domingo, 25 de octubre de 2020

SI VIS PACEM, PARA BELLVM

El oximoro es una figura retórica muy antigua que combina en una misma expresión dos términos de significado contrapuesto, que originan un nuevo concepto, como por ejemplo “silencio ensordecedor”. No es solo una figura estilística de escritores y poetas, sino que también la usa todo el mundo cuando dice cosas como por ejemplo “ir a ninguna parte”, o “humor serio”. 

Al utilizar términos contrapuestos como estos se origina casi siempre una contradicción. Esta contradicción se ve muy clara en casos como “líder positivo”, como si no fuera intrínsecamente negativa la existencia de cualquier liderazgo, “banco malo”, como si hubiera instituciones bancarias que no fueran perversamente usureras y como si fuese sencillamente posible la creación de una “banca ética” o de un “mercado justo”. 

Uno de los ámbitos donde más se dan los oximoros es en el relacionado con la guerra y la paz. Ya desde antiguo se hablaba de “guerra santa” o de “guerra justa”, adjetivos que justifican y hasta santifican el derramamiento de sangre en nombre de alguna causa. Modernamente se ha dado el cambiazo a la palabra “guerra” sustituyéndola, a fin de camuflar la realidad, por el eufemismo de “misión”; y el adjetivo religioso “santa” y el ético “justa” se han transformado en “humanitaria”, por ejemplo, y hasta “democrática”. Y ya en el colmo del enrevesamiento: "misión de paz" o "fuerzas de paz". 

Napoleón como Marte pacificador, Canova (1803-1806)

Una Ministra de Defensa del reino de las Españas, ya fallecida, llegó a decir en su día que tanto ella como el ejército eran pacifistas. Pero no es una modernez. Ya los romanos hablaban de un dios de la guerra, Marte, portador de la paz: Mars pacifer, por lo que el engaño viene de muy atrás. 

Detrás de todos estos términos se encuentra el viejo aforismo: si uis pacem, para bellum: si quieres la paz, prepara la guerra. Según esto,  el mejor modo de procurarnos la paz no sería el desarme, que es lo lógico, sino la fabricación de armamento y el rearme junto a la instrucción militar para la defensa, que infundiría temor a los eventuales enemigos. La existencia de estos enemigos sería previa a una declaración de guerra, y no, como sucede, resultado de esta. El enemigo, en efecto,  en el sentido del latín hostis, enemigo público, y no inimicus, enemigo personal, no existe antes de que se le declare la guerra. Sucedió con el terrorismo, ahora sucede con el virus coronado, que ha venido a sustituirlo con notable éxito en todo el mundo.

En este sentido hay que destacar que el hoy en día denominado Ministerio de Defensa se designó no hace mucho tiempo con más justó nombre, cuando se llamaba al pan pan y al vino vino, Ministerio de la Guerra. 

Mural de El-Zeft, 2012

Hay un precedente griego de esta sentencia latina que estamos analizando, y que leemos en el capítulo 124 del libro primero de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides: pues la paz se establece con más firmeza mediante la guerra, (ἐκ πολέμου μὲν γὰρ εἰρήνη μᾶλλον βεβαιοῦται) afirmación que el historiador pone en boca de los habitantes de Corinto en la asamblea de la Liga del Peloponeso que se celebró en Esparta. Esparta ya había decidido la guerra a la πόλις τύραννος (pólis týrannos), la ciudad tirana en clara alusión al imperialismo democrático ateniense, pero convocó esta asamblea para que todos sus aliados manifestaran su acuerdo. 

Los corintios, en ese discurso, aseguran que votan la guerra “aspirando a la paz más duradera que le seguirá”. La justificación de la guerra es bastante clara. Oigamos sus palabras: Es propio, sin duda, de hombres prudentes estar en paz si no son tratados injustamente, pero es de hombres valerosos dejar la paz para entrar en guerra cuando son víctimas de la injusticia, y luego, cuando la situación es favorable, dejar la guerra para volver a la concordia, sin exaltarse por los éxitos obtenidos en la guerra y sin soportar la injusticia por el placer que proporciona la tranquilidad de la paz (Traducción de Juan José Torres Esbarranch, editorial Gredos).

Pero la formulación latina más clásica se la debemos a Vegecio, en su Epitoma rei militaris 3: igitur qui desiderat pacem praeparet bellum: así que el que desea la paz que prepare la guerra. La reelaboración condicional “si uis pacem, para bellum” es tardía en latín, pero es la que ha hecho fortuna, hasta el punto de que el término “parabellum”, extrapolado de la frase, fue el nombre de una pistola semiautomática diseñada por Georg Luger en 1898 y de sus cartuchos, por lo que se la conoce también como “luger”, fabricada en Alemania a partir del año 1900 y empleada por el ejército alemán en las dos guerras mundiales. 

 Inscripción en el Centro Cultural de los Ejércitos, Madrid, casino militar.

No hace falta decir, cualquiera lo comprende al momento, que no hay cosas tales como “inteligencia militar” ni “armas inteligentes”, porque son claros oximoros. No hay guerras, tampoco, justas ni humanitarias ni preventivas, sino guerras, sin más. Sin adjetivos. Pero a veces el sustantivo se camufla con eufemismos como “conflicto”, a fin de vendérsela a la opinión pública, creando dicha opinión favorable a ella. Y, en ese caso, los adjetivos que se emplean son cultismos como “bélico”, que nos retrotraen a bellum, "guerra" en latín, y a su forma arcaica duellum, que entró en castellano con el significado de “combate entre dos”, origen de nuestro “duelo”, por confusión con duo, el número dos, mezclándose en castellano con otro duelo, derivado de dolum, un sinónimo de dolorem.

