jueves, 27 de junio de 2024

Pareceres LII

251.- De sacris et diuinis: ¿Hay algo sagrado? No lo sabemos, pero, en cualquier caso, si lo hay no está, desde luego, en los templos: ni en la mezquita, ni en la sinagoga, ni en la iglesia, ni en la pagoda. Quizá el fuego. Pero no el fuego real, sino el fuego de la razón, que diría Heraclito el efesio. El fuego de la razón es el único fuego incombustible. La sagrada piromanía no se orienta a rendirle culto al fuego purificador porque sí, ni a incendiar bosques ni a prender fuego a las iglesias como nuestros abuelos anticlericales o como hizo Eróstrato, el efesio, quemando el templo de Artémide, una de las siete maravillas de la Antigüedad. La sagrada piromanía es dinamitera de la fe, de cualquier fe. No cejará hasta ver cómo arde en llamas, pero no para destruir los edificios, sino la fe que los sustenta. Tampoco a las personas, sino la fe que las hace ser lo que son. En ese sentido hay que entender la frase que se atribuye al príncipe Piotr Kropotkin de que la única iglesia que nos ilumina es la que arde. 
 
252.- Psicoterapia. Ha sustituído a la confesión y la conversación íntima que eran actos gratuitos, por la mercantilización de la escucha. Ya no les contamos nuestros problemas a los amigos, sino que pagamos al psicoterapeuta/psicoanalista para que nos escuche oyendo el relato que hacemos de nuestra vida. El mens sana in corpore sano, que era un ruego que había que pedir a los dioses que nos concedieran al decir del poeta Juvenal, se ha convertido en un empeño y una obligación personal consistente en ir al terapeuta para lo primero y al gimnasio para lo segundo. Hay algo intrínsecamente perverso en pagar para que nos escuchen porque estamos capitalizando -mercantilizando- las relaciones humanas. El profesional psicoterapeuta, pese a su falta de interés por nuestro relato, nos insta a que le contemos el cuento. Tiene que escucharnos, que para eso le pagamos.
 
253. -Envejeciendo. Escribe o dice Borges en alguna parte: “No me duele la soledad: bastante esfuerzo es tolerarse a uno mismo y sus manías. Noto que estoy envejeciendo, un síntoma inequívoco es el hecho de que no me interesan o sorprenden las novedades, acaso porque advierto que nada esencialmente nuevo hay en ellas y que no pasan de ser tímidas variaciones”. Con estas declaraciones revitaliza dos tópicos: el clásico de nada nuevo bajo el Sol, y el de cuanto más cambian las cosas, más permanecen idénticas a sí mismas, pues las variaciones son meramente cosméticas, superficiales. 
Anciano, Ulpiano Checa (1860-1916)
 
254.- Refugios climáticos.  No es un bulo el que en un parque de frondosos árboles ponga un cartel en alguna de las lenguas peninsulares que diga: Refugio climático. Por ejemplo el Ayuntamiento de Barcelona, con la siguiente aclaración: Utilitza aquest espai per protegir-te de la calor. Hasta ahora no parecía necesario que el ayuntamiento ilustrara a los pobres contribuyentes, sobre lo que hay que hacer para protegerse del calor. Hace cuarenta años, los sevillanos se refugiaban en el Parque María Luisa en las tardes de calor. Las calles de la ciudad, recuerda un sevillano, estaban desiertas y el parque a rebosar. Ahora, sin embargo, la gente pasea por la Avenida de la Constitución a las cuatro de la tarde con toda la calor de un sol de justicia y le echa la culpa al cambio climático de Dios que lo fundó. En el Paleolítico inferior, y mucho antes no había cartelitos, y nuestros ancestros, como todos los animales, sabían resguardarse del frío y del calor. Pero ahora nuestros alcaldes y ediles nos consideran menos inteligentes, y de hecho nos llaman tontos a la puta cara, -y tal vez tengan algo de razón- a la vez que están demostrándonos lo mucho que nos quieren y que nos cuidan, porque no quieren que muramos víctimas de las inclemencias climáticas. Imagino que en breve crearán otros refugios para guarecernos de los bombardeos.
 
255.- Reclamo publicitario: El que la publicidad comercial, que ha dispuesto tradicionalmente del cuerpo femenino como reclamo, disponga ahora tanto de modelos masculinos como femeninos supone, desde luego, un trato igualitario, pero eso no quiere decir que sea positivo, sino todo lo contrario, porque no conlleva ninguna liberación de los estereotipos masculinos o femeninos o modelos de belleza que se imponen como cánones, que sería lo justo y deseable, sino todo lo contrario. La liberación sería que no hubiera publicidad (mercantil) y que de ese modo los cuerpos pudieran liberarse de los corsés que les impone el mercado para parecerse al ideal, porque el ideal, que es el deseo, está muy lejos de la realidad, que es mentira.
 

miércoles, 26 de junio de 2024

SFD "Síndrome de Fatiga Democrática"

    ¿Padece usted acaso lo que David van Raybrouck, historiador cultural y arqueólogo belga, autor del libro "Contra las elecciones" de muy recomendable lectura, ha dado en llamar el “síndrome de fatiga democrática”, o todavía aguanta estoicamente con resiliencia, como Dios o la corrección política mandan, la farsa demagógica basada en la santificación del sistema representativo electoral que reduce la democracia a las elecciones de unos representantes que no nos representan? ¿Su actitud ante la convocatoria de unas elecciones municipales, autonómicas, nacionales o europeas, se mantiene en el sano escepticismo popular o padece ya una reacción alérgica de considerable intolerancia? 
 
 
    ¿No está de acuerdo con la reflexión de Rousseau de que el pueblo inglés (y para el caso el suyo al que pertenezca también) piensa que es libre y se engaña, porque sólo es libre para la elección de los miembros del parlamento, ya que tan pronto como los ha elegido vuelve a ser esclavo? ¿No ha pensado alguna vez que mientras haya elecciones y los gobiernos cambien, el debate electoral es un espectáculo rigurosamente controlado y dirigido por unos grupos rivales que se dedican a persuadirle abordando solamente una pequeña gama de cuestiones sociales previamente seleccionadas por esos grupos, y que usted representa solo un papel pasivo, inactivo e incluso apático respondiendo sólo a las preguntas que se le formulan? 
 
