miércoles, 3 de junio de 2020

Ridiculus mus, o el parto de los montes

MVS significaba “ratón” en latín, palabra emparentada con “mouse”, que es como se dice en inglés “ratón” y con Maus en alemán,  ya nos refiramos a un ratón cualquiera, como Micky Mouse, el ratón parlante de Walt Disney, ese gran corruptor de menores que ha maleducado a tantas generaciones de niños causándoles un trauma infantil insuperable al inculcarles que hay malos malísimos y buenos buenísimos y que entre el blanco y el negro no hay grises, o ya nos refiramos al del ordenador, que sólo por comparación formal se llama así.



Micky Mouse, el ratón parlante de Walt Disney



De “mus” viene el nombre de la musaraña, el ratón-araña, pequeño mamífero insectívoro, también llamado musgaño y murgaño, porque se creía que su mordedura era venenosa como la de la araña,  pero también se denomina así a la nubecilla que se nos pone delante de los ojos,  cuando dichas musarañas nos enturbian y distorsionan la visión de la realidad y el pensamiento.




Musaraña



De “mus” viene también la familia de los múridos, que comprende a todos estos roedores: aquí se ha producido el cambio de la consonante silbante en líquida: la ese se ha convertido en erre, ya en latín mismo, cuando iba entre vocales, fenómeno que se denomina rotacismo: pues si “mus” era el ratón en singular, los ratones eran “mures” en plural. En castellano viejo, por cierto, se llamaba mur al ratón, que es la evolución del acusativo murem, y al hecho de cazar ratones se denominaba murar.



De “mus” viene también el murciélago, metátesis de lo que antaño se llamaba murciégalo, curiosa palabra que como "ayuntamiento" contiene las cinco vocales, y que parece que quería decir: mus caecus ales: ratón ciego alado.



Murciélago



Y de “mus”, finalmente, vienen también los músculos,  pues musculus es el diminutivo de mus, ratoncillos que se estiran y se encogen, como hacen los culturistas, curiosa palabra esta que significa que cultivan sus músculos, por la semejanza de sus movimientos con los del ratón. Pero es que la propia palabra latina musculum origina un doblete, es decir, tiene dos resultados en castellano: un cultismo, que es músculo, prácticamente latín, pues la palabra no ha sufrido más que un par de cambios (la pérdida de la -m final y la apertura de la -u final en -o), y el vulgarismo o palabra patrimonial muslo, que apareció en el siglo XIII para nombar la parte alta de la pierna, musculosa y carnosa. En el sentido primitivo se tomó hacia 1730 por vía culta el término músculo, según informa Corominas.







En griego se denomina "mys, myós", de donde en unión de "cardía", corazón, nos viene ni más ni menos que el infarto de miocardio. De ahí que a la parte de la anatomía que estudia los músculos se la denomine con voz griega miología.



Es célebre la fábula de Fedro, conocida como el parto de los montes: Mons parturibat, gemitus immanes ciens, / eratque in terris maxima expectatio. / At ille murem peperit. Hoc scriptum est tibi, / qui, magna cum minaris, extricas nihil. Paría un monte, con gritos y aspavientos mil,  / y había en la tierra máxima expectación. / Pero parió un ratón. Escrito fue por ti, /  que, amenazando mucho, no haces nada más.





Horacio en su Arte poética (verso 128) se hace eco de esta fábula, consagrando la expresión de "el parto de los montes" para dar a entender que cuando se esperan acontecimientos de máxima importancia que levantan grandes expectativas suelen suceder, sin embargo, cosas de poca monta. Parturient montes, nascetur ridiculus mus. Van a parir los montes, saldrá ratón irrisorio. 

El miedo cercano al pánico que provoca la noticia inminente del parto hace de un minúsculo grano de arena, ampliado por la lente del microscopio que lo enfoca, toda una montaña, nunca mejor dicho.  

Hay una versión griega de este dicho, el proverbio: ὤδινεν ὄρος, εἶτα μῦν ἀπέτεκεν: la montaña tenía dolores de parto, en consecuencia parió un ratón.
Nuestro Samaniego recrea así la vieja fábula:
 
Con varios ademanes horrorosos
los montes de parir dieron señales; 
consintieron los hombres temerosos 
ver nacer los abortos más fatales. 
Después que con bramidos espantosos 
infundieron pavor a los mortales,
estos montes, que al mundo estremecieron, 
un ratoncillo fue lo que parieron.

Hay autores que en voces misteriosas 
estilo fanfarrón y campanudo
nos anuncian ideas portentosas;
pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento, 
después de tanto ruido sólo viento.

martes, 2 de junio de 2020

Del suicidio clásico

En griego, al igual que en latín, tampoco hay un término unívoco para refereirse a los que se matan a sí mismos. 

Leamos por ejemplo el capítulo séptimo del libro segundo de la Historia Ecclesiastica de Eusebio de Cesárea, donde se describe el suicidio de Poncio Pilato. Así dice (traducción propia): Merece la pena no ignorar que también a aquel mismo Pilato de los tiempos del salvador durante Gayo (Calígula), de cuya época hemos tratado, la historia lo dirige a precipitarse en tantas desgracias que llegó a ser por fuerza asesino de sí mismo y verdugo por su propia mano, habiéndolo perseguido, según parece, la justicia divina en no mucho tiempo. He aquí el texto griego: Οὐκ ἀγνοεῖν δὲ ἄξιον ὡς καὶ αὐτὸν ἐκεῖνον τὸν ἐπὶ τοῦ σωτῆρος Πιλᾶτον κατὰ Γάϊον, οὗ τοὺς χρόνους διέξιμεν, τοσαύταις περιπεσεῖν κατέχει λόγος συμφοραῖς, ὡς ἐξ ἀνάγκης αὐτοφονευτὴν ἑαυτοῦ καὶ τιμωρὸν αὐτόχειρα γενέσθαι, τῆς θείας, ὡς ἔοικεν, δίκης οὐκ εἰς μακρὸν αὐτὸν μετελθούσης. 