Durante el confinamiento o, mejor dicho con término más popular, durante el encierro de la gente, se han visto por la televisión omnipresente en todos los hogares muchas ruedas de prensa con milites gloriosi uniformados y condecorados al lado de los civiles, y se ha oído mucho lenguaje bélico, que nos consideraba a todos como soldados que estábamos en una guerra contra un enemigo invisible que podía agazaparse dentro de cada uno de nosotros mismos. 

Se han oído hasta la saciedad, y en boca del mismísimo presidente del gobierno, expresiones como: “esto es una guerra”, “todos somos soldados”, “el virus es el enemigo mortal” , “vamos a ganar” y un largo y lamentable etcétera, que alimenta la retórica de la guerra, lo que acaba justificando los a todas luces escandalosos gastos militares.

sábado, 24 de octubre de 2020

Hojas secas (II)

El sedicente pensamiento positivo ha creado la falsa ilusión (falsa es epíteto de ilusión) de que la felicidad es una meta realista que todos deberíamos lograr.

Hegesias de Cirene, el abogado de la muerte, escribió un tratado sobre la fatalidad de la vida humana, y concluyó que morir era más goloso que vivir.

El rey Tolomeo le prohibió al filósofo Hegesias hablar del tema de la muerte voluntaria, ante el peligro de que sus oyentes, súbditos del rey, se suicidasen. 
 
La verdad no forja las creencias, porque estas son anteriores a la verdad, que consiste en el descubrimiento de la mentira que subyace a todas las creencias.

Abderramán III, el califa de Córdoba, vivió veinticinco mil quinientos cincuenta días, y calculó que sólo había sido feliz catorce de ellos, y no consecutivos.

Psicólogos y psiquiatras prescriben el don't worry, be happy!, "no te preocupes y sé feliz", pero la felicidad no cabe en la realidad porque son incompatibles.

Un infeliz encontró una lámpara maravillosa, y le pidió al genio que había dentro disipar la razón de su desdicha; aquél hizo desaparecer al desgraciado. 

 

Los habitantes de Un mundo feliz de Aldous Huxley viven supuestamente felices gracias a la ayuda del soma estupefaciente que los mantiene contentos y sumisos.

La industria psicológica de los gurús del ¡sé feliz! nos deprime vendiéndonos una felicidad inalcanzable, como la zanahoria atada al palo delante del pollino.
 
La pitonisa le reveló a Creso, rey de Lidia, que si atacaba Persia destruiría un gran imperio; así hizo; y fue el suyo, descubrió, el gran imperio destruido. 

El monoteísmo judeocristiano y mahometano conquistó los espíritus humanos desplazando el politeísmo con la falsa e inaudita promesa de vida eterna y salvación. 
 
Aunque inhumano a todas luces, insisten en que hay que evitar por nuestro bien en estos momentos de dolor los gestos de afecto que impliquen contacto personal.

 

Predican que dejemos de convivir con los demás, guardando distancias, si queremos sobrevivir. Pero ¿quién, en medio de ese sinvivir, va a querer sobrevivir?
 
Jerjes, el rey de los persas, ofreció una recompensa a quien le descubriera un nuevo placer voluptuoso, pero su deseo infinito no quedó satisfecho con ninguno.
 
El vicario de Cristo pidió a los feligreses que no frecuentaran la casa de Dios de modo presencial y asistieran a la ceremonia de la misa virtual televisada.
 
Las autoridades sanitarias velan por nuestra salud con mensajes alarmistas inventando enfermedades, creando mostros que combatir que justifiquen su misión.

viernes, 23 de octubre de 2020

Hojas secas

Verso otoñal de Goethe: In dürren Blättern säuselt der Wind. Susurra el viento en la hojarasca, o en las hojas secas o feuilles mortes, que dicen los franceses.

Las autoridades sanitarias justifican su existencia sembrando la hipocondría, preocupación angustiosa por la salud que vuelve a la gente paranoica.

Niegan lo que nos dice a todos y cada uno el sentido común imponiendo el delirio de la histeria demencial y colectiva del llamado relato o narrativa oficial. 


Inmolamos a los demás y nos autoinmolamos en sacrificios humanos, chivos expiatorios que somos, en la época más sangrienta de la historia, que es la actualidad.

Han entrado los ladrones en casa y la han desvalijado pero la cuantía del botín arrebatado no es comparable a lo rapiñado año tras año por el Seguro del Hogar.

Inoculan en la población el nocebo del pánico con mensajes traumatizantes de un virus terrorífico y letal que en realidad es la gripe de todos los inviernos.

El "cogito ergo sum" cartesiano se ha sustituido por el "credo ergo sum": el “pienso” por el “creo”; soy fruto de las creencias e ideas que me impiden razonar.

 

La pandemia es una pantomima de falsa información que engendra miedo a la enfermedad, miedo a la muerte en definitiva, que se ha vuelto virulenta y contagiosa.

La Organización Mundial de la Salud, aguijada por empresas farmacéuticas y una sedicente fundación filantrópica, hace enfermos crónicos a todas las personas.

¿Erradican enfermedades las vacunas o son la herramienta perfecta para inocularlas, propagarlas y que persistan, habida cuenta de sus intereses económicos?

Se atribuye a Mark Twain la lúcida constatación de que es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada, logrando así que se desengañe.

