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domingo, 24 de abril de 2022

Ni Fu ni Fa

    La llamada cultura popular acierta más por ser popular que por ser cultura a expresar a veces los sentimientos de la gente. En este sentido propongo ver un fragmento del espisodio número 1 de la 8ª temporada de la serie de dibujos animados de Los Simpson, titulado “Ciudadano Kang”, donde Homer -Homero allende los mares- nos brinda una humilde lección de sabiduría del pueblo, ese gran escéptico.

    Kang y Kodos son dos calamares gigantes verdes y viscosos que se han propuesto invadir la Tierra y someter y esclavizar a toda la humanidad, para lo cual no se les ocurre mejor artimaña que abducir a los dos candidatos que a la sazón se disputaban la Casa Blanca, es decir, la presidencia de los Estados Unidos, y que por aquel entonces eran los señores Bill Clinton y Bob Dole, a los que abducen y eliminan, pero utilizan su piel como revestimiento para tomar su aspecto y hacerse pasar por ellos. 


     Homero Simpson lo descubre y decide desenmascarar a los dos candidatos que son la cara y la cruz de la misma moneda económica -y política- que pretende arrebatarles la vida y la libertad a los sufridos electores. La elección que hagan entre los unos o los otros es completamente indiferente. Gane Kang o gane Kodos, el resultado va a ser el mismo: el pueblo será sojuzgado.
 


    Desensmascarados en pleno debate electoral demócratas/republicanos, izquierdas/derechas, Homero Simpson muestra a la multitud la naturaleza de los dos cíclopes monoculares con tentáculos de calamar gigantesco

    Los dos mostruosos extraterrestres le explican a su público: “Somos un sistema bipartito: ¡tenéis que votar por uno de los dos!”. Así es la democracia.

    Finalmente sale elegido Kang y la Humanidad resulta esclavizada.

    Cuando al final del capítulo, Marge Simpson se queja del latigazo humillante que recibe del capataz, su marido Homero Simpson le responde que él no tiene nada que ver con aquello, porque él voto a Kodos. 



    Hoy los franceses se encuentran ante un dilema parecido con la segunda vuelta de sus elecciones. Tienen que elegir entre Guatemala y Guatepeor, entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen, que son los equivalentes franceses de los dos cefalópodos pegajosos de los Simpson. La elección resulta indiferente y trivial, pero la oferta electoral, acostumbrados como estamos a la propaganda del mercado, nos brinda la ilusión democrática de que tenemos libertad para elegir entre dos opciones contrapuestas, entre digamos por utilizar dos marcas comerciales Coca-Cola y Pepsi-Cola, entre demócratas y republicanos, neoliberales y fascistas, progresistas y conservadores, izquierdas y derechas, incluidas las extremas: y, elijamos lo que elijamos, y votemos lo que votemos, da igual: el resultado es el mismo: la esclavitud de la humanidad, la explotación del hombre por el hombre. 

 

    Una vez que haya triunfado uno de los dos candidatos, en este caso Kang, podremos lamentarnos de lo mal que van las cosas. Siempre habrá alguien que nos brinde una solución: ¡Haber votado a Kodos y no a Kang! ¡Piénsatelo la próxima vez!

    El pueblo no presenta nunca ningún candidato a las elecciones. Son las élites -los cefalópodos extraterrestres- los que se presentan ante el pueblo como la solución.