domingo, 20 de marzo de 2022

"Matarse por no morir"

    Antes de que acuñara Séneca la máxima stultitia est timore mortis mori (Epístolas a Lucilio, 70.8): es tontería morir por temor a la muerte Lucrecio había escrito (De rerum natura: III, vv. 79-82): et saepe usque adeo mortis formidine uitae / percipit humanos odium lucisque uidendae, / ut sibi consciscant maerenti pectore letum, / obliti fontem curarum hunc esse timorem: ...y hasta a las veces por miedo a la muerte un asco tan hondo / de vida a los hombres les entra y de ver el cielo tal odio, / que en negra congoja la muerte se dan, olvidados del todo / que de sus penas aquel miedo era la fuente y el pozo... : O lo que viene a ser lo mismo, pero en prosa:  El temor a la muerte suscita en los humanos tanto odio a la vida, y a la visión de la luz, que, con pecho afligido, se dan muerte a sí mismos, olvidando que este temor es la fuente de tales cuitas.  
 
    El poeta Ovidio, por su parte, sentenció  (Metamorfosis, IV 115), timidi est optare necem: Es de cobardes desear la muerte, a propósito del suicidio de Píramo, que clava la espada en sus ijares creyendo muerta a su amada Tisbe, de lo que se siente culpable.
 
Mosaico de Píramo y Tisbe, Casa de Dioniso (Pafo, Chipre, siglo III d. C.)
 
     Así glosa este mote ovidiano don Sebastián de Covarrubias Orozco en hendecasílabos rimados en sus emblemas morales: No se tiene por mucha valentía / el darse un hombre a sí propio la muerte. / Antes juzgan ser miedo, y cobardía, / por no esperar en la dudosa suerte: / que se puede trocar en solo un día / y en una hora, al menos el que es fuerte, / no  vuelve el rostro al riguroso hado, / ni muere como vil, desesperado. 

 
     
    Se acompañan sus versos de la figura mitológica de Ayax Telamonio o si se prefiere Ayante, el hijo de Telamón, conocido como el Grande, que enloqueció cuando fue Odiseo y no él quien recibió la herencia de la armadura de Aquiles, mató a un rebaño de ovejas creyéndolas sus enemigos, y acabó quitándose la vida derrocándose sobre su propia espada. 
 
 El reino de Flora, Nicolas Poussin (1631)
 
    En El reino de Flora, de Nicolas Poussin, se refleja, entre otros detalles, el suicidio de Ayante clavándose la espada a la izquierda del lienzo. 
 
    Frente a estos ejemplos mitológicos y legendarios de Píramo y Ayante de Telamón,  Marcial, por su parte, pondera la barbaridad de un tal Fanio -personaje ficticio o quizá real pero oculto tras ese pseudónimo- y otros semejantes que se mataron ellos mismos porque no los matasen sus contrarios y contrariedades: Así dice el epigrama latino:  Hostem cum fugeret, se Fannius ipse peremit. /  Hic, rogo, non furor est, ne moriare mori?  Don Manuel Salinas hizo esta sucinta pero elegante traducción del epigrama: Fannio, ansioso por huir / del que su muerte procura, / se mató: ¿no es gran locura / matarse por no morir? Quevedo, en cuatro octosílabos, traducía así el epigrama de Marcial:   "Matóse Fanio al huir  / de su enemigo el rigor. / Pregunto yo: ¿No es furor /  matarse por no morir?"

sábado, 19 de marzo de 2022

¡La tercera no nos la perdemos!

    Comentaba en una entrevista Eduardo Carraso, cantautor chileno fundador del legendario grupo Quilapayún entre otras muchas cosas,   que cuando publicó en su primer disco como solista  “La tercera no me la pierdo” (1996) mucha gente no captó la esencia humorística y de fina ironía de esta canción contra el belicismo y contra la guerra. Algunos llegaron incluso a acusarlo de estar promoviendo nada más y nada menos que la tercera guerra mundial, esa misma guerra que según el presidente del Ejecutivo español, el doctor Sánchez, ya la estamos (vi)viendo ahora mismito. La ironía, declaraba Carrasco, exige una cierta inteligencia. Y no todo el mundo tiene el sentido del humor inteligente para captarla. Aquel disco, titulado "Carrasco" pasó sin mucha pena ni gloria, pero merece la pena escuchar esta canción, a la luz de los acontecimientos actuales que estamos (vi)viendo.

