domingo, 30 de agosto de 2020

Vuelta al cole

Ante la vuelta al cole que se avecina, muchos padres se preguntan si sus hijos tendrán que llevar en todo momento el embozo a clase, y, en caso positivo, a partir de qué edad. 
 
Si uno abre el periódico El País del otro día, por ejemplo, hay un artículo sobre este tema que no tiene desperdicio por lo sabroso que es. Lleva por título: “¿A qué edad obligan otros países europeos a llevar la mascarilla en clase? ” La pregunta es malintencionadamente capciosa, porque da a entender que otros países europeos, al igual que el nuestro, obligan a las tiernas criaturas infantiles a llevar la susodicha prenda a modo de uniforme a clase, lo que no es cierto en modo alguno. 
 
 
Lo que sucede es que al Periódico Global del Régimen le interesa y mucho -por algo será, sus intereses tendrá, como suele decir la gente- justificar la política sanitaria del gobierno de turno que padecemos, y por eso mismo no considera oportuno ni conveniente para ese propósito poco confesable informarnos de que hay países en el viejo continente donde, efectivamente, no es obligatoria ni siquiera recomendable la mascarilla en la escuela, como Suecia, por ejemplo, donde no lo ha sido nunca, donde sin ningún confinamiento, por cierto, no les ha ido tan mal como a nosotros y donde nunca se cerraron los colegios, u Holanda, donde los alumnos tampoco están obligados a guardar la distancia de seguridad de un metro y medio, al contrario de sus enseñantes, que sí deben guardarla. Pero de estos “otros” países europeos no nos informa el boletín oficial del Estado que es dicho rotativo progresista. 
 
El subtítulo de la noticia reza: “España es uno de los países más restrictivos -y no es esa la palabra, digo yo, porque España no restringe la medida, en el primer sentido de la palabra restringir, que es “ceñir, circunscribir, reducir a menores límites”, lo que restringe es la edad de los afectados, sino que lo que hace es constringir, es decir, constreñir, esto es, “obligar, precisar, compeler por fuerza a alguien a que haga y ejecute algo” por lo que debería decir que España es uno de los países más constrictivos-, imponiendo la medida de protección -"medida de protección" se hace gratuitamente aquí sinónimo de mascarilla- a partir de los seis años”. 
 


Leyendo el susodicho artículo nos enteramos de que probablemente España es el único país europeo donde la mascarilla va a ser obligatoria en toda la enseñanza primaria -desde los seis a los doce años- en todo momento y en todo lugar dentro del recinto escolar, lo que no deja de ser una barbaridad, que el citado periódico intenta justificar implícitamente como medida de protección y precaución. 
 
En otros países europeos, con los que nos compara, la “protección” se impone a partir de los 11 o 12 años, y en algunos de esos no precisamente en las aulas, sino en pasillos y otros espacios comunes, siguiendo el criterio de la OMS que en su última recomendación reconoce que los menores de 11 años tienen según la evidencia científica una capacidad mínima de contagio tanto por activa como por pasiva, por lo que la protección -léase el embozo- se vuelve en su caso innecesario. 
 
 
Pero en esta España de María Santísima, sin embargo, donde somos más católicos y papistas que el propio Papa, la obligación de tapar nariz y boca en el aula se impone a partir de los seis años, privando así a la sociedad de la sonrisa infantil. 
 
Para más colmo, en algunos de los diecisiete reinos de Taifas o comunidades autónomas, como en el caso de Cantabria, se recomienda incluso el uso del bozal en la etapa infantil o pre-escolar de 3 a 6 años, lo que no deja de ser otra monstruosidad.
 
¿No es, acaso, demencial todo esto? ¿No son una locura todas estas medidas que quieren imponer a los menores de edad en escolaridad obligatoria (mascarillas, distancia social, confinamiento, aulas burbuja, enseñanza a distancia...)? ¿Tiene, acaso, el uso de la mascarilla en la franja de edad que va de los seis a los doce años alguna fundamentación pedagógica, ya que no parece tenerla sanitaria según la Organización Mundial de la Salud? 
 
No es una pregunta ingenua, aunque sí retórica: la mascarilla, la distancia social y la enseñanza telemática en esas tempranas edades tienen un fundamento pedagógico muy evidente en el sentido que daba a la palabra el entrañable personaje de don Antonio Machado que fue Juan de Mairena cuando decía en sus momentos de mal humor: “Un solo pedagogo hubo. Se llamaba Herodes.”

1 comentario:

  1. La impresentable ministra del gremio ha dicho que los maestros podremos hacer que los chavales descansen de la mascarilla a ratos abriendo las ventanas para que puedan respirar un poco... sobre todo en pleno y crudo invierno y con la calefacción a tope, a ver si en vez del virus cogen una buena pulmonía. Alcibiades.

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