Tienen tanto miedo a enfermar y a morir que ni siquiera quieren salir de sus domicilios, que se han convertido en sus nichos. Han perdido la alegría de vivir.

jueves, 22 de octubre de 2020

Breve mensajería antisistémica

Nos embarga a veces la ilusión y afán de poseer algo que nos falta, cuando la mayor satisfacción a nuestro alcance sería librarnos de lo mucho que nos sobra.

La psicosis sin precedente desencadenada por el virus de Dios ha llegado hasta el último rincón del planeta enmascarado, y nunca mejor dicho: se ha viralizado.

La medicina, enemiga como es de la salud pública, es,  más que una epidemia,  una pandemia que se cierne sobre toda la población, de la que no se libra ni Dios. 

Creemos que somos dueños y señores de “nuestras” ideas cuando, en realidad, son ellas las que se apoderan de nosotros avasallándonos: no las usamos, nos usan.

Frente a la pareja, algunas personas optan por la sologamia, y se casan consigo mismas: mal matrimonio. Ser fiel a uno mismo es traicionar a los demás.

Si te quieres mucho a ti mismo acabarás como Narciso, traicionando a la ninfa Eco y a todos los demás, y ahogado en la ciénaga autocomplaciente de los selfis.
 
Los psicagogos (psicólogos y psiquiatras, popularmente loqueros) quieren volvernos locos para encerrarnos en un manicomio y ponernos una camisa de fuerza. 

Ningún creyente -y lo somos todos, con independencia de nuestro credo- se sustrae a la llamada del almuédano a la oración no cinco sino muchas más veces al día.

La única noticia verdadera de la que no informan los medios de comunicación, la única unfake new de verdad, es que la realidad, siendo real como es, es falsa.

Almas cándidas, creían que reencontrarían en la Red viejos amigos perdidos, sin darse cuenta de que si los habían perdido era porque no apreciaban su amistad. 

DOCTA IGNORANTIA: (Nicolás de Cusa): “Así, pues, a ningún hombre le sobrevendrá nada más perfecto en la doctrina que saberse doctísimo en la ignorancia misma.” 

El objetivo de psicólogos y psiquiatras es que aceptes la realidad, que tragues: si no lo haces, te estigmatizan enseguida con el diagnóstico de enfermo mental.

Propagan ideas sin discutirlas, expresan opiniones personales sin ninguna continencia, idiotismos y majaderías, inflación de información siempre falsa. 

Einmal ist keinmal. Una vez no es ninguna vez. Para que una vez pueda considerarse una entre varias y no única tiene que haber, por lo menos, dos veces.

El niño vacío y el niño lleno. Frente a la pedagogía que considera que el niño viene al mundo vacío y hay que llenarlo, la antipedagogía propone lo contrario.

La "buena educación" enseña que para conseguir algo bueno hay que tolerar un sufrimiento directa- y perversamente proporcional a la bondad que perseguimos. 

Mal necesario: La mayor, más dañina y nefasta mentira que sostiene al Régimen es la aceptación del "mal" como necesario: no hay ninguna necesidad del mal. 

La pérdida de la fe en el premio al trabajo remunerado, al sufrimiento lucrativo y retributivo sería, paradójicamente, nuestra mejor y mayor ganancia. 

No se desconecten, permanezcan atentos a sus micropantallas a fin de que puedan realizar mejor su función abotargadora de la poca sensibilidad que les queda.

Estamos acostumbrados ya sin duda alguna a la zafiedad irrespetuosa y a la estupidez más chabacana y ordinaria como la cosa más natural y normal del mundo.

Mientras nos entretenemos mirando y pasando pantallas, no vemos lo que tenemos delante y resulta que es evidente: seguimos inmersos en la caverna de Platón.

¿No es extraño que proliferen tantos libros de autoayuda, auténtica bazofia pedopsicagógica, y tantísimos manuales de espiritualidad y misticismo tibetano? 
 
Los libros de autoayuda exhortan a ser fiel a uno mismo, fomentando el amor propio solipsista de la sologamia: casarse con uno mismo, el peor enlace conyugal.

Se fomenta que el individuo soporte estoicamente el peso del mundo, como el gigante Atlas, gozándose en la exaltación narcisista de sí mismo y de sus selfis. 

La estrategia de la dominación hegemónica es la idiotización de toda la sociedad, el arma más poderosa de destrucción masiva que jamás se haya esgrimido.

Nos aborregan retransmitiendo el entretenimiento pasivo y espectacular del balompié que para más sarcasmo se llama foot-ball con innecesario anglicismo.

Nos inculcan desde pequeños en la escuela que la realidad es la verdad. Si así fuera, saltaría a la vista la evidencia y no sería necesario el adoctrinamiento.
 
El arte de volverlo a uno loco consiste en decirle hoy una cosa y mañana la contraria, creando una verdad que se desmiente a sí misma y que es esquizofrénica.


miércoles, 21 de octubre de 2020

Una vida infernal (Acherusia uita)

Que la vida es un infierno y que, además, no hay otro infierno más que la vida cotidiana es algo que a veces dice la gente y que los poetas han venido repitiendo a lo largo de los siglos haciéndose eco de ese sentir verdaderamente popular. 
 
