viernes, 9 de septiembre de 2022
Un jarro de agua fría (restricciones energéticas)
jueves, 8 de septiembre de 2022
Propaganda de guerra
miércoles, 7 de septiembre de 2022
Carta abierta de Roger Waters a la primera dama de Ucrania
martes, 6 de septiembre de 2022
De la epiquerecacia o del regodeo malicioso en el mal ajeno.
lunes, 5 de septiembre de 2022
Los psicólogos aconsejan...
domingo, 4 de septiembre de 2022
En la casa de citas con Agamben, Bobbio, Debord, Dostoyesqui, Luis Rosales y Galeano


sábado, 3 de septiembre de 2022
¡Que te den a ti también! (Vaffanculo!)
Hoy va la cosa de política, pero no de la política que hacen los políticos profesionales, sino de la política de la gente de abajo, esa que entiende todo el mundo, cualquiera de nosotros. Y es que de vez en cuando surgen iniciativas populares que nos hacen albergar cierta esperanza de que las cosas puedan cambiar algún día o de que el dominio, al menos, no sea tan todopoderoso como parece. En Italia nació hace unos años un movimiento ciudadano desde abajo de amplio espectro contra lo que se dio en llamar la “clase política” y la propia existencia de partidos, es decir, de divisiones del pueblo en partes, facciones o bandas.
Este movimiento cristalizó el día 8 de septiembre de 2007 en la celebración en todas las plazas italianas del “Vaffanculo day” (algo así como el “día de vete a tomar por culo”, un corte de mangas a los políticos profesionales) y encontró su portavoz en Beppe Grillo, un cómico o payaso, según sus detractores, que decía en todo caso cosas muy serias, un hombre que estaba fuera del sistema político y que había llegado al corazón de la inmensa mayoría del país, rebelándose contra la existencia y corrupción de esa nueva casta sacerdotal impregnada de poderes divinos de representación otorgados por las urnas.
Los políticos profesionales lo temían, y con razón. Pero ya no tienen motivos para temerlo porque él se ha convertido con el paso del tiempo en uno más de ellos. Dos años después fundó el Movimiento 5 Estrellas. Se presentó a las elecciones en 2013 obteniendo representación parlamentaria. Él, que había acuñado el concepto de “antipolítica” (política de los de abajo, del pueblo llano y soberano que se rebela contra la clase política sacerdotal segregada del sistema de dominación democrático vigente, contra los políticos de arriba) se conviritió enseguida en uno más, en otro político profesional que hace de la democracia parlamentaria su modus vivendi.
¿Hasta cuándo hemos de contemplar cómo las iniciativas populares que surgen de abajo, como vimos aquí mismo en España pocos años después, en 2011 en el movimiento del 15M, son asimiladas por el sistema y neutralizadas?
En vez de celebrar un día del año el “vaffanculo day” o día de mandar a tomar vientos a todos los políticos profesionales que nos gobiernan o que aspiran a ello, deberíamos organizar el “vaffanculo EVERY day”, y celebrarlo todos los días del año y en todas las ciudades del mundo, y no sólo en Italia, que es donde nació.
También Beppe Grillo se merece ahora un buen corte de mangas: ¡Vete a tomar también tú por el culo, Beppe Grillo: que te den lo mismo que a todos ellos, ya que te has convertido tú también, amigo, en uno de ellos, otra pieza más del engranaje del sistema! De ser la voz del pueblo, de los de abajo te convertiste en otra más de las voces de los de arriba, en otro político profesional. Y es que el pueblo no debe ocuparse de tomar el Poder, sino de destruirlo. El nuevo lema revolucionario no debe ser el manido y sesentayochesco ¡la imaginación al Poder! sino ¡la imaginación contra el Poder!
viernes, 2 de septiembre de 2022
Sinvergonzonería
La sinvergonzonería de algunos personajones no tiene parangón. El Director General de la Organización Mundial de la Salud, el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, que es uno de ellos, ha señalado que se espera -es decir, se teme tanto como se desea que así sea- un considerable aumento de las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 en los próximos meses "ante la proximidad de un clima más frío en el hemisferio norte", supongo que quiere decir ante la llegada del invierno.