 El suicida, Édouard Manet (1877-1881)

Hallamos en este párrafo dos términos para referirse a la muerte voluntaria αὐτοφονευτὴν ἑαυτοῦ (asesino de sí mismo) y αὐτόχειρα (por su propia mano), compuestos ambos del prefijo auto-. El primero es una variante de αὐτοφόνος. Pues bien, tanto este último término como αὐτόχειρ significan que hacen algo, por ejemplo, matar por su mano o bien a sí mismos o bien a los suyos, por lo que siendo términos que valen para la muerte autoinfligida resultan ambiguos ya que también pueden referirse a muertes  dentro de su grupo de parentesco. 

Otro término αὐθέντης, derivado del verbo αὐθεντέω tener plena autoridad sobre, es todavía mucho más ambiguo, pues significa que obra por sí mismo y, por lo tanto, dueño absoluto de sí mismo, que hace algo por sí mismo, y secundariamente, que ese algo que hace es cometer un asesinato sobre sí mismo, suicidarse. 

Otro término compuesto griego βιαιοθάνατος muerte violenta (cuya adaptación latina biothanatos oculta su etimología, pues parece que contrapone vida/muerte) resulta también ambiguo porque denota una forma violenta de morir, lo que excede a la muerte infligida por propia mano, que también connota a veces. 

Ayante, representación teatral 

Si recurrimos ahora a un célebre suicidio mitológico, el de Ayante o Ayax, sobre el que versa la tragedia homónima de Sofoclés, encontramos allí este monólogo del héroe, la invocación a las siempre vírgenes Eirinias contra los hijos de Atreo Agamenón y Menelao versos 839-842 (traducción propia): Y a esos malos y malvados malamente / los arrebaten ellas; como a mí me ven / sucumbir por propia mano, así a las propias manos / de los más queridos de sus hijos caigan ellos. καί σφας κακοὺς κάκιστα καὶ πανωλέθρους / ξυναρπάσειαν, ὥσπερ εἰσορῶσ᾽ ἐμὲ / αὐτοσφαγῆ πίπτοντα, τὼς αὐτοσφαγεῖς / πρὸς τῶν φιλίστων ἐκγόνων ὀλοίατο. 

El término que encontramos en Sofoclés es αὐτοσφαγής que significa muerto por propia mano, como la primera vez que aparece, y también muerto por mano de los suyos, como la segunda vez, con lo que se el término resulta también ambiguo. 

Del estudio de estos términos podemos concluir que en griego clásico no hay un término unívoco para “suicida”, como tampoco lo había en latín. Eso no quiere decir, naturalmente, que no haya muertes autoinfligidas, pero sí que propiamente no hay suicidios ni suicidas. Es una realidad que se silencia, para la que no hay palabras. 

Sucede lo mismo, en otro orden de cosas, con la ausencia de un termino equivalente a "homosexual" en griego y en latín, de lo que podemos deducir que no hay homosexuales en Grecia y Roma por más que no deje de haber relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Lo que no existe es la categoría conceptual de “homosexual”, ni por lo tanto tampoco la de “heterosexual”, contrapuesta a ella. 

Estamos en el caso del suicidio ante una realidad para la que no hay palabras, una realidad que motivada por el sacrificio, la deshonra, la locura, el crimen, ha sido silenciada hasta los tiempos modernos, donde es una causa importante de fallecimiento y hasta cierto punto sigue siendo tabú. Según datos de la Organización Mundial de la Salud se producen al año en el mundo cerca de 800.000 suicidios.

domingo, 31 de mayo de 2020

Diálogos coronavíricos (y 2)

-¿Que qué me parece lo del "póntelo, pónselo" del embozo obligatorio? Pues ¿qué me va a parecer? Una barbaridad que nos priva de algo tan bonito como es la sonrisa de un niño al que se obliga a enmascararse a partir de los seis años de edad. 

-Pues a mí, un símbolo de nuestra sumisión a lo que está mandado, que llega hasta el extremo de embozarse algunos no sólo en espacios públicos, sino también en casa ante sus propios convivientes. 

-¿No has visto además a esos conductores que van solos en su auto personal cerrado herméticamente con el embozo profiláctico puesto y hasta con guantes higiénicos y asépticos al volante que sólo tocan ellos? 

-¿De quién temerán contagiarse? 

-Como no sea de sí mismos...

-Eso debe de ser. Algunos tienen tanto canguelo al contagio del coronillavirus y el contacto con el prójimo que ni palpan a los demás ni se palpan a sí mismos..

-Como cuando éramos pequeños y nos decían aquello de "no te toques, que es pecado". 

-...Y, como suele decirse vulgarmente, se cagan de miedo por las patas abajo.
 


-Y como les da tanta vergüenza hacérselo encima, corren despavoridos a hacer acopio de papel higiénico...

-Parece que quieren, entre el embozo y los guantes, hacernos a todos quirurgos, lo que me recuerda la seguiriya aquella que sacaron el otro día por aquí: Que use el cirujano / mascarilla y guantes, / que a nosotros dos maldita la falta, /  niña, que nos hacen.  

-¿Y qué me dices de esos que en vez de darse la mano, a guisa de saludo, pliegan el codo y se chocan "codo con codo"? 

-Pues que es el colmo de la idiotez y tiene pinta de ser la “nueva normalidad” que tanto cacarean. Resulta ridículamente cómico si no fuera dramático el pánico que nos han inoculado los medios y los científicos mediáticos pagados por los gobiernos. 

-...pánico a los demás, a nosotros mismos y hasta al aire que respiramos...

-... que se ha vuelto irrespirable porque puede estar contaminado y provocarnos una grave enfermedad respiratoria que nos asfixie y nos lleve al otro barrio a nosotros o a nuestros deudos más queridos. 

-Entre eso y los que en vez de ir al trabajo se han metido el trabajo en casa y el distanciamiento obligatorio de los dos metros... no sé a dónde vamos a ir a parar.

-Han cambiado muy pocas cosas desde los tiempos de los romanos. Está mal visto el látigo, pero la esclavitud no es que esté mal mirada, sino que se ha invisibilizado, para poder pasar desapercibida, como si se hubiera abolido. Somos los siervos voluntarios de los tiempos modernos, cautivados por una entidad, el Ente Público, que es la televisión, creadora de la Opinión Pública, y difusora de imágenes e ideas más falsas que Judas.