 

     Entre las 'guerras insulsas' que nos ofrecían en los ochenta y los noventa (contra el alcoholismo, contra el SIDA) tenemos que añadir las que han surgido después, una vez entrados en el milenio: la guerra contra la violencia de género, contra el virus asesino, contra el cambio climático... Y finalmente: la Tercera Gran Guerra Mundial, la tercera que es la definitiva por aquello de que a la tercera va la vencida, la que ya estamos (vi)viendo en todas nuestrs pantallas:  La tercera no me la pierdo, letra y música del compositor chileno Eduardo Carrasco (1996):

La III Guerra Mundial es la que estamos (vi)viendo
 

  Me perdí la del catorce / por no haber aún nacido: / el festín de los cañones, / la fiesta del estallido. / Me los perdí, mala suerte, / las bombas con sus silbidos, / las trincheras en el frente, / el fusil, los alaridos.

Después vino la segunda / y fue mejor todavía, / pero como yo era un niño / no fui de la artillería. / Me regalaban fusiles, / pistolas de fantasía, / pero no causaban daño: / eran pura porquería.

Podré perderme disputas, / peleas sin atractivo, / jaleos en el Estadio, / divorcios consecutivos. / Podré perderme una rosca / en algún día festivo, / pero la próxima guerra, / esa, por ningún motivo.

Hubo aquí muy buenas guerras / con occisos* eminentes, / murió hasta Pedro'e Valdivia** / y muchísima más gente. / Murieron conquistadores, / los indios altivamente, / pero yo me las perdí / porque no estaba presente.

Y una guerra muy mentada / fue la de la Independencia: / se mataron españoles / con patriótica licencia; / con la pólvora y la espada / se les hizo resistencia, / pero yo me quedé afuera: / ¡me la perdí por ausencia!

Me perdí las guerras santas, / las diecisiete cruzadas. / Jamás corté una cabeza, / ni una sola rebanada. / Apenas alguna vez / he dado una bofetada / y a lo más, en los sesenta / construí una barricada.

Me ofrecen guerras insulsas / que no están a mi medida: / guerra contra el alcoholismo, / guerra también contra el SIDA. / Yo quiero una buena guerra / para mi furia homicida / y esta tercera que viene / me la tengo prometida.

Guerras con gases malignos, / con sablazos y escopetas, / guerras de grueso calibre / con tanques y bayonetas. / Y si nos quedamos cortos / pongamos más altas metas: / ¡Hagamos esta tercera / pa' acabar con el planeta!
 
*occiso: (del latín occisus, matado)  muerto violentamente.
**Pedro de Valdivia (1497-1553): conquistador extremeño que acompañó a Pizarro a América, dirigió la conquista de Chile, y fundó las ciudades más antiguas del país, entre ellas su capital Santiago. Emprendió la guerra del Arauco contra el pueblo mapuche y murió en la batalla de Tucapel.

 
 
Incluyo esta otra versión del mismo tema, habida cuenta de lo poco que duran algunos vídeos en esta plataforma.
 

viernes, 18 de marzo de 2022

Teletipos

  
Los medios de comunicación han muerto: DEP.

La industria militar crea empleo: España entra en el top ten ocupando el noveno lugar del ranking mundial de principales vendedores y traficantes de armamento.
 
La opinión pública puede aceptarlo todo, o sea cualquier cosa que se le ponga por delante, con tal de que se le presente adecuadamente y sea además conmovedora.
 
La guerra sirve para engordar a la industria armamentista, así como la pandemia declarada del virus coronado sirvió para engordar a la industria farmacéutica. 
 
Dice el presidente del gobierno que estamos (vi)viendo una guerra real, no una película, y que hay que aumentar el presupuesto de defensa: más para la guerra. 

 
 
Los esclavos modernos no están encadenados a grilletes de hierro en pies y manos, sino endeudados económicamente a entidades bancarias de dinero y de futuro.
 
Véame, dice la tele: Yo le engaño, le robo su tiempo, le impido razonar, le hago ilusionarse con chorradas, desvío su mirada de lo que importa y le adormezco
 
Antes había poca información, ahora demasiada, tanta sobreinformación que nos satura y oculta más que muestra, y no sólo resulta excesiva, sino tóxica también. 
 