Reconoce, sin embargo, la favorable evolución de la pandemia, que se traduce en un “descenso de las muertes notificadas (sc. por COVID-19) en todo el mundo", dato que sin embargo contrasta con el aumento de mortandad por todas las causas que se detecta en muchas comunidades autónomas españolas y en muchos países con altas tasas de vacunación contra dicha enfermedad, pero eso no lo menciona en absoluto.
Y como de lo que se trata es de meter miedo para que la gente corra a vacunarse si no lo ha hecho ya y a ponerse el refuerzo si está vacunada, ha recordado que las subvariantes de ómicron "son más transmisibles que sus predecesoras”, y ha subrayado, aunque es cosa que no se sabe, que “sigue existiendo el riesgo de que haya variantes aún más transmisibles y peligrosas”.
El peligro teórico de que venga el lobo siempre existe. Pero lo más probable es que si viene se le dé caza pese a tratarse de una especie protegida y en peligro de extinción. La OMS se aprovecha con toda la desfachatez del mundo de la hipótesis teórica, que no práctica de que surja una variante mucho más contagiosa que las actuales que se saltan a la torera la inmunización que decían que proporcionaba el doble suero inyectado, y que sea al contrario que estas, que son bastante inofensivas, mucho más peligrosa, para infundirnos pánico y hacer que corramos a inyectarnos lo que sea.
Lo único que les interesa a este señor y al organismo que regenta es que aumente a toda costa la cobertura de la vacunación entre las personas de mayor riesgo que según él "sigue siendo demasiado baja, especialmente en los países de bajos ingresos". Pero resulta que en los países de ingresos altos la cobertura le parece todavía muy poca: “el 30% de los trabajadores de la salud y el 20% de las personas mayores siguen sin vacunarse.” Él querría que la tasa de vacunación fuera totalitaria, del 100%, a ser posible sin ningún resquicio. Todos vacunados. Todos protegidos. ¿Por qué, si se ha visto que las vacunas no funcionan? Porque trabaja para la industria farmacéutica de la Gran Farmacopea, que es la que le unta a él y a la organización que timonea.
No se entiende, ya digo, esta terca obstinación en la vacunación que raya en paranoia. El gerifalte cacarea cual gallina clueca: “Así que, por favor, vacúnate si no lo estás, y ponte una dosis de refuerzo si es recomendable que te la pongas”.
La pandemia de coronavirus tiene que seguir. Pone este ejemplo, comparándola con la lluvia: “Si sales a caminar bajo la lluvia sin paraguas, fingir que no llueve no te servirá de nada. Te seguirás mojando.” Por supuesto que si llueve y salimos a caminar sin paraguas vamos a mojarnos, pero si tú llevas un paraguas que no abre o que si abre tiene las varillas rotas, vas a mojarte igual que yo que no lo tengo, como recordaba Juan Manuel De Prada en un artículo genial publicado en ABC. Y si tú tienes un paraguas en buen estado y lo abres y te protege de la lluvia ¿qué problema hay en que yo me moje? ¿Vas a solidarizarte conmigo y vas por eso a dejarte empapar bajo la lluvia?
Estas 'sencillas precauciones' que recomienda para evitar infectarse -vacunarse si uno no lo está o ponerse una dosis de refuerzo si es el caso- no evitan como se ha comprobado la infección ni, en el peor de los casos, enfermar gravemente o morir. ¿De qué sirven si no es para hacer caja? ¿Son acaso un amuleto? ¿O son algo peor que eso? No nos engañemos.
Dice el señor Adhanom que “fingir que un virus mortal no está circulando es un gran riesgo”. Y fingir que circula, digo yo, es una patraña que solo pretende engañar a la gente para que siga sometiéndose a tratamientos experimentales. No deberíamos preocuparnos por lo que no ha pasado ni pasará, sino por lo que pasa ahora mismo. Y ahora mismo no está circulando ningún virus mortal. Fingir que lo está haciendo es faltar a la verdad. En realidad nunca ha circulado ningún virus mortal.
