lunes, 6 de febrero de 2023

Al catarro dale con jarro

    Resulta instructivo comprobar cómo la publicidad antigua -hoy sería impensable el caso- de una bebida alcohólica se presenta como "un arma bien dirigida", en concreto como una bomba saludable, contra la gripe, simbolizada por un tipo de raza asiática con un sombrero cónico vietnamita. La bebida referida es un brandi,  que es  el aguardiente que se obtiene de la destilación del vino añejado en toneles de madera. La palabra brandy es término inglés, que a su vez es préstamo del neerlandés brandewijn, que significa en esa lengua "vino quemado". Esta bebida tiene una gradación alcohólica bastante más alta que el vino, rondando entre los 36 y 40 grados, y entre los brandis destaca el famoso coñac, que tiene denominación francesa por su origen.  La botella del brandi se presenta a su vez como la mejor defensa contra la amenaza de la gripe.


     Recuerdo haber oído desde niño que se decía que el remedio de toda la vida contra la gripe era un vaso de leche caliente con miel y una copa de coñac, metiéndose uno en la cama a sudarla acto seguido. Esta vamos a llamar 'sabiduría popular' de la que se hace eco la vieja publicidad hoy no se considera política- ni sanitariamente correcta. Sin embargo, ¡cuánta razón destilan los refranes del acerbo común Al catarro dale con jarro, y El vino en jarro cura el catarro! Recuerdo también ese otro dicho de que la gripe se cura en una semana con medicación y en siete días sin ella (o en otra versión, en dos semanas y catorce días, que viene a ser lo mismo), lo que quiere decir que la medicación es superflua y no estaría de más si se limitara a aliviar los síntomas de la enfermedad, pero aquí es donde entran en juego los temibles efectos secundarios de los medicamentos que nos ofrece la farmacopea, que reparan una pieza de aquí estropeando otra de allá.

     Hemos visto cómo una gripe vulgar y corriente -nos dijeron que era otra cosa, una enfermedad desconocida y nueva en el mundo, además de mortal- ha paralizado prácticamente todo el planeta durante casi tres años consecutivos, ordenando confinamientos, cuarentenas, toques de queda, uso obligatorio de mascarillas, distancias de seguridad, pasaportes de vacunación y una infinidad de protocolos y controles que, para colmo de males, no han servido para nada bueno, y que además no consiguieron su objetivo. Por eso quieren ahora resucitar, entre otros, el fantasma obsoleto H5N1 de la Gripe Aviar.

    El doctor Herbert M. Shelton (1895-1985), autor entre otras obras de "Rubies in the Sand" (1961), que se retituló "The myth of medicine", obra publicada post mortem en 1995 en la que se incluyó además material inédito,  ya escribió un artículo en 1940 sobre la gripe, titulado técnicamente Influenza, donde dice, entre otras cosas, lo mismo que la sabiduría popular: que el remedio es peor que la enfermedad:  Médicos y pacientes rara vez se dan cuenta de hasta qué punto el tratamiento es responsable del aumento y la prolongación del sufrimiento y la muerte.

    Afirma el autor que cuando se tiene un resfriado severo, una gripe o una neumonía, lo que hay que hacer en primer lugar es dejar de comer. No hay que tomar ningún alimento, pero sí agua, hasta que desaparezcan los síntomas agudos. No se debe tomar ningún medicamento.  Lo que hay que hacer es lo que el cuerpo pide: meterse en la cama y descansar: descanso, ayuno y calor. En estas condiciones y siempre que haya aire fresco en la habitación, el cuerpo se recuperará sin medicamentos de temibles efectos secundarios, complicaciones ni secuelas.

