sábado, 30 de abril de 2022

Algunos descubrimientos aparentemente insignificantes

    1.- Plus ça change, plus c'est la même chose (Cuanto más cambia, más es lo mismo) fue el descubrimiento que Alphonse Karr (1808-1890), periodista y escritor francés, anotó en su revista satírica mensual llamada Les Guêpes (“Las avispas”). 

Alphonse Karr, por Antoine Samuel Adam-Salomon (circa 1876)
 
 Este es el párrafo en el que aparece: Después de tantos trastornos, de cambios, ya era hora de darse cuenta de una cosa: es como en el cabaré; etiqueta verde, etiqueta roja... etc. Se cambia a veces el precio, a veces el tapón, pero siempre se nos da a beber el mismo garrafón: «Cuanto más cambia la cosa, más es lo mismo».

    2.- ¡Nos toman por votos! (O lo que es lo mismo: ¡Nos toman por tontos porque procedemos a la reducción democrática de que un hombre (y una mujer, por supuesto, a estas alturas nadie lo pone ya en duda ni discute) es un voto, y de que, por lo tanto no es nada más que eso: un papel en una urna que no es más que una papelera. Una vez hecho el recuento, los votos van a la papelera, su destino y depósito final. No se puede decir, a la inversa, que un voto sea un hombre. 


 Son muchos los descubrimientos que le debemos a Andrés Rábago, alias el Roto, que todos los días nos regala con alguno de ellos en la prensa diaria. La comparación entre “nos toman por votos” y “nos toman por tontos”, no viene dada sólo por la rima asonante que sugiere que todos los votos son tontos, sino por las muchas acepciones que tiene el verbo “tomar” en castellano, que son según la docta Academia 39, y en concreto por la núm. 13: “Considerar equivocadamente a alguien o algo como lo que no es”, es decir, no sólo es que nos consideran votos, sino que lo hacen erróneamente porque no lo somos, sin olvidar la núm. 23: “Dicho del macho: tomar a la hembra”. Ni la acepción obscena de “tomar por” (el culo).

En la "democracia" de mercado o estatal, la representativa, necesariamente monoteísta o fascista, nos toman por tontos, es decir, por votos; convidados de piedra fantasmales; ausentes, sólo estamos presentes a la hora de emitir nuestro voto en el colegio electoral ya sea presencialmente o sea ya postalmente (pronto vendrá el voto telemático, y si no, al tiempo).

    3.- Victor Klemperer (1881-1960), en su impagable libro: LTI (Lingua Tertii Imperii) La lengua del Tercer Reich: Apuntes de un filólogo, hace la siguiente reflexión: “Pero el lenguaje no sólo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuanto mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que me entrego a él. ¿Y si la lengua culta se ha formado a partir de elementos tóxicos o se ha convertido en portadora de sustancias tóxicas?  

Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno, y al cabo de un tiempo se produce el efecto tóxico. Si alguien dice una y otra vez “fanático” en vez de “heroico” y “virtuoso”, creerá finalmente que, en efecto, un fanático es un héroe virtuoso y que sin fanatismo no se puede ser héroe.

viernes, 29 de abril de 2022

Marzo nialarzo, abril güeveril, mayo pajarayo.

    Me viene a la memoria la letanía de la nidada o nialada que cantábamos cuando éramos críos y decía, si no recuerdo mal, así: 

 «En marzo, nialarzo; en abril, güeveril; en mayo, pajarayo, y en San Juan, péscalos por el rabo que se echan a volar».

    ¡Con que fuerza y arrojo estos jilgueruelos han roto el cascarón y quieren vivir en este abril! ¡Ay si a nosotros nos trajera la primavera el regalo de unas pocas, sólo unas pocas, de esas ganas de vivir, aunque solo fuera para no dejarnos matar y tenernos que morir sin haber vivido!

jueves, 28 de abril de 2022

La Guerra o La cabalgata de la Discordia

    El periódico anarquista francés L' Égalité publicó en 1889 una novela por entregas hoy totalmente olvidada de un tal Pierre Andreiew, no menos olvidado, titulada El Zar, acompañada de varias ilustraciones alusivas. El pintor autodidacta Henry Rousseau (1844-1910) se apropió de una de estas ilustraciones que era una caricatura de Alejandro III a caballo sobrevolando por encima de un montón de cadáveres desnudos picoteados por cuervos. Debajo de ella figuraba el siguiente texto: Allá por donde pasaba el misterioso caballo negro, se abatía una desgracia, se había cometido un crimen