 -¿No se darán cuenta de que ese tapaboca, como le dicen nuestros amigos mexicanos y cubanos,  no es sino una mordaza y un bozal que nos imponen y nos imponemos previa- y machaconamente saturados de informaciones alarmistas?

 

-No, no se dan cuenta. El distanciamiento social que nos han marcado, que algunos prefieren denominar físico, pero es lo mismo, sustituye las relaciones naturales por las virtuales, porque al haber contacto físico, que es el único que merece ese nombre, son sospechosas de contagio. 

-Esto debe de ser el Nuevo Orden Mundial, que es más viejo que el catarro. Lo novedoso es que el látigo del gobierno ligado a la crisis sanitaria supera con creces todas las formas de dictadura habidas hasta la fecha. 

-Pronto, cuando saquen el engañabobos de la vacuna, nos obligarán a ponérnosla a todos, ya verás. 

-Lo más seguro. Y dirán que lo hagamos por nuestro propio bien o por el de los demás... 

-Sí, como siempre: por el bien propio o ajeno, da igual, nos malean.

-Hay quien justifica las restricciones a las libertades que estamos padeciendo ahora en nombre del bien común de la salud, como algo provisional y transitorio, y se ve como gesto cívico y solidario someterse a ello. 

 -¿Qué te voy a decir yo, si a mí, por estar contra el enmascaramiento y la trola del corolavirus aureolado, me han insultado por la calle y llamado terraplanista, fascista de extrema derecha, negacionista descerebrado, y hasta, si me descuido, mala persona?

-Se da la paradoja de que quienes se llenan la boca defendiendo los derechos humanos callan ahora como putas aceptando sin reservas la restricción del derecho de reunión y asociación y de libre movimiento y circulación porque el fin, que es salvar vidas, justifica, como dijo Maquiavelo, los medios, llegando a implementar medidas, como dicen los pedantes de ellos, que los regímenes más totalitarios y cerradamente fascistas ya hubieran querido para sí. 

-Mira, qué gracioso, esto que publica el Boletín Oficial del Estado, escucha: "El uso de mascarilla será obligatorio (...) siempre que no sea posible mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros", pero no se exigirá la coraza del antifaz en espacios públicos en el  "desarrollo de actividades en las que, por la propia naturaleza de estas, resulte incompatible el uso de la mascarilla". 

 -¿A qué actividades se referirá? 

 -Pues yo por lo pronto diría que a la actividad de respirar a pleno pulmón... Pero el propio texto sagrado de obligado cumplimiento las especifica en otro lugar: "la ingesta de alimentos y bebidas". Lógicamente no se puede comer ni beber con el embozo puesto. 

 -Ya, claro, pero tampoco se puede fumar un pitillo, por ejemplo. Ni  besarse en la boca. 

-Sí, pero de los besos  no dice nada el BOE.

viernes, 29 de mayo de 2020

De opinionibus non est disputandum

Leyendo Los hermanos Karamazov de Dostoyesqui me sorprende el latinajo de opinionibus non est disputandum -no hay que discutir sobre opiniones-, que no conocía, y sobre el que volveré luego. Sí que había oído una formulación parecida, que es de gustibus non disputandum est -no hay que discutir sobre gustos-, y un poco más ampliada, aludiendo también a los colores, de gustibus et coloribus non est disputandum, que equivalen a nuestro Sobre gustos no hay nada escrito, a la muy frecuente paremia Para gustos, los colores, y al pareado Sobre gustos y colores / no discuten los doctores.

No encuentro ninguna formulación en latín clásico ni con las palabras de Dostoyesqui sobre las opiniones, que parece una creación propia, ni tampoco sobre los gustos y los colores, que parece de origen tardío. Quizá lo más parecido que podemos hallar en la literatura grecolatina que conocemos es el virgiliano trahit sua quemque uoluptas A cada cual lo arrastra su gusto, con que el pastor Coridón le confiesa el amor que le inspira al lindo Alexis, que no le corresponde. 

Así que el de gustibus (et coloribus) non disputandum est debe de ser una creación quizá medieval, pero lo cierto es que su resonancia ha llegado hasta nuestros días. Y se refiere a lo absurdo que es ponerse a discutir, por ejemplo, la razón de los gustos personales por su carácter peculiar precisamente y no común. Si a uno le gusta el color azul y a otro el verde, no tiene sentido discutir quién tiene razón porque en ese debate no cabe el razonamiento. 


Ahora bien, si tomamos el refrán castellano: Sobre gustos no hay nada escrito, que podríamos revertir al latín como de gustibus nihil scriptum (est), podemos preguntamos dónde no hay nada escrito porque lo cierto es que en muchos sitios se ha escrito y se escribe mucho sobre gustos, hasta el punto de que sería una labor titánica leerlo todo. No se me ocurre más explicación que en ningún código legislativo o en el Libro de los libros que era la Biblia, porque fuera de esas “sagradas escrituras” hay infinidad de tratados y discusiones que podrían llenar enteras bibliotecas. 

Volviendo a la formulación dostoyesquiana del principio: De opinionibus non est disputandum, lo más parecido que encuentro en la literatura grecolatina es el verso de Terencio (Formión 454): quot homines tot sententiae: suo' quoique mos (latín clásico: suus cuique mos, que Enya canta en Afer uentus): Cuantos hombres, tantos pareceres: cada cual tiene su temperamento, que podríamos traducir libremente con el refrán: cada maestrillo tiene su librillo

The dead pool (La lista negra en España), Clint Eastwood (1988) 

En el mundo anglosajón se ha hecho proverbial la frase "Las opiniones son como los agujeros del culo, todo el mundo tiene un ojete y piensa que el que huele mal es el de los demás". En palabras de la autora de bestsellers Simone Elkeles, que parece que es quien encontró esta formulación: “Opinions are like assholes, everybody' s got one and everyone thinks everyone else's stink”. De la primera parte de la frase se hace eco el personaje que encarna el actor Cleant Eastwood en la película The dead pool (1988). 