Herbert M. Shelton (1895-1985)
 

    No se necesita tratamiento. La fiebre, la inflamación, la tos y demás síntomas indican que estamos en proceso de curación. En el citado artículo Shelton planteaba dos preguntas que deberíamos todos formularnos: ¿Cuánta fe en la efectividad de las vacunas nos ha inculcado la industria farmacéutica -recordemos el cacareado lema de que "salvan vidas" y, hablando del pasado, "han salvado millones de vidas"-, más atenta a sus cuentas bancarias que a nuestra salud, porque lo que a ella le importa no es curar al paciente sino hacer crónica su enfermedad y convertirlo en un cliente asiduo y así fidelizarlo? ¿Cuántos de nosotros hemos sido adoctrinados para pensar que para que nuestro cuerpo esté protegido necesitamos todo tipo de medicamentos y vacunas y para que desconfiemos de nuestra natural inmunidad?


domingo, 5 de febrero de 2023

CARPE DIEM

    El célebre "carpe diem" de Quinto Horacio Flaco, significa literalmente, como se sabe, "coge el día", lo que quiere decir "aprovecha el momento, no lo dejes escapar". No quiere decir, como a veces se piensa, que haya que disfrutar a tope porque la vida son dos días y la muerte algo inminente, porque ¿quién es capaz de disfrutar a tope pensando una cosa así ante la perspectiva de la amenaza sombría de la espada de Damoclés sobre nuestras cabezas?
 

    Es algo más profundo que eso. No es un mal consejo en lo que de negativo conlleva, disuadiéndonos implícitamente de regodearnos en el pasado o en el futuro, porque tanto el pasado como el porvenir son formas del tiempo cronometrado que se le imponen a nuestra vida, que matan nuestras posibilidades de vida aquí y ahora; nos está sugiriendo que nos liberemos de nosotros mismos, de nuestro pasado y de nuestro futuro, pero no funciona tan bien en el consejo explícito y positivo que nos da porque nos está  ordenando con un imperativo (carpe, como si dijéramos: ¡haz esto…!) que nos aferremos al momento presente, al instante, lo que no deja de ser una orden que tenemos que cumplir -¿y cómo voy a librarme de mí mismo si tengo que cumplir una orden?-, y además emplea el término “momento” (diem en latín), que precisamente no nos deja salirnos del tiempo cronometrado en el que estamos inmersos y del que quiere liberarnos. La intención es buena porque nos exonera del pasado y del futuro, no se puede negar, pero, como contrapartida, nos encadena al momento presente.

 Fotograma de El club de los poetas muertos (Dead poets society), de Peter Weir (1989)

    El poeta, en otras palabras, nos dice que en lugar de lo que hacemos habitualmente que suele ser vivir en el ayer recordando siempre lo que hicimos el otro día o hace cuatro años e identificándonos así con nuestros numerosos antepasados, o vivir en el mañana haciendo planes para el fin de semana que viene, o proyectos para las próximas vacaciones, para un futuro inasible porque el futuro por definición es lo que no existe todavía, lo que está siempre por venir y no acaba de llegar nunca, proyectándonos así en la también numerosa descendencia de nuestros herederos, deberíamos ocuparnos de vivir... íbamos a decir "el presente". Pero ¿qué es el presente? Si el pasado no existe porque son recuerdos y el futuro tampoco porque es la proyección de nuestros deseos o temores ¿qué es el "presente"?

    Honestamente, hay que reconocer que no lo sabemos. Lo más que podemos decir es que hay que vivir ahora, ahora mismo -y no estamos diciendo que haya que vivir "el ahora", que no es lo mismo, sino ahora. 

    Ahora es una palabra deíctica, que no tiene significado ni se deja definir y por eso nos saca de la realidad y nos libera del tiempo, que, cuando la pronunciamos, ya ha pasado. Y ¿qué quiere decir eso? Pues que tendríamos que dejar de habitar en el pasado y dejar al mismo tiempo de alojarnos en el futuro porque, mientras hacemos eso, no vivimos aquí y ahora mismo. Sencillamente.


Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Vt melius quicquid erit pati!
Seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum, sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

(Horacio Odas I, 11)
 
Os ofrezco varias traducciones al castellano. Empezamos por la del venezolano Miguel Antonio Caro, en versos alejandrinos compuestos por dos hemistiquios heptasílabos:
 
Cuál fin a mí los dioses, cuál fin a ti, Leucónoe,
hayan de reservarte, no quieras indagar,
ni en consultar te empeñes los babilonios números;
cerrado a humanos cálculos el porvenir está.
 
Mejor es resignarnos a lo que venga, o Júpiter
benigno otros inviernos conceda y otros más,
o este el último sea que hoy en rocas inmóviles
a deshacer sus tumbos lleva el Tirreno mar. 

Sé cuerda, vinos filtra y estrecha en breve círculo
las largas esperanzas. Esquiva nuestra edad
vuela mientras hablamos, ¡paso! No fíes crédula
en día venidero, goza este que se va.

La traducción de Alejandro Aráoz Fraser, en hendecasílabos con rima consonante:

No quieras tú saber, que no te es dado,
qué fin los dioses, Leucónoe hermosa,
nos darán a los dos; sin tal cuidado
vivir este momento es sabia cosa.

No sabes si será tu último invierno
el que ves. No consultes adivinos,
y ya que nada puede ser eterno
óyeme; sé prudente, gusta vinos,
 
aprovecha el instante presuroso;
breve es la vida, la esperanza vana:
el tiempo huye entre tanto envidïoso,
hoy goza y nada esperes de mañana.
 
 

La traducción de Manuel Fernández Galiano, en verso libre (por no decir que en prosa que reproduce en un renglón el contenido de un verso latino, lo que, por otra parte, no desmerece en cuanto a la traducción del contenido a nuestra lengua, si bien se ha perdido la música, o sea, el ritmo).
 
No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mi
 ni a ti los dioses destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy
que destroza al mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
contén. Mientras hablo, el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures que otro igual vendrá después.
 
La traducción de Agustín García Calvo, en asclepiadeos mayores, es la única que reproduce en castellano el esquema rítmico del original, además de ser una traducción bastante literal. El nombre griego de la destinataria Leuconoe, que literalmente significa "mente blanca", lo ha traducido magistralmente por Cándida, lo que nos recuerda a nuestra expresión "alma cándida". Y el nombre propio de Júpiter ha sido sustituido por "el Señor", dado que en el politeísmo romano era este dios el rey y señor de todos los dioses y las diosas.

Tú no indagues (es ley / nunca saber) / qué fecha el cielo a mí,
cuál a ti te marcó, / Cándida, y no / andes a consultar  
carta y número astral. / ¡Cuánto mejor / lo que se dé pasar!
Que otro invierno a tu haber / ponga el Señor, / que último sea ya
este que áspera hoy / contra el cantil / hace romper la mar
Tusca.  Trata de ser / cuerda, colar / vino, y a breve fin
la esperanza abreviar. / Solo en hablar / ídose el tiempo habrá 
falso. Pilla del hoy; / mínima pon / en su mañana fe. 
 
 
No pretendo yo hacer ninguna traducción y competir con las anteriores, líbrenme de eso los manes de Horacio y los de los traductores anteriores,  sino hacer en todo caso una paráfrasis, bastante farragosa, por cierto, y para ella me aprovecho, lo reconozco, de algunos hallazgos de las anteriores.  Y la hago en asclepiadeos mayores, cómo no, que es el metro original de Horacio, aunque soy consciente de que es un ritmo un poco duro para nuestros oídos castellanos:
 
 Nunca vas a saber / cuánto a los dos /  tiempo nos va a quedar,
 alma cándida, así /  que haz el favor, / no te atormentes más. 
Deja horóscopos, pues, / ya de leer: / falsos profetas son.
 Lo que sea será, /  si es que ha de ser. /  Ya se verá si Dios 
 otra tregua te da / o este será / tu último invierno ya
que el cantábrico mar / veas batir /  de olas y temporal.
  Ten sentido común,  / sírvete buen / vino y olvido pon. 
Ni esperanza razón / hay de albergar / ni desesperación.
En hablar se nos va / -ya se nos fue-,  / míralo, el tiempo huyó,  
por la puerta de atrás, / nuestro. A lo de hoy / tente, al momento, que es, 
piensa, el único que hay. / No en el ayer / vivas, que no pasó.
 No hagas planes y no / crédito des / nunca a lo por venir.

sábado, 4 de febrero de 2023

Refutación del punto, la recta y el plano ( y 2).