Podemos empezar aelatoriamente por Lucrecio, que en los versos 978-979 del libro III de su De rerum natura, escribía: Atque ea nimirum, quaequomque Acherunte profundo / prodita sunt esse, in uita sunt omnia nobis, que podemos traducir como: Todo aquello sin duda que en el Aqueronte profundo / han contado que hay, lo tenemos en vida nosotros
 
Los demonios que pueblan ese "Aqueronte profundo", ese infierno, ya que el Aquerón o Aqueronte o Doloroso era uno de los ríos del infierno, es decir, del mundo de Abajo, y que cita Lucrecio son Tántalo, Ticio, Sísifo, las Danaides, así como Cérbero, las Furias y el Tártaro: prolongaciones todas de nuestras miserias cotidianas, proyecciones que situamos en el Más Allá, queriendo alejarlas tal vez así de nosotros cuando las tenemos delante de nuestras propias narices todos los días y no queremos verlas.
 
Cristo en el Limbo, El Bosco (siglo XV)
 
El pasaje de Lucrecio concluye con un hexámetro (1023) que dice:  hinc Acherusia fit stultorum denique uita, donde acuña el poeta el término "Acherusia uita": una vida infernal, como traduce Agustín García Calvo: de ahí viene en fin que la vida infernal se les vuelve a los necios. La traducción más prosaica de este verso, pero bastante literal, que hace Francisco Socas en la edición de Gredos es la siguiente: por donde el vivir de los necios viene a ser a la postre su Aqueronte. Valentí Fiol, por su parte, lo había traducido también en prosa: Es ahí, en fin, donde la vida de los necios se vuelve un infierno. Ya el abate Marchena, en su traducción de Lucrecio, había sentenciado en un hendecasílabo: “La vida es el infierno de los necios”.  
 
Viene a decirnos Lucrecio que proyectamos al desconocido y temido reino de ultratumba, las penas y miserias de nuestra vida cotidiana pretendiendo así alejarlas de aquí, de nosotros, relegándolas al reino inexistente del futuro, y haciendo infernal nuestra vida, que se resigna a soportarlas. 
 
Y eso mismo es lo que siguen cantando los poetas, por ejemplo, William Shakespeare en La tempestad: «Hell is empty, all the devils are here» Vacío está el Infierno, todos los demonios están aquí. Todos los demonios están aquí y no están, por lo tanto, en el Infierno, que está vacío. El mismo mensaje que transmitía siglos atrás Lucrecio. 
 
Oscar Wilde, por su parte, en la tragedia melodramática en verso Vera o Los nihilistas, también conocida como La duquesa de Padua, pone en boca de Beatrice: «We are each our own devil, and we make / This world our hell» (Nosotros somos cada cual nuestro demonio, y hacemos / de este mundo nuestro infierno). 
 
 
Volviendo a Lucrecio, nos recordaba, haciéndose eco del sentimiento que a veces razona la gente, en otro hexámetro, el 971 de ese mismo libro: uitaque mancipio nulli datur, omnibus usu: vida a nadie se da en propiedad, sino a todos en uso. En nosotros, y en los que nos hacen la vida imposible, está el convertirla o no en un infierno.

martes, 20 de octubre de 2020

Homenaje de Cataluña a Orwell

Si George Orwell escribió "Homage to Catalonia", Cataluña le rinde ahora un homenaje póstumo al autor de "1984" dedicándole una plaza en la ciudad de Barcelona: la plaça de George Orwell, en pleno Barrio Gótico, distrito de Ciutat Vella.


La fotografía adjunta, tomada de la Red, muestra cómo el vaticinio de Orwell, que nunca pretendió ser un profeta, se ha cumplido sin embargo. Al lado del letrero de la plaza, qué paradoja, tenemos un panel del Ajuntament de Barcelona que nos advierte en catalán, pero se entiende en castellano, de que nos hallamos en una zona videovigilada en un radio de 500 m.


¿Quién nos vigila? Sin duda ninguna, el Big Brother o Gran Hermano, que es, para los que no lo sepan, algo más que el nombre de un infame concurso televisivo: es el Gran Dictador (y no estamos hablando sólo de los personajes históricos como Stalin, Hitler, Mussolini o Franco, que son agua pasada), sino de los regímenes democráticos y totalitarios que padecemos en la actualidad, Gran Dictador que pretende controlar todos y cada uno de nuestros pasos "por nuestra propia seguridad y nuestro propio bien".
 
La telecámara recibía y transmitía simultáneamente: no sólo imágenes, sino hasta el más leve susurro. Poseía, además de un enorme ojo, dos enormes oídos para escuchar todas nuestras conversaciones. Los espectadores y oyentes éramos vistos y escuchados al otro lado de la cámara por el Gran Hermano, llamemos así al Estado Moderno en honor del padre Orwell, único profeta del siglo XX cuya distopía plasmada en su novela 1984 se ha visto realizada. El Hermano Mayor vela, como si fuera Dios padre todopoderoso, por todos nosotros y nos hace mal, si es preciso, por nuestro propio bien.
 
 
Fue precisamente en el año de gracia de 1984, varias décadas después de escrita la novela, cuando se instaló la primera cámara de videocontrol en el Reino Unido. Por eso el año 1984 de la era cristiana constituye el año I de la new age orwelliana: la Nueva Era ya está aquí. Desde entonces se han instalado hasta cuatro millones de cámaras en dicho país de la vieja Europa. Una persona podría ser grabada hasta trescientas veces en un solo día de vida normal por las calles de Londres, sin que por ello la capital británica sea más segura que antes ni haya tampoco descendido la criminalidad.
 
Desde entonces hemos visto la aprobación de diversas Leyes de Videovigilancia por doquier que permitían la colocación de cámaras para uso policial en los espacios públicos, como en la susodicha plaza barcelonesa, pero también han proliferado las cámaras privadas en hoteles, bancos, domicilios particulares y toda suerte de edificios y transportes. Y ahora, bajo la dictadura sanitaria y so pretexto de la lucha contra el virus coronado, se intensifica el control social y el aparato policial y parapolicial.  Un cartel debajo de un semáforo nos recuerda, por ejemplo, que hay un control fotográfico para los conductores que no respeten la señalización y se salten el semáforo.
 