    ¿No ha sospechado nunca que más allá de este espectáculo del juego electoral, la política se desarrolla entre bambalinas mediante la interacción entre los Gobiernos elegidos y unas élites que, de forma abrumadora, representan los intereses de las empresas?   
 
 
    ¿No cree que lo que se podría llamar el "Síndrome de Fatiga Democrática", según David Van Raybrouck, no está provocado tanto por los votantes, los políticos o los partidos, sino en gran medida por el propio proceso electoral que se reduce al voto y a la caza del voto por los profesionales?
 
    ¿No ha pensado que las llamadas elecciones democráticas no son un medio de participación de la gente, sino un fin en sí mismo, un dogma de fe con un valor inherente e inalienable? ¿No ha dicho alguna vez que la democracia no puede reducirse a lo que de hecho se reduce: a la consulta periódica cada cuatro o cinco años a un electorado que debe decantarse entre las opciones previas que se le dan, y se acabó, y que si sus elegidos no representan su voluntad, olvídese del asunto y no vuelva a votarles en las siguientes elecciones? 
 
    Todas estas preguntas se las hace Van Raybrouck y frente al problema de que nuestros representantes no nos representan, propone un remedio muy antiguo: la reactivación del sistema de lotería, como se hacía en la antigua Atenas. Algo que entre nosotros ya había propuesto Ángel Cappelleti, como dimos cuenta en su momento, que abogó por que en lugar de realizar costosas campañas electorales se sortearan los cargos públicos como los premios de la lotería, reactivando la ticocracia ateniense, neologismo compuesto de τύχη (týche "suerte, azar") y κρáτος ("dominio, poder"), facultándoseles para estudiar un tema particular como representantes aleatorios de toda la comunidad.   Este procedimiento no deja de tener un fundamento racional, si se supone que todos los hombres somos iguales e igualmente aptos (o ineptos, según se mire) para gobernar.    
    
   
     Lo peor y lo mejor (según se quiera ver)  del libro de Van Raynbrouck, publicado originalmente en neerlandés en 2013 con el título Tegen verkiezingen: 'Contra las elecciones',  y entre nosotros por Taurus en 2017, traducido por Marta Mabres Vicens, es la portada iconoclasta y paradójica de la edición española, que pretende "salvar la democracia" destruyendo el sistema electoral.
 
   El movimiento Occupy Wall Street, inspirado en el 15M madrileño, hizo suyo el eslogan “Somos el 99 por ciento”. Los occupiers mostraban su descontento con la democracia representativa: "En el Congreso afirman que su objetivo común es servir al pueblo estadounidense, pero en realidad se trata lucha de poder entre partidos políticos. Nuestros representantes elegidos [...] solo representan la perspectiva de las personas que pertenecen a su adorado partido y la de la élite acomodada que les llena los maletines durante las campañas, naturalmente en orden inverso de prioridad. Esto nos lleva a la denuncia más importante del 99 por ciento: «Nuestros representantes no nos representan»".  

    Aquí, mientras esté disponible el vídeo en la plataforma que lo aloja, se puede escuchar en inglés la conferencia del autor "¿Por qué las elecciones son malas para la democracia?"  presentando la traducción inglesa de su obra en el Hannah Arendt Center Bard College. 

martes, 25 de junio de 2024

Mezcolanza

Economía política y política económica 
   Se atribuye a Mark Twain la siguiente definición: “Un banquero es alguien que te presta un paraguas cuando hace sol y te lo quita cuando empieza a diluviar”.
 
Ucrania estudia una posible exención del servicio militar y la consiguiente movilización de sus súbditos a cambio de una mayor contribución económica al Estado.
 
La reestructuración tarifaria para mejora de eficiencia energética y logro de objetivos de transición ecológica (sic) es, vulgo, que sube el precio de la luz.
 
El virus

"De la pandemia hemos salido con vacunas, del calentamiento global no va a ser tan fácil", dijo la inmunóloga retornando a los medios como la gripe de las aves.
 
¡Madre de Dios! Encerraron y obligaron a ponerse una inyección experimental a miles de millones de personas para protegerse de una amenaza biológica inventada.
 
La necia viróloga lleva un pequeño aparato medidor de CO2 en el bolso que no duda en sacar cuando percibe que “el aire está ya por muchas personas respirado”.
 
 ¿Cuántas veces habrá que revacunarse para descubrir al fin y a la postre que la vacuna milagrera es una pócima fallida que provoca graves efectos 'secundarios'?
 
Cambio climático
 
 
Hace fresco a pesar del calentamiento planetario esta mañana de junio, cosa que hay que achacar al cambio climático, preludio sin duda de la futura glaciación.
 
La Agencia Estatal de Meteorología informa de que hemos disfrutado del mes de mayo más caluroso jamás registrado, y yo, con lo friolero que soy, sin enterarme.
 
Llegan oleadas de calor extremo al hemisferio norte desde Canadá a la India y Arabia Saudita. Suben las temperaturas. Entra el verano con fatales consecuencias.
 
 Guerra y paz
 Aplaudo a los activistas que ocuparon una fábrica que suministra armas a Israel, pero habría que hacerlo siempre, al margen de adónde vaya a parar el armamento.
 
La 'paz justa' que propone no es sino la continuación de la guerra promovida y apoyada por sus proveedores, burla sarcástica camuflada de propuesta diplomática.
 
Más de veinte mil nuevos empleos a tres mil quinientos euros al mes: la industria de Defensa española quiere doblar su plantilla ante la nueva ola de inversión.
 
Juzgar a alguien por crímenes de guerra en cualquier guerra es como poner multas de velocidad en la carrera del campeonato mundial de Fórmula Uno a los pilotos. 
 