    En nuestra vida diaria no hay puntos, ni líneas rectas, direcciones únicas, caminos derechos, sentidos unívocos, distancias cortas, ni tampoco planos. Para llegar a un supuesto punto hay que dar a veces muchas vueltas, muchos rodeos, tomar muchas curvas y senderos alternativos, recorrer muchos meandros y bifurcaciones. Para llegar a un punto no vamos a encontrar nunca un trayecto rectilíneo, y probablemente nunca encontremos ese punto al que pretendíamos llegar. 

 
    Es más: algunas veces descubriremos que el punto al que queremos llegar, ese objetivo que nos habíamos trazado, esa meta que queríamos lograr a toda costa, no existe en la realidad, sino sólo en nuestra imaginación, por lo que nunca llegaremos al destino de esa tierra prometida. 
 
      Más aún; si por casualidad existe y llegamos un buen día a ese destino, descubriremos que no merecía la pena, al menos no tanto como el viaje que provocó que nos pusiéramos en marcha. Lo importante no es llegar cuanto antes, lo importante es andar, inventar el camino y regodearse en él, y descubrir la belleza al asomarnos a la ventanilla del tren y sentir el aire fresco en la cara, los aromas de los campos que vamos dejando atrás, los fotogramas en movimiento del paisaje. La meta, el punto imaginario que nos hemos trazado, no importa. 
 
     Soledad Bravo cantaba con su poderosa voz cristalina el poema del venezolano Aníbal Nazoa, titulado "Punto y raya", cuya letra dice así: Entre tu pueblo y mi pueblo / hay un punto y una raya. / La raya dice no hay paso; / el punto, vía cerrada. / Y así entre todos los pueblos, / raya y punto, punto y raya. / Con tantas rayas y puntos / el mapa es un telegrama. / Caminado por el mundo / se ven ríos y montañas, / se ven selvas y desiertos, / pero ni puntos ni rayas, / porque esas cosas no existen, / sino que fueron trazadas / para que mi hambre y la tuya / estén siempre separadas
 

viernes, 3 de febrero de 2023

Refutación del punto, la recta y el plano (1).

    El profesor de matemáticas del instituto, al que apodábamos Pitagorín, nos explicaba que la distancia más corta entre dos puntos era la línea recta. Matemática pura, sentenciaba. Era un axioma, una verdad que no necesitaba demostración porque se imponía por sí sola. Pero no dejaba de ser, pensábamos sin querer nosotros, algo abstracto, algo verdadero, seguramente, en el plano geométrico e ideal, o sea, matemático, pero no en el plano de la realidad de la vida cotidiana. 
 
   Al leer una porrada de años después como por casualidad “La destrucción de nuestro sistema del mundo por la curva de Mar” (Ed. Lucina 2001) de Red Marut (pseudónimo de Bernard Traven) en impecable traducción del alemán al español a cargo de Luis-Andrés Bredlow, me vino a la memoria el viejo profesor del instituto. Este libro era un ataque despiadado en toda regla a la geometría y a la matemática axiomática que pretende ser verdad, y lo es, pero a costa de no ser real. Ya lo dijo Einstein, según cuenta Bredlow: En la medida en que las formulaciones de la Matemática se refieren a la realidad, no son ciertas, y en la medida que son ciertas, no se refieren a la Realidad.