 Primavera en flor.
 
Hasta nuestros días se confiaba en los periódicos como los portavoces de la opinión pública. Mas ya no son en absoluto los voceros, sino creadores e impostores. 
 
El que acata no entiende que su sometimiento es más cobarde que la desobediencia civil, convencido como está de que su sumisión es de veras un acto de heroísmo.  

Los reyes de España presidirán el Congreso Internacional 'Ganarse la vida. Género y trabajo a través de los siglos', que tendrá lugar en la Alpujarra granadina.

jueves, 17 de marzo de 2022

"Fuera (y lejos) de aquí, esa es mi meta"

 Di la orden de ir a buscar mi caballo al establo. El criado no me comprendió. Fui yo mismo al establo, ensillé el caballo y lo monté. A lo lejos oí sonar una trompeta; le pregunté qué significaba. No sabía nada y no había oído nada. Junto al portón me detuvo y preguntó: 

–¿Adónde vas con el caballo, señor? 
–No lo sé –dije yo–, sólo fuera de aquí, sólo fuera de aquí. Continuamente fuera de aquí, sólo así puedo alcanzar mi meta. 
–¿Luego conoces tu meta? 
–Sí –respondí yo–, lo acabo de decir: “Fuera-de-aquí”, ésa es mi meta.  
Fuera de aquí (De La Partida de Kafka).





    A veces uno, como el jinete kafkiano, no sabe adónde ir, sólo sabe que quiere dirigirse hacia lo desconocido, que su meta es una terra incógnita en la que nunca ha estado, y que no hay camino señalado que lleve a ella, que el camino lo tiene que hacer e inventar uno mismo sobre la marcha. 
 
Estudio para avión de papel, Gabriel Pérez-Juana
 
     "No sabemos lo que queremos, pero sí lo que no queremos" decía una pintada parisina de mayo del 68. 
 
Pintada en cubo de basura del poeta neorrabioso.
 
    Un impulso irrefrenable como corcel alazán al galope nos empuja fuera y lejos de aquí. En esos momentos sólo sabemos que tenemos que huir a toda costa y sin más contemplaciones de la vieja mansión que está ardiendo -es la parábola budista de la casa en llamas-, de lo malo conocido, porque lo que conocemos es lo malo, en busca de lo bueno que está por conocer y que es lo desconocido que nos aguarda a la vuelta de la esquina y es muchísimo mejor, porque peor que esto no puede ser.
 
 

miércoles, 16 de marzo de 2022

Majnovchina, Majnovchina

    Ahora que tanto se habla de Ucrania, conviene rescatar la memoria del ucraniano Néstor Ivanovicth (o sea hijo de Iván) Majnó (1888-1934), y denunciar la manipulación que se hace de su legado y su memoria.  Creó, junto a sus camaradas campesinos, un espacio libre y antiautoritario e hizo realidad el comunismo libertario. Se trata del llamado Territorio Libre de Ucrania (1919-1921). El nombre de Majnochina dado al movimiento majnovista se lo puso León Trotsky, su enemigo autoritario, y está formado sobre el nombre de Majnó y el sufijo -china, que tiene valor despectivo y peyorativo en ruso. El programa de Néstor Majnó era sencillo: ni Dios, ni patria, ni patrón: Ni imperialistas europeos, ni bolcheviques rusos, ni, por supuesto tampoco, nacionalistas ucranianos que reivindican ahora su figura de héroe nacional.

 

Néstor Ivanovitch  Majnó (1888-1934)

 

     Néstor Majnó fue, a su pesar, el cabecilla del Ejército Negro que combatió contra el Ejército Blanco y contra el Ejército Rojo. Decimos que dirigió un ejército a su pesar porque como dejó dicho: El ideal de vida anarquista no puede ser defendido por ningún ejército, sea cual sea. Pero las circunstancias lo obligaron a luchar contra la invasión alemana y finalmente contra el ejército rojo. 