  La corte del rey
  Con motivo del décimo aniversario de la coronación, la prensa cortesana halaga sin empacho hasta la hez al monarca, legítimo heredero de la oprobiosa dictadura.
 
Sólo un periódico denuncia que la Casa Real ha gastado más de medio millón de euros en fiestas y comidas desde que el monarca es rey, el dispendio de la década.
 
El Rey de las Españas promete en su gira por las repúblicas bálticas una batería de misiles a Estonia y apoyo a Lituania y Letonia frente a Rusia y su amenaza.
 
Varia
 ¿Cómo podemos ser tan distintos los unos de los otros, y cómo es posible al mismo tiempo, valga la paradoja de la contradicción, que seamos tan tan parecidos? 
 
  La fundación de un conocido banco reúne a doce filósofos y les pregunta hacia dónde camina el ser humano, presuponiendo que hay un destino y que hay humanidad.
 
Ataque ad hominem. Escribe Paul Valéry en alguna parte que cuando alguien no puede rebatir lógicamente un razonamiento, ataca personalmente a quien lo razonó.
 
En la vida abstracta, no cuenta la propia experiencia; prevalecen las construcciones teóricas que consideran verdadero lo que no tiene relación con lo que pasa.
 
La palabra más indefinida de todas es “yo”, porque se refiere a cada uno, que es diferente cada vez que la pronuncia y, al mismo tiempo, es igual que los demás.
 
El pastor gritaba que venía el lobo para amedrentar a las ovejas dentro del redil... pero el que las llevó al matadero no fue el lobo feroz, sino el pastor. 
 
 La Iglesia abre, a fin de acoger a sus hijas descarriadas que deseen emprender el camino de vuelta a la casa del Padre, sus entrañas como Madre de misericordia.
 
 (Leyendo a Elias Canetti) Si el niño pudiera adivinar el emputecimiento que va a alcanzar, en vez de crecer se volvería cada vez más pequeño hasta desaparecer.
 

lunes, 24 de junio de 2024

La cabeza en los pies

    Aunque vivo muy alejado del mundanal ruido de las noticias relativas al deporte rey, recibo algunas de cuando en cuando por más que trate de evitarlas. A lo largo de los años he ido viendo, por ejemplo, cómo el balompié, de ser 'cosa de hombres', como aquel anuncio de la tele de no recuerdo ya qué brandy, ha pasado también a ser cosa femenina, por lo que la monarquía de este deporte sigue en continua expansión. Como dijo Borges, equiparando balompié y estupidez, el fútbol es popular porque la estupidez es popular.
 
    El poderío informativo, en efecto, del esférico, como dicen los locutores, alcanza una dimensión descomunal y llega incluso a los más despistados. Maldita la gracia que me hace a mí tener incrustado en mi cerebro nombres propios de personajes del mundo del espectáculo que solo aportan al común el entretenimiento suficiente para que no nos demos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. 
 
 
    El terremoto político desatado por la inesperada convocatoria de elecciones legislativas anunciada por el presidente francés ha puesto patas arriba a los partidos políticos, que se han lanzado de cabeza al barro de las alianzas electorales para intentar salvar el mobiliario. El temor a que la extrema derecha, clara vencedora de los recientes comicios europeos en el país vecino, logre una victoria en la Asamblea Nacional, ha movilizado al colectivo del deporte, que habitualmente suele mantener la neutralidad política, a manifestarse. Más de 200 deportistas han firmado una tribuna llamando a votar contra la extrema derecha porque se opone “a la construcción de una sociedad democrática, tolerante y digna”.
 
    La gran estrella del fútbol francés, y ahora nuevo astro rutilante del Real Madrid, que no del Madrid real, Kylian Mbappé, uno de los grandes ídolos de la juventud francesa, que cuenta con 118 millones de seguidores en su red social, ha declarado en rueda de prensa que hay que votar, y que hay que huir de los extremos “que están a las puertas del poder” (sic), aludiendo, sin mencionarla, a la bicha de la extrema derecha.
     Mbappé, más que un jugador de balompié, es una multinacional, un emporio financiero, y se expresa desde esa posición de ambigüedad calculada generalizando con la expresión “extremismos” para, en definitiva, lanzar un discurso institucional tan políticamente correcto que lo firmaría cualquier político del arco parlamentario, tanto de las derechas como de las izquierdas o del centro, si es que existen tales cosas diferenciadas entre sí. Pide que se vote, se deduce que no a la extrema derecha, pero da por sentado que votar, intransitivamente, sin especificar a quién, es la solución y no el problema, por lo que uno, como abstencionista, no puede dejar de sonreír ante un discurso simplón que resulta, desgraciadamente, familiar. 
 

      Votar es una irresponsabilidad ciudadana, consistente en delegar en otros para que decidan por nosotros. Ni el centro, ni la derecha ni la izquierda ni sus extremidades son ninguna solución, sino el problema. 
 
    No deja de llamarme la atención, sin embargo, cómo las palabras de los deportistas han reemplazado a las de los intelectuales: a falta de cabeza, patas. Antes se valoraba la opinión de un Sartre o de un Albert Camus, por ejemplo. Hoy sin embargo la de Mbappé, que se ha enfundado la bandera tricolor francesa al señalar que quiere defender los valores y los colores de la patria, un asunto espinoso en un país en el que a veces se ha abucheado en los estadios “La marsellesa”, ese himno nacional deleznable como todos los himnos patrióticos, que llama a los ciudadanos a empuñar las armas. 
 