       Supe, gracias al traductor, que Bernard Traven (o Bruno Traven, como prefieren llamarlo en México, país que lo acogió y que él fotografió) había escrito, entre otras, la novela "El Tesoro de la Sierra Madre", que fue llevada al cine en 1948 por John Huston, protagonizada por Humphrey Bogart, una película magistral sobre la fiebre del oro, un oro en polvo que arrastrado por el vendaval y mezclándose con la arena, vuelve así al final de la película a la Sierra Madre de donde había salido, dejando vacías las bolsas de los codiciosos buscadores.  


    Grande ha sido mi sorpresa cuando leyendo recientemente "Contra los profesores" o sea Aduersus mathematicos de Sexto Empírico, especialmente los libros III y IV, "Contra los geómetras" y "Contra los aritméticos" respectivamente, encuentro que el opúsculo de Red Marut presenta sorprendentes coincidencias en sus formulaciones con el tratado  escéptico  de Sexto. 
 
    Ambos textos coinciden en la refutación del punto. Así, Red Marut: El punto sólo puede ser pensado; sólo puede ser inventado por el pensamiento. Ningún ser humano puede imaginar un punto. No hay ningún punto, ni en la Tierra ni en otra parte alguna del universo. ¿Qué es un punto? Un punto muestra una ubicación y como tal, no tiene tamaño o dimensión alguna. 
   
   
    Y Sexto, por su parte refuta la línea del siguiente modo: La línea es longitud sin anchura, pero algo así es inconcebible ni entre las cosas sensibles ni entre las inteligibles. Entre las primeras la longitud de una cosa la percibiremos siempre con una cierta anchura por muy mínima que sea. Si privamos de anchura a la longitud, la abolimos efectivamente. A nuestros sentidos no se les ofrece ninguna longitud sin anchura. 
 
    Sexto le atribuye a Aristóteles la objeción de que podemos concebir la longitud de un muro sin conocer su anchura: Pero en este caso, afirma Sexto, estamos percibiendo la longitud de un muro que no está desprovisto de anchura, sino cuya anchura concreta nosotros desconocemos o no podemos percibir, lo cual no demuestra que el muro esté desprovisto de anchura.    

jueves, 2 de febrero de 2023

Y otra tanda de eseemeeses y teletipos

El Minotauro que halló Teseo, el héroe, en el centro del Laberinto y contra el que tuvo que combatir heroicamente era su propia imagen en un espejo reflejada.

 
Mosaico romano del Laberinto y el Minotauro, antigua Conímbriga, Coimbra (Portugal)   
 
 Se oye a veces decir que vivimos en un país libre -¿de qué? me pregunto yo- y que hay libertad de expresión, pero no es verdad, hay censura feroz: autocensura.
 
La mejor intervención humanitaria que podrían desempeñar las tropas de nuestros ejércitos sería no provocar acciones que requieran su intervención humanitaria.
 
Decir que los medios de comunicación no reflejan la realidad es falso: no solo la reflejan, sino que la crean; lo que no reflejan es, sin embargo, la verdad.
 
Cuando el modelo no se ajusta a la realidad, en vez de descartar el modelo erróneo, hacen que la realidad, esa vieja dama impresentable, se ajuste a su modelo.
 

Joven leyendo a la luz de una vela, Matthias Stom (c. 1630)
 
 
La ley antiterrorista necesita crear al terrorista -definirlo- para poder combatirlo. Si no lo hay, el Estado, el mayor terrorista, lo crea haciéndolo existir.
 
Hay un altruismo, por así decir, paradójicamente egoísta detrás del que se ocultan unos deseos inconfesables de promoción personal y de salvación individual. 
 
Si ya se sabe según las encuestas quién va a ganar las elecciones, no hay ninguna razón para celebrar los comicios que no sea la corroboración de las encuestas.
 