 

 La estatua de Majnó sustituye a la de Lenin en su ciudad natal

     Su figura se ha idealizado y una estatua suya, galvanizada y dorada, ha sustituido a la de Lenin en su ciudad natal Guliai Pole (ciudad libre en ucraniano). Ucrania quiere asimilar así al mayor líder anarquista convirtiéndolo en un héroe militar y símbolo de la resistencia a la invasión rusa, además de objeto de consumo del 'merchandising'. De hecho a él, que fue un internacionalista o, mejor, antinacionalista, las autoriades de Kiev, la capital de Ucrania, y de su ciudad natal lo quieren presentar ahora como un nacionalista ucraniano. Pero a la vez que se idolatra, se distorsiona su figura con fines tan espurios y capciosos como atraer turismo a Guliai Pole. Sus descendientes vivos han autorizado el traslado de sus restos del cementerio Père Lachaise de París donde está enterrado a su ciudad natal.

Placa dedicada a Majnó en la fachada del ayuntamiento de Guliai Polé
 

    El compositor francés de letras de canciones E. Roda Gil, hijo de un exiliado anarquista español, escribió la letra en 1968 de esta Majnovchina, la música es la del himno de los partisanos bolcheviques, interpretada aquí a cargo de Nigra Safo. La traduzco un poco libremente alterando en una ocasión el orden de sucesión de dos versos para conservar la rima asonante romanceada. En la ejecución de la canción se repiten siempre los dos últimos versos de cada cuarteta asonantada.

 

Makhnovtchina, Makhnovtchina, / Tes drapeaux sont noirs dans le vent; / Ils sont noirs de notre peine, / Ils sont rouges de notre sang.

Majnochina, Majnochina / negra bandera ondeante, / negra está de nuestra pena / y roja de nuestra sangre.

Par les monts et par les plaines, / Dans la neige et dans le vent, / A travers toute l’Ukraine / Se levaient nos partisans.

En la nieve y en el viento / por los montes y los llanos / a través de toda Ucrania / se alzaban los partisanos.

Au printemps les traités de Lénine / Ont livré l’Ukraine aux allemands,  / A l’automne la Makhnovtchina / Les avait jetés au vent.

En mayo a los alemanes / entregó Lenin Ucrania, / la Majnochina en otoño / al viento los arrojaba.

L’armée blanche de Denikine / Est entrée en Ukraine en chantant, / Mais bientôt la Makhnovtchina / L’a dispersée dans le vent.

Ruso el Ejército Blanco / cantando en Ucrania entró, / mas pronto la Majnochina / al viento lo dispersó.

Makhnovtchina, Makhnovtchina,/ Armée noire de nos partisans / Qui combattait en Ukraine / Contre les rouges et les blancs.

Majnochina, Majnochina, / ejército partisano / que combatía en Ucrania / a los rojos y a los blancos.

Makhnovtchina, Makhnovtchina, / Armée noire de nos partisans / Qui voulait chasser d’Ukraine / A jamais tous les tyrans.

Majnochina, Majnochina, / ejército partisano / que quería echar de Ucrania / para siempre a los tiranos.

oOo 

Cuelgo esta otra versión, con una traducción más literal al español, habida cuenta de lo efímeros que son algunos vídeos en esta plataforma.

martes, 15 de marzo de 2022

Guerra neuronal

    Acuso recibo de un artículo titulado The casualties of Empire (Las víctimas del Imperio) escrito por el periodista norteamericano Patrick Lawrence y publicado el 8 de marzo en Consortium News.  Según su análisis, la intención de Washington fue provocar la intervención de Moscú e instigar un conflicto de larga duración que atasque a las fuerzas rusas y deje solos a los ucranianos para librar una resistencia que posiblemente no tenga éxito. No hay otra forma de explicar los miles de millones de dólares en armas y material que Estados Unidos y sus aliados europeos vierten ahora en Ucrania. La estrategia estadounidense requiere, necesariamente, la destrucción de una Ucrania puesta al servicio de las ambiciones imperiales de Estados Unidos, como ha venido y viene sucediendo en los últimos tiempos en Afganistán, Iraq, Libia y Siria por ejemplo.

      Más allá de este análisis, con el que podemos estar de acuerdo, el artículo plantea que los estadounidenses -y sus vasallos europeos también, diríamos nosotros-, nos estamos destruyendo a nosotros mismos. ¿Cómo? ¿En qué sentido? En el de que nosotros también somos víctimas de esta guerra en la que es nuestra mentalidad el campo donde se libra la batalla. 

Empire State Building iluminado con los colores de la bandera ucraniana.
 

