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miércoles, 17 de mayo de 2023

Asalto al cielo

Asalto al  cielo es una expresión calcada del alemán  Angriff auf den Himmel, que utilizó el venerable Karl Marx en un escrito y que se generalizó como sinónimo de toma del poder por parte de la clase obrera. El cielo es, pues, para los marxistas sinónimo del gobierno y el poder, de la supraestructura que se impone a lo de abajo, como para los cristianos lo había sido de la vida eterna.

 

La expresión la había popularizado antes el poeta Hölderlin (1770-1843) y hecho famosa en el romanticismo alemán, de donde la tomaría Marx. Y de ahí, entre nosotros, le ha llegado a Pablo Iglesias, no al histórico fundador del PSOE y de la UGT, sino al homónimo jefe de Podemos, que pretende asaltar los cielos democráticamente, a través de la victoria en las urnas. Así cerró la alocución a sus fieles en Vista Alegre en 2014: “El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto”, una arenga que había abierto diciendo: “Hoy empieza a nacer una organización política que está aquí para ganar y para formar gobierno”. 

¿Qué hay detrás del asalto a los cielos de Hölderlin? Hay una referencia a la titanomaquia de la mitología griega, la guerra que sostuvieron los dioses del Olimpo capitaneados por Zeus contra los Titanes, a los que destronaron. Un titán Crono había derrocado a su propio padre, Urano, dios del cielo y señor del universo, al que castró, apoderándose de su trono y liberando a sus hermanos los Titanes, que habían sido encerrados en el Tártaro bajo el reinado de Urano. 

El hijo, dirá Sigmund Freud, está abocado a matar al padre, con una metáfora que expresa el momento en que este madura y aspira a convertirse en su propio padre, para lo que le estorba la figura paterna real, contra la que se rebela, y que acaba paradójicamente asumiendo y encarnando.

 

El propio Urano, que es el nombre del cielo en la lengua de Homero, profetizó por su parte que los hijos de Crono se rebelarían contra su gobierno igual que habían hecho él y sus hermanos contra su padre. Por eso Crono, supersticioso y temeroso de que la historia se repitiera, devoraba a sus propios hijos recién nacidos, hasta que se le escamoteó uno, Zeus, milagrosamente, que se salvó y capitaneó la rebelión contra el Padre, cumpliéndose la profecía del asalto a los cielos para que todo cambiara de forma que pudiera seguir igual. 

Pero oigamos, si somos capaces de oírlo, y si no, leamos al menos, lo que dice el poeta alemán en su novela Hiperión sobre lo que iba a encontrar uno en el cielo después del asalto: ¡Pero, cálmate corazón! ¡Estás desperdiciando tus últimas fuerzas! ¿Tus últimas fuerzas? ¿Y tú, tú quieres asaltar el cielo? Pues, ¿dónde están tus cien brazos, Titán, dónde tu Pelión y tu Osa, tus escalas para asaltar el castillo del padre de los dioses, para que subas y derribes al dios mismo y la mesa de los dioses y todas las cumbres inmortales del Olimpo, y prediques a los mortales: “¡Quedaos abajo, hijos del instante, no os esforcéis por subir a estas alturas, porque aquí arriba no hay nada!” (Traducción de Jesús Munárriz en Ediciones Hiperión, Madrid).

Hiperión, el héroe de Hölderlin, no nos exhorta a asaltar el cielo, es decir, a tomar el Poder, sino, por el contrario, a desistir de ese estúpido empeño. No hay que intentar derrocar a los dioses del Olimpo que están en las alturas, porque no es verdad que haya dioses ni trono ni cetro de monarquía, porque allá arriba, in excelsis, no hay absolutamente nada que conquistar: el cielo está vacío. No hay Dios ni dioses que nos valgan.

Hay que alcanzar el cielo, se dijo un buen día Ícaro, y ya sabemos cómo acabó la historia...


El lamento de Ícaro, Herbert Draper (1898)

lunes, 6 de diciembre de 2021

Una cita espuria

    En la Red no sólo abundan las llamadas noticias falsas, fake news en la lengua del Imperio, sino también muchas citas de índole literaria o filosófica que se atribuyen erróneamente a autores de renombre para darles un aura de magisterio dogmático basándose en el argumento de autoridad o del prestigio del “magister dixit”, es decir, que como lo ha dicho un maestro es indiscutible. He recibido una de estas fake quotes en mi correo electrónico. 



