¿Por qué no se puede acabar de una vez por todas con la pandemia?
Porque tenemos el enemigo en casa. El enemigo no es la epidemia propiamente dicha, que, de por sí, ya está finiquitada. El enemigo es la definición totalitaria de “pandemia” que han hecho las autoridades sanitarias: A pandemic is the worldwide spread of a new disease. Una pandemia es la propagación mundial de una nueva enfermedad. (Nótese que en esta definición no se habla para nada de letalidad ni de mortalidad específica: cualquier enfermedad que tenga una difusión universal, con tal de que sea "nueva", es una pandemia, independientemente de que haya muertos o peligro de muerte entre los enfermos).
Necesitaríamos preguntarles a las autoridades sanitarias algo tan trivial cómo que entienden ellas por “disease”, es decir, por enfermedad. No es nada fácil definir qué es enfermedad, podríamos decir que es la falta de salud, pero eso nos lleva a definir entonces qué es la salud, algo que todos reconocemos que sólo sabemos a ciencia cierta lo que es cuando la hemos perdido.
La OMS define la salud (health en la lengua del Imperio) como sigue: “a state of complete physical, mental and social well-being, not merely the absence of disease or infirmity” (WHO, 1946), o lo que viene a ser lo mismo: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, no simplemente la ausencia de enfermedad -utiliza aquí la OMS los dos términos prácticamente sinónimos en la lengua del Imperio para referirse a la enfermedad “disease”, propiamente sajón, e “infirmity”, de origen latino)”.
Según esta definición, efectivamente estamos sufriendo una nueva enfermedad de difusión universal que es el miedo al bicho, a la plaga, a la peste: a que lo tengamos dentro sin síntomas aparentes. Y lo tenemos bien metido. Ya se encargan los gobiernos y sus autoridades sanitarias, con la OMS a la cabeza, de hacernos la vida imposible aterrorizándonos a todas horas con sus noticias de nuevos brotes, repuntes, olas, casos, contagios... en el universo mundo.
¿Cuál es la nueva enfermedad que se ha propagando por todo el mundo? Actualmente es la creencia, falsa como todas, de que somos enfermos en potencia y que que podemos contagiar a los demás, aunque no tengamos ninguna evidencia sintomática. Somos según la prueba de PCR positivos de hecho o, si resultamos negativos, somos positivos en potencia. Pero no. Somos, en realidad, negativos: no negacionistas: negadores de la enfermedad y de la salud, las dos caras de la misma moneda, que es la vida humana, que pretende administrar dicha Organización Mundial. Podemos portar virus coronados, pero no transmitirlos.
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