El hallazgo viene a decir que es ilógico discutir de opiniones porque son personales y porque son ideas fijas que se resisten, obstinadas, al paso de la razón que las desbarata denunciando su carácter individual, irracional y no común, como los gustos y los colores, y cada cual tiene la suya, cada uno su cadaunada, como decía el otro; no son algo que se pueda poner en la tela de juicio de la puesta en común porque las opiniones, pareceres o ideas no admiten razonamientos, razonar es precisamente desprenderse de ellas. Y ya se sabe aquello de suus cuique crepitus bene olet: a cada cual le huelen bien sus propios pedos. Y aquello otro de cada loco con su tema. Los locos -y lo somos todos en cuanto dejamos de razonar- creen que no han perdido la razón, o sea, creemos que  no hemos perdido la razón, porque lo que nos ocurre es que hemos creado una propia, con nuestras propias ideas, gustos y opiniones,  y eso nos aleja de la razón común de los mortales.

Hay quien dice que todas las opiniones son respetables, pero es mentira. Lo que nos dice el sentido común es que ninguna lo es más que otra, que las opiniones se convierten en dogmas y los dogmas en artículos de fe. Pueden considerarse respetables las personas, y de hecho todas lo son por igual, pero no sus opiniones, precisamente porque no son discutibles, sino irracionales, porque no se dejan someter a la criba antidogmática de la razón.

Enya canta en latín en la última estrofa: Suus cuique mos. Suum cuique / Meus mihi, suus cuique carus / Mememto, terrigena / Mememto, vita brevis / Meus mihi, suus cuique carus.
(Cada cual tiene su temperamento. A cada uno lo suyo / A mí me es querido el mío, a cada uno el suyo/  Recuerda, terrícola/ Recuerda, la vida es breve / A mí me es querido el mío, a cada uno el suyo)

jueves, 28 de mayo de 2020

Aquiles, nacimiento y muerte

La obra, que data de 1789, fue realizada en mármol blanco por el escultor neoclásico Thomas Banks (1735-1805).  Muestra a Tetis metiendo a Aquiles, “el de los pies ligeros”, en la laguna Estigia que conferirá la inmortalidad al cuerpo del niño sumergido en ella, salvo el talón, su único punto vulnerable, por donde lo sostiene su madre y por donde, andando el tiempo, le entrará la muerte. Ni siquiera Tetis, que es una diosa, puede lograr la inmortalidad de su hijo.  

Tetis sumergiendo a Aquiles en la laguna Estigia, Thomas Banks (1790)

Homero, en la Ilíada, no narra ni el nacimiento ni la muerte de Aquiles, ni se menciona nunca tampoco su supuesta inmortalidad. La leyenda del talón parece muy posterior al poema homérico, que se centra y focaliza en la ira del héroe. 

 El colérico Aquiles, H. W. Bissen (1861) 

El escultor danés H. W. Bissen reflejó en su "colérico Aquiles" la ira homérica. Vemos a Aquiles, prototipo de juventud y belleza masculina, completamente desnudo, sentado sobre una roca,  apoyadas sus dos manos sobre la rodilla, con las piernas abiertas, mostrando sin falso pudor sus atributos viriles, que son el centro de la composición, y con una cara de auténtico enfado porque Agamenón le ha arrebatado a su presa, la troyana Briseida. El héroe ha depuesto su espada y se ha quitado el casco, que yacen por el suelo, mostrando así su resolución de abandonar el combate.

La imagen más evocadora de la muerte del héroe es la escultura de Filippo Albacini (1777-1858), conocida como “Aquiles herido”,  de estilo también neoclásico, realizada en mármol. 

Aquiles herido, F. Albacini (1825)

Muestra a Aquiles con el talón atravesado por la flecha dorada de Paris. La obra es una reminiscencia o evocación de la escultura clásica conocida como “Gálata moribundo”. Quizá no muestra el verdadero carácter iracundo del héroe, sino que sirve como pretexto para exhibir la belleza idealizada del desnudo masculino. 

Gálata moribundo (siglo III a. C.)

Hay, sin embargo, una diferencia fundamental si nos fijamos en los rostros de ambos personajes: mientras que el gálata muestra una expresión de fiereza, el Aquiles de Albacini parece mostrar una cierta sensualidad, no exenta de masoquismo, en su rostro. Refleja una resignación complaciente ante una muerte aceptada. 

Ambas esculturas, que representan el nacimiento y la muerte de Aquiles, son ajenas a la epopeya homérica. La muerte, por otra parte, del héroe no es muy heroica, si tenemos en cuenta que Aquiles era el ἄριστος Ἀχαιῶν (áristos Achaión), el mejor de los guerreros griegos. 

 
Aquiles herido, Innocenzo Fraccaroli (1842)

En las puertas Esceas Paris le dispara una flecha, que, guiada por el dios Apolo, el que hiere de lejos, según el célebre epíteto, atravesará infaliblemente su talón dándole muerte. Un escarabajo etrusco, realizado en cornalina (400-350 a. de C.), muestra la escena de la flecha saliente del talón de Aquiles. El primer autor del que tenemos noticia que recoge esta versión de la muerte del héroe es Publio Papinio Estacio en el siglo I de nuestra era. 

Hay, sin embargo, otra versión diferente de la de Estacio sobre la muerte del héroe en la que también intervienen Paris y el dios Apolo. En esta la princesa troyana Políxena desempeña un papel importante: Aquiles se ha enamorado de ella cuando acompañó a su padre el anciano rey Príamo a rescatar el cadáver de Héctor a la tienda de Aquiles. Se arregla la boda y Aquiles debe ir al templo de Apolo donde es atacado y asesinado por Paris, que le habría clavado un cuchillo por la espalda, y Deífobo.

lunes, 25 de mayo de 2020

Cuarteto de cuerdas para olvidar y dejarse llevar

¿Cómo el segundo movimiento del Cuarteto de cuerdas opus 76 número 3 de Joseph Haydn (1732-1809), conocido como “Emperador”, todo un precioso adagio compuesto para dos violines, una viola y un violonchelo, después de haber sido el himno del Imperio austro-húngaro, lo fue de la República de Weimar y finalmente del tercer Reich alemán de Adolf Hitler? 

Todo un misterio. Es lo mismo que preguntarse cómo una nación ilustrada y culta como era Alemania pudo deslizarse como lo hizo hacia la barbarie. 