El presidente, agradeciéndole al futbolista los servicios prestados
 
     Muchos de los futbolistas franceses, que hoy son estrellas multimillonarias, como este Mbappé, hijo de padre camerunés y de madre argelina,  proceden de ambientes humildes, de las barriadas periféricas desfavorecidas y de los enormes bloques de viviendas de pisos sociales que acogen a muchos descendientes de la emigración. Son, no se puede decir otra cosa, estómagos agradecidos. Es ahí, según los expertos, donde se espera que su mensaje cale más hondamente, movilizando a los jóvenes descontentos contra la abstención.

domingo, 23 de junio de 2024

Ricos y pobres

    Escribe Agustín de Hipona, San Agustín (Ciudad de Dios contra paganos, VII, 11-12), que a Júpiter, que era el nombre que correspondería, mutatis mutandis, a nuestro Dios judeocristiano en la religión politeísta de la antigua Roma, una religión sin embargo en vías de transición al monoteísmo dado que entre los muchos dioses y diosas inmortales a los que se rendía culto él era el padre de dioses y hombres y también su rey omnipotente, a Júpiter, decía, también se le llamaba en la antigua Roma Pecunia, es decir, Dinero.  Se preguntaba, no obstante, el hiponense si no hubiera sido más adecuado llamarle Pecunio, con género gramatical masculino. 

    Un poeta republicano Valerio Sorano había definido a Júpier como "omnipotente" y "padre y madre" (progenitor genitrixque), de reyes, cosas y dioses, y al mismo tiempo como dios único y como todos los dioses a la vez. Varron, citado por san Agustín, ha transmitido su cita: Iuppiter omnipotens, regum rerumque deumque / progenitor, genitrixque deum, deus unus, et omnes.

     Horacio había ya dejado un hexámetro donde se refería al dinero no tanto como divinidad sino como rey, o más propiamente reina, del mundo: et genus et formam regina Pecunia donat, : "Dona linaje además de belleza la reina Moneda".  

Moneda británica de medio penique con la inscripción inferior "DEA PECUNIA"

    Ya entre los griegos Aristófanes había sacado una comedia titulada Pluto ('riqueza', de donde deriva nuestra “plutocracia”, traducida a menudo como 'Dinero'), donde se decía que era un dios ciego que repartía dinero a troche y moche sin mirar a quién se lo daba, por lo que la riqueza, y la felicidad consiguiente, estaba mal repartida. Cuando Pluto al final de la comedia recupera la vista comienza a repartirlo justamente enriqueciendo a los pobres y empobreciendo a los ricos.

    Pero se rebela el santo de Hipona contra esa denominación, que le parecía de una gran bajeza y un insulto a la divinidad. Es cierto que gracias al dinero se pueden conseguir todas las cosas (eius sunt omnia, que nos recuerda al hemistiquio virgiliano y panteísta Iouis omnia plena, 'todo está lleno de Júpiter'), pero eso no le convierte en un dios bueno.  Otro gallo nos cantaría, propone él, si dijéramos que el verdadero nombre de Dios es Riqueza, porque eso nos permitiría diferenciar entre riqueza y dinero, y cambiar el significado de rico, que ya no sería el que posee mucho dinero, sino el que posee sabiduría, bondad y demás virtudes.

    Ricos, en efecto, llamamos a los sabios, a los justos, a los buenos, que tienen poco o ningún dinero; más bien son ricos en virtudes, las cuales, aun en las necesidades de las cosas corporales, les hacen sentirse satisfechos con lo que tienen ('nam dicimus diuites sapientes, iustos, bonos, quibus pecunia uel nulla uel parua est; magis enim sunt uirtutibus diuites, per quas eis etiam in ipsis corporalium rerum necessitatibus sat est quod adest').

    Y consecuentemente también cambiamos el significado de 'pobres' que ya no son los que no tienen dinero, sino por el contrario los que lo tienen y mucho pero, por eso mismo, nadando en su misma abundancia, nunca estarán satisfechos con lo mucho que tienen, que siempre se les hará poco porque siempre querrán más. Pobres, en cambio, llamamos a los avaros, siempre ansiosos y necesitados; pues aunque pueden tener mucho dinero, en su misma abundancia, por grande que sea, no pueden por menos de estar necesitados ('pauperes uero auaros, semper inhiantes et egentes; quamlibet enim magnas pecunias habere possunt, sed in earum quantacumque abundantia non egere non possunt').

    El santo de Hipona ha hecho suya la paradoja realizando un cambio semántico en que ambas palabras han pasado a significar lo contrario de lo que significaban: los ricos son pobres y los pobres son ricos. ¿Qué es lo que ha trocado el sentido de estos términos? La conformidad o sapientia con la realidad que tiene cada uno: los ricos son pobres porque no se conforman con lo mucho que tienen. Los pobres son ricos porque se conforman con lo poco que tienen. Es la religión del conformismo la que propone el obispo de Hipona.

San Agustín en su gabinete, Sandro Botticelli (1490-1495)

    Por todo ello propone que a Júpiter, o en nuestro caso a Dios, que para el caso viene a ser lo mismo, no le llamemos Dinero, que es su verdadero nombre, sino Sabiduría (por no recurrir al nombre de la vieja diosa Minerva) o, mejor diríamos, Conformidad o Conformismo con lo establecido, con la realidad tal como es, con Lo-que-hay (sat est quod adest), pero todos sabemos, porque lo sentimos en el fondo de nuestro corazón, que lo que hay no es lo mejor que podía haber.

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Un chiste de ricos y pobres

Iba una vez un pobre infeliz por el bosque, cuando de repente le sale un enmascarado esgrimiendo la espada y gritándole: 

 -¡Alto ahí! Soy Robin Hood de los bosques, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres.

 Y el mendigo le contesta:

-Ay de mi, yo soy el más pobre de todos los pobres, señor Hood.

-¿En serio? -le pregunta Robin interesándose vivamente por su caso personal- pues, si es así, ten, toma. 

Y empezó a darle sacos y cofres de oro y joyas del botín recientemente expropiado a los ricos. Al poco rato, cuando se quedó solo,  el mendigo empezó a dar saltos de contento gritando como un loco:

-¡Albricias! ¡Soy rico! ¡Soy inmensamente rico!.