 
Otro cartel nos recuerda en catalán que debemos guardar la distancia de seguridad de dos metros con otros viandantes, y caminar por la acera de la derecha... Sólo faltaba ya que nos dijeran que marcáramos el paso como en un desfile militar...

Algunas cámaras son de mentiras y forman parte de la escenografía panóptica del miedo: son falsas, como la realidad, pero hacen su trabajo. Mientras la gente no se percate y mientras crea que funcionan, cumplen su misión induciendo al miedo, la paranoia cívica y la sumisión al estado policial. 

Orwell, que no era un profeta, como decíamos, lo clavó sin embargo en su novela 1984, escrita treinta y cinco años atrás, describió  la sociedad totalitaria del control audiovisual del futuro que ya está aquí instalado entre nosotros desde hace mucho tiempo. Cumplido ese plazo con creces, pues hemos entrado ya en el siglo XXI, podemos comprobar en el cartel instalado en  la plaça  que le dedica el Ajuntament de Barcelona que la videovigilancia es un fenómeno global no sólo desde el sector privado sino desde el público, como demuestra la fotografía. Y no se puede decir que haya aumentado objetivamente nuestra seguridad, ni siquiera nuestra sensación subjetiva de seguridad, sino sólo nuestro control por parte del Estado y el Capital, tanto monta... ¡Si Orwell levantara la cabeza...!

lunes, 19 de octubre de 2020

Batería de artillería política de mensajes breves

Como no quieren reconfinarnos a la fuerza, nos recomiendan el autoconfinamiento y la cancelación de la vida social "ante el gran repunte de casos positivos". 
 
La canciller alemana a los jóvenes: "No festejéis hoy, para que podáis vivir bien mañana". Pero ese mañana no se presenta ni hace presente jamás de los jamases.
 
Titular terrorista: "España hacia el desastre: la subida en casos, ingresos, prevalencia, positividad y muertos”. Por la carga explosiva de la última palabra. 
 
Posponer un evento familiar o social supone en la práctica cancelarlo y dejarlo para el incierto día de mañana, futuro inaprensible, porvenir siempre por venir. 
 
La locura profiláctica llega a este extremo: “Tomar cualquier precaución, -cualquier precaución, recalco- resulta clave para reducir el riesgo de contagio”. 
 
España cuenta con el mejor sistema sanitario mundial, una red hospitalaria pública que trata como enfermos desde la cuna a la sepultura a todos los ciudadanos. 
 
Si la farmacopea tradicional elaboraba el medicamento para curar la enfermedad, hoy se inventa, al revés, la enfermedad para vender el medicamento o la vacuna. 
 
Adivina adivinanza. ¿Qué pesadilla aterrorizó a los niños infundiéndoles pavor de la muerte y robándoles la sonrisa? ¿Qué grotesco espantajo fue? La mascarilla.
 
 
Someterse a los análisis de un laboratorio clínico es, a poco que se descuide uno, convertirse en enfermo crónico, un cliente más de la industria farmacéutica. 
 
El sueño del laboratorio farmacológico era crear medicamentos y vacunas para las personas sanas, o lo que viene a ser lo mismo, para los enfermos potenciales. 
 
La epidemia del virus continúa circulando, pero su virulencia ha disminuido considerablemente a juzgar por el número de hospitalizaciones y de muertos en combate. 
 
Después de la infructuosa guerra que declararon contra el virus coronado en la pasada primavera, llega ahora en otoño su fructífica y castastrófica posguerra. 
 
El mundo iría mejor sin los llamados mass media en la lengua del Imperio, o medios de información y formación de la opinión pública, manipulación y propaganda. 
 
El jefe del Estado ordena guardar distancias, llevar siempre puesta la mascarilla por norma de disciplina, y no sobrepasar el número de seis en las reuniones.
 
De F. Savater ante la metáfora "La patria es un hospital": Los gobernantes son los enfermeros, los mass media los anestesistas y los ciudadanos los enfermos. 
 
“El objetivo es reducir los contactos privados, que son los más peligrosos” dice el presidente, y añade: “Todos somos actores de esta batalla contra el virus”. 
 
El Estado Terapéutico, víctima de un ataque de pánico, impone el Régimen del Terror declarando guerra sin cuartel, desesperada, al pueblo, el único culpable. 
 
Los gobiernos de todos los países del mundo declaran, bajo falsa amenaza común, una guerra civil entre todos sus súbditos, enfrentándonos los unos a los otros. 
 
El régimen democrático revela su auténtica esencia autoritaria, absolutista y totalitaria, desenmascarado por la voz del pueblo que clama: No nos representan
 

 
Si trazamos a nuestro alrededor un círculo de dos metros de radio, su área de cuatro metros cuadrados sería la falsa burbuja de nuestra salvación anacoreta. 
 
Las reivindicaciones políticas repiten el inveterado error de exigir soluciones a quienes constituyen el meollo del problema: los gobiernos y administraciones. 
 
Si no superamos el miedo mortal a la muerte que nos arrebata la vida, y el miedo a la libertad que nos esclaviza, nunca lograremos salir del círculo vicioso. 
 
El dinero, el único Dios verdadero que vale y que cuenta, exige fe y obediencia a los mandamientos de la Santa Madre Iglesia de su ciencia, que es la Economía. 
 
