martes, 21 de marzo de 2023
Dos latinajos
lunes, 20 de marzo de 2023
Un cuarto de millón de muertos antes de tiempo (en el Reino Unido)

domingo, 19 de marzo de 2023
Tancas y jaicús turolenses
sábado, 18 de marzo de 2023
Defensa de los niños contra padres, maestros y escuelas
Ante la proximidad de las vacaciones, muchos padres se plantean cómo van a soportar a sus hijos y a sobrevivir. Ellos son seguramente lo que más quieren en este mundo, y durante el año echan de menos poder pasar más tiempo juntos, pero cuando llega el verano no saben qué hacer con sus vástagos y optan por mandar a las adorables criaturas a un campamento en el norte de Burgos, a estudiar inglés a Irlanda o a Gran Bretaña o a clases particulares y actividades extraescolares y complementarias de lo que sea.
Y es que una vez liberados los niños del yugo de la institución escolar en verano (aestate pueri si ualent, satis discunt, que dijo Marcial: en verano los niños si están bien de salud, bastante aprenden ya), lo que sirve para que el yugo sea más tolerable en septiembre, se ve cuál es la función real de la escuela, esencialmente represiva y de guardería de la infancia: un parking temático donde so pretexto de educación se recluye a los niños en estado semisalvaje para su domesticación y que entren por el aro como fierecillas domadas. El amor paternofilial se resiente como una especie de obligación, una suerte de deber contraído al que hay que resignarse, no un gozo, por lo que hay que hacer de tripas corazón o ponerle al mal tiempo buena cara.
La enorme misopedia inherente a nuestras tribus desarrolladas del primer mundo se caracteriza porque hay que proteger a la infancia y salvaguardarla de sí misma, lo que conlleva aparejados malos tratos -"es por tu bien", se les dice a las criaturas- y el hecho de que muchas parejas prefieran criar perros o gatos, que les resultan más gratificantes, aunque cuando llegan las vacaciones tampoco sepan muy bien qué hacer con sus mascotas y, en el peor de los casos, las abandonen en una gasolinera.
Los niños ya no salen a jugar bulliciosos a la calle porque hay coches que pueden atropellarlos, pederastas que pueden violarlos -aunque hay una excesiva alarma social en torno a las violaciones de niños, quizá sean más frecuentes de lo que se piensa en el seno del "dulce" hogar que en la calle; ¿por qué, si no, ni siquiera se bañan ya niños y niñas, gloria bendita de verlos, despreocupados y desnudos en las playas?-, hay peligrosos psicópatas, secuestradores, terroristas asesinos que hacen la guerra santa musulmana, traficantes de órganos, trata de blancas y muchos otros peligros indefinidos acechando a la vuelta de cada esquina, por lo que se quedan, qué pena, enclaustrados en casa, como si eso fuera lo mejor, enchufados a la consola de viedojuegos o al móvil que los inmoviliza en internet o a la caja tonta y estupefaciente, o a las tres cosas a la vez. El hogar está lleno de instrumentos tecnológicos y juegos para que el niño pueda quedarse el mayor tiempo posible en casa, cadenas y rejas que le impiden ser libre.
Habría que reeducar a los niños en el placer de trasladarse a pie o en bicicleta, invitándolos a ir sin el acompañamiento paterno o de un adulto, sin miedo ninguno a cualquier parte. Los niños ya no pueden jugar en las plazas y en las calles porque se han convertido en aparcamientos y vías para automóviles, lo que supone un excesivo acaparamiento del suelo público y urbano por parte de los coches. Sería bello, muy hermoso, que liberáramos las plazas de los aparcamientos automovilísticos y las recuperásemos para paseo, descanso y juego de niños, y que los peatones reconquistásemos las calles, y que todas ellas, no sólo algunas céntricas de las ciudades, fueran peatonales.
La infancia es un lujo que los niños de hoy están privados de disfrutar por sus mayores, quienes, sin embargo, disfrutaron de la suya. Los adultos los controlan, dirigen y entrenan, condenándolos a una nueva doble enfermedad: la soledad y la dependencia.
Necesitan permiso paterno para estar fuera de casa, y hasta para tirarse un pedo. Se reduce así su movilidad, restringiéndose además a determinados lugares controlados y videovigilados. No les dejan encontrarse libremente en la calle con otros niños que no sean sus amigos ni con otros adultos que no sean sus padres, porque se les inculca el miedo a los desconocidos y al mismo tiempo que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, y, en definitiva, que vale más lo malo que lo bueno, porque el mal es por su propio bien, lo que es un auténtico disparate.
Los mayores consideran al niño un “educando”, es decir, un sujeto que debe ser educado cuanto antes, lo antes posible, que tiene valor no por lo que es sino por lo que llegará a ser el día de mañana. El niño de carne y hueso es negado, no importa, no existe. El niño está, como la poesía de Celaya, “cargado de futuro”, excesivamente sobrecargado, diría yo más bien; no es una realidad, sino un proyecto "educativo".
