Se denomina priapeo al dístico o estrofa compuesta de dos versos: un glicónico y un ferecracio. El nombre puede deberse al recuerdo de su empleo en principio para las inscripciones obscenas de las imágenes itifálicas de Priapo, alcanzando después un tratamiento literario en los poetas conocidos. El primero consta de ocho sílabas pero al ser la última aguda cuenta, en el cómputo castellano, como verso de nueve sílabas, y el segundo es un heptasílabo con final llano, en realidad, un glicónico amputado al que le falta la última sílaba.
Fresco del dios griego Priapo en la casa de los Vettii, Pompeya.
La gracia de este verso o, si se prefiere, estrofilla para la métrica castellana reside en que se evita el octosílabo llano, que es el verso de arte menor por excelencia más abundante en nuestra lírica. Pasamos así de un octosílabo agudo, eneasílabo para el cómputo, a un heptasílabo evitando el trillado octosílabo.
Pero estos versos, el glicónico y el ferecracio, no son simplemente versos "de sílabas contadas", sino que responden a un esquema rítmico, cuya base inicial son dos sílabas indiferentes al ritmo, un coriambo central (+ - - +) más un yambo para el glicónico (- +), y una sílaba no marcada para el ferecracio ( - ).
Este verso se encuetra ya en griego en los líricos Safó y Anacreonte, que lo utiliza en serie estíquica. En latín sólo está atestiguado en el carmen 17 y en el fragmento 1 de Catulo, en uno de los Priapea (86) de la Appendix Vergiliana y en un fragmento de Mecenas.
Sirvan como ejemplo del carmen 17 de Catulo, los cuatro últimos priapeos:
nunc eum uolo de tuo / ponte mittere pronum,
si pote stolidum repen-/te excitare ueternum,
et supinum animum in graui / derelinquere caeno,
ferream ut soleam tena-/ci in uoragine mula.
De tu puente deseo a él / de cabeza tirarlo,
por de pronto si espabilar / puede torpe modorra,
y si deja en el lodazal / denso su alma indolente,
como mula su herraje en un / remolino viscoso.
Parece que el primer ejemplo que encontramos en latín estaría en un fragmento de Catulo, citado por Terenciano Mauro, que comienza así:
hunc lucum tibi dedico / consecroque, Priape,
Este bosque dedico a ti / yo y te consagro, Priapo.
Un ejemplo en castellano de creación propia podría ser esta canción que compuse contra el servicio militar obligatorio:
En el tren a servir al rey / ya a los mozos se llevan,
bravos quintos, a hacer atroz / instrucción de la guerra.
Tren que surcas al ras el mar / de esta España y sus tierras,
que la partes de norte a sur, / haz, buen tren, que se pierdan,
que los mozos no lleguen hoy, / ni hoy ni nunca, a la meta,
cambia el rumbo y da marcha atrás, / y que nadie lo sepa.
Que al destino no lleguen, tren, / ni a lo que les espera:
voz de mando y el ronco son / de una fiera trompeta.
Tren, desanda el camino, y haz / que no lleguen, que vuelvan
con la novia que triste está / sola haciendo la cuenta
de los días que faltan, ay, / de las noches que quedan;
que no lleguen nunca al cuartel; / tren, bendito tú seas.
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