Se vende miedo.
oOo
El sistema de enseñanza es la enseñanza del sistema.
¡No es nuestro mundo éste!
Vida, no supervivencia.
ΤΑ ΠΛΟΥΤΗ ΤΟΥΣ ΕΙΝΑΙ ΤΟ ΑΙΜΑ ΜΑΣ
La poesía y la filosofía anónimas y populares están en las calles y muros de la capital griega, como en casi todas las ciudades del mundo, y nos interpelan. Son la expresión de la voz del pueblo, o, si se prefiere, de la gente común y corriente que nos asalta y sorprende a cada vuelta que damos para llamar nuestra atención, conmovernos y hacernos pensar con su insolente libertad de expresión y belleza desgarrada.
He aquí una pequeña muestra, personal y subjetiva como todas, de las pintadas que me han salido al paso mostrándome que las viejas palabras de la lengua de Homero siguen más vivas que nunca todavía en las lenguas modernas: filosofía, escepticismo, caos, estética, el miedo (phóbos), el cosmos, la vida (zoé, bíos), la muerte (thánatos)...
Jugosísimas, como de costumbre, son las declaraciones del señor Borrell, alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea. Recientemente compareció en el evento El Estado de la Unión, Construyendo Europa en Tiempos de Incertidumbre organizado por la EUI, European University Institute en Florencia el pasado 6 de mayo.
Con lo de la incertidumbre supongo que se aludía a la guerra de Ucrania y a la inflación que golpean al viejo continente tras la crisis sanitaria anterior, las sanciones económicas a Rusia y el apoyo a la propia guerra.
Dijo el alto ejecutivo en la lengua del Imperio: Unhappily, this is not the moment for diplomatic conversations about peace. It's the moment of supporting militarily the war. Desgraciadamente, este no es momento de conversaciones diplomáticas sobre la paz, es el momento de apoyar militarmente la guerra.
Él mismo parecía darse cuenta de la contradicción en que incurrían sus palabras, dado que, como reconocía después, sonriéndose, no le daba la sensación de estar actuando como lo que era, un diplomático, sino, más bien, como un Ministro de Defensa de la Unión Europea, lo que en el fondo más desearía, porque siempre estaba hablando de armamento y municiones.
Que Borrell diga que no es momento de conversaciones diplomáticas, y sí de apoyar militarmente a Ucrania no es, efectivamente, muy diplomático que digamos. No es, por lo tanto, algo propio de su alta dignidad en la Unión Europea, que debería mediar entre los dos Estados en lid, ambos europeos y, sin embargo, ajenos ambos a la Unión Europea, y no tomar partido por ninguno de ellos, procurando llegar al alto el fuego con un acuerdo de paz que no implique la humillación de ninguno de los bandos rivales.
¿Qué clase de alto “diplomático” es este que ante una guerra de consecuencias imprevisibles afirma que está actuando más que como el diplomático que debería ser, como lo que en la práctica es de hecho, un Ministro de Defensa, o, mejor dicho, un Ministro de la Guerra a las órdenes del Magister Belli o Master of War, que es el Tío Sam de Guasintón de las Américas?
Detengámonos un poco en la palabra “diplomacia”, que deriva de “diploma”, término que viene del latín diploma, que significaba 'documento oficial', y que el latín había tomado prestado del griego δíπλωμα con el sentido general de “cantidad doble”, relacionado con la raíz duplo/doble y el número dos, y particular de “tablilla o papel -documento en definitiva- doblado en dos”. Y quedémonos con esta última acepción que nos hace pensar que la diplomacia nació con las palabras que se fijan por escrito para que no se las lleve el viento y que nos permiten decir las cosas con cierta cortesía o amabilidad o al menos con alguna reserva y reflexión, no guiados por la urgencia del momento.
La Academia a mediados del siglo XIX ya recoge los términos 'diplomático' y 'diplomacia' aplicados a los tratos y negocios que se establecen entre los Estados y las personas que intervienen en ellos, y las connotaciones de “afectadamente cortés” y “circunspecto, sagaz, disimulado”, aplicándose el adjetivo también a los sustantivos “inmunidad”, “valija”, “protección” y “pasaporte”.
“Si no apoyamos a Ucrania, caerá en cuestión de días”, afirma el alto dignatario. Y a continuación se disculpa, cuando se anuncia que una partida de quinientos millones de euros acababa de despacharse a Ucrania esa misma semana, afirmando que sería mejor destinar los dineros a incrementar el bienestar de los europeos, como a cualquiera le parece bien en su sano juicio.
Transcribo traducida parte de su intervención, que puede oírse en el vídeo: "Es la realidad y hay que afrontarla. Y todo el mundo quiere paz, sí, pero en estos momentos, desgraciadamente, Putin sigue haciendo la guerra y Ucrania se tiene que defender. Y si no apoyamos a Ucrania, Ucrania caerá en cuestión de días. De modo que, sí, sería mejor emplear este dinero incrementando el bienestar de la población, hospitales, escuelas, las ciudades, como el alcalde está pidiendo, pero no tenemos elección".