  El artículo de Lawrence enriquece bastante el debate sobre la actualidad de la guerra, porque propone analizar la situación en Ucrania a través de un documento de la OTAN de 45 páginas titulado La guerra cognitiva (Cognitive Warfare), que no tiene desperdicio, en donde se asegura que la mente humana se considera ahora como el nuevo dominio de la guerra (the human mind is now being considered as a new domain of war). La intención de este estudio es explorar hasta dónde podemos manipular las mentes de los demás y las nuestras, más allá de todo lo que se haya intentado hasta la fecha: “El cerebro será el campo de batalla del siglo XXI”, afirma el documento. “Los humanos son el dominio en disputa. El objetivo de la guerra cognitiva es convertir a cada ser humano en un arma”.

Guerra en tierra, mar y aire, y en nuestra mente.

     En una subsección titulada Las vulnerabilidades del cerebro humano, (página 13) el informe dice lo siguiente: “En particular, el cerebro es incapaz de distinguir [sic] si la información es correcta o incorrecta; (…) es llevado a creer afirmaciones o mensajes que ya ha escuchado como verdaderos, aunque estos puedan ser falsos; acepta declaraciones como verdaderas, si están respaldadas por evidencia, sin tener en cuenta [sic] la autenticidad de esa evidencia.”

    Y se añade esto, especialmente perverso: “A nivel político y estratégico, sería un error subestimar el impacto de las emociones… Las emociones (esperanza, miedo, humillación) dan forma al mundo y a las relaciones internacionales, y actúan como cámara de eco de las redes sociales.”

    La guerra cognitiva es una ventana que nos permite acceder a métodos diabólicos de propaganda y a poder gestionar la percepción humana de una manera que no tiene precedentes. Estamos ante una manera nueva de librar una guerra, tanto contra las poblaciones nacionales como contra las extranjeras declaradas enemigas.

El objetivo de la guerra cognitiva  son nuestras neuronas.
 

    A propósito de esto, cita Lawrence un fragmento del libro de C. G. Jung Presente y Futuro (1957): La argumentación razonada sólo es factible y fecunda mientras la carga emocional de una situación dada no rebase un determinado punto crítico; en cuanto la temperatura afectiva exceda de dicho punto, la razón se torna inoperante y cede el paso al eslogan y al anhelo quimérico, esto es, a una suerte de estado obsesivo colectivo, el cual, conforme se va acentuando, degenera en epidemia psíquica.

    Lo que viene a decir, en términos más sencillos, que cuando nuestras emociones nos superan, ya no podemos pensar racionalmente o hablar de manera provechosa entre nosotros.

    Parece que la guerra cognitiva funciona, sea o no sea este informe de la OTAN el manual de los propagandistas, y está funcionando en todo su esplendor en el conflicto que ahora ocupa a todos los medios de la guerra de Ucrania para la mayoría de los estadounidenses y europeos.

lunes, 14 de marzo de 2022

"Hay que hacer + sacrificios"

    Carme Chaparro, periodista, escritora, presentadora -así se autodefine en su perfil de ístagran, recalcándolo en la lengua del Imperio por si fuera poco y alguien no lo entendiese: journalist, author, anchor- nos explica en su cuenta de tuíter, con un ícono de la bandera de Ucrania y otro de la paloma picassiana de la paz, cómo con cada grado de calefacción los europeos estamos dándole dinero a Putin “para masacrar a Ucrania”, y pone bajo su texto una fotografía de dos cadáveres supuestamente ucranianos ensangrentados. Sentencia que no vale donar comida o ropa, que hay que hacer algo más. Quiere que nos sintamos responsables de la masacre, por lo que concluye su mensaje con la siguiente reflexión: “Hay que hacer + sacrificios”. Ni siquiera escribe “más”, sino que utiliza el signo matemático de la suma para abreviar su mensaje tuitero del 10 de marzo. Coincide la  periodista, escritora, presentadora con nuestro Presidente del Gobierno, el señor Sánchez, doctor en economía, que, partidario como es de sancionar a Rusia por la invasión de Ucrania, sentenció que esas sanciones exigirán sacrificios a los españoles.