   Muchos años después de la guerra franco-prusiana de 1870 y de la Comuna de París de 1871, el artista Henry Rousseau, marcado todavía sin duda por estos acontecimientos que había vivido en su juventud, se adueñó de esta imagen hallada en una publicación popular y la modificó ligeramente para su cuadro La Guerra (1894), también conocido como La cabalgata de la Discordia, dándole un colorido especial de tonos terrosos donde predominan los negros y los rojos y ningún color amable, lo que choca bastante en medio de una producción generalmente alegre y festiva como suele ser la paleta de este autor. 

La Guerra o La Cabalgata de la Discordia, Henry Rousseau (1894)
 

    Destacan las nubes rojas y unas tonalidades sombrías. Amante de vegetaciones exuberantes en sus lienzos, aquí nos presenta, sin embargo,  árboles desnudos con ramas rotas, que evocan la muerte omnipresente. Y recoge el motivo de los cuervos picoteando los cadáveres que ya encontrábamos en la ilustración periodística. Quizá su aportación más significativa es la sustitución de la caricatura del zar ruso por una alegoría de la Guerra, quizá la diosa guerrera romana Belona, la antigua Duellona, una divinidad mal definida, que a veces pasa por ser la esposa del dios Marte, y que suele representarse con rasgos horripilantes conduciendo un carro de combate y empuñando una espada, una lanza o una antoncha, adquiriendo la simbología tradicional de las Furias. La figura femenina puede ser también una alegoría de la guerra, porque la palabra “guerre” en francés, como en castellano, portugués e italiano, de origen germánico (werra 'discordia, pelea'), tiene género gramatical femenino. También podría ser una alusión a los cuatro jinetes del Apocalipsis, uno de los cuales, como se sabe, es la Guerra. 

 

Portada de una edición de Los cuatro Jinetes del Apocalipsis de Blasco Ibáñez

    El caballo que monta la Guerra o la Discordia, negro, salvaje y erizado, representa muy bien la brutalidad y mostruosidad de la guerra.  La desnudez de los cadáveres, privados de uniforme militar, impide concretar de qué guerra se trata en particular, por lo que nos hallamos ante la Guerra en general. Los cuerpos desnudos, además, podrían ser también víctimas civiles, y en todo caso representan la indefensión del ser humano ante la violencia desatada.

    Para la exposición del cuadro en 1894, Rousseau redactó el siguiente texto: “Pasa aterradora, dejando por doquier la desesperación, el llanto, la ruina”. Se cree que el personaje central que lleva un pantalón y mira al espectador con una mirada vidriosa podría ser un autorretrato del propio artista. 

        Un dibujo infantil, realizado en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, presenta el mismo motivo de los cuervos carroñeros alimentándose de los cadáveres de las víctimas de la guerra. El niño que realizó el dibujo y que firma Jolivet le hace hablar al cuervo y decir: "¡Ah! No van a quitarme de comer carne después de dos días sin ella".    

miércoles, 27 de abril de 2022

En la Plaza del Pino

En la plaza del pueblo / no hay ningún pino, / aunque todos la llaman / "Plaza del Pino".  

¿Dónde está lo que no hay  / pero que ha sido? / ¿Dónde está tras el nombre / el árbol mismo? 

¿Dónde está, rumoroso  / y alto,  aquel pino / que se alzaba  perenne  / igual que un símbolo?

 Hay un aparcamiento / triste en su sitio / para los automóviles / de los vecinos.

No juegan en la plaza / ya los chiquillos, / ni en los bancos se sientan / los viejecitos

a la sombra del árbol / verde y erguido /  cuando en agosto aprieta / el sol de estío.  

No se posa a su amparo / cantando el mirlo / ni en sus ramas jilgueros / hacen sus nidos.

Sólo queda un recuerdo / para el olvido, / una fúnebre esquela / de árbol caído.

 

martes, 26 de abril de 2022

Deus vult o La voluntad de Dios.