    Se trata de una imagen de Séneca con la frase espuria: “La religión es considerada por la gente común como verdadera, por los sabios como falsa y por los gobernantes como útil”, atribuida al propio Lucio Anneo Séneca. Buscando en la obra del filósofo cordobés la frase supuestamente original, no la he encontrado por ninguna parte. Sí que he hallado su versión inglesa: Religion is regarded by the common people as true, by the wise as false, and by rulers as useful. 


    No se trata de una sentencia de Séneca. Alguien se la ha endilgado para darle la rimbombancia de un nombre propio a lo que dice, que, por otra parte, no está mal traído. Es una lástima, no tanto por la falsificación que supone, que es un atentado contra la propiedad intelectual, sino porque para que lo que dice sea razonable o no lo sea, tenga valor o no lo tenga, sea o no sea inteligible e inteligente, no necesitamos adscribírselo al magisterio de ningún filósofo como Séneca, cuya efectiva popularidad está tan arraigada en la memoria colectiva del pueblo español que para muchos su nombre propio es sinónimo de sabio, y el diccionario de la Academia se ha visto obligado a recoger la siguiente acepción de séneca(con minúscula)"hombre de mucha sabiduría", especificando que es una alusión al filósofo nacido en Córdoba en torno al año 4 y muerto en el 65 en Roma. 

 

    Y, al margen de quien haya dicho esa frase, es bastante razonable como reflexión sobre el papel que ha desempeñado la religión a lo largo de la historia de la humanidad, aunque quizá se haya perdido la vigencia de su actualidad en el mundo occidental. 

    Hay quien ha atribuido la frase a Lucrecio. He recogido la siguiente versión anónima en la Red atribuida a él:"Todas las religiones son igual de sublimes para el ignorante, igual de útiles para el político e igual de ridículas para el filósofo".  Pero Lucrecio no dijo eso, sino algo mucho más contundente, ya que acusó a la propia religión de impiedad en un célebre hexámetro antes de narrar el sacrificio de Ifigenia: religio peperit scelerosa atque impia facta (De rerum natura, I, 83): La religión cometió criminales y crueles acciones.

    Sí que parece, sin embargo, que algo similar a la presunta frase de Séneca dijo el historiador inglés Edward Gibbon (1737-1794), reflexionando sobre la historia romana en época de los antoninos, en su monumental Historia de la decadencia y ruina del imperio romano: La traducción que manejo, algo anticuada como se verá por su ortografía,  es la de don José Mor de Fuentes, publicada en Barcelona en 1842, que dice literalmente: “Conceptuábanse los varios cultos que abarcaban tan anchuroso señorío igualmente ciertos por el pueblo, falsos por el filósofo y útiles por el majistrado(sic), produciendo la tolerancia no solo condescendencia mutua sino concordia relijiosa(sic)”. 

   Retrato de Edward Gibbon, J. Reynolds (1723-1782)

 
    En la lengua del Imperio en que fue escrita la obra de Gibbon se dice literalmente: The various modes of worship, which prevailed in the Roman world, were all considered by the people, as equally true; by the philosopher, as equally false; and by the magistrate, as equally useful. And thus toleration produced not only mutual indulgence, but even religious concord. (Edward Gibbon, 1776, The Decline and Fall of the Roman Empire, capítulo II: The Internal Prosperity In The Age Of The Antonines).



    La frase se ha vulgarizado, simplificado y popularizado atribuyéndosela por lo general a Séneca de diversos modos, aunque también a Lucrecio, como queda dicho más arriba:
-La religión es algo verdadero para pobres, falso para sabios, y útil para dirigentes. 
-La religión es verdad para la gente común, falsa para los sabios y útil para los poderosos.
-La religión es considerada (o vista) por la gente común (people, decía Gibbon)  como verdadera (o cierta), por los sabios (philosopher) como falsa y por los gobernantes (magistrate) como útil.
 

    Un lector me comenta que esta frase, como cabía esperar, también ha llegado a los libros, en "La sinrazón de la religión: liberación a través de una sociedad desacralizada", escrito por Jorge Franco y publicado por Editorial Siglo XXI, México, 2009, se dice literalmente lo siguiente en la página 209: Séneca 'El filósofo', preceptor de Nerón, tenía una idea algo cínica de la religión: "La religión es considerada por la gente común como verdad, por los sabios como falsa, y por los gobernantes como útil."