Aludía el alto funcionario al discurso del alcalde de Florencia, anfitrión del evento, que había señalado previamente que las ciudades, que son el baluarte de la cultura y los ideales europeos, no tenían voz ni en Bruselas ni en Estrasburgo, y carecían de fondos disponibles para sus áreas metropolitanas...
No es la primera
vez, ni será la última, seguramente, que el impresentable
diplomático español hace unas declaraciones marcadamente
belicistas. De
hecho, la semana pasada contradijo
públicamente al presidente francés que había dicho que la UE no
debía dejarse arrastrar por los Estados Unidos a un choque directo
con China por Taiguán en una crisis “que no es la nuestra”, y pidió que las
armadas europeas patrullaran
el estrecho de Taiguán". Y aún más: un reciente titular de El Periódico Global rezaba que Borrell urgía a los Veintisiete -así, con mayúscula, para referirse a los vasallos de la UE- a enviar a Ucrania artillería de largo alcance".
¡Ay, si le escuchara aquel Hipólito Taine que dijo "la diplomacia reemplaza a la fuerza", y viera, cómo, al revés, ahora es la fuerza bruta de la sinrazón la que reemplaza a la diplomacia en las relaciones internacionales!
En Aarhus (Dinamarca) hay un museo que se llamaba antaño Museo de la Mujer y ahora se llama Museo del Género. Allí, coincidiendo con ese cambio de denominación, se exhibe esta escultura titulada “AGAPE”, palabra que si bien en castellano significa banquete y comida fraternal de carácter religioso entre los primeros cristianos, quiere decir, además, tanto en griego clásico como moderno, porque es palabra griega: amor, cariño, caridad.
La escultura, situada en el vestíbulo del museo, es obra del artista danés Aske Jonatan Kreilgaard, y representa a un hombre desnudo de tres metros y medio de envergadura, inspirado en el propio autor, amamantando, porque está dotado de senos femeninos, a un bebé.
La estatua ha levantado
polémica haciéndose enseguida viral en las redes por lo que podríamos llamar
el borrado femenino. Resulta paradójico que en lo que fue el Museo
de la Mujer éntre ahora un varón, un hombre que, convenientemente
hormonado o con implantes de silicona en sus pechos, puede exhibir unas tetas
femeninas, pero nunca por lo que se me alcanza amamantar a un bebé, aunque puede darle obviamente todos los biberones que desee. Consultada sin embargo la Inteligencia Artificial sobre el caso, esta dice que el varón no puede dar de mamar a un bebé naturalmente, pero puede hacerlo artificialmente a través de hormonación y estimulación...
Hay quien dice que es una obra de arte transgresora que quiere romper con los esquemas arquetípicos de los roles tradicionales y genéricos de sexo, y hay quien ve en ella una apología de la pedofilia masculina.
La estatua puede inspirarse, buscándole algún ilustre antepasado, aunque muy lejano, en un modelo clásico como es el Hermes con Dioniso niño de Praxíteles, en cuanto a los dos motivos principales: un adulto y un niño. Pero el elemento transgresor del artista danés es que presenta a su modelo masculino, fuertemente caracterizado además como varón con barba, hombros anchos y estrechas caderas a diferencia del Hermes praxiteliano, con senos femeninos, y amamantando al bebé como si fuera su madre.
Quizá habría que rastrear más influencias en el mundo clásico con la figura del Hermafrodita, hijo de Hermes, precisamente, y de Afrodita, que reunía en un solo cuerpo los dos sexos. Es el mito del andrógino, pero en la estatuaria clásica el hermafrodita tiene rasgos esencialmente femeninos, excepto la presencia de pene y testículos, mientras que el Ágape de Kreilgaard tiene rasgos característicamente masculinos, salvo los pechos, como puede comprobarse y hemos comentado.
Hermafrodito itifálico, museo del Louvre
Si investigamos ahora en
el campo de la pintura, nos encontramos con este óleo de José de
Ribera, conocido como “La mujer barbuda”, y titulado “Magdalena
Ventura con su marido”, pintado al óleo sobre lienzo. La
diferencia con la escultura danesa es que el óleo de Ribera presenta
a una mujer barbuda amamantando a su hijo, es decir, no cancela a la
mujer, sustituyéndola por un varón hormonado. Posó,en efecto, esta mujer sirviéndole de modelo al pintor junto con su marido en segundo plano y con su hijo al que da el pecho.
En una lápida, a la derecha, una leyenda en latín nos informa sobre el caso: “En magnum natura miraculum, Magdalena Ventura, ex oppido Acumuli apud Samnites, vulgo El Abruzzo, Regni Neapolitani, annorum 52, et, quod insolens est, cum annum 37 ageret, coepit pubescere, eoque barba demissa ac prolixa est, ut potius alicuius magistri barbati esse videatur quam mulieris, quae tres filios ante amiserit, quos ex viro suo Felici De Amici, quem adesse vides, habuerat".