La magia negra de nuestros días hace a los medios (in)formativos masivos ocuparse tanto de la producción como de la distribución noticiosa de falsas novedades.
 

miércoles, 1 de febrero de 2023

Años setenta

    Viendo casualmente esta fotografía de una playa de los años setenta se me ocurren algunas observaciones, que comparto con mis escasísimos lectores. Llama la atención a primera vista por ejemplo que no se ven tatuajes en brazos, piernas y espaldas de la gente que están ahora tan de moda y que convierten los cuerpos humanos en lienzos y pinturas al fresco. Ya se había puesto de moda el bronceado y había hecho irrupción el biquini, y en los chicos el slip, como se llamó al calzoncillo ajustado al cuerpo por debajo de la cintura hasta las ingles, pero dejando aparte esas modas en los trajes de baño que van y vienen, llama poderosamente la atención la esbeltez de los cuerpos, por contraposición a las obesidades mórbidas que padecemos en la actualidad ya muchas veces desde la infancia, debidas, sin duda, a una mala alimentación y quizá a una vida demasiado sedentaria y hogareña, abocada a las pantallas que al duro banco tanto nos amarran.
 
 
    El otro día en la piscina municipal coincidí con un grupo escolar de niños y niñas que iban a aprender a nadar con sus profesores de Educación Física -no les gusta a nada que digamos de "gimnasia" y prefieren esa rimbombante y horrísona denominación, que tanto recuerda al culturismo y a la cultura física- y sus monitores de natación, y lo que me llamó la atención al verlos enseguida fue su obesidad general, tanto de los niños como de las niñas. No sé si tendrá algo que ver, algo tendrá, seguramente, el hecho de haber estado confinados durante la pandemia, castigados sin salir de casa y sin poder corretear, como recuerdo yo que hacíamos los niños y las niñas en mi infancia por las calles. Quizá sea algo que venga de atrás, de antes de la pandemia. (Me hace gracia, entre paréntesis, este modo de hablar que toma como referencia temporal la pandemia que ha marcado en nuestras vidas como el nacimiento de Cristo un antes y un después, y así hablamos de antes, de durante y de después de la pandemia).
 
 
    No es ese el recuerdo que tengo yo de los niños de mi infancia, cuando lo normal no era estar obeso, como hoy día, sino delgados, hasta el punto de que si había algún niño obeso se le ridiculizaba despiadadamente enseguida, y pasaba a ser Gordito Relleno, como aquel personaje entrañable e inocentón de la historieta de Peñarroya de la revista Pulgarcito.
 
 
    Pero si hay algo que me llama poderosamente la atención, aparte de la ausencia de accesorios tales como sombrillas, sillas, tumbonas y demás trastos que la gente suele llevar en la actualidad a las playas, y choca particularmente, es que no había teléfonos móviles, lo que hacía que la gente hablara entre sí y se relacionara -o no se relacionase, si no quería- con los demás que estaban allí, pero no con amigos y familiares ausentes. Parece que entonces la gente vivía el momento presente, no como ahora que, gracias a los esmárfones, estamos ausentes cuando estamos presentes, y viceversa, pendientes siempre de nuestra prótesis individual. Hoy en día, tanto si estamos solos como acompañados, cada cual está más pendiente de su móvil que de quien tiene al lado.
 
    Esos móviles que no podían aparecer en la foto de arriba porque aún no se habían inventado son hoy nuestra propia personalidad, hasta tal punto que se considera un delito o al menos una intromisión intolerable que alguien hurgue en nuestra preciosa y preciada intimidad. Podría decirse, sin incurrir en ninguna falsa nostalgia ni en la banda sonora de aquellos años de estúpidas canciones de verano de la oprobiosa dictadura, cuando se puso tan de moda ir a broncearse y no tanto a bañarse a las playas, que en aquella playa de la foto no hay prácticamente nada, y que hay casi todo, sin embargo.

martes, 31 de enero de 2023

Al invierno ningún lobo se lo comió.