No importa lo que es, sino lo que será mañana, para lo que se le hace que no sea nada ahora, se mata, de alguna de las maneras que hemos descrito, su infancia, subordinada a un bosquejo en perspectiva, al boceto de un plan trazado por otros. El futuro ciudadano democrático, votante y contribuyente, será, por consiguiente, un niño frustrado, sin infancia. Recordemos el Principito de Antoine de Saint-Exupéry: “Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas se acuerdan).” O a Jean Genet, que escribió en alguna parte: "Vivir es sobrevivir a un niño muerto".
viernes, 17 de marzo de 2023
Una "a" mayúscula inscrista en un círculo
Una A mayúscula circunscrita es un signo gráfico sencillo y fácil de realizar que significa “anarquía” y que nació, al parecer, en París en 1964, siendo uno de sus creadores nuestro Tomás Ibáñez (1944-...), con la pretensión de unificar las diversas corrientes ácratas y libertarias. Este símbolo nuevo, no exclusivo de ninguna organización política, pintado a mano en las paredes y ciclostilado en panfletos y octavillas, ha dado más de una vez y dará más todavía la vuelta al mundo.
La A es el prefijo griego negativo, que se escribe AN- ante vocal, como en an-arquía, y A- ante consonante como en a-cracia. -Arquía y -cracia son dos palabras más o menos sinónimas que quieren decir gobierno, poder, Estado, por lo que anarquía y acracia son también más o menos sinónimas, la negación del poder y el orden establecido.
Aunque nacida en los sesenta, la moda de la A circunscrita no explotó definitivamente hasta los primeros años setenta. Si alguien se apropió del símbolo anarquista fue el movimiento punk. El icono ácrata pasó a representar el espíritu rebelde y contestatario que encarnaban los anarcopunks.
Las aristas de la A rompían el círculo, dotando al símbolo de mayor dinamismo. “Soy un anticristo, soy un anarquista”, cantaban en 1976 en “Anarchy in the UK” los Sex Pistols, considerados por muchos como el primer cortocircuito puncarra y anarco. Pero la primera A inscrita en un círculo estampada en la portada de un disco fue la de los Crass, un grupo surgido en una comuna libertaria hippie al norte de Londres.
La A inscrita en un círculo significa oposición al establishment y a la cultura dominante en general y a la del consumo en particular. Prácticamente desde su aparición, la A se ha convertido en el símbolo contestatario de cualquier tipo de inconformismo, revuelta y rechazo a la autoridad del Estado.
Para los defensores del orden y la ley, la anarquía es la expresión del caos, pero los libertarios consideran que la anarquía es la más alta expresión del orden político y social, y que no hay más caos ni desorden que el orden establecido. De hecho algunos explican el círculo como la letra O de "orden" en la mayoría de las lenguas europeas (ordo, en latín (y de ahí en las lenguas romances orden, ordem, ordre, ordine, ordin...), order en inglés y Ordnung en alemán.
jueves, 16 de marzo de 2023
Pareceres (XVII)
81.- Se le atribuye a uno de los siete sabios de Grecia, a Tales de Mileto, el inventor del teorema de su mismo nombre, el estar agradecido a la Fortuna por tres cosas: la primera, haber nacido humano y no animal; la segunda, varón y no mujer; y la tercera griego y no extranjero (heleno y no bárbaro, decía él). A lo que habría que oponerle las siguientes objeciones: que ningún hombre nace hombre, sino que llega a ser tal cosa -cosa, sí- entre los congéneres de su misma especie, lo que da origen al especismo; que ningún varón nace varón, sino que se hace varón, dependiendo de la educación que reciba, que origina el machismo, y finalmente, que ningún griego nace griego, sino que se hace griego, que el nacimiento, y, por lo tanto, la nacionalidad es algo meramente circunstancial, lo que crea la xenofobia y el racismo. Así empieza la filosofía occidental: con el desprecio de los animales, el desprecio de las mujeres y el desprecio de los extranjeros. No penséis que desde entonces hemos mejorado mucho ni avanzado.
82.- Si no lo había hecho antes, el 11 de septiembre de 2001 quedó patente que la televisión era la mayor arma de distracción y destrucción masiva jamás inventada, la más poderosa de todas las armas inventadas porque podía llegar hasta el último rincón del planeta y hablar en cualquiera de las lenguas de Babel divulgando las poderosas imágenes. Los mandamases de este mundo deben estarle eternamente agradecidos a John Baird, el inventor del engendro. Con ella nos entretuvieron largas horas de enteros días a todo el mundo mundial: la catástrofe que nos echaron por la pequeña pantalla, reproducida una y otra vez como si fuera un interminable y animado gif (acrónimo inglés de Formato de Intercambio Gráfico, pero en inglés: Graphic Interchange Format), les sirvió para consolarnos de nuestro desconsuelo existencial al comprobar que nosotros no habíamos sido las víctimas, al ver que aquello no nos había pasado a nosotros: catarsis colectiva. Pero lo que sí nos pasaba a nosotros era el intensivo bombardeo mediático que nos cayó encima como un chorreo, del que no nos hemos librado todavía.