Y en eso le asalta otra vez el enmascarado y le grita esgrimiendo la espada y cargado de razón: 

-¡Alto ahí, soy Robin Hood de los bosques, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres! 

sábado, 22 de junio de 2024

schola, scholae

    Dos lecturas ahora que se acaba el curso, llegan las notas y los medios de comunicación hablan de los que han sacado las mejores calificaciones en la EBAU, EVAU, PAU, Selectividad o como quiera que se llame. Los padres eufóricos celebran que sus criaturas han sacado buenas notas y han aprobado, y hablan de su futura orientación académica y profesional.  Poco importa que sus hijos sean, la mayoría de las veces, amebas sin interés ni sentido crítico ni cultura. Lo que cuenta son las notas. Y los padres, orgullosos de sus hijos, compiten entre sí para demostrar lo buenos que son sus hijos y lo bien que van en la escuela o en el instituto. Unos niños masificados, adoctrinados, homologados por el mismo rasero. Y unos padres convencidos de que la escuela es un lugar donde se imparte cultura... Son viejas y falsas creencias, difíciles de erradicar. 
 
 escola scuola escuela școală école school Schule
 
    Por eso es interesante volver a leer a Ivan Illich y su “La sociedad desescolarizada”, publicado originalmente en 1970, pero sin olvidar tampoco a un autor injustamente olvidado, anterior a él, Giovanni Papini, que en 1914 publicó “Cerremos las escuelas”, un texto cáustico y provocador, que se revela más actual que nunca y que expresa con décadas de antelación un malestar cada vez más agudo y propone una solución extrema a un problema hecho crónicamente insoluble. Una propuesta radical que aún hoy podría suscitar debate si alguien tuviera el valor de expresar tal disidencia: cerrar las escuelas, pero no por el período vacacional, sino indefinidamente. 
 
 Escuela y retórica progresista - G.Papini 
 
    Pero, ¿qué han hecho los niños, los adolescentes, los jóvenes para que, desde los seis a los diez años, a los quince, a los veinte y a los veinticuatro años, los encerréis tantas horas del día en vuestras prisiones blancas para hacer sufrir su cuerpos y dañar sus cerebros? ¿Con qué pretextos traicioneros os permitís disminuir su placer y su libertad en la época más bella de su vida y comprometer para siempre la frescura y la salud de su inteligencia? 
 
    No saquéis la artillería pesada de la retórica progresista: las razones de la civilización, la educación del espíritu, el avance del conocimiento... Sabemos con absoluta certeza que la civilización no surgió de las escuelas y que las escuelas entristecen los ánimos en vez de levantarlos y que los descubrimientos decisivos de la ciencia no surgieron de la enseñanza pública sino de la investigación desinteresada y quizás loca y solitaria de hombres que a menudo no habían ido a la escuela o no enseñaban allí. 
 
 
    Sabemos igualmente y con la misma certeza que la escuela, siendo por necesidad formal y tradicionalista, ha contribuido muy a menudo a petrificar el conocimiento y a retrasar con un obstruccionismo obstinado las revoluciones y reformas intelectuales más urgentes. No es, por su naturaleza, una creación, un trabajo espiritual sino un simple organismo e instrumento práctico. No inventa los conocimientos sino que se enorgullece de transmitirlos. Y ni siquiera desempeña bien este último papel, porque los transmite mal o al transmitirlos impide la mayor parte de las veces la formación de otros conocimientos nuevos y mejores secando y distorsionando los cerebros receptores
 
    Las escuelas, por tanto, no son más que reclusorios para menores educados para satisfacer necesidades prácticas y puramente burguesas. Para los profesores es sobre todo la razón de ganarse el pan, la carne y la ropa con una profesión considerada "noble" y que también ofrece tres meses de vacaciones al año y algún pequeño beneficio de vanidad. Añádase a esto el placer sádico de poder aburrir, intimidar y atormentar impunemente al final de la vida a unos miles de niños o jóvenes. Nadie -salvo en discursos- piensa en la mejora de la nación, en el desarrollo del pensamiento y menos aún en lo que se debería pensar más: el bien de los hijos. 
 
    El hombre, en los tres sexenios decisivos de su vida (de seis a doce, de doce a dieciocho, de dieciocho a veinticuatro), necesita libertad para vivir. Libertad para fortalecer el cuerpo y preservar la salud, libertad al aire libre: en las escuelas se arruinan los ojos, los pulmones, los nervios (¡cuántos miopes, anémicos y neurasténicos pueden maldecir con razón a las escuelas y a quienes las inventaron!). Libertad para desarrollar su personalidad en una vida abierta a diez mil posibilidades, en lugar de la artificial y restringida de clases y colegios. Libertad para aprender realmente algo, porque no se aprende nada importante de las clases sino sólo de los buenos libros y del contacto personal con la realidad. En la que cada uno encaja a su manera y elige lo que más le conviene en lugar de someterse a esa manipulación seca y uniforme que es la enseñanza. 
 
 
    En las escuelas, sin embargo, tenemos el encierro diario en aulas polvorientas y llenas de vientos -la inmovilidad física más antinatural- la inmovilidad del espíritu obligado a repetir en lugar de buscar -el esfuerzo desastroso por aprender muchas cosas inútiles con métodos imbéciles- y el sistemático ahogamiento de cada personalidad, originalidad e iniciativa en el mar negro de programas uniformes. 
 
    Hasta los seis años el hombre es prisionero de padres, niñeras e institutrices; de los seis a los veinticuatro está sometido a padres y profesores; desde los veinticuatro años es esclavo del cargo, del jefe de sección, del público y de su mujer; entre los cuarenta y los cincuenta años está mecanizado y osificado por los hábitos (más terribles que cualquier amo) y sigue siendo sirviente, esclavo, prisionero, presidiario y títere hasta su muerte. 
 
    ¡Dejad al menos a la infancia y la juventud disfrutar de un poco de anarquía higiénica! La única excusa (nunca suficiente) para este larguísimo encarcelamiento escolar sería su reconocida utilidad para los hombres del futuro. Pero sobre este punto hay suficiente acuerdo entre las mentes más ilustradas. La escuela hace mucho más daño que bien a los cerebros en desarrollo. 
 