    La frase Deus vult tiene al parecer sus orígenes algo traídos por los pelos en la primera epístola de san Pablo a Timoteo, 2: 3-4: « (salutaris noster Deus) omnes homines vult salvos fieri» («(Dios nuestro Salvador) quiere que todos los hombres sean salvos»). Hay en la expresión “omnes homines” (todos los hombres) un afán totalitario que justificaría que el lema Deus vult sirviera como proclamación de la primera cruzada: una extensión del catolicismo a ultranza a toda la Tierra: Dios quiere salvanos a todos, sin excepción, incluso a los que no quieren que nadie les salve. Por lo que, aunque no queramos, debemos ser salvados por Nuestro Salvador.
 
Pancarta del partido político polaco de extrema derecha ONR
 
     Se configuró así este grito de guerra de la Primera Cruzada (1094-1099) que predicó el papa Urbano II para la recuperación de Tierra Santa y de la emblemática Jerusalén. La Europa cristiana formaba por vez primera en su historia una coalición militar frente a un enemigo común: los sarracenos que ocupaban Tierra Santa. La respuesta de la multitud a la prédica del papa fue unánime: ‘Deus vult! Deus vult! Deus vult!’ — ‘¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere!’ El Papa dijo entonces: "Que sea un grito de guerra para vosotros en la batalla, porque vino de Dios. Cuando os unáis para atacar al enemigo, este grito enviado por Dios será el grito de todos: "¡Dios lo quiere! Dios lo quiere!" El reino de Cristo proclamaba así su esencia imperial, uniendo la cristiandad y la guerra, la cruz y la espada, y justificando y santificando esta última que respondería a la voluntad del Señor todopoderoso.
 
Sitio de Antioquía por los cruzados, miniatura medieval (1474)
 
     Bohemundo de Tarento fue una de las figuras estelares de esa primera cruzada, de la que oyó hablar por primera vez cuando estaba asediando Amalfi, en el golfo de Salerno (en la italiana Campania), en 1096, y vio pasar a unos caballeros que enarbolaban la Cruz y se dirigían a los puertos del sur de Italia gritando "Deus vult! Deus vult!". Sintió, diríase, entonces la llamada de Dios en forma de pintiparada oportunidad de conquista y pillaje en tierras bizantinas bendecida por la Santa Iglesia Católica y Apostólica.
 
    Dice la inevitable Güiquipedia: En el 1101 durante el asedio de la ciudad musulmana de Saraqusta, la Caesar Augusta de los romanos, los cruzados cristianos del Reino de Aragón establecieron un campamento permanente al norte de la ciudad llamado Deus lo vol (Dios lo quiere). Este campamento deformaría su nombre andando el tiempo convirtiéndose en el pueblo de Juslibol, un barrio rural hoy de la actual ciudad de Zaragoza.
 
    Durante la guerra civil española (1936-1939) volvieron a oírse no pocos ecos dentro del bando nacional de este Deus vult!, adoptando así el grito de los cruzados y declarando la propia guerra civil una cruzada que se hacía en el nombre de Dios y de España, la Patria. 
 
 
    En la dos primeras décadas de este siglo XXI, la frase ha resucitado en las redes sociales sobre todo como ataque folclórico al Islam en los Estados Unidos de América. Durante las protestas del verano de 2020 en el ayuntamiento de Milwaukee aparecieron carteles como el que reproduzco, donde se observa una significativa falta de ortografía que revela que quien lo escribió desconocía el significado de lo que fueron las cruzadas -crusades y no crucades en inglés-  y del lema Deus vult, que escriben Dues vult. En el cartel de algún moderno supremacista blanco se lee: Han renacido los caballeros templarios. Dues(!) vult.
 
¿Es esto lo que Dios quiere?
 
     Ya sabemos en qué consiste la voluntad de Dios cuando se decía en el emblemático Paternoster, en latín, como Dios manda: Fiat uoluntas tua sicut in caelo et in terra!, y en nuestro Padrenuestro: Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el cielo.

lunes, 25 de abril de 2022

Con re-Tintín

    Informaba el otro día un periódico local digital de la reciente publicación entre nosotros del cómic La Isla Negra, el séptimo álbum de Hergé de las aventuras de Tintín, en cántabru, lo que según el susodicho diario suponía “un hito para la sociedad cántabra”.
 