 

    Viene así a sumarse este texto aireado en sus redes sociales a la campaña que desató el señor Borrel, el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, en su intervención en el parlamento europeo afirmando que Europa debe “recortar el cordón umbilical (sic) que une a nuestra economía con la rusa”, y pidiendo “un esfuerzo individual en recortar el consumo de gas (…) igual que cuando nos ponemos una máscara para combatir el virus”. 

    Carme Chaparro finaliza su piopío espetándonos con un lenguaje soez: “Baja la calefacción, estúpido”. Supongo que el mensaje va dirigido al que tiene calefacción en casa o en la oficina o va asiduamente al supermercado. ¿Qué les diría a los sintecho que duermen en la calle entre cartones y a los que no disponen de ella o a los que no pueden pagarla como no pueden pagar el recibo de la luz? 

    Lo curioso es que, por lo visto, el gas que se consume en España procede de Argelia, y no de Rusia, como reconoce la propia Carme Chaparro, que dice que sólo el diez por ciento del gas que consume España procede de Rusia. El señor Borrel también ha aclarado que su recomendación de bajar la calefacción para boicotear a Rusia iba no tanto para los españoles como para el resto de los europeos, que dependen en gran medida, casi en un cincuenta por ciento, del gas ruso. 


    La periodista/escritora/presentadora habla de “la calefacción que tenemos en casa, en la oficina o en el supermercado”, como si todos los europeos tuviéramos calefacción en casa, o trabajáramos en una oficina, o nos pasásemos la vida consumiendo en el supermercado. Hay mucha gente aquí en Europa, y en España sin ir más lejos, que no puede pagar la calefacción, que no tiene trabajo y que no frecuenta los supermercados porque no tiene dinero. Pero ella, además de istarnos al sacrificio, a hacer + sacrificios de los que hacemos, nos increpa llamándonos estúpidos.

    Nos tiene acostumbrados a este lenguaje insultante y al empleo de consignas institucionales como: “Quédate en casa, ¡coño!”, donde no se sabe muy bien si ese 'coño' es una mera interjección, como parece, o una orden que las altas istancias de su personalidad le dan al subcosciente para reprimirlo entre las piernas. También ha resucitado en sus redes sociales el leitmotiv istitucional del beso de la muerte: “El beso a una amiga puede ser el beso de la muerte a su madre”. 

    En suma, en esta locura salvavidas que nos ha entrado, si antes había  que atrincherarse en casa como estrategia contra el virus, ahora hay que bajar la calefacción para que se hunda la economía rusa, tal es nuestra contribución individual a una guerra justa y santa contra la pérfida Rusia.

    Otra mujer, Ana Botín, predica con el ejemplo y airea en la prensa que hay pequeñas cosas como bajar la calefacción de su casa a 17 grados que "los consumidores" -obsérvese con qué término la banquera nos define a todos- podíamos hacer. 

    ¡Qué enternecedora esa señora que en el apellido lleva su familiar e inevitable penitencia! Los consumidores lo mejor que pueden hacer con el consumo es consumirse, algo que va implícito en su propia condición como en la de ella hacerse con el botín, y cada vez deben hacerlo a mayor velocidad porque así lo exigen las interacciones impuestas por el sistema económico y político que ya sólo se sostiene y activa con la velocidad y cantidad de las transacciones y la saturación vital de imágenes que procesan los dispositivos para que los destinatarios de los mismos puedan sentirse también "activos". Desde las altas instancias se trata de que la oferta no decaiga, y desde las bajas que dicha oferta sea el sustancioso alimento que se demanda.

domingo, 13 de marzo de 2022

La auténtica guerra

    ¿Alguien creyó ingenuamente alguna vez que la pandemia y la guerra declarada al virus habían terminado y que por fin reinaría la paz universal? ¿Alguien creyó que por fin había llegado el tan cacareado fin de la historia que profetizó Fukuyama? Pues se equivocó. Ambos fenómenos, la epidemia ascendida a la categoría de pandemia universal, y la guerra con aspiraciones tercermundialistas o globalistas, son los ejes sobre los que se asienta el Great Reset o Gran Reajuste que programaron las élites a la sombra, o sea el Big Brother orgüeliano, y que sale ahora a la luz con la propaganda masiva, la fabricación de la opinión pública gracias al adoctrinamiento, y el consentimiento malinformado.