 Al invierno ningún      lobo jamás     vivo se lo comió. 
Ni tampoco ningún     virus letal      ni un infernal calor. 
A su cita llegó,      poco puntual;     pero por fin llegó
el invierno. Cayó,     mira, el primer     manto de nieve albar. 
Sopla un viento glacial.    Puesta de sol     gélida. El astro rey
se hunde crepuscular.     Ha de caer,     plomo, la noche, que es 
 larga. En ella, sin fin      vamos a entrar      pronto a perder los dos. 
Que la muerte, ojalá,     si ha de llegar,     vivos nos halle, amor.
 

lunes, 30 de enero de 2023

Pintadas

¿Vida post mortem? ¿Hay acaso vida antes? 
¿En Marte, vida? ¿La hay siquiera aquí en la Tierra? 
 
Contra la historia, olvido a fin de que revivan inmemoriales y benditos los recuerdos.
 
 Duró lo mismo que una gota de rocío sobre una brizna de hierba al despuntar el sol.
 
 Será el mejor nacionalismo aquel que sea de mínima o, mejor, ninguna intensidad. 
 
Mejor un pez que nada en aguas de la mar salada que un pescado en la pescadería. 
 
Cometa yo multicolor que vuela al viento.
 
 La paz, un lobo disfrazado de cordero. 
 
 No tengo miedo a lo desconocido, más miedo me da lo conocido que conozco. 

Las imágenes atrofian la imaginación. 
 
 
 Ser algo el día de mañana, sí, cualquier cosa, mas poca cosa, poquita, casi nada. 
 
 ¡Ay! ¡Cuántos jóvenes prematuramente viejos,  envejecidos, más que el buen Matusalén! 
 
Todos los nombres propios son pseudónimos.
 
 Últimas noticias: nada nuevo bajo el sol. 
  Pero el Sol ¿no es nuevo cada día que amanece? 
 
Lo que se pierde, bien mirado, es también, por otra parte, aquello mismo que se gana. 
 
 ¿Quién me ha metido en la cabeza esta idea?  ¿Quién me ha metido en ella todas las ideas?
 
 Los españoles no nacemos españoles, nos hacemos, si no nos hacen antes, españoles.
 
 Ahora es el momento: ahora mismo o nunca.

domingo, 29 de enero de 2023

Escalada armamentista

    Sugerir que la escalada de armamento provoca la muerte, como hace la viñeta de Eneko publicada en el diario Público es algo tan evidente que mencionarlo resulta trivial, superficial. En las cuatro viñetas de la izquierda vemos a dos escaladores que trepan por las dos laderas de lo que parece una montaña, pero son algo más que dos meros escaladores más que una montaña, como vemos a continuación en la viñeta más grande de la derecha. Los escaladores serían los países empeñados en incrementar sus presupuestos de "defensa". Y la montaña, como comprobamos enseguida, no era tal montaña, sino la silueta de la mismísima Señora Inmortal de la Guadaña, es decir la Muerte, como se ve por su calavera descarnada, su negro manto y la cuchilla afilada de la guadaña que porta con la que cercena las vidas a su paso. 
 
 
    Cuando se va a cumplir pronto el año de la guerra espectacular de Ucrania, asistimos a una nueva fase del conflicto, como dicen los pedantes: La guerra ya no va a ser meramente defensiva, la defensa de un pequeño país invadido por otro mucho más poderoso. El presidente ucraniano pretende pasar a la ofensiva, y por eso codicia carros de combate y aviones y misiles, que les pidió a los Reyes Magos no para defenderse ya sino para atacar al invasor en su propio territorio. La Unión Europea, y el eje británico-estadounidense de la OTAN van a facilitarle el armamento, con lo cual la guerra alcanzará sin duda mayores dimensiones
 
    El gobierno español, el más progresista de nuestra historia nacional, el gobierno de la Gente, como se autodefine,  no va a ser menos que sus homólogos europeos, por lo que se apresta a participar en esta santa cruzada de Dios enviando también armamento pesado de última generación al frente de combate. 
 