    Dentro de lo que podríamos llamar la reinante onfaloscopia o acción de contemplarse el propio ombligo, según el neologismo ferlosiano, se incluye en los currículos de la escuela el estudio de los ríos de Cantabria como el Pas o el Asón, por ejemplo, antes que los ríos del mundo como el Nilo o el Amazonas, en aplicación de la doctrina pedagógica de comenzar enseñando lo local antes de abordar lo global, lo que reduce considerablemente el campo de visión de los alumnos. Lo mismo sucede con la mitología y el patrimonio arqueológico y ahora también lingüístico de Cantabria, labor esta última que se adereza con la creación de una literatura popular infantil en lengua 'propia', a lo que contribuye sin duda la publicación de este cómic.
 
 
     Pero ¿qué es esto del cántabru? Pues va a ser que es algo similar, a lo que parece, a la cantilena aquella que cantábamos cuando éramos pequeños jugando con las vocales de: “Cuando Fernando Séptimo usaba paletó”. El paletó, por cierto, era una prenda de vestir francesa (“paletot” en la lengua de Molière), una levita un poco más larga y holgada. Se cantaba primero sólo con la “a”:  Canda Farnanda Sáptama asaba palatá, luego con la “e” y así sucesivamente hasta completar todo el repertorio vocálico. 
 
    Pues algo así parece que es el cántabru que se nos quiere imponer subrepticiamente: consiste básicamente por un lado en coger el castellano y sustituir las -e finales por -i: (genti, demontri, óndi en lugar de gente, demontre y dónde, por ejemplo), fenómeno que se generaliza al presente de subjuntivo de los verbos de la primera conjugación, que en castellano se forman con -e (prigunti, enfadin en lugar de pregunte y enfaden); y por otro lado en cambiar las -o finales por -u (muchu, peru, tampocu en vez de mucho, pero, tampoco), y poca cosa más, como algunas palabras en vías de extinción de las hablas rurales de las distintas comarcas (lebaniega, trasmerana, campurriana, pejina, pasiega... ) de lo que se denominó geográficamente La Montaña y, más recientemente, Cantabria, tras la proclamación del glorioso Estatuto de Autonomía en 1981, hace ya algo más de cuarenta años.
 
    Con la invención, según algunos resurrección, del cántabru ya tenemos lengua propia, que es lo que nos faltaba para tener una identidad propia concorde con el marco legal político y económico de la autonomía. Ya sólo nos queda la fundación de una Real Academia de la Lengua Cántabra para que redacte una Gramática, que no será descriptiva sino prescriptiva en los centros de enseñanza, desde la escuela hasta la universidad, y un Diccionario, dado que las características lingüísticas del cántabru no están debidamente normativizadas todavía, para lo que es fundamental el apoyo imprescindible de las instituciones autonómicas.
 
 
    Como muestra un ejemplo de cántabru: He aquí la reflexión que hace Raúl Molleda, uno de los pocos que escriben así en la prensa local, a propósito de la la “intidá”, como dice él, de Cantabria, que ni siquiera los cántabros conocen, desconocimiento que no se debe tanto a la ignorancia como a la inexistencia de dicha identidad que sin embargo los políticos e intelectuales afines se empeñan en crear para justificar su propia existencia: Porque es de vergüenza, si lo habiera, que haiga genti de juera que se prigunti óndi demontri está la intidá de los cántabros, y los cántabros se enfadin muchu peru tampocu sepan contestar óndi. Lo que viene a ser en castellano: Porque es de vergüenza, si la hubiera, que haya gente de fuera que se pregunte dónde demontre está la identidad de los cántabros, y los cántabros se enfaden mucho pero tampoco sepan contestar dónde.
 
    El problema de la identidad nacional que plantea Raúl Molleda preocupa tanto a los nacionalistas centrales, que son los nacionalistas españoles, españolistas o centralistas a la antigua usanza, como a los periféricos, que son los nacionalistas vascos, gallegos, catalanes... y cántabros, que ahora claman por la endependencia, como dicen ellos.
 