Se inaugura la era de la nueva normalidad teledirigida: teletrabajo, teleeducación, telecomunicación, telemedicina, telecompra..., guardando las distancias.
 
Durante los meses primaverales en España se prohibió a los niños salir a jugar a la calle porque corrían peligro de muerte; ahora pueden salir enmascarados. 
 
Cuando los minúsculos víruses traspasan la supuestamente tupida red de las mascarillas, se pone de manifiesto nuestra esencial vulnerabilidad e indefensión.

domingo, 18 de octubre de 2020

¿Dónde fueron a parar?

Publico aquí una versión rítmica de cosecha propia en castellano de la preciosa canción de Pete Seeger Where have all the flowers gone? (¿Dónde fueron todas las flores?) No es propiamente una traducción literal la que presento porque dejo algunas cosas en el tintero habida cuenta de lo imposible que resulta decir en castellano con el mismo número de sílabas lo mismo que en inglés por el carácter prácticamente monosilábico de esta lengua,  pero tiene la ventaja de que se puede cantar con la misma melodía.  

La canción se pregunta en la primera estrofa de una forma tan sencilla como encantadora dónde fueron a parar todas las flores de ayer, actualizando el tópico clásico del ubi sunt, y se responde que las cogieron las jóvenes, para preguntarse a continuación dónde están esas muchachas y responderse que se han casado ya con sus novios, respuesta que da pie a la siguiente estrofa y pregunta consiguiente por sus esposos..., formando una especie de composición en anillo, dado que la respuesta a la última pregunta nos retrotrae a las flores del principio como si de un círculo vicioso se tratase. 


A la letra original le he añadido aquí una última estrofa, contando con la benevolencia infinita de Pete Seger y  siguiendo una sugerencia de un contertulio, que se pregunta dónde fueron a parar los besos de ayer, y hace un alegato en contra de la imposición obligatoria de las mascarillas que padecemos.

Acompaño la traducción de dos interpretaciones en inglés muy distintas: la de Marlene Dietrich, quien aunque no tenga una bonita voz realiza una magnífica y soberbia interpretación, y la del grupo Almost Irish, que le da a la canción americana un aire melódico irlandés. Hay muchas otras versiones disponibles en la Red, además de la del propio Pete Seeger, pues son muchos los grupos y solistas que han hecho versiones de esta estupenda canción.

 
¿Dónde fueron a parar tantas flores? / ¿Dónde fueron a parar,  tiempo hace ya? / ¿Dónde fueron?, ¿dónde están? / -En ramos de novias mil. / Ay, ¿cuándo lo entenderán? / Ay, ¿cuándo lo entenderán?

¿Dónde fueron a parar tantas novias? / ¿Dónde fueron a parar, tiempo hace ya? / ¿Dónde fueron?, ¿dónde están? / -Todas se han casado ya. / Ay, ¿cuándo lo entenderán? / Ay, ¿cuándo lo entenderán?

¿Dónde fueron a parar sus maridos? / ¿Dónde fueron a parar, tiempo hace ya? / ¿Dónde fueron?, ¿dónde están? / -Fueron al frente a luchar. / Ay, ¿cuándo lo entenderán? / Ay, ¿cuándo lo entenderán?

¿Dónde fueron a parar los soldados?  / ¿Dónde fueron a parar, tiempo hace ya? / ¿Dónde fueron?, ¿dónde están? / -En sus tumbas cada cual. /Ay, ¿cuándo lo entenderán? / Ay, ¿cuándo lo entenderán?

¿Dónde fueron a parar tantas tumbas? / ¿Dónde fueron a parar, tiempo hace ya? / ¿Dónde fueron?, ¿dónde están? / -Entre flores por doquier.  / Ay, ¿cuándo lo entenderán? / Ay, ¿cuándo lo entenderán?

¿Dónde fueron a parar tantos besos? /  ¿Dónde fueron a parar, tiempo hace ya? / ¿Dónde fueron?, ¿dónde están? / -Tras la máscara mortal. /¿Cuándo lo hemos de entender? / ¿Cuándo lo hemos de entender? 

sábado, 17 de octubre de 2020

La verdad y la mentira

El grupo escultórico del escultor victoriano Alfred Stevens (1817-75) en el monumento al duque de Wellington que se alza en el interior de la catedral de San Pablo en Londres presenta dos figuras alegóricas con forma humana que personifican la Verdad y la Falsedad. Su aspecto musculoso recuerda el estilo renacentista de Miguel Ángel. 

Detalle de La Verdad y la Falsedad, Aldred Stevens (1857-66)
 

La Verdad arranca la doble lengua a la Falsedad, una lengua muy larga, como vulgarmente se dice, le aplasta el pecho con el pie y después de haberle apartado la máscara carnavalesca, la careta hipócrita que oculta sus grotescos rasgos. Unas colas monstruosas de serpiente asoman bajo su ropaje.

En el grupo escultórico que nos ocupa Verdad y Falsedad están perfectamente caracterizadas, pero un sofista griego podría darle la vuelta a la tortilla y argumentar que lo blanco es negro y lo negro blanco, y, en este caso que la Verdad es en realidad la Mentira y que la Falsedad pisoteada y humillada es de hecho la Verdad, que así resulta ninguneada.