    Después de dos años de intoxicación informativa vírica, seguimos recibiendo por todas partes información tóxica, ahora de otra índole, concretamente bélica. Todo el mundo parece estar de acuerdo en que estamos ante una película de guerra de buenos y malos: los buenos son los ucranianos y los malos los rusos, capitaneados por el diabólico zar Putin. Aunque hay algunos, una minoría, que ven la cosa al revés: los ucranianos son los malos y los rusos, que ya no soviéticos, los buenos.

 

     Sin embargo, a nadie se le escapará en el fondo que esto no es una película de Jólivuz del oeste americano de vaqueros y de indios, donde los primeros son los buenos y los segundos son los malos, que serán derrotados finalmente cuando haga su irrupción en escena el séptimo de caballería en el último momento. En realidad, en esta película de hazañas bélicas, no hay ninguno bueno, lo mismo que sucedió en nuestra primera guerra mundial literaria, que es la Ilíada que cantó Homero. En la Ilíada, como recalca Agustín García Calvo en el prólogo de su titánica traducción, no hay ninguno bueno. En esta épica primitiva, no hay uno que sea 'el Bueno", el chico de la película, todos son malos, todos detestables, tanto los hombres como los dioses. Claro que esto cambiará, y aparecerán en la evolución del género épico los héroes: el Cid campeador, por ejemplo, sin ir más lejos, entre nosotros.   

    Nos proponen ahora salir de la psicosis colectiva de la pandemia y entrar en la siguiente histeria comunitaria, esta rusofobia a la que todos estamos invitados a adherirnos bajo pena del mismo rechazo y de las mismas condenas sociales de excomunión si no proclamamos nuestra ucraniofilia. Si Putin es el villano, Zelenski es el héroe según los medios de comunicación oficiales occidentales que conforman la unánime opinión pública. Y no es así, pero no vamos aquí a incurrir en el error contrario de santanizar a Zelenski y divinizar a Putin subiéndolo a los cielos. En realidad no hay ningún tirano que sea bueno en esta ni en ninguna otra contienda. Y, en rigor, no hay ningún país, o sea, ningún Estado bueno,  que no sea un país o un Estado de mierda, por decirlo más a lo político, como en el viejo chiste de Gila.

 

    Hay una guerra estructural que no se declara, una guerra profunda, que es la que sostiene el Estado, cualquier Estado democrático o no,  contra el pueblo en la que estamos todos inmersos desde la cuna hasta la tumba.

     En esa guerra no hay nada como la designación de un enemigo común, un Malo, para unir a los pueblos que desconfían de su gobierno bajo una misma bandera.  Ya sucedió con la pandemia que declaró la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020, una pandemia más política que sanitaria, que nos ha hecho la vida imposible durante dos años con restricciones existenciales que han puesto en peligro nuestra salud física y mental. En la pandemia el malo malísimo, el Enemigo, el Maligno, era el virus, que pretendía matarnos a todos. Nada más lejos de la realidad, según los virólogos. El virus nunca quiere matar a su anfitrión, sino que lo hospede. No persigue la muerte, sino la simbiosis, o sea la convivencia.

    Pero igual que estaba prohibido pensar de forma diferente sobre el virus coronado, ahora está prohibido pensar de forma diferente sobre esta guerra, que en muchos aspectos tanto se parece a la otra, a la sanitaria, aunque solo sea por el interés que ha despertado en los medios que enseguida se han dedicado a fomentar el terrorismo periodista o periodismo terrorista, que es lo mismo, como decíamos el otro día, sustituyendo a los tertulianos y comités de expertos sanitarios por generales retirados, reporteros de guerra, geopolitólogos, y todólogos de salón, y hasta psiquiatras que analizan el alma atormentada y perversa de Vladimir Putin. 

     La mayoría de nuestros congéneres ya han seguido el ejemplo de la solidaridad balando al modo de Fuenteovejuna, todos a una, exactamente lo mismo que hicieron con el régimen sanitario. Nuestra época tiene decididamente encefalograma plano. No tolera ninguna contradicción, ningún cuestionamiento y promueve, además, un maniqueísmo binario estructurado entre un Bien y un Mal decretados universales e indiscutibles, y, ay del hereje que discrepe.

sábado, 12 de marzo de 2022

Virus ex machina

A semejanza del deus ex machina o ἀπὸ μηχανῆς θεός (apò mechanês theós), el dios del teatro antiguo que venía a resolver la trama del argumento de una obra en el último momento dándole un giro inesperado a la acción dramática al introducirse de repente en el escenario desde fuera con el artificio mecánico de una grúa, el virus ex machina, retransmitido en todas las pantallas por todas las cadenas de televisión del mundo tanto públicas como privadas, sirvió para que gracias al terrorismo periodista o periodismo terrorista, tanto monta, monta tanto, cundiera el pánico y la gente corriera despavorida a ponerse inyecciones a fin de salvar una vida que, según le habían hecho creer, corría gravísimo peligro.