Hoy esta melodía sigue siendo el himno nacional alemán pero ya no se canta, o si se canta se omite la letra execrable de la primera estrofa que comenzaba con el Deutschland über alles, über alles in der Welt “Alemania por encima de todo, por encima de todo en el mundo”, que era la única que se cantaba durante el nacional-socialismo, lema al que tanto se parecen todas las exaltaciones patrióticas nacionalistas desde el America first hasta el Primero los españoles

La música de Haydn sin embargo ha sobrevivido y sobrevivirá a la utilización política que se hizo de ella. No es una marcha militar como lo son la mayoría de los himnos nacionales, y sólo hay que cerrar los ojos, abrir los oídos y escucharla sin prejuicios, dejándose llevar para disfrutar de este “poco adagio cantabile”. 

Después del confinamiento, o encierro con término más popular al que hemos sido sometidos y hemos padecido, conviene olvidarse un poco de todo y dejarse llevar por la eclosión de los trinos de los pájaros y de las flores primaverales que salpican los campos. 

No hace falta creer en el trampantojo de un futuro mejor, que siempre nos prometen los mismos, ni en ninguna “nueva normalidad” como dicen ahora que nos haga mejores. Sólo hace falta de hecho salir a la calle de cualquier ciudad para ver las mismas miradas suspicaces por debajo de las ominosas mascarillas que nos privan de las sonrisas, las mismas prisas que no nos llevan a ninguna parte, las mismas agresiones verbales entre personas aparentemente civilizadas... lo mismo de siempre.

Pero si escuchamos a Haydn y nos dejamos llevar un poco y soñar nos olvidaremos de las prisas que nos meten para todo y para nada. 

domingo, 24 de mayo de 2020

Diálogos coronavíricos (1)

-Me parece que el latiguillo utilizado por el Presidente del Gobierno de las Españas de “en aras de la Salud Pública” no es inocente, sino muy significativo de lo que pretende el Gabinete: inmolarnos, sacrificarnos, o sea, matarnos a todos los que pueda. 

-¿No exageras un poco? 

-En absoluto, la expresión sugiere la idea de sacrificio que se realiza en el altar donde se celebran los ritos religiosos con los que el sumo sacerdote consuma la ofrenda que hace a la divinidad, que en este caso, es la Salud Pública. 

-Lo que pasa es que dicho así lo de “matarnos a todos” suena un poco bruto, ¿no?

-Pero hay que decirlo así para que lo entiendan los que no quieren entenderlo. ¿Qué pretende el Gobierno con el Ministerio de Sanidad a la cabeza “en aras de la Salud Pública”? Pues eso: matarnos; de miedo, y de verdad, psíquica- y físicamente, si cabe hacer un distingo tan torpe. Quitarnos la poca vida que nos queda en las venas. O si quieres te lo digo de otro modo: hacernos la vida imposible primero con el arresto domiciliario que hemos padecido y ahora con, entre otras medidas, el burka profiláctico. 



-¿Y cómo reaccionamos los pobres chivos expiatorios, víctimas sacrificiales que somos nosotros,  en las aras esas de la Salud Pública? 

-Con, ya sabes, aquello de “¡Vivan las caenas!”. Agradecidos y tragando, como siempre, tragando por un tubo conceptos antes impensables como “distancia social”, que la mayoría considera justo y necesario...

-Eso me recuerda al prefacio litúrgico aquel de la Santa Misa: "Vere dignum et iustum est, aequum et salutare": En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación... que le dicen ahora en román paladino.

-Está bien que te acuerdes de la misa de Dios, porque resulta que ahora el Maligno ya no es el pobre demonio, sino algo mucho peor, un enemigo asesino, como decía el otro día el periódico, mucho más temible que Satanás; un enemigo perfecto, todopoderoso, como Dios mismo, que está en todas partes, y a la vez es a nuestros ojos invisible. Y que, como Dios, nos exige que tengamos fe y que creamos en Él si queremos salvarnos y no condenarnos por la cuenta que nos trae. 

-Sí, y todo por el miedo que nos han inoculado en el cuerpo como ponzoñoso veneno los medios, con la televisión a la cabeza metida en casa de todo Cristo y la peste de interné en los móviles y tabletas  dando cuenta a todas horas del número de contagiados, de curados y de muertos. Y encima algunos, para más recochineo, salían a las ventanas a aplaudir y todo como la claque del teatro. 

-Sí, pero parece que la comparsa aquella de los palmeros de las ocho ha dado ahora paso a la mascarada de los embozos con que se tapan la boca y la nariz. 




-Pues ¿no decía hace dos meses el impresentable matasanos ese que sale todos los días por la tele que los embozos no eran necesarios? 

-Sí, eso mismo decía.

-¿Cómo es que ahora no sólo son necesarios sino obligatorios en los espacios y vías públicas a partir de los seis años de edad, pobres criaturas con el pañal ahora en la boca? 

-El “doctor” ese, que no es doctor en medicina, aunque sí matasanos, todo hay que decirlo, ha reconocido que no podía obligársenos a llevar los embozos porque no había suficientes en el mercado. Y entonces decidieron engañarnos -eso no lo dice él, pero se desprende de lo otro- diciéndonos que sólo servían en el caso de estar contagiados para no infectar al prójimo, pero no para protegernos de la infección.  Sin embargo ahora que los mercados están bien surtidos, resulta que son imprescindibles para protegernos del contagio en el desconfinamiento y ya pueden obligarnos. Y, de hecho, lo hacen por real decreto. 

-Y eso que hay una ley contraria a esa, la ley mordaza, que le dicen, que prohíbe taparse la cara... Además ¿no decían nuestras abuelas que la cara era el espejo del alma? ¿Cómo vamos a reconocer ahora a los prójimos si las mascarillas nos igualan a todos?

-No te preocupes, los individuos siempre se las arreglan para individualizarse más. Ya verás cómo siguen haciéndose selfis con la mascarilla puesta personalizada y tuneada como expresión de la propia singularidad. 

-Sí, y llegaremos a verlas de vivos colores y modelos. E incluso habrá grandes marcas que diseñarán sus propios embozos originales y exclusivos. 

-Yo no sé, pero me da la sensación de que ahora que hay mascarillas para todos, no hay oxígeno para nadie. Nos falta el aire. Nos ahogamos. Y de eso se trataba, precisamente. Con la disculpa de no meternos el virus, nos privan del aire libre y de la alegría de vivir. 