La Verdad y la Falsedad, Alfred Stevens
 

En nuestros tiempos los Estados totalitarios, y todos lo son, fabrican verdades a su medida, y a fuerza de repetirlas machaconamente por todos los medios de creación y manipulación de la opinión pública a su alcance hacen, gracias a la narrativa del relato oficial y su argumentario, que la gente acabe asimilándolas. Llaman, como dijo el poeta, “verdad a la mentira”. Si alguien se atreve a desenmascararlo, se le repetirá, sin argumentos, la conocida pregunta de Poncio Pilato que queda flotando en el aire sin respuesta: “¿Qué es la verdad?”  

Mendace ueritas: “En lo falso, la verdad”, dice con adagio latino el barón de Münchhausen, quien como el Humpty Dumpty de Lewis Carroll afirma que las palabras solo significan “lo que yo quiero que digan”, y cuando Alicia le replica que cómo pueden querer decir tantas cosas tan diferentes, Humpty Dumpty zanja la cuestión sentenciando que el significado depende de quién manda.

El psicoanálisis, por su parte, debe su invención a la "verdad mentirosa", para usar el término de Lacan 'verité menteuse', que Freud desenterró en las expresiones del inconsciente y en el mundo onírico de los sueños, donde yace la verdad censurada del deseo, lo que guarda cierta relación con la divisa mendace ueritas del barón. La verdad no sólo reside en la embriaguez que nos desinhibe (in uino ueritas, según la divisa clásica), sino en la mentira que niega y reprime el deseo inconsciente: yo no quería hacerlo...

viernes, 16 de octubre de 2020

Toque de queda en París

El presidente de la República Francesa, de cuyo nombre propio no quiero hacer aquí ninguna mención, ha decretado en París y otras ciudades francesas,  el toque de queda cual si fuera un sosias del mariscal Pétain redivivo. A los más viejos no dejará de recordarles  a la queda que impusieron los alemanes en la segunda guerra mundial envolviendo las noches parisinas de la ville lumière en tinieblas y silencio. Acaso también recuerden cómo muchos franceses, cómplices, aceptaron la supuestamente benevolente dictadura del mariscal, creyendo que esta les salvaría de una catástrofe mayor cuando ella fue su máxima catástrofe.

Dicho toque estará en vigor durante catorce días entre las nueve de la noche y las seis de la mañana. Consuma así el presidente francés su declaración unilateral de guerra al virus coronado, y asimismo consuma el golpe de Estado, término acuñado por Gabriel Naudé como “coup d'état” en el siglo XVII para referirse a las acciones que los príncipes de este mundo ejecutan contra el derecho común, sin guardar ningún orden, respeto ni justicia que valga, poniendo en peligro el interés particular en nombre del inasequible bien público. Explicaba Naudé que lo propio del poder del Estado, fundado sobre la violencia y la disimulación, su solo y único objetivo era perseverar en su ser.

 

Dicho golpe de Estado instaura "hasta nueva orden" la dictadura sanitaria so pretexto de declararle la guerra -"esto es una guerra", repite incansablemente el susodicho presidente- a un enemigo inexistente, al virus de una pandemia, de la que cualquier epidemiólogo honesto señala que no solamente no existe ya, sino que ni siquiera existió nunca, puesto que lo que hubo durante la primavera no fue más que una epidemia y no la plaga del diluvio universal que sostienen ahora todavía.

A nadie puede caberle ya la más mínima duda de que lo que estamos padeciendo en la vieja Europa, en unos y otros países, bajo unos u otros gobiernos de distinto signo político, cuya orientación hacia la izquierda o hacia la derecha resulta indiferente y trivial, es una dictadura so capa sanitaria, una dictadura que podríamos calificar sin ningún escándalo con el adjetivo de democrática, creando un significativo oximoro, o aparente contradicción que revela cuál es la esencia autoritaria y totalitaria por otra parte de nuestras modernos regímenes democráticos. 

Nadie en su sano juicio duda ya de que esto es una tiranía, por resucitar este otro viejo término, de un despotismo supuestamente ilustrado con sus confinamientos, cierres de fronteras, restricciones de libertad de circulación y de reunión, que quiere reducirse a seis personas como máximo tanto en el ámbito público como en el privado, y una imposición del poder central sobre los poderes locales subordinados so pretexto de una cruzada sostenida por la intoxicación informativa que padecemos de la propaganda gubernamental y de los medios de manipulación y conformación de la opinión pública a su servicio, que resucitan ahora el viejo término francés de “couvre-feu” que literalmente significa “cubrefuego” o “tapafuego”, pero que se traduce por nuestra expresión equivalente de “toque de queda”, que es como aquel “a las diez en casa” de algunos padres a sus hijas adolescentes en la edad del pavoneo.

 

Lo de “toque”, en nuestra lengua, tiene que ver con que se anunciaba al son de corneta, trompa, campana, o instrumento músico similar; lo de “queda” porque tras el sonido de la chirimía que fuera, se convocaba, en tiempos de guerra o turbulencia, a “estarse quedo”, o sea, quieto, en casa, normalmente durante las horas de la noche, por lo que no se podía circular por las calles sin un salvoconducto. La Academia define el término “toque de queda” como la “medida gubernativa que, en circunstancias excepcionales, prohíbe el tránsito o permanencia en las calles de una ciudad durante determinadas horas, generalmente nocturnas”. Pero aquí y ahora lo único excepcional es el toque de queda, no las circunstancias que supuestamente obligan a tomar la medida. El virus, por lo poco que a mí se me alcanza,  si sigue circulando como parece que hace, aunque bastante de capa caída, no distingue el día de la noche.