    (La continuación del texto puede leerse en ¡Mamá, no quiero volver al cole!)
oOo 
Dos chistes escolares:

La maestra a toda la clase: 
-Hoy vamos a impartir Educación Sexual. 
Una niña alza la mano y pregunta: 
-Señorita, ¿podemos salir al patio de recreo las que ya follamos? 
 
Comentario: Las formas arcaicas de represión sexual prohibían que se hablara de ello: era pecado, tabú, estaba vedado. Las más modernas y vigentes hablan de ello, por el contrario, constantemente, lo han domesticado y convertido en una disciplina educativa (“educación sexual”). Hay que practicar el sexo, dicen ahora, con las medidas profilácticas convenientes, por supuesto, de ahí la impertinencia de la niña desmandada “que ya folla” por su cuenta y riesgo, y que tiene un conocimiento práctico que hace inútil la explicación teórica de la unidad didáctica que pretende explicarles la maestra.
 

Una maestra progresista y comprometida con la mejora de la educación le pregunta a un niño en clase:
-A ver, Jaimito, ¿cómo desearías que fuera y te imaginas tú la escuela ideal y perfecta? 
-¡Cerrada a cal y canto, señorita!
 
 

viernes, 21 de junio de 2024

Lecturas ejemplares: El lobo estepario, de Hermann Hesse

    "Me encontré arrebatado, en un mundo agitado y bullicioso. Por las calles corrían los automóviles a toda velocidad y se dedicaban a la caza de los peatones, los atropellaban haciéndolos papilla, los aplastaban horrorosamente contra las paredes de las casas. Comprendí al punto: era la lucha entre los hombres y las máquinas, preparada, esperada y temida desde hace mucho tiempo, la que por fin había estallado. Por todas partes yacían muertos y mutilados, por todas partes también automóviles apedreados, retorcidos, medio quemados; sobre la espantosa confusión volaban aeroplanos, y también a éstos se les tiraba desde muchos tejados y ventanas con fusiles y con ametralladoras. En todas las paredes anuncios fieros y magníficamente llamativos invitaban a toda la nación, en letras gigantescas que ardían como antorchas, a ponerse al fin al lado de los hombres contra las máquinas, a asesinar por fin a los ricos opulentos, bien vestidos y perfumados, que con ayuda de las máquinas sacaban el jugo a los demás y hacer polvo a la vez sus grandes automóviles, que no cesaban de toser, de gruñir con mala intención y de hacer un ruido infernal, a incendiar por último las fábricas y barrer y despoblar un poco la tierra profanada, para que pudiera volver a salir la hierba y surgir otra vez del polvoriento mundo de cemento algo así como bosques, praderas, pastos, arroyos y marismas.


    Otros anuncios, en cambio, en colores más finos y menos infantiles, redactados en una forma muy inteligente y espiritual, prevenían con afán a todos los propietarios y a todos los circunspectos contra el caos amenazador de la anarquía, cantaban con verdadera emoción la bendición del orden, del trabajo, de la propiedad, de la cultura, del derecho, y ensalzaban las máquinas como la más alta y última conquista del hombre, con cuya ayuda habríamos de convertirnos en dioses. Pensativo y admirado leí los anuncios, los rojos y los verdes; de un modo extraño me impresionó su inflamada oratoria, su lógica aplastante; tenían razón, y, hondamente convencido, me quedé parado ya ante uno, ya ante el otro, y, sin embargo, un tanto inquieto por el tiroteo bastante vivo. El caso es que lo principal estaba claro: había guerra, una guerra violenta, racial y altamente simpática, en donde no se trataba de emperadores, repúblicas, fronteras, ni de banderas y colores y otras cosas por el estilo, más bien decorativas y teatrales, de fruslerías en el fondo, sino en donde todo aquel a quien le faltaba aire para respirar y a quien ya no le sabia bien la vida, daba persuasiva expresión a su malestar y trataba de preparar la destrucción general del mundo civilizado de hojalata. Vi cómo a todos les salía risueño a los ojos, claro y sincero, el afán de destrucción y de exterminio, y dentro de mí mismo florecían estas salvajes flores rojas, grandes y lozanas, y no reían menos. Con alegría me incorporé a la lucha."

Hermann Hesse: El lobo estepario (1927), Ed. Alianza, Madrid, 2004 (7ª reimp.), págs. 203-204:

jueves, 20 de junio de 2024

El jefe Montaña de Orgullo

    Si bien es verdad que los nombres propios de las personas son especialmente odiosos (nomina sunt odiosa, según el clásico adagio latino), no lo son sólo porque los denominados no quieran ser mencionados, sino también porque en el fondo sus antropónimos no dejan de ser indiferentes, irrelevantes y fácilmente intercambiables. 
 
    Pero también es cierto, según otro latinajo, que el nombre propio puede ser un presagio (nomen est omen) que caracterice, es decir, que imprima carácter a la persona que lo lleva, por ejemplo el nombre parlante del jefe siux 'Caballo Loco'. Cuando el nombre propio es un nombre parlante es ominoso y abominable por el significado que le confiere al que lo porta, como si se tratara de un destino fatal e inevitable. 
 
    Pues bien, ese es el caso del señor Jens Stoltenberg (cuyo apellido noruego 'stolten berg' significa 'Montaña de Orgullo' en román paladino), el secretario general de la OTAN/NATO, el cual está considerando desplegar más armas nucleares sin especificar si serán de las malas o de las buenas, es decir, de las democráticas, pacíficas y bien intencionadas y estrictamente defensivas, o de las otras... Es de agradecer que se ahorre la narrativa, es decir, el cuento, dicho más claramente, de que las armas que Occidente suministra a Ucrania son para su legítima defensa del invasor, porque no se sostiene en modo alguno. 
 
 
    Ha afirmado (y aquí vienen a cuento otros latines más claros que el agua: excusatio non petita, accusatio manifesta) que la organización cuyos secretos custodia y que regenta no es parte del conflicto, pero reforzará su apoyo a Ucrania para que se respete su legítimo derecho a la autodefensa desplegando más armas nucleares en medio de la creciente amenaza de Rusia y China. 
 
