sábado, 10 de julio de 2021
La cruz de san Andrés
viernes, 9 de julio de 2021
Del martirio de san Sebastián
Son muchos los pintores que han plasmado el martirio de san Sebastián recibiendo los flechazos. Sirva como botón de muestra un ejemplo:
Pero me interesa sobre todo el tratamiento del tema que hace Giovanni Antonio Bazzi il Sodoma, que presenta al santo recibiendo de manos de un ángel del cielo la corona del martirio a modo de recompensa por haber dado testimonio de su fe inquebrantable soportando los efectos adversos del asaeteamiento que lo acabarían llevando a la muerte, es decir, a la otra vida, a la vida verdadera, que es eterna y no temporal como esta que vivimos el común de los mortales.
En el lienzo del florentino no aparecen los verdugos, aquellos arqueros mauritanos que por orden del emperador le habrían asaeteado en puntos no vitales de su cuerpo para alargar la agonía de su muerte, que han ejecutado su labor clavándole una flecha en las costillas, otra en el cuello y otra en un muslo, sino el santo de una belleza andrógina amarrado al árbol y atravesado por las flechas en actitud de recibir la iluminación de la gracia que le otorga el ángel del Señor como divina recompensa: la inmunización y salvación de su alma.
La corona es un símbolo de superación y de consecución, como se ve en el uso lingüístico de la expresión "coronar una empresa" para referirse al cumplimiento perfecto y, por lo tanto, definitivo de una obra. La corona es el símbolo visible de un logro. La corona de metal o diadema es además un símbolo de luz y de iluminación recibida, siendo como suele ser de oro radiante. La corona resplandeciente, como la que el ángel le impone al santo en el lienzo de Bazzi il Sodoma es el símbolo por excelencia de la más alta finalidad evolutiva: quienes triunfan sobre sí mismos, como los mártires, se santifican y logran la corona de la vida eterna.
Se creía en la Edad Media que la devoción a San Sebastián protegía de la peste. De hecho la ciudad de Donostia/San Sebastián lleva ese nombre en honor de su santo patrón, por cuya divina intercesión se habría puesto fin a la epidemia del año 1596. Donostia, es al parecer, la versión eusquera de su nombre latino: Done (abreviación de Domine) Sebastiane. La plaga asoló Pasajes y San Sebastián y cuando los efectos amainaron, los donostiarras atribuyeron el éxito a sus plegarias y rogativas a San Sebastián y a San Roque.
Pero el origen de dicha devoción se retrotrae a la Edad media, como queda dicho, y puede estar relacionado con la creencia antigua de que las epidemias que diezmaban periódicamente a la población europea eran un castigo de Dios, o retrotrayéndonos más aún, de los dioses, un castigo en definitiva que la divinidad lanzaba, a modo de flechas, contra la gente por alguna falta cometida que no había sido expiada.
Hay una tradición literaria muy antigua que remonta ya, por ejemplo, a nuestro primer poema épico, la Ilíada de Homero, en cuya rapsodia primera el dios Apolo desencadena la peste disparando sus mortíferas flechas entre el ejército griego por la injuria cometida contra su sacerdote Crises: “Posaba después de las naves al par; y dardo funesto / tiró, y tremebundo vibró del arco de plata el estruendo. / Primero a los mulos iba atacando y rábidos perros; / mas luego, asestando sus astipecinas flechas a ellos, /tiraba; y contino ardían sin número piras de muertos”. (Canto I, versos 48-52, traducción A. García Calvo). Los griegos caían como moscas asaeteados por Apolo.