He aquí un gran portento de la naturaleza. Magdalena Ventura, del pueblo de Acumuli, en la región de los samnitas, comúnmente llamada Abruzzos, perteneciente al reino de Nápoles, de 52 años de edad, y, lo que es infrecuente, cuando tenía 37, comenzó a cubrirse de vello, y por eso está con barba crecida y abundante, de forma que parece de algún maestro barbudo más que de una mujer que antes dio a luz a tres hijos que había tenido de su marido Felice de Amici, que puede verse figurando a su lado.
Josephus de Ribera Hispanus, Christi cruce insignitus, sui temporis alter Apelles, iussu Ferdinandi II, ducis III de Alcala, Neapoli proregis, ad vivum mire depinxit. XIIII kalendas martias anno MDCXXXI.”
José de Ribera, español, honrado con la cruz de Cristo, nuevo Apeles de su tiempo, por orden de Fernando II, tercer duque de Alcalá, virrey de Nápoles, la pintó al natural admirablemente el día 16 de febrero del año 1631.
Si la filosofía era antaño la ancilla theologiae, es decir, la sierva sumisa de la teología a la que debía subordinarse en la escolástica medieval, dando a entender así que la razón debía estar siempre supeditada a la fe religiosa, que era la condición indispensable del saber humano, hoy en día la política es la ancilla oeconomiae, o dicho, de otro modo, el poder político, democráticamente elegido, está al servicio de los mercados y las finanzas, del mismo modo que la economía está al servicio del poder político en recíproca correspondencia.
Puedo prometer y prometo, decía aquel presidente de cuyo nombre no quiero acordarme, artífice de la transición política española que hizo que todo lo que había quedado atado y bien atado según el decrépito dictador cambiara para seguir estando bien amarrado y siendo lo mismo, de forma que sólo hubiera un cambio nominal de régimen que de dictadura pasaba a democracia de la noche a la mañana: el mismo chucho viejo con un nuevo collar resplandeciente.
El caso es que los candidatos prometen, vuelven a prometer y no hacen más que prometérnoslas y prometérselas muy felices: Como dice el vulgo con un refrán soez y picarón: Prometen hasta meter, y una vez que la han metido, olvidan lo prometido.
Su modus operandi es: Antes de meter, prometer. De hecho la palabra 'prometer' tiene, por algo será, las mismas letras que 'por meter'.
También hay una relación etimológica entre ambos términos, dado que 'prometer', derivado del latín promittere, es un compuesto de 'meter', latín mittere, con el prefijo pro- que indica antelación (antes de meter) y finalidad (para meter).
Asimismo, la palabra 'promesa' es el antiguo participio de 'prometer', derivado del latín promissa, que se regularizó como 'prometida', parecido a lo que sucede con el compromiso y el comprometido.
Lo que el pueblo no quiere son realidades, la dura, cruda y puta realidad, epíteto este último de 'puta' que es el que más le conviene a esa dama, como cantaba valientemente Mónica Naranjo en su Sobreviviré allá por el año 2000: Y cada amanecer me derrumbo al ver / la puta realidad. Por eso los candidatos, que saben que nadie en su fuero interno acepta la realidad, le ofrecen al pueblo convertido en electorado su catálogo interminable de promesas, le seducen con la palabra cambio, change en la lengua del Imperio, que al final no es más que recambio como veíamos al principio con la transición española: las cosas van a cambiar, la realidad va a dejar de ser lo que es, va a dejar de ser real y va a convertirse en lo que, por otra parte, aunque no nos hayamos percatado mucho, no ha dejado nunca de ser: en ideal, el ideal que es y que, por eso mismo, no puede ser y además, como decía el otro, es imposible.
Hay quienes, declarándose anticapitalistas, consideran, no sin una ingenuidad de lo más candorosa por su parte, que otro sistema financiero es posible y que hay que apostar por una banca pública alternativa bajo control democrático de las inversiones y beneficios, que no se subordine al gran capital y que impulse políticas económicas ajenas a los intereses del poder financiero y favorecedoras de la gente, a pesar del descubrimiento de que las entidades bancarias estafan impunemente a sus clientes e incluso los asaltan con audacia digna de delincuente.
No son los ladrones los que atracan el banco sino los propios banqueros los que extorsionan como vulgares cacos a sus clientes con prácticas que calificaríamos con el adjetivo de moda por lo menos de tóxicas, que los enriquecen a ellos a costa de empobrecer a cientos de familias con préstamos e hipotecas.
La Banca, como en los juegos de azar, -hagan juego, señores y señoras- no sólo nunca pierde, sino que siempre gana y se las arregla para llevarse la parte del león.