    Este tema ha preocupado mucho también al gobierno francés que hace unos años lanzó un debate sobre en qué consistía la identidad nacional francesa, precisamente. Los franceses, según parece, gustan de mirarse el ombligo porque precisamente se creen el ombligo del mundo. Ellos, tan chovinistas que cantan La Marsellesa antes de los partidos de balompié de la selección gala y agitan la bandera tricolor como si estuvieran en el campo de batalla luchando a muerte por la liberté, egalité y fraternité, no saben cómo definir su identidad con los rasgos exclusivos que excluyan a los demás, a los que no son franceses. (A los españoles no van a excluirnos, porque, después de todo, somos buenos vecinos y nos gobierna la misma moneda, que es el Euro, pero a los africanos seguro que sí).
 
 
    La identidad nacional es un concepto nacionalista, un fetiche ficticio, valga la redundancia etimológica, que se pretende totalitario y cerrado, y, que resulta por lo tanto, excluyente: crea un nosotros y lo opone a un ellos, los que “no son de los nuestros”. Esa creencia, absurda como todas, justifica la realidad de las fronteras, muros que para muchos resultan infranqueables, sobre todo para los extranjeros procedentes de países pobres, o, más bien, empobrecidos, carentes como suelen estar de papeles que justifiquen su identidad.
 
    El que fuera presidente del gobierno español don Felipe González dijo en una ocasión: “Es difícil ser español o ser vasco porque no nos ponemos de acuerdo en qué consiste.” ¿Cómo vamos a ponernos de acuerdo en qué consiste ser españoles si no sabemos qué es España y qué es ser español, si no son más que ideas impuestas, sociales y no naturales, extrañas a la razón común? No es que sea difícil, es que es imposible. Pero sin embargo nos empeñamos en ello. O mejor dicho: hay quien, en lugar de dejarnos en paz, se empeña en que seamos españoles o vascos o andaluces o mallorquines o europeos, para lo que es preciso adoctrinarnos.
 
    Además de nuestro carácter de españoles y de nuestros diecisiete regionalismos y nacionalismos, que nos hacen vascos, catalanes, andaluces, cántabros etc, hay que sumar ahora, además, el carácter de Comunitarios de Europa que tenemos todos. En nuestros ayuntamientos, en efecto, ondean cuatro pendones por lo menos: el europeo, el español, el de la comunidad autónoma, y el del propio municipio. Y uno se pregunta: tantas banderas ¿para qué? ¿a qué bueno?
 
 
    Indudablemente, para que haya extranjeros. Interesa que haya quienes no son de los nuestros. Para ello se crea una nacionalidad, se excluye del grupo humano de esa nacionalidad a los demás, y se establecen las fronteras. Pero el problema no radica en que haya extranjeros, sino en que existan fronteras. Si no hubiera fronteras, no habría tampoco extranjeros.
 
    La pregunta “¿qué es?” sirve para poner en solfa y cuestión y disolver cualquier etiqueta identitaria que pretenda clasificarnos, cualquier atributo que le pongamos al verbo ser. ¿Qué es ser español o cántabro? ¿Qué es ser…? Pronto descubrimos que no lo sabemos, porque esa categoría “español” o “cántabro” por la que preguntamos -y preguntamos por ella porque ponemos en duda la verdad y no la realidad de su existencia- es una idea impuesta, un rótulo que intenta describir y a la vez prescribir nuestro comportamiento, y que, por lo tanto, coarta a modo de las cuatro tablas de un ataúd nuestra libertad.
 
    ¿No será nuestra identidad tanto la individual y personal, como la colectiva en general, un fetiche y un engañabobos laboriosamente forjados a lo largo del tiempo por nuestra propia y vana pretensión, condenada al fracaso, de tener una identidad que no sea falsa, hipócrita y teatral? No hay verdadera identidad. La identidad es real, pero todas las identidades son falsas. Liberémonos de todas las etiquetas. Dejemos de ser españoles, cántabros, creyentes, demócratas o lo que se nos ocurra… y empecemos a ser libres. A ver qué pasa.

domingo, 24 de abril de 2022

Ni Fu ni Fa

    La llamada cultura popular acierta más por ser popular que por ser cultura a expresar a veces los sentimientos de la gente. En este sentido propongo ver un fragmento del espisodio número 1 de la 8ª temporada de la serie de dibujos animados de Los Simpson, titulado “Ciudadano Kang”, donde Homer -Homero allende los mares- nos brinda una humilde lección de sabiduría del pueblo, ese gran escéptico.

