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sábado, 4 de febrero de 2023

Refutación del punto, la recta y el plano ( y 2).

    En nuestra vida diaria no hay puntos, ni líneas rectas, direcciones únicas, caminos derechos, sentidos unívocos, distancias cortas, ni tampoco planos. Para llegar a un supuesto punto hay que dar a veces muchas vueltas, muchos rodeos, tomar muchas curvas y senderos alternativos, recorrer muchos meandros y bifurcaciones. Para llegar a un punto no vamos a encontrar nunca un trayecto rectilíneo, y probablemente nunca encontremos ese punto al que pretendíamos llegar. 

 
    Es más: algunas veces descubriremos que el punto al que queremos llegar, ese objetivo que nos habíamos trazado, esa meta que queríamos lograr a toda costa, no existe en la realidad, sino sólo en nuestra imaginación, por lo que nunca llegaremos al destino de esa tierra prometida. 
 
      Más aún; si por casualidad existe y llegamos un buen día a ese destino, descubriremos que no merecía la pena, al menos no tanto como el viaje que provocó que nos pusiéramos en marcha. Lo importante no es llegar cuanto antes, lo importante es andar, inventar el camino y regodearse en él, y descubrir la belleza al asomarnos a la ventanilla del tren y sentir el aire fresco en la cara, los aromas de los campos que vamos dejando atrás, los fotogramas en movimiento del paisaje. La meta, el punto imaginario que nos hemos trazado, no importa. 
 
     Soledad Bravo cantaba con su poderosa voz cristalina el poema del venezolano Aníbal Nazoa, titulado "Punto y raya", cuya letra dice así: Entre tu pueblo y mi pueblo / hay un punto y una raya. / La raya dice no hay paso; / el punto, vía cerrada. / Y así entre todos los pueblos, / raya y punto, punto y raya. / Con tantas rayas y puntos / el mapa es un telegrama. / Caminado por el mundo / se ven ríos y montañas, / se ven selvas y desiertos, / pero ni puntos ni rayas, / porque esas cosas no existen, / sino que fueron trazadas / para que mi hambre y la tuya / estén siempre separadas