-Para aliviarte un poco la murria, te contaré que ayer, cuando ya eran obligatorias, éramos muchos en los Madriles los que no las llevábamos puestas. Daba gozo ver a tanta gente en el parque de San Francisco sentada en el césped, sin embozos, en corros, disfrutando de esta primavera que alcanza ya temperaturas de verano, lo que hace más absurdo e imposible ir amordazado con el bozal profiláctico. 

 -...Bueno, afortunadamente hay gente que no se deja gobernar. 

-Lo que está claro es que todas estas leyes, decretos, regulaciones, disposiciones son imposibles de hacer cumplir. ¿Que no puedo dar un abrazo a un amigo? ¡Ja! ¿Que no puedo escaparme a casa de mi amante a besarnos y a hacernos el amor y a dejar que el amor nos haga y nos deshaga a nosotros? ¡Ja, ja!

sábado, 23 de mayo de 2020

Del poder igualitario de la muerte

Tengo noticia gracias al estupendo blog de Michael Gilleland Laudator Temporis Acti de una inscripción griega (XIV.2131), encontrada en Anzio, en la región italiana del Lacio, y conservada actualmente en el Museo Británico de Londres, labrada en el siglo II de nuestra era, compuesta por dos hexámetros, de los que doy cuenta: εἰπεῖν τίς δύναται σκῆνος λιπόσαρκον  ἀθρήσας, // εἴπερ Ὕλας  ἢ Θερσείτης ἦν, ὦ παροδεῖτα; 

La traducción podría ser la siguiente: ¿Quién es capaz de decir viendo un descarnado cadáver, / si Hilas fuera o bien Tersites, eh caminante ? 

ΕΙΠΕΙΝΤΙΣΔΥΝΑΤΑΙ
ΣΚΗΝΟΣΛΙΠΟΣΑΡΚΟΝ
ΑΘΡΗΣΑΣ  ΕΙΠΕΡΥΛΑΣ
ΗΘΕΡΣΕ
ΙΤΗΣΗΝΩ
ΠΑΡΟΔΕΙΤΑ 


Debajo de la inscripción está tallado en relieve un esqueleto. 

Si quisiera en mi versión aclarar el significado de la alusión a los dos nombres propios de Hilas, prototipo de belleza juvenil masculina, y Tersites, colmo de la fealdad, me vería obligado a sustituirlos por otros, como por ejemplo: ¿Quién es capaz de decir viendo un descarnado cadáver, / si era más feo que Picio o si Adonis, eh caminante ?

Hilas, en efecto, fue un hermoso mancebo del que estaba enamorado Heraclés. Participó junto al héroe en la expedición de los argonautas capitaneada por Jasón en pos del vellocino de oro, y cuando desembarcaron en Misia desapareció de improviso al ir a buscar agua a un manantial, donde fue raptado por las ninfas enamoradas de su belleza irresistible. Heraclés lo buscó inútilmente. De todo ello da cuenta entre otros Apolodoro. 

 Hilas y las ninfas, J. W. Waterhouse (1896)

Tersites, por otra parte, era el hombre más feo que participó en la guerra de Troya.  Homero lo describe en la Ilíada, II, verso 216 y siguientes: ...y era el hombre más feo que a Ilio viniera: / bizco era él, y cojo de un pie, y los hombros en chepa / corvos adentro del pecho encogidos, mas la cabeza / de colmo picuda, y de ella brotando rala la greña (en la espléndida traducción en hexámetros castellanos con rima asonante de Agustín García Calvo). 

 Tersites aborda a Aquiles (1886?)

Lo que viene a decirnos el epigrama -calco griego del término latino  inscriptio, inscripción- que nos ocupa es que el poder igualitario de la muerte no sólo equipara al rico y al pobre, como se ha dicho tradicionalmente, sino también al hermoso y al feo, reduciendo la belleza y la fealdad a un esqueleto descarnado, un puro amasijo de huesos.

viernes, 22 de mayo de 2020

CORONARIVM VIRVS

El coronarium virus ha sido propagado a lo largo y a lo ancho de todo el globo terráqueo por los medios de comunicación de masas, que han sido sus agentes pestíferos que nos han infectado con sus miles de informaciones pestilentes: sin ellos no habría existido ni aterrorizado no ya a medio mundo, sino a todo el universo mundo global.



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ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual, actualización del término obsoleto “venéreas” o relacionadas con la diosa romana Venus, griega Afrodita, por lo que también "afrodisíacas"). El sexo, la "S" de esta sigla, no es ya una fuente de pecado o, lo que es lo mismo, de placer, sino de transmisión de enfermedades... sexuales.

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Las autoridades sanitarias sacaron hace años un lema “póntelo, pónselo”, que se refería al profiláctico por excelencia, el condón preservativo. Algunos, ante la urgencia de tan imperativo mandato que se repetía hasta la saciedad, llegaron incluso a ponérselo hasta para orinar.

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No se sabe muy bien si fue Madame de Sévigné o Madame De Staël quien definió el preservativo como: “coraza contra el placer” y “tela de araña contra el peligro”, dada su rudimentaria factura en aquellos tiempos. Es posible que hoy, cuando la técnica ha avanzado que es una barbaridad, sean ya también una coraza contra el peligro de contraer una enfermedad o un embarazo no deseado, pero siguen siendo, igual que entonces, una "cuirasse contre le plaisir". 

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En estos momentos de virus coronario el lema se actualiza: “póntela, pónsela”. Ahora se refieren a la mascarilla, claro. Un comité de expertos sexólogos aconseja a los amantes que se salten en la refriega amorosa los besos en la boca (o, en su defecto, que se besen con las mascarillas puestas). 

 
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Nueva actualización del eslogan: Póntelos, pónselos (los guantes). ¿A qué fin ponerse unos guantes supuestamente asépticos que son un verdadero nido de virus y bacterias cuando nuestra piel es lo suficientemente inteligente y sensitiva como para saber lo que se toca y lo que no? 