La que sí está circulando, y mucho, y habría que preguntarse que por qué, es la Señora de la Guadaña, que está segando vidas con su afilado dalle más de lo normal. Hay, en efecto, un exceso considerable de muertes según revela el Momo, la base de datos de monitorización de la mortalidad. Eso, que es lo que sucede, no le preocupa a este descarado caradura ni tampoco al organismo que dice velar por la salud mundial.
Tampoco les preocupa mucho a nuestras autoridades sanitarias, que preguntadas sobre el particular, dicen que hay varias causas que explican los óbitos: el calor excesivo que hemos padecido, el envejecimiento de la población -ya se sabe que a los viejos les llega más temprano que tarde la hora de la verdad- y al inexistente pero persistente virus coronado. Vienen en resumidas cuentas a decirnos las susodichas autoridades que, como cantaba Gabinete Caligari, la culpa, que es la versión religiosa de la causa, fue del chachachá.
jueves, 1 de septiembre de 2022
Lo malo y lo peor de internet
miércoles, 31 de agosto de 2022
Números irracionales
Hay
que rendir un homenaje me temo que póstumo ya a los viejos profesores
de antaño, a los viejos manuales y libros de texto, a las viejas
lecciones magistrales, tan injustamente denostados por las nuevas
tecnologías y métodos pedagógicos adoctrinadores modernos.
-En esta vida todas las cosas son o cuentos o cuentas, -solía aseverar, y añadía: -Los cuentos son muy bonitos y están muy bien para dormir a los niños por la noche, pero no son la realidad. Las matemáticas, sin embargo, van a enseñarles a ustedes las cuentas. (Don Gumersindo correspondía al tratamiento que le dábamos de usted ustedeándonos a nosotros). Los números son más útiles que los cuentos, porque sirven para que nos demos cuenta –y nunca mejor dicha esta palabra que él sobreacentuaba- de las cosas en la vida.
Don Gumersindo era tan bajo como nosotros, por lo que su estatura no nos imponía mucho respeto, pero sí sus años: era un hombre mayor, a punto quizá de jubilarse, delgado y menudo, no nervioso sino puro nervio, que lucía un delgado bigote y una generosa tonsura que dejaba ver su cráneo lustroso. Casi siempre estaba de espaldas a nosotros, sus alumnos de tercero de bachillerato, escribiendo incansablemente en la pizarra, en la que anotaba sus ecuaciones de primero y segundo grado, y borraba una y otra vez con tanta rapidez que no nos daba tiempo a entender sus aritméticos razonamientos y a copiar aquellos vertiginosos cálculos y guarismos que aparecían y desaparecían como por arte de magia en un raudo parpadeo.
Después de habernos explicado el teorema de Pitágoras y de haber operado con él hasta la saciedad (nunca olvidaré la dichosa cantilena: “en todo triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los catetos al cuadrado”), nos contó un día un cuento de esos que él decía que no eran reales como las cuentas y los números, pero que yo no he podido olvidar: Una vez, el propio genio de Pitágoras según unos, según otros un pitagórico –hubo un aluvión de risas en la clase al oír por primera vez aquella palabra en boca de don Gumersindo, que acalló enseguida-, un tal Hípaso de Metaponto hizo un descubrimiento trascendental.
-No crean ustedes que ese descubrimiento era baladí. Corría el año 520 antes de Cristo. Hípaso, el metapontino, trataba de solucionar allá en el sur de Italia, un problema muy sencillo que le daba vueltas en la cabeza. Cualquiera de ustedes puede intentar resolverlo ahora como hizo él aplicando el teorema del maestro: ¿Cuál es la longitud de la hipotenusa de un triángulo rectángulo cuyos catetos miden un metro cada uno? Si aplican el teorema resulta que la suma de un metro cuadrado y un metro cuadrado son dos metros cuadrados, si Pitágoras no miente, y no suele hacerlo, por lo que la longitud de la diagonal será la raíz cuadrada de 2, que no es 1 porque, fíjense bien ustedes, uno por uno es uno, y tampoco es 2 porque dos por dos son cuatro...