Volvemos a encontrarnos a la peste en el inicio de Edipo Rey de Sofoclés, pues el desorden tiene a Tebas al borde del caos, "la peste odiosa avanza arrasando tierra y pueblo; / por quien se vacía la mansión de Cadmo, y negro / el Hades se enriquece en llantos y gemidos”. Edipo ha enviado a su cuñado Creonte a la mansión profética de Apolo a consultarle al dios qué puede “hacer o qué decir para salvar al pueblo”. Y el oráculo del dios le dice que la muerte del antiguo rey de Tebas, Layo, aún sigue impune, de lo que se deduce que a eso se debe el castigo divino de la plaga: “De su muerte claramente el dios encarga ahora / que se castigue a los culpables quienes sean”. Edipo emprende entonces la ardua tarea de expiar ese crimen, desterrando o matando al asesino del antiguo rey, y comienza su investigación policial, que le llevará a la revelación de Tiresias, el adivino ciego que paradójicamente todo lo ve, y que le espeta: “Asesino digo tú del hombre de quien indagas”. Resulta que el detective que investiga el caso de asesinato es el propio asesino y no es consciente de ello... Pero es la epidemia la que, otra paradoja, inicia la redención de Tebas. La plaga, que es el castigo justiciero de Apolo, no cesa hasta que se hace justicia, hasta que Edipo rey descubre que él es el asesino que buscaba y se arranca los ojos, y ciego marcha al exilio: su crimen no consistía en haber matado a un hombre, Layo, que era el rey de Tebas, sino a un hombre que era su propio padre que lo abandonó al nacer para que no sucediera eso mismo que había sido profetizado, y en haberle hecho hijos a su madre hasta que se haga justicia.
Si las flechas son la personificación mortal de la peste, y Sebastián no muere de resultas de los flechazos -al parecer le rescataron medio muerto unas mujeres y le curaron-, es porque en realidad alcanza la vida eterna: porque la muerte es la vida verdadera, no sujeta a la temporalidad. Como superviviente se le venera y como protector de la peste. Tradicionalmente, las plagas eran representadas como una lluvia de flechas que emanaban de la mano justiciera de Dios o de los dioses. Así, nació la creencia de que aquel que había sobrevivido a un ataque de flechas -San Sebastián, en el primero de sus martirios- era capaz de proteger a los devotos de las calamidades que diezmaron a la población durante la Edad Media.
jueves, 8 de julio de 2021
Hostal Coridalós
miércoles, 7 de julio de 2021
Derecho a elegir
Se han reseñado de él muchos aspectos positivos y se ha destacado el costumbrismo de su crítica social, siempre amable, así como el fino oído que tenía para captar y reflejar el lenguaje popular contemporáneo repleto de anglicismos.
Si tuviera que elegir una sola de sus viñetas, me quedaría sin duda con esta por la ironía gentil que desprende su texto y el hondo calado que refleja del ser humano contemporáneo que se siente libre en plena naturaleza ante un amanecer o una puesta de sol, y que insiste en que es libre porque puede elegir entre las diversas opciones que le brinda la sociedad de consumo y del espectáculo en la que vive.
El texto no tiene desperdicio: podemos elegir banco, cadena de televisión, petrolera, comida, red telefónica, informador y opción política, pero cada una de estas opciones está adjetivada con una oración de relativo que la descalifica. Podemos elegir un "banco que me exprima", escribe Forges, en lugar de un contundente "que me robe" o, más sensacionalista aún, "que me atraque", más acordes con la realidad económica. Sin embargo la expresión elegida por el humorista es "que me exprima", como si fuéramos una naranja de la que se extrae el zumo.
martes, 6 de julio de 2021
Milonga del creyente perplejo
lunes, 5 de julio de 2021
Una fábula contemporánea
domingo, 4 de julio de 2021
THX 1138 o La parábola budista de la casa en llamas
sábado, 3 de julio de 2021
Libertad
La obra escultórica Freedom (Libertad) del escultor norteamericano de padres griegos Zenón Frudaquis (1951-...), tallada en bronce y situada en una calle de Filadelfia (Pensilvania) representa cuatro figuras distintas que, en realidad, son la misma figura que se mueve de izquierda a derecha en composición, como si fueran cuatro viñetas consecutivas de una tira cómica o cuatro fotogramas de una película.