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Una periodista y escritora del Régimen que escribe en el "periódico global", antes "diario independiente de la mañana", cuyo nombre propio omito por gentileza, el de ella y el del diario, a los que debería caérseles la cara, si la tuvieran, de vergüenza, escribe con alma de cántaro puritano que es necesaria “una información especializada y esencial para construir una nueva identidad” (sic), y exige que las mascarillas sean obligatorias cuanto antes en los espacios públicos y, esto es lo mejor de todo, “comenzar una pedagogía de su uso en la intimidad”. 

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No es lo mismo elegir encerrarse y aislarse voluntariamente que la obligación de hacerlo que nos ha impuesto manu militari, por Real Decreto Ley, el Gobierno declarando el Estado de Alarma. No es lo mismo elegir dejar de verse con la gente que la prohibición del contacto por amenaza de contagio, que es una contradicción etimológica in terminis contacto/contagio. 

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Hemos perdido la libertad de entrar y salir y circular a la hora que uno quiera por donde uno quiera a cambio de la inexistente seguridad, que nos garantiza supuestamente la existencia, esa sí, real y palpable, de las denominadas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. 



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La expresión “guardar la distancia de seguridad” procedente del ámbito del tráfico rodado aconsejaba que entre un vehículo y otro que circulan en el mismo sentido había que guardar un espacio mínimo a fin de evitar la colisión con el vehículo en caso de frenada que se tiene por delante y con el que se tiene por detrás. También se decía que había que “guardar las distancias”, con los desconocidos, y que de entrada no había que permitirles mucha o ninguna familiaridad en el trato. Ahora nos dicen que, por nuestro propio bien, debemos guardar con todo quisque hijo de vecino, conocido o no, una distancia mínima de seguridad... de dos metros, por lo que habría que cambiar de acerca -mucha gente ya lo hace- cuando vayamos a cruzarnos con alguien conocido o desconocido. 

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¿Cómo darse la mano, un abrazo o un beso sin guardar la distancia social (o física, como prefieren decir otros) mínima de dos metros? ¿Cómo hacerlo llevando mascarilla a modo de bozal o mordaza y enfundándose unos guantes de nitrilo, vinilo o látex? ¿Cómo estando enmascarillado dirigirle una sonrisa a alguien y leer un estremecimiento en sus labios? ¿Cómo fumar un cigarrillo y más, cómo compartirlo "fumando un cigarrillo a medias" como cantaba la otra?  Hemos pasado de demonizar el plástico, a plastificarnos completamente metiéndonos dentro de una burbuja protectora y asfixiante "por nuestro propio bien y por el de los demás". 

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Del sano escepticismo popular: un anciano le confiesa a otro que no quiere ir al médico, no vaya a ser que le haga unos análisis y le encuentre “algo que no tiene”, o sea, no vaya a ser que coja allí alguna enfermedad que se le diagnostique. Mientras no hay diagnóstico, en efecto, no hay enfermedad. Puede haber un conjunto de síntomas inconexos que forman parte de la propia vida de uno, pero en cuanto se diagnostica la enfermedad, los síntomas adquieren un sentido, que son fruto no de la enfermedad sino de la con-sciencia o con-ciencia de ella. 



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De un editorial de El País, de fecha 20 de mayo de 2020: Pero, aunque hayamos dejado atrás el periodo más agudo de la epidemia, el virus asesino sigue ahí y, si se le da la oportunidad, mientras no haya una vacuna, continuará expandiéndose, con el riesgo de nuevos y peligrosos rebrotes. Además de alarmarnos con la expresión “nuevos y peligrosos rebrotes” para que cunda el pánico y prosiga el Estado de Alarma cuando el propio editorialista acaba de reconocer que el punto álgido de la epidemia ya ha pasado, el párrafo es tremendamente injusto con el virus. Me parece que es faltarle al respeto calificar al virus de “asesino”. Podría cuadrarle mejor “mortal” o “letal”, como prefieren decir otros para camuflar la idea de muerte, pero no dejaría de ser una exageración hipérbolica, porque no mata a todo el que contagia, sino a un pequeño porcentaje. Nunca “asesino”. El virus, si queremos atribuirle la voluntad propia de un ser vivo y consciente, de un peligroso sicario, querría no matarnos, sino que viviéramos para poder él alojarse dentro de nosotros. No quiere matarnos, quiere que vivamos y que le hospedemos.

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Policía pedagógica.- Se oye mucho en los medios de masificación últimamente la expresión de que la policía hace pedagogía cuando, sin hacer uso de la legítima violencia policial,  se dedica a recordar a la población las normas de obligado cumplimiento "por el bien propio y de los demás" que emanan del Ministerio de Sanidad. La labor pedagógica es el paso previo a la sanción económica de los ciudadanos y, en caso de resistencia a la autoridad, la detención de estos. La pedagogía consiste, pues, en inculcarnos el cumplimiento de lo que llaman la "nueva normalidad", que no deja de ser una anormalidad, una ἀνωμαλία o anomalía.

jueves, 21 de mayo de 2020

Del sacramento de la Confirmación

Es la Confirmación uno de los siete sacramentos que imprime carácter indeleble de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana por el cual la persona que ha sido bautizada se integra de forma plena y consciente como miembro de esa comunidad,  reafirmando por propia voluntad la fe que le impusieron sus padres al nacer con el sacramento del bautismo.

El signo de la Confirmación es la “unción”. La unción se realiza en la frente mediante la crismación o “santo crisma”, aceite de oliva mezclado con bálsamo, óleo consagrado por el obispo el día del Jueves Santo. Hay otra unción, la "extrema unción", que se lleva a cabo en el momento de la muerte. La Iglesia recomienda la sagrada unción de los enfermos con el santo óleo

La palabra “crisma” nos llega, a través del latín chrisma, del griego χρῖσμα, un neutro del tipo -μα -ματος derivado del verbo χρίω “ungir”, por lo que significa resultado de la acción de ungir. 

En relación con el término “crisma” están las palabras “cristiano” y “Cristo” que significa, precisamente, “ungido”.  Y, derivado de esta palabra tenemos el femenino “(la) crisma”, que se emplea vulgarmente en el sentido de “cabeza”, por ejemplo en la expresión “romperse uno la crisma”, por ser esta parte del cuerpo, concretamente la frente, donde se realiza la unción. 

El crismón o lábaro, es decir, el monograma de Cristo,  también está relacionado con el verbo χρίω.

