. Livio, en el año 535 de la fundación de Roma, esto es en el 219 antes de Cristo, (primum e medicis uenisse Romam Peloponneso Archagathum Lysaniae filium L. Aemilio M. Liuio cos. anno urbis DXXXV), que le fue concedido el derecho de ciudadanía romana y un establecimiento adquirido a tal fin a expensas públicas en el cruce de Acilio (eique ius Quiritum datum et tabernam in compito Acilio emptam ob id publice); que fue un cirujano famoso y su llegada al principio extraordinariamente agradable (uulnerarium eum fuisse egregium, mireque gratum aduentum eius initio), después por la crueldad de cortar y cauterizar cambió el nombre a carnicero y su oficio y todos los médicos al aborrecimiento (mox a saeuitia secandi urendique transisse nomen in carnificem et in taedium artem omnesque medicos).


Hay quien cree que la crítica de Plinio no tiene mucho valor sociológico, sino que se hace eco del mero tópico literario repetido desde la Comedia Nueva ática hasta el fin de la Antigüedad de que el médico era el único homicida que queda impune después de ejecutado el homicidio. Aun siendo mero tópico literario la de considerar al médico un matasanos, no deja de responder a un sentimiento popular de rebeldía contra la yatrogenia, es decir, contra la medicina como administración de fármacos mortales y contra los médicos como suministradores de una muerte que acaban certificando. 

jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Medicina o salud (II)?

Gayo Plinio Segundo, alias Plinio el Viejo, escribió en el siglo I de nuestra era en su Historia natural (XXIX, 8, 18) lo siguiente a propósito de la yatrogenia avant la lettrediscunt periculis nostris et experimenta per mortes agunt, medicoque tantum hominem occidisse inpunitas summa est. quin immo transit conuicium et inteperantia culpatur, ultroque qui periere arguuntur: Aprenden (los médicos)  a costa de ponernos a nosotros en peligro,  y hacen experimentos con nuestras muertes y solamente le es dada al médico la soberana impunidad de haber matado a un hombre. Es más, se cruza el reproche y se echa la culpa a la intemperancia, y encima hacen responsables a los que han muerto. 

Molière, el célebre comediógrafo francés, escribió "Le malade imaginaire" (que se ha traducido como El enfermo imaginario, o El enfermo aprensivo o El paciente hipocondriaco), una sátira de los efectos colaterales de la medicina, inspirándose en parte, como veremos, en el susodicho pasaje de Plinio. 

El enfermo imaginario, Max Claudet (1840-1893)

En el tercer intermedio, en efecto, del tercer acto, que es el final, de la obra se representa una ceremonia en la que entre cantos, danzas y recitados se celebra la graduación de un médico.  Utiliza Molière la siguiente fórmula latina macarrónica, que resulta cómica porque se entiende el francés que hay detrás de la morfología latina, con la que un hombre recibe el bonete que hace de él un doctor: Dice así: Ego, cum isto boneto / venerabili et docto / dono tibi et concedo / virtutem et puissanciam / medicandi, / purgandi, / seignandi, / perçandi, / taillandi, / coupandi, / et occidendi / impune per totam terram: Yo con este bonete / venerable y docto / te doy y concedo / la virtud y el poder / de medicar, / de purgar, / de sangrar, /de atravesar, / de diseccionar, / de cortar / y de matar / impunemente por toda la tierra



Finalmente todos los médicos y boticarios, bailando, le hacen una reverencia al nuevo médico. Molière se ha hecho eco aquí de la sentencia de Plinio arriba citada:  medicoque tantum hominem occidisse inpunitas summa est: Sólo un médico puede matar impunemente a un ser humano. Summa inpunitas: con toda la impunidad del mundo. No son gajes del oficio: es su oficio, matar y certificar la muerte.  

Dice la Academia que matasanos es una denominación coloquial y despectiva que se aplica a un curandero o un mal médico. Popular- y burlescamente se aplica a todos los médicos, independientemente de su cualificación profesional. Y está documentada según Coromines en castellano desde 1617, palabra compuesta del verbo matar y del adjetivo sanos. El verbo matar, por cierto, está atestiguado desde mitad del siglo X entre nosotros, y además de quitar la vida significó también "herir", como vemos en algún derivado actual como "matadura" (llaga o herida que se hace la bestia por ludirla el aparejo o por el roce de un apero) y en la expresión coloquial "dar a alguien en las mataduras" (según la Academia: Zaherirlo con aquello que siente más o que le causa más enojo y pesadumbre). 

 De qué mal morirá, Caprichos, Goya (1797-99)

El Certificado Médico de Defunción (CMD) es el documento que acredita la muerte de una persona, y que permite la inscripción de dicho fallecimiento en el Registro Civil y la inhumación del cadáver. Debe emitirlo el médico que presta la asistencia en el último momento o el facultativo llamado a comprobar la certeza del óbito o "exitus letalis" con su firma.