Tiene que ser algo intermedio, que no puede representarse con un número entero y vero. ¿Y cuál es ese dígito? La raíz cuadrada del número 2 es 1,414213562373… donde los tres puntos suspensivos abren una puerta que había estado cerrada hasta entonces, la puerta por donde se cuela el infinito, lo que no tiene fin. Esos puntos que les pongo son los decimales innumerables, fíjense bien en la paradoja, números innumerables, que jamás terminaría yo de escribir en todas las pizarras que hay en el mundo. Estaríamos toda una vida ustedes y yo, o, mejor dicho, toda una eternidad calculándolo, y no tendría fin nuestro cómputo jamás.
Hípaso había hallado casualmente el primer número irracional de la historia. Y no pudo guardar el secreto, así que lo divulgó. Indignados al enterarse, sus antiguos y fanáticos correligionarios lo expulsaron de la escuela, y, no contentos con eso, le construyeron un cenotafio, una tumba vacía quiere decir el término griego, con su nombre propio, un sepulcro que estaba esperándolo, como si quisieran darle a entender que efectivamente era hombre muerto para ellos por revelar aquel descubrimiento apocalíptico que hacía que se tambalearan todas sus creencias.
Lo más curioso de todo es que el metapontino murió al poco tiempo en unas circunstancias muy misteriosas. Se cuenta que Posidón, el dios griego de los mares que los romanos llamaban Neptuno, se disgustó tanto con él que, como castigo, convocó a todos los vientos, removió las aguas del mar Egeo con su enorme tridente y provocó una terrible tempestad que hizo que nuestro hombre muriera ahogado, víctima del naufragio, por el sacrilegio cometido de sacar a la luz pública el secreto de la irracionalidad del universo, que debía permanecer oculto en el fondo del mar, dando a entender que si algún otro se atrevía a bucear en sus profundidades y sacarlo a flote como había hecho aquel incauto, perecería ahogado como él y azotado por las olas sin piedad.
Hípaso de Metaponto murió porque había divulgado el secreto matemático mejor guardado: la existencia de un número irracional, una expresión decimal interminable, no periódica, un número infinito. Hay quienes dicen que la nave en la que viajaba a Grecia se fue a pique, como les he contado, por una tempestad muy frecuente en aquellos mares, y el matemático se ahogó, pero yo les digo a ustedes, y estoy convencido de ello, que fue asesinado y arrojado por la borda por sus antiguos correligionarios a los que había traicionado. Su descubrimiento era peligroso porque ponía en duda los firmes cimientos de una fe que se creía muy sólida.
El lema de la secta pitagórica, grabado a la entrada de la escuela, era “Todo es número”, pero resulta que había un número no entero roto en millones de millones de decimales que rompía ese todo en infinitud de miles de pedazos. Ese número no podía expresarse matemáticamente con exactitud porque no tenía fin, lo que demostraba que las matemáticas no eran las ciencias exactas que se creía que eran. Y esto se lo dice a ustedes, fíjense bien, un matemático.
Reza un refrán muy antiguo que caballo y caballero no son dos, sino uno y otro. ¿Qué querrá decir eso, señor García Peña?
El interpelado, que era el empollón de la clase, se levantó como un resorte y respondió al instante: -Que no pueden sumarse peras y manzanas, don Gumersindo, porque son elementos diferentes.
-Cierto, pero ni siquiera pueden sumarse peras y peras, o manzanas y manzanas, porque no hay dos cosas ni tampoco dos personas exactamente iguales. -Añadió don Gumersindo a la respuesta del alumno. -Además, -prosiguió- el jinete y su montura no constituyen dos seres distintos, dos individuos, sino un solo ser, como don Quijote de la Mancha y Rocinante, como el cuerpo y el alma, como la cara y la cruz de una moneda o, ya que hemos hablado de los griegos, como el centauro de la mitología y de los cuentos.