Las palabras que acompañan a la unción y a la imposición individual de las manos son: “Recibe por esta señal de la cruz el don del Espíritu Santo”. Cuando la lengua de la Iglesia era, como Dios manda, el latín, se decía: Accipe signaculum doni Spiritus Sancti. La cruz es el arma con que cuenta un cristiano para defender su fe. El candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar voluntariamente la fe que se le impuso al poco tiempo de nacer en la pila bautismal, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en los asuntos temporales. 

Obispo administrando el sacramento de la confirmación, 1679

¿Qué es eso de la unción? La palabra procede de unctionem, un derivado del verbo ung(u)ere, origen de nuestro ungir, cuya raíz ung(u)- se modifica ensordeciéndose la oclusiva en unc- al recibir el sufijo -tus del participio (unctus) y -tio del sustantivo de acción verbal (unctio), precisamente de esta modificación derivan nuestro untar, y unto. De hecho en latín vulgar está atestiguado unctare, originado a partir de ungere. En relación con esta raíz ung-/unct-, tenemos, además de los términos mencionados, untura, untuoso, untuosidad, sacaúntos (coco infantil también denominado "sacamantecas") e incluso ungüento (ya en latín mismo unguentum). 

En el Antiguo Testamento eran ungidos los reyes, los profetas y los sacerdotes. Ungir a un rey era sinónimo de coronarlo o de investirlo: el rey David fue ungido por el profeta Samuel.  En el Nuevo Testamento el aceite se aplicaba a las heridas y a los enfermos.  

El origen de la unción, además de los usos cosméticos que se servían del aceite para conservar perfumes y de los usos de los atletas, que se ungían en el gimnasio con aceite de oliva a fin de quitarse el polvo de la piel,  podría venir, al parecer, según una teoría de una práctica de los pastores. Los piojos y otros ácaros a menudo entraban en la lana de las ovejas, y cuando hacían su madriguera en sus orejas y se atrincheraban allí, podían llegar a matarlas produciendo la sarna. Entonces, los antiguos pastores untaban con aceite la cabeza de sus ovejas para protegerlas. Esto hacía resbaladiza la lana, de forma que los ácaros no podían cobijarse allí y se deslizaban, lo que liberaba al animal de sus ataques. A partir de aquí, según esta teoría, la unción llegó a ser símbolo de bendición, protección y empoderamiento.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Varia uariorum

Una cantilena infantil, la vieja letanía de la nidada o nialada: «Marzo, nialarzo; abril, güeveril; mayo, pajarayo; y por san Juan, péscalos por el rabo, que ya se van». Lo que viene a decir que en el mes de marzo los pájaros hacen los nidos, en abril ponen los huevos, en mayo nacen los pollos y en junio, por san Juan, se echan a volar.

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Rescato unos versos de dos estrofas de un poema (“Una tarde”) de un poeta cántabro del que no había oído hablar, don Evaristo Silió y Gutiérrez (1841-1874): Triste, obscuro estaba el monte, / Triste el valle, triste el cielo, / ¡Triste yo! / … Sola estaba la montaña, / Solo el bosque, solo el llano, / ¡Solo yo! 

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Tan importante como el despliegue de tropas en una guerra es el despliegue mediático. Casi un centenar de profesionales de la información: redactores, técnicos, cámaras y reporteros gráficos enviaron las cadenas de televisión y radio españolas a las principales zonas del “conflicto”  (curioso eufemismo para omitir la palabra “guerra”). Sin el despliegue mediático no hay guerra que valga. No existiría. 

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El célebre verso de Shakespeare (Hamlet, III, esc. IV): To die, to sleep..., to sleep... perchance to dream. Lo tradujo nuestro Unamuno como “Morir... dormir... dormir... soñar acaso”, un perfecto hendecasílabo castellano. Se trata de un pentámetro yámbico inglés, es decir, de cinco yambos: - + - + - + - + - +. Podemos reproducir así su ritmo original: Morir, dormir..., dormir... quizá soñar. 



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Don Quijote y Sancho Panza se necesitan porque se complementan. El primero cree que la bacía del barbero era el yelmo de Mambrino y la zafia Aldonza Lorenzo, la encantadora Dulcinea. El segundo percibe que la bacía es una bacinilla y se percata enseguida del pelo de la dehesa de Aldonza. Y ambos se equivocan. Aldonza no es Dulcinea, desde luego, aunque podría serlo, pero tampoco es Aldonza Lorenzo. 

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La participación es un modo de integración mucho más eficaz y efectivo que la imposición mediante la represión de antaño. Por eso la democracia es mucho más eficaz y efectiva como forma de gobierno que la dictadura: es la mejor dictadura. 

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Las creencias se imponen, no se exponen. Y deberían exponerse, o sea, deponerse, abandonarse como las armas. 
 
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Henry Ford dixit (1903): Pondré la tecnología al alcance de todos. Y lo que hizo fue ponernos a todos delante de un automóvil para que se llevara por delante arrasándolos campos y ciudades y nos avasallara a nosotros convirtiéndonos no en señores de esas máquinas, sino en sus chóferes en el mejor de los casos;  en el peor,  atropellándonos como peatones.

 
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Se sabía día y hora del comienzo antes de que comenzara. Se sabe, con todo lujo de detalles, cómo se está desarrollando y se va a desarrollar antes de que se desarrolle. Conocemos de antemano quién va a ser el ganador. Las víctimas sólo son “efectos colaterales” en la película bélica de acción que vemos en la pequeña pantalla con alguna que otra interrupción para los espacios publicitarios. “¡No a la guerra!” De acuerdo. Pero habría que discutir las condiciones de paz, porque la “pax Americana” es una guerra camuflada.

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En griego moderno, “trabajo” se dice δουλειά “duliá”,  término con acento agudo que procede del griego clásico δουλεία “dulía” que significaba y significa aún, conservando su acentuación llana en griego moderno, lo que es el trabajo: una esclavitud. Subsiste en nuestra lengua el término griego "dulía" en las expresiones "culto de dulía", que era el culto que se rendía a los ángeles y a los santos, y culto de "hiperdulía", que veneraba a la Virgen, madre de Dios, donde la palabra conserva su valor original de "servidumbre". Frente a estos cultos se hallaba el culto de latría, que se tributaba a Dios.