    En lugar de rebajar la tensión y generar situaciones que favorezcan el alto el fuego, los países de la órbita británico-estadounidense y europea han decidido echar más leña a la fogata. 
 
    Pero la guerra, antes que provocar la muerte, que también la provoca, claro está, genera mucha "vida": artículos en la prensa, debates a favor y en contra, informaciones varias, miles de telediarios y programas televisivos de tertulianos, desfile de opiniones, viñetas como estas de Eneko, o la de El Roto, que sacaba el otro día en el Periódico Global...
 
 
    Y esa "vida" que provoca la guerra mueve dinero, mucho dinero, porque, al fin y al cabo, como sentenció lapidariamente Cicerón "el dinero es el nervio de la guerra", y donde él dice "nervio" nosotros podemos entender "móvil" y "motor". 
 
    De la pandemia, igual que de la guerra que vino a sustituir a la primera en los informativos, lo que importa es que dure, que dure mucho, que mueva mucho dinero a la mayor gloria de la industria farmacéutica y armamentista respectivamente, y sobre todo de la industria de la información, que es tan poderosa o más que las mencionadas, y cubre a ambas oportunamente. La pandemia va a cumplir tres años de edad, y la guerra está a punto de cumplir su primer aniversario.
 
    La industria armamentista o armamentística, que de las dos maneras parece que se puede decir, es, no cabe duda, la auténtica gran beneficiada e interesada en esta nueva fase del conflicto, como dicen los pedantes, de Ucrania. Se frota, por ello, las manos este sector industrial que,  según la impresentable ministra del ramo del Gobierno de España “genera muchos puestos de trabajo”. En sus propias palabras: La industria española de Defensa crea muchos puestos de trabajo. Camufla hábilmente con esa frase tan demagógica la mención del armamento denominando a la industria de las armas “industria de Defensa”, y nacionalizándola además como “española” para que veamos que la pasta queda en casa, por así decir. La prostitución también, señora ministra, crea muchos puestos de trabajo sin ningún género de duda, pero eso no la dignifica.

sábado, 28 de enero de 2023

Mas esemeeses y teletipos

¿Puede alguien decir el nombre de una sola persona a la que la vacuna le haya salvado la vida? Sin embargo, a más de uno le ha dado al otro barrio el pasaporte.
 
 “Yo hablo de lo que me echen con tal de vender Cantabria” -significativo 'vender' del octogenario sátrapa cántabro, que no quiere jubilarse y dejar su satrapía.
 
La alcaldesa de Chicago, preguntada sobre la ola creciente de atracos en la ciudad que regenta, aconseja a la ciudadanía no llevar encima dinero en efectivo.
 
La viróloga oficial predijo con un mes de antelación que en Navidad habría más contagios que el año pasado, pero falló, ave de mal agüero, su don de profetisa. 
 
 
La viróloga oficial del Reino "entra en los hogares" españoles, según el Periódico Global, a través de todos los medios audiovisuales a su alcance con el Virus.
 
 Al saludable negocio de la Farmacopea Industrial no le interesa económicamente hablando curar enfermedades, sino que se vuelvan crónicas y duren en el tiempo.
 
Un enfermo que se cura, sea real o sea imaginario como el de Molière, es un cliente que se pierde, y perder clientela no le interesa al negocio farmacéutico.
 
Frente al “No te quedes con la duda” puntual y concreta de algo, se propone aquí “Quédate con la duda” como método escéptico que cuestiona todas las “verdades”. 

Lo que les interesa a los inversores en industria armamentista no es que haya paz, sino guerra que mueva dinero, que es, según Cicerón, el nervio de la guerra. 

 

Publica el Periódico Global al pie de una imagen de una señora un  mensaje subliminal de bondad del cubrebocas: "protegida -sic, pero ¿de qué?- con mascarilla".