    Esto revela cómo las fake quotes acaban circulando como la falsa moneda. En el caso de la que nos ocupa, es una verdad como un templo y lo importante es lo que dice y cómo lo dice, con una formulación acertada que no llega a herir ninguna sensibilidad religiosa.




    La cita de Gibbon puede extrapolarse efectivamente y sacarse del contexto de la obra y época en que la escribió el historiador, aplicándola no ya a los various modes of worship de la religión, desprestigiada como está desde que Karl Marx estableciera por lo menos la bellísima metáfora de la religión como opiáceo (das Opium des Volks, el opio del pueblo), sino a la propia realidad y a la ciencia que la justifica que, necesitada de nuestra fe para sustentarse, es creída a pie juntillas por la inmensa mayoría democrática de la población como verdadera, sólo denunciada por aquellos intelectuales o no intelectuales, muy pocos a la sazón, que anteponen la razón común a la fe generalizada y ven la falsedad de sus mentiras, y aprovechada efectivamente por los que mandan para engañar a través de los medios a su alcance de masificación y creación de la opinión pública a los contribuyentes y votantes, es decir, a la ciudadanía, predicando que así son las cosas, que la Realidad es lo que hay y que no hay más que eso.  

jueves, 18 de junio de 2020

Un verso de Juvenal: Et propter uitam uiuendi perdere causas

El libro Miseria de la filosofía de Carlos Marx fue la respuesta a Filosofía de la miseria de Proudhon, célebre por haberse preguntado «Qu’est-ce que la propriété?» (¿Qué es la propiedad?) Y haber respondido: «C’est le vol». (Es el robo). La propiedad sería, según Proudhon, una apropiación indebida de algo que naturalmente no nos pertenece. 

En Miseria de la filosofía Marx adorna su texto con una cita latina que le reprocha a Proudhon: "Et propter uitam uiuendi perdere causas". Marx no lo menciona, pero el verso es de Juvenal, sátira VIII, 84. 

Carlos Marx, que tenía una sólida formación clásica y se doctoró con una tesis sobre la diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro, hace una traducción libre, según la cual, Proudhon: “Para salvar su sistema, consiente en sacrificar su base”. 

En otra ocasión, vuelve a citar este mismo verso de Juvenal en un artículo periodístico publicado en Neue Oder Zeitung el 12 de junio de 1855 para subrayar la paradoja dialéctica de cómo el capitalismo está abocado con el progreso de su desarrollo a su propia destrucción. 



La traducción literal del hexámetro no es difícil, aunque no conviene desgajarla del verso anterior, del que depende: Summum crede nefas animam praeferre pudori / et propter uitam uiuendi perdere causas (Juzga nefasto lo más preferir la vida a la honra / y la razón perder de vivir por mor de la vida). 

Juvenal criticaba así las desmesuradas pretensiones de la aristocracia de su tiempo, que se vanagloriaba de sus antepasados pero no estaba a su altura. A diferencia de la riqueza y los apellidos, la virtud no puede heredarse. Aquellos son, sin ella, honores vacíos porque, para Juvenal, la virtud es la única nobleza verdadera. 

Byung-Chul Han, en su último libro publicado en España La desaparición de los rituales (2020) escribe: “La vida que se somete al dictado de la salud, la optimización y el rendimiento se asemeja a un sobrevivir. Carece de todo esplendor, de toda soberanía, de toda intensidad. Juvenal, aquel escritor satírico romano, lo formuló de forma muy certera: Et propter uitam, uiuendi perdere causas: A fin de permanecer con vida, perder lo que constituye el sentido de la vida”. 

Byung-Chul Han no toma la cita directamente de Juvenal, sino indirectamente a través  de La felicidad, el erotismo y la literatura de Georges Bataille, que así la comenta: “Perder, con tal de permanecer vivo, lo que es el sentido de la vida, eso es lo que anuncia la soberanía del trabajo, subordinando todas las cosas al miedo a la muerte.” 

Al margen de todos estos válidos contextos, podemos entender la frase en el siguiente sentido: Para conservarnos biológicamente hablando, por puro instinto de conservación, digamos, dejamos de preocuparnos de los motivos que hacen la vida digna de vivirse. Es como si por salvar el cuerpo, hubiéramos vendido el alma, por expresarlo en términos cristianos. O como si nos empeñásemos en vivir a toda costa, sea como sea, por mero instinto de superviencia (ζωή, zoé) cuando la vida (βíος, bíos) ya no merece ni ese nombre ni la pena de vivirla.