La expresión francesa, por su parte, de couvre-feu (literalmente el cubrefuego, inglés curfew, nombre de un instrumento de cobre, hierro o terracota generalmente en forma de tapadera, que servía al fin de apagar el fuego) nos retrotrae a la Edad Media -¿cuándo saldremos definitivamente de ella?-, en concreto a la primera mitad del siglo XIII, y su sentido era apagar el fuego en las chimeneas antes de ir a acostarse so peligro de que se declarase un incendio y ardiese la ciudad.

El significado actual de couvre-feu como restricción periódica de movimiento se impone a partir de 1800,  y señala la prohibición de  salir uno de casa y circular libremente sin dar explicaciones a nadie, decretada por las autoridades de un país por medida de policía o en virtud de una orden de la autoridad militar en un casus belli. Por extensión y en sentido figurado, tomado como símbolo, significa también ahogo de la inteligencia y de las legítimas aspiraciones; declive o fin del fuego vivo de la razón, cuyas llamas se apagan en el silencio de la noche, ahora que las autoridades sanitarias nos mandan, infantilizándonos como a niños pequeños, a la cama.


Se trata, en todo caso, de una medida drástica ante una situación calificada de urgente, es decir, que apremia, según las autoridades, a tomar tales medidas. Después de la segunda guerra mundial ha sido una medida muy excepcional en el país vecino, pero que no ha dejado de aplicarse, aunque en contadísimas ocasiones: durante la guerra de Argelia, y recientemente durante los disturbios de los suburbios parisinos del año 2005 y, más recientemente aún, cuando los chalecos amarillos tomaron el Arco del Triunfo. También recurrió a él el gobierno galo de forma puntual durante los atentados terroristas de Niza y Estrasburgo.

No hay que ser el adivino Tiresias para ver que esta medida no va a resolver ningún problema, porque en el fondo tampoco se pretende con ella resolver problema alguno, sino que el problema es ella misma: una imposición más del Estado autoritario sanitario en su guerra sin cuartel contra la gente que acepta resignada todas las medidas "por su bien".

jueves, 15 de octubre de 2020

SPECVLVM MENDAX

El adjetivo latino MENDAX -ACIS, derivado de MENDVM y/o MENDA “defecto, falta, error”, significa en principio “que tiene defectos, defectuoso”, y por restricción del significado “embustero, es decir, que no dice la verdad, por ejemplo en la expresión “speculum mendax” de Ovidio, el espejo mentiroso. Tenemos en castellano el derivado culto “mendaz”, que la Academia define escuetamente como “mentiroso”. Relacionados con esta raíz están los compuestos enmendar, remendar/remiendo, y también mendigo.

Veamos el contexto en que aparece la expresión ovidiana. Está en Tristia III, 7, vv. 33-38, tres parejas de dísticos elegíacos de hexámetro y pentámetro dactílicos que hablan sobre la llegada de la vejez y la pérdida de la hermosura: ista decens facies longis uitiabitur annis, / rugaque in antiqua fronte senilis erit, / inicietque manum formae damnosa senectus, / quae strepitum passu non faciente uenit; / cumque aliquis dicet fuit haec formosa dolebis, / et speculum mendax esse querere tuum.

Me atrevo a traducirlos en versión rítmica castellana aproximada así: Ese tu rostro gentil se ajará al correr de los años / y una arruga saldrá a noble tu frente, senil, / y meterá mano ya a tu belleza vejez perniciosa, / que se acerca con un paso que no oyes venir; / y sufrirás cuando alguien afirme “¡qué guapa era!” / y has de quejarte de que es falso el espejo que ves. 

El espejo falso, R. Magritte (1828)

¿Por qué califica el poeta de falso al espejo? La respuesta es simple: porque lo que dice, la realidad que enuncia, es falsa, siendo con todo real. La arruga que le ha salido en la frente a la joven hermosa es real como ella misma, como le muestra el espejo; pero algo le dice en su interior que ella, la joven que un día fue hermosa y ya no lo es, no es tampoco la imagen que muestra el espejo, la realidad.

Esto me recuerda a un poema de Karmelo C. Irribaren (1959- ) titulado "Los espejos", que contrapone el espejo doméstico propio, que nos dice lo que queremos oír, y por lo tanto miente, con los otros espejos, los espejos públicos, que nos dicen la verdad. 

 
En la Oda de Horacio (IV, 10), que es su tributo a la lírica pederástica alejandrina, dedicada a un tal Ligurino, aparece también el tema del espejo. El muchacho ve que la flor de la edad se aja y marchita, y no se reconoce en el espejo, viendo a otro en él, literalmente: o crudelis adhuc et Veneris muneribus potens, / insperata tuae cum ueniet pluma superbiae / et, quae nunc umeris inuolitant, deciderint comae, / nunc et qui color est puniceae flore prior rosae / mutatus Ligurinum in faciem uerterit hispidam, / dices “heu,” quotiens te speculo uideris alterum, / “quae mens est hodie, cur eadem non puero fuit, / uel cur his animis incolumes non redeunt genae?”

Dice más o menos así en nuestra lengua e idéntico esquema rítmico de asclepiadeos mayores: ¡Oh hasta ahora crüel y en el amor dueño de gracias mil, / cuando sin esperar salga el primer bozo a tu presunción / y caído el mechón se haya, a volar que echa en tus hombros hoy, / y el color que hoy es más puro que flor púrpura de un rosal, / Ligurino la faz te haya, al mudar, vuelto rugosa, “ay” / al espejo dirás viéndote tú otro que no eres tú: / “¿Por qué no tuve yo, siendo chaval, el pensamiento de hoy? / ¿Por qué tersa la piel no vuelve a ser con lo que siento yo?”