Me viene a la memoria la letanía de la nidada o nialada que cantábamos cuando éramos críos y decía, si no recuerdo mal, así:
«En marzo, nialarzo; en abril, güeveril; en mayo, pajarayo, y en San Juan, péscalos por el rabo que se echan a volar».
¡Con que fuerza y arrojo estos jilgueruelos han roto el cascarón y quieren vivir en este abril! ¡Ay si a nosotros nos trajera la primavera el regalo de unas pocas, sólo unas pocas, de esas ganas de vivir, aunque solo
fuera para no dejarnos matar y tenernos que morir sin haber vivido!