    No ha revelado, sin embargo, cuántas ojivas nucleares iba a exhibir tras desabrocharse la bragueta para enviar un mensaje directo a sus enemigos mostrando el arsenal  testicular. Quieren sacar los misiles, inequívocos símbolos fálicos, de donde los guarda y mostrarlos como medio disuasorio, prestos para el combate, emulando al bravucón perdonavidas que reta al enemigo -¿quién es el enemigo del pueblo, de los pueblos, si no son los gobiernos?- a ver quién la tiene más larga, y no se trata precisamente de la vergüenza, sino de la chorra, con una arrogancia y una fanfarronería que son imperdonables.
 
    «El objetivo de la OTAN, por supuesto, es un mundo sin armas nucleares, pero mientras existan armas nucleares, seguiremos siendo una alianza nuclear porque un mundo en el que Rusia, China y Corea del Norte tienen armas nucleares, la OTAN no es la más peligrosa», afirmó el jefe Montaña de Orgullo contradiciendo las palabras con los hechos y los fines con los medios. 
 
    En este conflicto hay un tercer elemento que no es ni el invasor ni el invadido, y que está detrás de la organización que el señor Stoltenberg regenta, que es Guásinton, cuyo fanatismo guerrerista se manifiesta descaradamente detrás de todo esto. ¿Quién quiere la guerra? ¿Quién representa un peligro para la humanidad? ¿A quién hay que detener lo antes posible? ¿Quién está arrastrando al mundo al báratro del abismo? 
 
 
    Si respondemos, siguiendo al jefe Montaña de Orgullo, que Rusia, y no el tío Sam, que está el pobre con demencia senil cognitiva, se debe a que la manipulación diaria y periódica llevada a cabo por los medios de (in)formación de la opinión pública, que no del pueblo, ha logrado, con su propaganda militar, trafulcar las cosas haciéndonos ver a los amigos como enemigos y a los enemigos como amigos, y más aún, haciéndonos creer que los problemas son las soluciones. 
 
    Stoltenberg casi ha superado a Órgüel diciendo que cuanto más nos preparemos para la guerra -guerra preventiva o profiláctica-, antes acabará, o sea, que la guerra es la paz, y que debemos prepararnos para la guerra -otro latinajo aborrecible: si uis pacem, para bellum- para que dure lo menos posible y acabe cuanto antes, lo que no parece tener mucho o ningún fundamento lógico, pero hay que creerlo por lo absurdo que es (credo quia absurdum, y se me acabó el repertorio de latinajos culteranos). 
 
    Si todavía alguien duda de que ésta no es la guerra de Rusia contra Ucrania, sino la guerra sucia -y todas lo son porque no hay ninguna limpia- que Guásinton está librando contra Moscú (utilizando a Ucrania y a Zelensky, el actor Nato, con mayúscula, como meros títeres de los que en un determinado momento no tiene ningún empacho en prescindir porque le importan un bledo), es que es un “caput insanabile” o cabeza loca que, como decía Horacio, no lograrían curar ni una triple dosis de Antíciras, evocando la isla griega donde abundaba el eléboro “prouechoso para purgaçión de la cabeça”, la planta medicinal cuya raíz se suministraba a los dementes como remedio contra la locura. 
 

miércoles, 19 de junio de 2024

Mixtura

La OMS ha modificado la definición de pandemia, lo que le permite declarar una basada en un riesgo potencial que aún no ha ocurrido y no en un hecho confirmado. 

 
 La tradición de aprender versos de memoria ha desaparecido en la escuela y, como consecuencia de ello, aumenta la enfermedad de Alois Alzheimer y la desmemoria. 
 
 Las imágenes que salen en los medios están destinadas a adoctrinarnos para que centremos nuestra atención en ellas, como zanahoria puesta al asno por delante.
 
 La tecnología, que iba a facilitarnos la existencia, entró en nuestra vida para complicárnosla. Y la solución de los idiotas es que hace falta más tecnología.
 
 Somos los títeres andrajosos y patéticos que bailan al son de la misma vieja melodía que reverbera a través de los tiempos al son que nos tocan los titiriteros. 
 
El cáncer, según la oncología, es una célula que se ha olvidado de su función en el organismo y ha perdido su identidad: yo soy un cáncer, la metáfora perfecta.
 
 Puedo configurar mi biometría con mi huella digital o el reconocimiento facial a fin de verificar mi identidad cuando realice alguna compra con el dispositivo.
 
 La mayoría de trabajadores españoles, a favor de la reducción de la semana laboral -¡a la fuerza ahorcan!- a treinta y cinco horas, sin reducción de su salario.
 
 

  Ya nadie quiere salir de su casa, aunque sea pasto de las llamas, sin consultar las previsiones meteorológicas a fin de saber el tiempo que hará en el exterior.
 
 
 Hace calor, mucho calor, fruto del calentamiento global del planeta provocado por el cambio climático, que desembocará paradójicamente en una nueva glaciación.
 
 Queremos ver la lluvia desde la ventana, tras los cristales, no salir a la calle y que nos caiga por sorpresa un chaparrón encima y nos empape hasta los huesos.
 
 La palabra escuela, con que los griegos designaban el tiempo libre, ha degenerado tanto que designa la institución abocada a formar productores y consumidores.
 
  Nadie sabe leer versos. Muy pocos actores y recitadores pueden declamarlos. Nadie reconoce un hendecasílabo si no cuenta las sílabas con los dedos de la mano.
 
 La ciudad de Nueva York plantea prohibir la mascarilla en el metro porque, al salvar vidas, protege las de los delincuentes y dificulta así el trabajo policial.
 
 La hacendosa hormiga había alimentado tanto odio contra las cigarras haraganas que el día de las elecciones decidió acabar con ellas votando por el insecticida.
 