Zenón Frudaquis (1951-...)
Frudaquis declara que quería que cualquier persona pudiera entender el mensaje nada más ver la obra y reconocer al instante que se trata de la lucha por liberarse de cualquier sensación opresiva. Y lo ha conseguido.
El escultor ha intentado reflejar más cosas en la obra, pero son anecdóticas y hasta cierto punto triviales frente al poderoso mensaje principal libertario, como por ejemplo el proceso mismo de elaboración, por lo que incrustó la maqueta en la esquina inferior izquierda. A lo largo del muro del fondo el escultor extendió la arcilla y la presionó con los dedos dejando sus huellas dactilares por toda la obra a modo de firma. En el muro incluye a su gato, que vivió durante 20 años con él, su madre, su padre y su propio autorretrato, de cuya boca sale la palabra “freedom” escrita al revés, lo que denota que el rostro fue esculpido en un espejo. Hay muchos más detalles escondidos en el muro para el público curioso, como la fecha de nacimiento del autor (7-7-51), expresada con monedas, dando a entender la relación existente entre el mercado y el arte como objeto de ese mercado. Y también hay un espacio para que el público interactúe, cómo no, con la escultura físicamente, introduciéndose en el hueco donde pone escrito “párate aquí” y tal vez inmortalizando el instante y congelándolo en una fotografía de recuerdo.
viernes, 2 de julio de 2021
Apuntes del natural
Un fragmento inédito de Friedrich Nietzsche del período de Así habló Zaratustra sobre la vida fácil que confiere el sentimiento de pertenencia a un rebaño: "Si quieres tener una vida fácil, entonces permanece siempre junto al rebaño. ¡Piérdete en el rebaño! ¡Ama al pastor y honra las fauces de su perro!" (Willst du das Leben leicht haben, so bleibe immer bei der Heerde. Vergiß dich über der Heerde! Liebe den Hirten und ehre das Gebiß seines Hundes!)
El emperador Marco Aurelio, que gobernó el Imperio romano en latín, se dice a sí mismo en sus Meditaciones (6. 30) escritas en la lengua griega que tanto amaba: Ὅρα μὴ ἀποκαισαρωθῇς, μὴ βαφῇς· γίνεται γάρ. Así lo traduce Manuel J. Rodríguez Gervás: “Sé vigilante, no te cesarices, no te empapes en púrpura, cosa que ocurre.” Y, por su parte, A. Gómez Robledo: “Mira no vayas a cesarizarte ni a imbuirte de este espíritu, cosa que suele acontecer.” La palabra “cesarizar” es un neologismo inventado por el propio Marco Aurelio, calcada sobre el título de César (Καῖσαρ, Caesar en latín, Kaiser en alemán) y el prefijo ἀπό (apó, que hallamos por ejemplo en apoteosis, término que en el mundo clásico significaba concesión de la dignidad de dioses a los héroes o semidioses), con el sentido de asumir la monarquía, hacerse emperador, convertirse en césar. Después de Gayo Julio César todos los emperadores de la gens Iulia, como se sabe, adoptaron su sobrenombre, nombre propio que pasó a ser nombre común, sinónimo de emperador y título honorífico de todos los césares siguientes. Resulta al fin que nuestro emperador más estoico era también el más cínico en el sentido moderno de la palabra. Lo que se dice a sí mismo el emperador, meditanto consigo mismo, es que tiene que mantenerse atento porque el poder puede nublarle la razón o, en terminología más moderna, corromperlo: No te cesarices, César; Napoleón no te napoleonices; individuo, no te individualices.
jueves, 1 de julio de 2021
El síndrome de la cara sin rostro
Ahora bien, aquellas personas que creen que la mascarilla las protege pueden padecer, inducidos por esa falsa creencia, el síndrome de la cara vacía que les generará ataques de pánico y crisis de ansiedad cuando vean a otras personas, potenciales contagiadores, sin ellas.