Al invierno ningún lobo jamás vivo se lo comió.
Ni tampoco ningún virus letal ni un infernal calor.
A su cita llegó, poco puntual; pero por fin llegó
el invierno. Cayó, mira, el primer manto de nieve albar.
Sopla un viento glacial. Puesta de sol gélida. El astro rey
se hunde crepuscular. Ha de caer, plomo, la noche, que es
larga. En ella, sin fin vamos a entrar pronto a perder los dos.
Que la muerte, ojalá, si ha de llegar, vivos nos halle, amor.