    Kang y Kodos son dos calamares gigantes verdes y viscosos que se han propuesto invadir la Tierra y someter y esclavizar a toda la humanidad, para lo cual no se les ocurre mejor artimaña que abducir a los dos candidatos que a la sazón se disputaban la Casa Blanca, es decir, la presidencia de los Estados Unidos, y que por aquel entonces eran los señores Bill Clinton y Bob Dole, a los que abducen y eliminan, pero utilizan su piel como revestimiento para tomar su aspecto y hacerse pasar por ellos. 


     Homero Simpson lo descubre y decide desenmascarar a los dos candidatos que son la cara y la cruz de la misma moneda económica -y política- que pretende arrebatarles la vida y la libertad a los sufridos electores. La elección que hagan entre los unos o los otros es completamente indiferente. Gane Kang o gane Kodos, el resultado va a ser el mismo: el pueblo será sojuzgado.
 


    Desensmascarados en pleno debate electoral demócratas/republicanos, izquierdas/derechas, Homero Simpson muestra a la multitud la naturaleza de los dos cíclopes monoculares con tentáculos de calamar gigantesco

    Los dos mostruosos extraterrestres le explican a su público: “Somos un sistema bipartito: ¡tenéis que votar por uno de los dos!”. Así es la democracia.

    Finalmente sale elegido Kang y la Humanidad resulta esclavizada.

    Cuando al final del capítulo, Marge Simpson se queja del latigazo humillante que recibe del capataz, su marido Homero Simpson le responde que él no tiene nada que ver con aquello, porque él voto a Kodos. 



    Hoy los franceses se encuentran ante un dilema parecido con la segunda vuelta de sus elecciones. Tienen que elegir entre Guatemala y Guatepeor, entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen, que son los equivalentes franceses de los dos cefalópodos pegajosos de los Simpson. La elección resulta indiferente y trivial, pero la oferta electoral, acostumbrados como estamos a la propaganda del mercado, nos brinda la ilusión democrática de que tenemos libertad para elegir entre dos opciones contrapuestas, entre digamos por utilizar dos marcas comerciales Coca-Cola y Pepsi-Cola, entre demócratas y republicanos, neoliberales y fascistas, progresistas y conservadores, izquierdas y derechas, incluidas las extremas: y, elijamos lo que elijamos, y votemos lo que votemos, da igual: el resultado es el mismo: la esclavitud de la humanidad, la explotación del hombre por el hombre. 

 

    Una vez que haya triunfado uno de los dos candidatos, en este caso Kang, podremos lamentarnos de lo mal que van las cosas. Siempre habrá alguien que nos brinde una solución: ¡Haber votado a Kodos y no a Kang! ¡Piénsatelo la próxima vez!

    El pueblo no presenta nunca ningún candidato a las elecciones. Son las élites -los cefalópodos extraterrestres- los que se presentan ante el pueblo como la solución.

sábado, 23 de abril de 2022

Oh fortuna tal que Luna

    En los cánticos goliárdicos de lo siglos XII y XIII hallados en el monasterio de Beuern (Carmina Burana) encontramos una célebre comparación sobre la fortuna, que es variable y cambia como la Luna, adoptando diversas fases:  de pronto pasa de cuarto creciente a luna llena, y de ahí a cuarto menguante y, por fin, a luna nueva: O fortuna uelut Luna...  


     La estrofa de O fortuna, que se repite tres veces a lo largo de la canción, está compuesta de seis versos de arte menor con rimas aabccb. La hemos encontrado ya, exactamente igual, en las Laudes amicae del cancionero de Ripoll:  dos tetrasílabos llanos cuyo origen puede explicarse por división en dos del octosílabo llano, que ya de por sí solía partirse por una diéresis medial como un verso compuesto de 4 + 4, en los que la rima interna cosonante o total vendrá además a ratificar la partición: o for-tú-na / ve-lut lú-na;  un heptasílabo proparoxítono o esdrújulo: stá-tu-va-ri-á-bi-lis; otros dos tetrasílabos rimados con diferente rima de los anteriores sém-per-crés-cis / aut-de-crés-cis, y otro heptasílabo proparoxítono que rima con el anterior: ví-ta-de-tes-tá-bi-lis.