 

martes, 18 de junio de 2024

Higos dulces como la miel

    Marco Porcio Catón, también conocido como Catón el Viejo o Catón el Censor, que vivió a caballo entre los siglos III y II antes de nuestra era, es en la historia de la literatura occidental el creador de la prosa latina; autor, entre otros libros, de una obra historiográfica Origines y de un tratado De agricultura, era un romano chapado a la antigua que se opuso al círculo helenístico de los Escipiones, y a la influencia griega que cada vez permeaba más en la sociedad romana, lo que no le impidió, según se cuenta, sin embargo, ponerse a estudiar griego a la avanzada edad de ochenta años.

    Cuenta Plutarco en su biografía de Catón el Viejo que en una sesión del senado sorprendió a los senadores haciendo aparecer ante su vista como por arte de magia unos higos frescos, muy apetecibles por su tamaño y hermosura, que sacó de los pliegues de su toga donde los llevaba guardados, y diciéndoles que las higueras de las que habían sido arrancados no distaban de Roma más de tres días de navegación, es decir, estaban cerca, muy cerca, relativamente cerca, en el norte de África, pues eran higos líbicos, de Cartago. La mención de aquel nombre propio sin duda les provocó el escalofrío del grito de alarma de '¡Aníbal está a las puertas!', es decir, que el enemigo estaba a pocas millas de Roma, como llegó a estar después de haber cruzado los Pirineos y los Alpes con sus elefantes y sus tropas y haberse introducido en la península itálica y estado a punto de destruir la ciudad eterna si no se hubiera demorado en las delicias de Capua.


    Aquellos higos de la Libia, dulces sin duda como la miel, eran la prueba palpable y evidente de la amenaza real del esplendor comercial cartaginés. Para el viejo terrateniente los púnicos, como llamaban los romanos a los de Cartago, descendientes de los fenicios, la odiada rival pese a haber sido derrotada dos veces antes, descollaba en la producción del vino y de los higos, y era pujante su comercio marítimo por el Mediterráneo. 

    Hasta tal punto se había obsesionado Catón con Cartago que, aunque no viniera a cuento, siempre que tenía oportunidad concluía con un odio implacable sus intervenciones en el senado con la misma cantilena: “Creo que Cartago tiene que dejar de ser lo que es”, o, como diríamos con verbo más moderno: Cartago tiene que dejar de existir”. Escipión Nasica, sin embargo, cuenta Plutarco, opinaba lo contrario. Para él Cartago tenía que seguir siendo lo que fuera y existiendo.

    Son dos actitudes aparentemente contrapuestas: Catón el Viejo representa el delenda est Carthago -'hay que destruir Cartago'-, mientras que Escipión Nasica representa lo contrario: seruanda est Carthago -'hay que conservar Cartago'-. Pero Nasica no lo hacía por amor a la paz, porque él, en eso era igual que Catón, no era ningún pacifista, sino porque interesaba a la república mantener una 'guerra fría', avant la lettre, y crear así la ilusión de que había un enemigo externo que había que preservar, porque el enemigo, a fin de cuentas, era más útil vivo y tenido a raya que muerto y como tal eliminado. 

Catón y Escipión discutiendo la destrucción de Cartago, Maître François (1475)

 Escipión: -Non destruatur Cart(h)ago propter mala nobis inde uentura. (Que no se destruya Cartago por los males que van a venirnos a raíz de eso)

Catón: -Destruatur Cart(h)ago propter mala nobis iugiter mun(i)enda. (Que se destruya Cartago por los males que van a creársenos constantemente

    Cartago había sido la potencia rival de Roma, el enemigo histórico que había sido derrotado en la primera y en la segunda guerra púnicas, cuyo recuerdo convenía mantener vivo porque la plebe romana vivía aquella paz desordenadamente y era menos obediente al senado, por lo que en cualquier momento podía estallar una revuelta social. En realidad Escipión Nasica sabía que el poder de los cartagineses no era tan grande como para temer que pudieran vencer a los romanos ni tan pequeño como para despreciarlo.

    Catón el Viejo convenció al senado gracias a su retórica y a sus higos presuntamente cartagineses, y fue el responsable de la tercera y última guerra púnica que estalló en el año de su muerte, el 149 antes de nuestra era, cuya destrucción acaeció en la primavera del año 146, por lo que él no pudo contemplar cómo los legionarios de Escipión Emiliano demolieron durante días lo mucho que todavía quedaba en pie tras el asedio, roturando el solar durante diecisiete días, según se cuenta, con sal para que no germinara ni creciera siquiera una triste higuera. 

Guerra civil en Roma tras la destrucción de Cartago, Maître François (1475) 

    La destrucción de Cartago al final de la tercera guerra púnica, como escribirá el historiador Salustio, supondrá paradójicamente el inicio de la decadencia de Roma y su régimen republicano. Desaparecido el enemigo exterior, que garantizaba la cohesión interna, la ciudad se volverá contra sí misma, pues era el miedo al enemigo cartaginés o púnico lo que la mantenía unida “in bonis artibus” en el buen gobierno, metus hostilis in bonis artibus ciuitatem retinebat, como dejó escrito Salustio. 

    Jacobo de la Vorágine pone en boca de Nasica las siguientes palabras que resumen a la perfección su pensamiento: "No me gusta el consejo de Catón. Pues yo considero que es útil a la república que tengamos ciertos enemigos, porque eso nos mantendrá en el temor y el temor nos mantendrá en la unidad, pero si no tenemos enemigos exteriores, nos nacerán interiores, ya que si nos falta por cualquier parte una guerra externa, sin duda la tendremos intestina, porque la propia seguridad y la paz serán entre nosotros la causa de múltiples desgracias".    

     Viniendo a lo de hoy, asistimos a una nueva estrategia: enarbolar el catoniano delenda est Rusia azuzando a otros para que combatan contra el enemigo, al que hay que destruir, evitando así el desgaste propio. El imperio estadounidense, que podría ser en la actualidad, mutatis mutandis, el equivalente del romano, se encuentra ante Rusia y China en la misma coyuntura que Roma ante Cartago. El tío Sam teme a Rusia, pero en lugar de enfrentarse a ella directamente lo hace a través de su títere ucraniano, el actor nato, con el apoyo político y económico de la Unión Europea y de sus aliados atlantistas.