84.- Por el pleno desempleo. Para mí lo más deseable no es el pleno empleo, sino el completo desempleo: yo no quiero trabajar, no quiero que me empleen, porque eso significa que me utilizan, que se sirven de mí, de mi tiempo, convirtiendo mi vida en rastrera, monótona y mortecina existencia. Porque no me digáis que no os da la risa, que no es como para burlarse de Hipotecas y Planes de Pensiones, ese matarse a trabajar para nada y ese estudiar por miedo a no superar el listón de la dorada mediocridad. La vida es otra cosa, no esta muerte planificada en cómodos plazos: las vacaciones en Benidorm, los ascensos laborales, los másteres en New York, y las pastillas de las farmacias para olvidarlo todo, para superar la depresión que nos entra sólo de pensar en esos éxitos y para lograr conciliar el sueño, acallar la mala conciencia que tenemos y dormir de un tirón hasta bien entrado el día como si fuera domingo y no hubiera que ir a trabajar para ganarse la vida que pierde uno trabajando.
miércoles, 15 de marzo de 2023
La guerra contra el Virus
Hace hoy mismo tres años que el Gobierno español decretaba el confinamiento de la población que iba a durar en principio quince días y se extendió -gobernar es mentir- hasta casi tres meses, finalizando el 21 de junio, una cuarentena, que no sólo se duplicó convirtiéndose en ochentena, sino que llegó a la noventena, durando noventa y nueve días. Sólo faltó uno para la centena.
Se pretendía con el confinamiento luchar contra el virus coronado, el virus asesino, al que nuestro Gobierno había declarado la guerra, una guerra sin cuartel que recluía a la población sana al arresto domiciliario, y que decretando la distancia social daba nueva vida al prefijo griego τῆλε (têle, de lejos) e imponía el teletrabajo, la teleeducación y la telemedicina, que llegaron para instalarse.
Aquella guerra, no poco quijotesca, es como la que sostiene la Pantera Rosa (the Pink Panther) contra una mosca burlona, en este corto de animación: una guerra contra sí misma que acabará destruyéndola: dibujos animados para reírse un poco de aquella ridícula campaña militar y civil contra el Virus que nos forzaba a no salir de casa, a ponernos mascarilla nasobucal -imposible de mantener cuando uno iba al dentista- si salíamos por alguna razón justificada, a mantenernos alejados de los demás no convivientes, y a inocularnos una supuesta sustancia que llamaron falsamente 'vacuna' y que no inmunizaba ni impedía el contagio, si queríamos disponer de un salvoconduto para viajar y entrar en algunos establecimientos públicos, pero el virus -la mosca cojonera en este caso- siguió campando por sus fueros vivita y coleando.
martes, 14 de marzo de 2023
Reconocimiento médico
La medicina curativa, la medicina de verdad, está despareciendo en favor de la medicina preventiva o profiláctica, ese monstruo hermano de la guerra preventiva, que, en nombre de nuestra salud futura, arruina nuestro bienestar actual con chequeos, preocupaciones y análisis interminables.
No suelo ir al médico no vaya a ser que me diagnostique algún mal que no tengo, como dicen los viejos de mi pueblo. Sólo voy cuando tengo alguna dolencia.
Sin embargo, mi médico de cabecera me dijo en una ocasión, hablando ya de todo un poco, la última vez que fui: “Estás en la mitad de la vida, en el medio del camino, como dijo el Dante, en una edad muy hermosa: tienes tantos años por delante como por detrás... Hay que empezar a cuidarse para tener calidad de vida en lo que nos queda.”
Yo le escucho como el que oye llover. Si hasta ahora no he necesitado cuidarme porque ya cuidaba de mí mi Ángel de la Guarda, bendito sea, ¿por qué voy a necesitar cuidarme y chequearme a partir de ahora?
lunes, 13 de marzo de 2023
¿Sueño o realidad?
No sé si sólo era un sueño lo soñado
y por lo tanto era falso, o al contrario,
lo falso es esta realidad que vivo ahora
y el sueño que me tuvo y tuve fue real.
Le cedo el verso al poeta aquel Campoamor,
injustamente olvidado en las Españas:
¿Es sueño o realidad lo que he vivido?
No lo sé, pues yo, que hablo, no estoy cierto
si al juzgarme despierto estoy dormido,
o al creerme dormido estoy despierto.
domingo, 12 de marzo de 2023
Versos sueltos
De un soldado anidó en el casco la blanca paloma:
véase la intimidad entre la guerra y la paz.
oOo
Al invierno ningún lobo feroz vivo se lo comió.
oOo
Prímulas, las primeras en florecer, flores del crudo invierno.
Verdes y amarillentas flores silvestres, rosas de San José.
Escarchadas, al sol débil aún, de este febrero gris.
oOo
¿Qué hay en la Tierra
que mata tanto la paz
como la guerra?
oOo
El tabaco apesta. La prohibición y maldición
que recae sobre él apesta mucho más.
oOo
Pregunté por qué. / Sordo, el eco respondió / de mi propia voz.
Ni una sola voz: / un silencio sepulcral / a mi alrededor.
oOo
Al atardecer
sobre el estanque cayó
la garza real.
No hay ya pez vivo al trasluz.
Voló la silueta gris.