 

viernes, 11 de marzo de 2022

Héroes y heroínas del COVID-19

    El Municipio o Auntamiento cántabro de Villaescusa donde vivo ha dedicado una placa conmemorativa de agradecimiento a los héroes (sic) y heroínas (resic) que “con su enorme esfuerzo nos ayudaron a superar esta pandemia”, declarada oficialmente como tal por la Organización Mundial de la Salud hace justamente hoy dos años, el 11 de marzo de 2020. 
 
    Cita la susodicha placa al personal Sanitario, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, con mayúsculas honoríficas, y, creo entender, a todos los que fueron declarados trabajadores esenciales y que tuvieron, por lo tanto, que seguir desempeñando sus funciones mientras los demás permanecíamos confinados en nuestros hogares bajo arresto domiciliario y sólo podíamos salir a pasear al perro, a la farmacia a buscar medicamentos o a hacer compra de artículos catalogados de primera necesidad por las autoridades que tenían competencia en la materia. Destacan entre los gremios citados "las cosedoras de mascarillas". Sin comentarios.
 

    La enumeración concluye con dos etcéteras y con una coletilla “a la gente anónima que dieron lo mejor de ellos mismos”, como si quisiera englobar sin decirlo expresamente a las víctimas del virus coronado, porque se entiende que cuando uno da lo mejor de sí mismo da su vida, y una de las características del heroísmo del héroe y de la heroína, si no la principal, es la muerte heroica, una muerte que da sentido a una vida carente hasta entonces de él. Hay un añadido posterior: “a nuestros mayores y a nuestros niños por su resistencia y valentía, por enseñarnos a salir adelante en los peores momentos."  Llaman la atención la conjunción de dos palabras, que al unirse quieren equipararse y que también parecen configurar otra característica del heroísmo:  resistencia y valentía.
 
    Parece, a fin de cuentas, que los héroes y heroínas del dichoso COVID-19 somos todos porque “todos juntos sumamos y ganamos”. No entiendo este agradecimiento, que se quiere hacer extensivo a todo el mundo, y que da así por concluida mágicamente la pandemia a fecha de 28 de Noviembre de 2021, poco antes de la sexta ola y de la confirmación del primer caso de la variante más contagiosa en España, gracias al heroísmo demostrado por toda la ciudadanía. 
 
Militares en la puerta del Sol (17 marzo 2020, operación Balmis)
 
     Es una ingenuidad creer que la obediencia -a eso es a lo que se refieren cuando hablan de heroísmo- a los caprichosos y arbitrarios dictados de los palos de ciego de las autoridades sanitarias (mascarillas sí, mascarillas no, confinamiento, desescalada, toque de queda, vacunación...) ha acabado con el virus, que todavía colea y persiste, y que ha marcado un hito en nuestras vidas que determina un antes y un después de la pandemia. Supongo que es cosa de los políticos, y del pensamiento mágico creer que la guerra al virus íbamos a ganarla nosotros. Pero es muy significativo que se considere heroísmo a la sumisión a la dictadura sanitaria, y creer ingenuamente que gracias a ese heroísmo colectivo hemos ganado la guerra.
 
    No está de más citar estas palabras  que el ilustre manco de Lepanto, don Miguel de Cervantes, escribió en El coloquio de los perros, ahora que los medios de masas han dejado de hablar de la pandemia y ahora que el terrorismo periodista o periodismo terrorista que practican, igual da que da lo mismo decirlo de una manera que de la otra, nos bombardea con otras noticias de otra guerra, nuevas más viejas que el catarro, para tapar y hacernos olvidar lo otro: "Pero esto ya pasó y todas las cosas se pasan; las memorias se acaban, las vidas no vuelven, las lenguas se cansan, los sucesos nuevos hacen olvidar a los pasados".