    Oigamos, una vez más, la versión de Karl Orff.  Ofrezco una traducción en versión rítmica, con rimas, apta para cantar en castellano si alguien se anima, donde me he tomado la licencia,  de traducir "dorsum nudum" por "culo al aire", que los goliardos, espero, me perdonarán.

 

O Fortuna / velut luna, / statu variabilis, / semper crescis / aut decrescis; / vita detestabilis
Oh Fortuna, / tal que luna / de variable condición, / siempre creces / o decreces; / vida de abominación,

nunc obdurat / et tunc curat / ludo mentis aciem, / egestatem, / potestatem / dissolvit ut glaciem.
ora ataca / y ora aplaca / nuestra mente sin control, / la pobreza, / la riqueza, / funde como hielo al sol.

Sors immanis / et inanis, / rota tu volubilis, / status malus, / vana salus / semper dissolubilis,
Suerte vana / e inhumana, / rueda que girando vas, / inestable, / ser mudable, / siempre nos arruinarás,

obumbrata / et velata / michi quoque niteris; / nunc per ludum / dorsum nudum / fero tui sceleris.
empañada / y velada / me arrollas también a mí; / ya al desgaire / culo al aire / llevo por tu frenesí.

Sors salutis / et virtutis / michi nunc contraria, / est affectus / et defectus / semper in angaria.
En saludes / y en virtudes / me es contraria la ocasión, / mis apegos / y despegos / siempre en mala situación.

Hac in hora / sine mora / corde pulsum tangite; / quod per sortem / sternit fortem, / mecum omnes plangite!
A esta hora, / sin demora, / toque a cuerdas resonad; / que la suerte / tumbe al fuerte / todos conmigo llorad.


viernes, 22 de abril de 2022

El terror de la cultura contra la cultura del terror

    ¿Qué diríamos de este terorífico cartel de los años cuarenta que muestra un mostruo gigantesco que representa sin duda a los Estados Unidos de América destruyendo el viejo continente? 

 


    Diremos que en cierto modo ha resultado profético, dada la invasión cultural que ha sufrido Europa de eso que se ha dado en llamar el American way of life, el modo de vida americano. 

    Se trata, sin embargo, de una versión danesa de un cartel original del artista noruego Harald Damsleth (1906-1971) que formaba parte de la propaganda nazi contra el bando aliado en la II Guerra Mundial. Los americanos que combatían contra el Tercer Reich son presentados como un energúmeno gigantesco que pisotea y bombardea una Europa caracterizada como una ciudad monumental con su catedral, su fuente, su castillo, que forman parte de su historia. Un letrero irónico, sostenido por un hombrecillo que está de espaldas con dos enormes orejas, dice en danés en la parte inferior central: USA vil redde Europas kultur fra undergang, o sea: Estados Unidos de América  quiere salvar la cultura europea de la ruina. Y se añade fuera del cartel una pregunta: Med hvilken rett? ¿Con qué derecho?

    Una lejana y ultramarina estatua de la libertad se ve al fondo, a la izquierda, del otro lado del Océano, de donde ha venido el diabólico titán alado con dos alas a sus espaldas de un avión de combate al viejo continente.

    La alegoría del Imperio que es este mostruo simboliza, bajo la capucha blanca, el Ku Klux Klan, y por lo tanto el racismo y el lynching o linchamiento que estableció el juez de Virginia, aplicando la ley del lejano oeste de hacer un juicio sumarísimo para ahorcar al presunto delincuente, como sugiere la horca. Se critica también la apropiación que es en realidad expropiación de la cultura negra y de su música, el jazz, lo que se ve en los negros enjaulados bajo la capucha. Un rótulo reza: JITTERBUG   Triumph of Civilization, que no hace falta traducir, únicamente decir que el Jitterbug era un baile rápido popular en los años cuarenta que se interpretaba principalmente con música swing. Se ridiculizan también los concursos de belleza de misses con esas dos señoritas semidesnudas: Miss America, con un penacho indio y tocando la trompeta sentada sobre el hombro, y Miss Victoria, enarbolando la bandera de barras y de estrellas. 

    En la pierna izquierda femenina del energúmeno puede leerse en la lengua del Imperio sobre una cinta blanca anudada a ella: Most world's beautiful leg: la pierna más bonita del mundo.

    No falta en una mano un disco de vinilo, y en la otra el símbolo del dólar en un saco de monedas que porta un mafioso, como crítica de la codicia americana. La imagen también sugiere la violencia de las armas, que allí puede empuñar cualquiera, lo que da pábulo al gangsterismo. El mostruo venido del Nuevo Mundo avanza haciendo sonar el tambor, a ritmo marcial y militar, diríamos, y pisoteando con su pierna derecha que acaba en bomba sanguinolenta y ensangrentando la vieja madre Europa. El energúmeno simboliza también el sionismo, a través de la estrella de David de las seis puntas de la bandera del Estado de Israel que se ve en el a modo de faldón que cuelga del tambor en la entrepierna.

    El cartel no tiene desperdicio, visto como lo que es: una sátira de la "liberación", en realidad colonización cultural, de la vieja Europa, arruinada por el American way of life so pretexto de salvarla de la ruina. 


    'Leest Storm-SS'  no es el autor del cartel, ya que significa en neerlandés  "Lee Storm-SS", que era una revista de las SS neerlandesas, donde se publicó el cartel de Harald Damsleth en 1944. En el cartel bajo el rótulo sarcástico de LIBERATORS (libertadores, que era también el nombre de un avión bombardero norteamericano) se lee en neerlandés: De U.S.A. zullen Europeesche Kultuur van der ondergang redden: Los EE.UU. salvarán la cultura europea de la destrucción. La paradoja es evidente:  salvarán a Europa destruyéndola, es decir, americanizándola, como efectivamente no se puede negar que sucedió.

jueves, 21 de abril de 2022

Los que mandan, los más mandados

    Al montaje fotográfico de los nueve caretos de mandamases del mundo que circula por la Red, algunos de rabiosa actualidad y otros algo ya obsoletos, como tres de los presidentes de los Estados Unidos que aparecen en él, pueden añadirse desde mi punto de vista muchísimos más a gusto de cada cual. Se echa de menos, por cierto, entre los ex-presidentes yanquis a Barack Obama, que marcó un hito en la historia de ese país al ser la primera vez que un negro se instalaba en la Casa Blanca como presidente de los Estados Unidos.
 
    La lista, sin embargo, no tiene por qué ser a la fuerza masculina. Los rostros de la mandamasía de este mundo pueden ser también femeninos de mujeres que se han equiparado en lo peor, en el empoderamiento, a los varones. Se podía haber incluido a Angela Merkel, la ex-canciller alemana, por ejemplo, o a Jacinda Andern, la primera ministra neozelandesa, por no hablar de la Reina de Inglaterra o de figuras históricas que ya son agua pasada como Margaret Thatcher.
 

    La imagen dice con razón en la lengua del Imperio para que lo entienda casi todo el mundo: We are nothing but puppets playing our prescripted roles, o sea, algo así como: No somos nada más que títeres que interpretamos nuestros papeles según el guión. 
 
    Podíamos citar, asimismo, entre las féminas que aspiran a la mandamasía a Marine Le Pen, que se presenta actualmente a las elecciones francesas, bajo un eslogan de campaña que destila un inequívoco guiño feminista, Femme d'État (Mujer de Estado). Preguntada por su significado, ha dicho: Una mujer de Estado es alguien que toma la medida de restablecimiento de la autoridad del Estado. La fotografía de su rostro amable y sonriente va acompañada de su nombre simplemente, Marine, sin el apellido paterno, como si quisiera de alguna manera "matar al padre" en el sentido freudiano o al menos renegar y desmarcarse de él, y el cargo al que aspira Presidenta (así, en femenino singular) de la República Francesa. Las mujeres, en efecto, también pueden ser Hombres de Estado.
 

 
    Los que mandan, los mandamases son en realidad unos mandados, los más mandados: unos títeres que se mueven manejados por unos poderosos hilos invisibles que desempeñan los roles que les han sido encomendados y que ellos aceptan poner en escena en el teatro del mundo a la hora de administrar el Dinero que es guien gobierna de verdad.